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A la una y media de la tarde del viernes 15 de agosto de 1969, el Jefe del Estado, Generalísimo Franco, acompañado de su esposa Carmen Polo, Inauguraba oficialmente los nuevos locales del club de Golf de La Coruña en el monte de La Zapateira.
A esas instalaciones el Caudillo de España acudía habitualmente a jugar al golf desde 1964, coincidiendo con su estancia veraniega en las Torres de Meirás.
La historia del club de Golf arrancó el día 1 de septiembre de 1961. A petición de José Antonio Quiroga Piñeyro, se reunieron en los salones del Real club Náutico de La Coruña, un grupo de conocidos coruñeses con la intención de crear un club de golf en la ciudad. Los nombres del propio Quiroga, su hermano Luis Fernando, Jaime Hervada Fernández-España, Joaquín Menéndez Ponte, Antonio Yordi de Carricarte, Manuel Sánchez Salorio, Jesús Sáez Alfeirán, Ramón Cobián Varela y Francisco Dotras Lamberti, irán ya ligados de por vida a la historia de esta sociedad deportiva.
Ese grupo de personas comenzó entonces una ardua labor para que el proyecto de nuevo club, fuese una papable realidad. Para dotar de unas instalaciones al club, se recorrieron diversos lugares de las proximidades de La Coruña, pero tuvo que ser a través de un anuncio, insertado en la prensa local, por el cual tuvieron conocimiento de la existencia de un terreno, en el monte de la Zapateira, término municipal de Culleredo, que lindaba también con el ayuntamiento de Arteijo, a unos escasos siete kilómetros del centro de la capital coruñesa. La finca era de