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Para cerrar lo recogido en trabajos anteriores (Aquí y Aquí), así como por tener relación con otros temas concernientes a nuestra defensa nacional, estimo conveniente dar unas pinceladas sobre Programa Nuclear Español.
Nuestra Junta de Investigaciones Atómicas (JIA) nació en 1948, presidida por el artillero naval José María Otero de Navascués (por entonces capitán de fragata ingeniero de armas navales), y en 1951 se transformó en la Junta en Junta de Energía Nuclear (JEN), bajo la presidencia del General Juan Vigón Suero-Díaz. En 1955 se firmó un acuerdo de cooperación nuclear con EEUU (Átomos para la Paz).
Fábrica de Uranio de Andújar (Jaén). CINSO-CIEMAT (Cuba de la Solana – Lubia, Soria); se previó invertir unos 17.000 millones de pesetas y que trabajara allí más de 1.500 personas.
Otero Navascués fue presidente de la JEN desde 1958 hasta 1974, periodo en el que se creó el primer reactor español, el de la Moncloa, en 1958, que funciona con uranio enriquecido de doble uso, militar y civil. Bajo su dirección también nació la Fábrica de Uranio en Andújar (FUA) y la de óxido de deuterio o “agua pesada” de Sabiñánigo (Energía e Industrias Aragonesas S.A. -EIASA-), y se puso en marcha la primera central nuclear, la “José Cabrera” (Zorita, en 1968, iniciada tres años antes en el marco de la cooperación con USA). En los “años sesenta” la Junta llegó a ser considera como el tercer centro de investigación nuclear de Europa, solo por detrás de Francia e Inglaterra. En 1965 fue nombrado presidente de la Sociedad Europea de Energía Atómica y en 1968 presidente de la Oficina Internacional de Pesos y Medidas, a la vez que Gobernador del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
La FUA comenzó a funcionar en 1959 y estuvo operativa hasta 1981; por entonces se estimaban las importantísimas reservas españolas de Uranio en unas 4.600 toneladas, las segundas de Europa. Hoy en día la fábrica de Andújar está sepultada en un impresionante féretro de hormigón y tierra. Aunque actualmente hay una fábrica en Juzbago (Salamanca), próxima a la mina de Retortillo, pero, eso sí, tan amenazadas como las centrales nucleares supervivientes.
Entre 1974-1981 sucedió a Otero en la JEN el Teniente General, procedente del Arma de Ingenieros, Jesús Olivares Baqué, quien también era vocal de la Comisión Nacional de Investigación del Espacio.
El camino hacia la Bomba Atómica …
Desde 1955 se investigaron las posibles aplicaciones militares. En 1963 Otero Navascués, que llegaría a Almirante, encargó a Guillermo Velarde Pinacho, descendiente del héroe de la Guerra de la Independencia, quien a su vez llegará a General de División Ingeniero Aeronáutico y Catedrático de Energía Nuclear, un estudio para determinar las posibilidades españolas de construir la bomba atómica. Velarde había sugerido esa posibilidad a Otero en 1961 y el Capitán General Muñoz Grandes había aprobado la idea en 1962.
En diciembre de 1964 Velarde había terminado el estudio de viabilidad y el proyecto de una bomba de fisión de Plutonio (Proyecto Islero), al descartarse la de Uranio por el muy dificultoso y caro proceso de obtención mediante centrifugadoras. Por el camino, el equipo de Velarde había determinado que la masa crítica de Plutonio tenía que ser de 6 kg, la configuración de la bomba esférica, con varias capas concéntricas y 32 lentes de explosivo convencional, las cuales debían ser iniciadas por detonadores con un margen de error próximo a la milmillonésima de segundo. El plutonio surge en el proceso de fisión del uranio en los reactores nucleares y está presente, en mayor o menor proporción, en los residuos de todas las centrales, siendo las de grafito-gas, como la de Vandellós, las más plutoníferas.
Muñoz Grandes dijo a Velarde que aquel era un proyecto fundamental para España, al reforzar su posición en nuestras plazas y provincias africanas y en el mundo.
Pilar Urbano recrea esta situación en El precio del trono, diciendo que a Muñoz Grandes, Jefe del Alto Estado Mayor (1958-1967) y Vicepresidente del Gobierno (1962-1967) …
«“le sublevaba ver a España avasallada militarmente por Estados Unidos, excluida de la OTAN, y pagada con armamento `excombatiente´”, ferretería obsoleta. Sobre todo, pudiendo tener su propia flota atómica como Francia. En eso trabajaba —“alto secreto militar”— desde 1955 la Junta de Energía Nuclear. En 1965 se había completado el estudio de viabilidad del `Proyecto I´, para fabricar en España la bomba de plutonio, producido a partir del uranio».
Entre las medidas de seguridad y encubrimiento, Velarde denominó también Proyecto Islero a los cálculos que realizó del desarrollo de un reactor nuclear.
… Y la Bomba de Hidrógeno
Apenas dos años después, el accidente de Palomares (17-I-1966) permitió que Velarde, personalmente, recogiera de entre los restos de las bombas de hidrógeno, absorbiendo personalmente altísimas dosis de radiación, varios detonadores especiales (infrarrojos), lo que permitió resolver el problema del explosivo iniciador, elemento fundamental que permite alcanzar la masa crítica de material fisible en el momento determinado con precisión de microsegundos. Así mismo, una extraña espuma negra, o esponja de plástico, dispersada por el lugar le permitió redescubrir el método Ulam-Teller, que posibilita la construcción de las mucho más potentes bombas termonucleares.
Edward Teller y Stanislaw Ulam, judíos nacidos respectivamente en Hungría y Polonia, se nacionalizaron en Estados Unidos y participaron en el Proyecto Manhattan. Teller trabajó en desarrollar la idea de Enrico Fermi de una bomba de fusión nuclear mediante la detonación previa de una de fisión que produjera las condiciones adecuadas de presión y temperatura, sin poder avanzar adecuadamente y siendo postergada hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Entonces, Ulam consiguió un diseño capaz de funcionar, consistente en una bomba compuesta por dos partes: en una estaría la de fisión (bomba “atómica”), que proporcionaría las condiciones de presión necesarias y en el otro la de fusión. Por su parte Teller pensó que la radiación gamma y los rayos X emitidos por el dispositivo de fisión podrían transferir suficiente energía para conseguir la fusión del “deuterio-tritio” en el segundo compartimento si el conjunto de ambos estuviera recubierto de una envoltura reflectante, lo que posibilitaría la obtención de megatones de potencia en lugar de kilotones. Esta “bomba H”, “de Fusión”, o “de Hidrógeno”, o “termonuclear” fue probada en 1951. La envoltura reflectante elegida fue el poliestireno.
En Palomares …
«Velarde observó que algunas piedras estaban ennegrecidas emitiendo una gran actividad (radiactividad); ello, unido a las respuestas confusas que le dio el coronel norteamericano y que al día siguiente no quedaba ni rastro de esas piedras, le llevó a la conclusión de que aquella “esponja negra” (poliestireno en realidad) debía desempeñar un papel muy importante en el funcionamiento de la bomba termo-nuclear. En el libro “Proyecto Islero, Cuando España pudo desarrollar armas nucleares (editorial Guadalmazán, Córdoba, 2016)”, Velarde describe las complejidades físico-matemáticas, a través de las cuales llegó al redescubrimiento del método de Ulam-Teller, las verdaderas bombas termonucleares. Este redescubrimiento nada aportaba al ya terminado Proyecto Islero (o Miura, según otros) de bombas atómicas de plutonio, basadas en la fisión del uranio y no en la fusión del hidrógeno empleado en las bombas termonucleares que cayeron en Palomares con diseño totalmente diferente. El método Ulam-Teller, que era el secreto mejor guardado en los Estados Unidos, fue redes-cubierto en la URSS por Andrei Sajarov (¡Premio Nobel de la Paz de 1975!) en 1954, por Robert Dautray en Francia y por Peng Huanwu en China en 1966. España hubiera sido entonces el quinto país del mundo con capacidad para desarrollar armas termonucleares» [i].
El redescubrimiento francés y chino se hizo el mismo año que el español.
Palomares: Bombas B28.F1 nº 1 y nº 4 en un museo norteamericano (las 2 y 3 se destrozaron en la caída, explotando varios detonadores), Museo Atómico de Albuquerque (Nuevo Méjico, Usa). Rescatadores en Campamento Wilson, de Izq. a Dch.: norteamericano, Velarde, Noreña, Peñalosa y Coronel useño.
Desarrollo del Proyecto
Siempre de la mano del luego General Velarde, sabemos que, a principios de los años 70 se obtendría en Vandellós I suficiente Plutonio para fabricar de cinco a siete bombas atómicas al año, una de las cuales podría usarse de iniciadora de una termonuclear. De ambas cosas informó a Muñoz Grandes y al Generalísimo. En esta última audiencia, Velarde oyó a Franco comunicar su decisión de poner en cuarentena el proyecto, ante la casi seguridad de que trascendería a los norteamericanos y esto supondría un nuevo bloqueo y aislamiento internacional para España.
Poco después el General Franco puso en cuarentena el proyecto. No obstante, se siguió trabajando en campos paralelos y en 1967 se redactó el primer documento oficial que recogía la capacidad española de fabricar la bomba.
En 1968 se instaló en la JEN el reactor rápido “Coral-1” de fabricación nacional (funcionando con Uranio 235 -U.235- enriquecido al 90%) que produjo, sin ser fiscalizados por la OIEA, los primeros gramos de Plutonio en 1969. El 1971 el CESEDEN redactó un informe en el que se afirmaba la capacidad española de poner en marcha la opción militar nuclear.
Francia se había retirado del mando militar de la OTAN desde 1966 y en los años setenta aún mantenía la línea de independencia frente a los dos bloques que había determinado el General de Gaulle y, en particular, frente a la prepotencia norteamericana, especialmente respecto a la OTAN (no volvería a unirse al Comité Militar hasta 1995, siendo presidente Nicolás Sarkozy). En ese contexto, la idea común hispano francesa era que España no necesitase integrarse en la OTAN para asegurar su defensa. El beneficio para Francia seria el no quedarse nunca aislada en Europa en caso de confrontación entre los dos bloques y los beneficios económicos de la cesión de tecnología. Esa independencia y no aislamiento servirían también para España, además de que, con la posible baza atómica en la mano, podría recuperar su soberanía sobre Gibraltar, dado que una de las excusas anglosajonas para mantener la colonia se basaba en que solo una potencia nuclear podía asumir la responsabilidad del control del Estrecho.
Abundando en lo anterior, Guillermo Velarde escribió:
«el General De Gaulle autorizó la instalación en España del reactor nuclear Vandellós I (construido en 1967 y en funcionamiento en 1972), de 480 megavatios eléctricos de potencia, alimentado con uranio natural de procedencia española; haciendo funcionar adecuadamente la máquina de carga y descarga de los elementos combustibles en el 10% del reactor, se produciría el plutonio militar necesario para fabricar anualmente hasta 8 bombas atómicas; tanto el General Muñoz Grandes, como después los Generales Díaz Alegría y Gutiérrez Mellado, eran partidarios de una pequeña fuerza de disuasión nuclear (ya que), según decían estos últimos, “cuando se produzca la transición, nos permitirá entrar en la Unión Europea por la puerta grande”; a diferencia de Ben Gurión (Primer Ministro de Israel y responsable de su Defensa entre 1955 y 1963), Franco, preocupado por las relaciones con EE.UU., no tomó ninguna decisión; como director de aquel proyecto, algún día me gustaría contar esta desafortunada y lamentable decisión».
Se ha escrito que el Ministro de Industria Gregorio López Bravo (1962-69) convenció a Franco de la inoportunidad del proyecto [ii]. López Bravo moriría en 1985 en el extraño accidente aéreo, por no decir derribo de ETA, de Monte Oiz.
La central nuclear de tecnología francesa “Vandellós I” (1968/72-1989; reactor del tipo CGR -grafito/uranio natural- refrigerado por gas; propiedad de la compañía Hispano-Francesa de Energía Nuclear, S. A. -HIFRENSA-), permitía la obtención de plutonio para fines militares. España contaba entonces con unas reservas de 4.650 toneladas de uranio, las segundas de Europa y no había firmado el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares. Una bomba atómica es posible a partir de los 17 kilos de uranio enriquecido, de difícil obtención, pero solo son necesarios 10 kilos de Pu.239 para fabricar una bomba atómica de 20 kilotones similar a la de Nagasaki, y la central nuclear podía producir hasta 10 toneladas de residuos al año y de ellos unos 50 kilos de plutonio. Se denomina plutonio militar al enriquecido al 93%, es decir, el formado por la mezcla de un 93% de Pu.239 y un 7% de Pu.240, y uranio militar al compuesto por un 90% de U.235 y un 10% de U.238.
Según un informe secreto año 1971, el coste de una bomba atómica táctica de fabricación propia se cifraba en 8.700 millones de pesetas de entonces.
En el Museo del Aire se exhibe una maqueta del Capricornio a escala 1:1
Al Teniente General Olivares Baqué correspondió hacerse cargo de la fase de desarrollo en 1974.
Los Vectores y otras aplicaciones
Según el Teniente Coronel Bengoechea, Agregado del Aire en la Embajada de España en París, en los años setenta estaba en marcha el proceso de evaluación del Mirage F-1 para el Ejército del Aire (los primeros F-1C fueron encargados en 1972), y el General (R) Gallois, consejero de Dassault, quien coordinaba esta venta, fue habilitado por el poder político francés para proponer a España una cooperación en el ámbito nuclear militar. Además, ya siendo ministro el Almirante Nieto Antúnez (1962-1969), la Armada planeaba construir dos submarinos propulsados por energía nuclear.
Siendo Ministro de Marina el Almirante Pita da Veiga (1973-1977) se volvió a estudiar la construcción de submarinos nucleares. En los años 80, gobernando Felipe González, François Miterrand (economía obliga) propuso la cofabricación de submarinos nucleares de ataque clase Rubis (SUBESPRON ó SUBmarino ESpañol de PROpulsión Nuclear), pero los socialistas, como antes los “centristas” de UCD no debieron considerar prudente desafiar ¿a Norteamérica? Incluso en 1982 el Ministro de Defensa Alberto Oliart reconoció que era muy probable la construcción de un buque de propulsión nuclear, preferiblemente de superficie y de carácter logístico (¡por supuesto!), y en 1988 se habló en la prensa de la existencia de un proyecto acabado de submarino nuclear de la Empresa Nacional Bazán, a la espera del beneplácito político.
Y, por otra parte, estaba en marcha el programa espacial español, con “inyectores de satélites” fácilmente transformables en misiles superficie-superficie, como el INTA 300 y el posterior Capricornio.En cuanto a vectores de lanzamiento, se desarrollaron diversos misiles y cohetes:
– El INTA-300 (1.975-1983/1993), con 300 km de techo y 45/50 kg de carga útil. Tenía una longitud de 7’27 m, un calibre de 258 mm y un peso al despegue de 503 kg.
– El INTA-300 Guiado (1977-1980), de 11’3 m de longitud y tres fases de combustible sólido, como inyector de satélites tenía un techo de 130 km y como arma de superficie podía alcanzar los 170 km.
– El Capricornio (1991-1998) tenía por objetivo poner en órbita masas de hasta 100 kg a una altura de 600 km, con la vista puesta en minisatélites (peso entre 100 y 500 kg) y nanosatélites (menores de 30 kg); el modelo definitivo tenía una longitud de 19’521 m, un diámetro de 1 m, pesaba 18.500 kg y disponía de tres etapas de combustible sólido; debió estar operativo en 1.996 y como base de lanzamiento se pensó en la canaria isla de El Hierro; su alcance como misil superficie-superficie hubieran sido 1.300 km y su cabeza de guerra una bomba de 500 Kg de explosivo aire-combustible (BEAC) fabricada por EXPAL, o de submuniciones; la bomba termobárica fue ensayada en colaboración con Chile.
Por su parte, el Ejército de Tierra tuvo muy desarrollados el cohete de aletas fijas modelo J muy similar al Honest Jhon estadounidense y equiparable a los primeros FROG soviéticos, un proyecto presentado al Alto Estado Mayor en 1963 y con un alcance de unos 70 kilómetros; dio paso al mucho más maduro Duero, cohete similar (pero superior) al norteamericano MLRS, tanto por su calibre (225 frente a 227) y alcance (42 km en lugar de 32), como por otras prestaciones (lanzador de 12 alveolos, munición intercambiable, etc.), programado entre los años 1989 y 1995.
Vandellós 1. Por supuesto, hoy está desmantelada.
Ninguno de los desarrollos de inyectores de satélites, cohetes, y de las unidades operativas, han llegado a nuestros días, fundamentalmente por cesión ante presiones internacionales, especialmente en el caso de los precursores de los misiles superficie-superficie. El señor Pedro Morenés, Secretario de Estado de Defensa en 1996, Secretario de Estado de Política Científica y Tecnológica en el Ministerio de Ciencia y Tecnología entre 2002 y 2004, director general para España de la empresa paneuropea de misiles MBDA[] en 2010, consejero de Instalaza S.A. entre 2005 y 2009, y posteriormente Ministro de Defensa con el PP, ha tenido mucho que ver con ello.
El Amigo Americano: Kissinger y el TNP
Después del magnicidio del Presidente del Gobierno Carreo Blanco se habló de que, entre los temas tratados entre él y Kissinger la víspera en una reunión que duró seis horas, estuvo el de la bomba, habiendo redactado Velarde un informe específico sobre el tema para el AEM y Carrero. Concretamente, y aunque se hizo el silencio sobre lo tratado, en el SECED se sabía que el tema básico fue la pretensión de EE.UU. de que España firmase el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), a lo que el Almirante, con el asentimiento de Franco, se oponía rotundamente. El inminente y previsible choque con Marruecos y la intransigencia inglesa respecto a Gibraltar y la OTAN debieron pesar mucho en esta decisión de dejar la puerta abierta a la fabricación de la bomba en caso de necesidad.
Lo anterior, que era y es de dominio común en gran parte de los sectores más importantes del Estado, está confirmado por testimonios de personas pertenecientes a la OCN (Organización Contrasubversiva Nacional, luego SECED), tras una reunión el 20 de septiembre de 1973. Según ellos, el Almirante era por encima de todo un soldado al que no le agrada el juego político y cuya preocupación no era solo la subversión sino la amenaza potencial de nuestros vecinos y `aliados´, concretamente Francia y Marruecos, y la obstinación y presiones, principalmente de EEUU, a que España firmara el tratado de no proliferación de armas nucleares. En concreto, a esto último no estaba dispuesto de ninguna manera, al estar en marcha, en secreto, un programa de desarrollo de armas atómicas, para el que ya estaba montada una oculta infraestructura de muy avanzada investigación y que pronto se esperaba pasar a la de desarrollo.
La hipótesis más probable de la motivación del atentado, entre otras, es pues la negativa a firmar el TNP.
Hay que decir que, por entonces, en el SECED desplegado en Vascongadas había conocimiento de un probable atentado contra “una muy alta personalidad del Estado” de consecuencias incalculables.
Francisco Aguilar Bartolomé, Comandante del Cuerpo de Ingenieros de Armamento, reputado como el mayor experto en explosivos químicos Proyecto Islero, dijo a Velarde, su jefe, que el hornillo producido en el magnicidio que era `imposible´ que estuviera causado por dinamita Goma-2: “había estudiado el cráter casi cónico provocado por el atentado y esa energía no la podía causar en absoluto la dinamita, tenía que haber sido un explosivo de muy alta velocidad de detonación, por ejemplo el RDX, un explosivo militar”. Pero esa es otra historia que merece su tiempo y espacio propio.
Según el citado General Velarde, a poco del asesinato, el Presidente Arias Navarro dio la orden al General Díez Alegría de continuar con el proyecto de la bomba atómica, por lo que redactó el correspondiente informe en octubre de 1974, en el que se contaba para la obtención de Plutonio con la “Planta Caliente M-1” instalada en la JEN. Arias Navarro firmó la directiva de puesta en marcha del proyecto el 6 de noviembre.
En cuanto a la bomba “de hidrógeno”, se tenía desarrollado el modelo a base de la iniciadora de fisión-Plutonio y la de fusión empleando “deuteruro de litio 6” (el tritio se produciría dentro de la bomba durante la explosión).
Se pensaba en la fabricación de 36 bombas.
El coronel Díaz de la Cruz escribió en el Memorial de Ingenieros de Armamento I/1991 un estudio muy cuidadoso del diseño de una posible bomba atómica a base pequeñas masas subcríticas de Pu.239 de muy originales formas. Pero, sin duda, el diseño que publicó el General Velarde en la Historia Militar de España debe corresponder mejor a la realidad del proyecto español
Un informe de la CIA de mayo de 1974, desclasificado en 2008, decía que el Gobierno de Franco estaba desarrollando armas atómicas para reforzar su posición internacional frente a Gran Bretaña, por Gibraltar, y al soberano de Marruecos, por Ceuta, Melilla y el Sáhara; aquel mismo año se paralizó la construcción de una central en Águilas (Murcia), con la excusa de movilizaciones populares supuestamente espontáneas, pero se siguió con el proyecto “Islero/Miura”. El 4 de enero 1976 el Consejo de Ministros aprobó la creación del Centro de Investigación Nuclear de Soria (CINSO), en el que supuestamente se podrían obtener 140 kilos de plutonio al año, y que se cerraría 10 años después sin haber llegado a entrar en funcionamiento; aquel 1976 el ministro de Exteriores José María de Areilza dijo que España estaría en condiciones de fabricar la bomba “en siete u ocho años si nos pusiéramos a ello”, lo mismo que había manifestado el mismo año el General Uriarte del Río, director de la Escuela Politécnica del Ejército.
En la forzada dimisión de Suárez también tuvo mucho que ver su empeño en no firmar el TNP.
Tras el 23-F, y por presiones norteamericanas, el 1 de abril de 1981 España firmó un acuerdo de salvaguardias con la OIEA para someter estas instalaciones a verificación constante, suspendiendo formalmente el desarrollo de armas nucleares. El 11 de mayo de 1987 el Gobierno de Felipe González firmó el acuerdo de No Proliferación de Armas Nucleares y el 13 de octubre siguiente el Rey y el Gobierno ratificaron el TNP, una forma de control que el presidente Felipe González había calificado de “hipócrita y humillante”, pero que precisamente fue firmada por su Gobierno. La verdad es que el PSOE pagó su acceso al poder en este y otros campos (Gibraltar, OTAN, etc.), cerrando los restos del programa nuclear.
Este es el resumen de lo que pudo ser España y lo que dejó de serlo en medio presiones de todo tipo, un magnicidio incluido, y de enormes traiciones internas y de nuestros seculares aliados.
José
[i] Revista Ejército, nº 911, marzo 2017:
[ii] Coronel Ángel Gómez de Ágreda: La bomba atómica que no fue, Revista Española de Defensa (Mº. de Defensa), diciembre 2017.
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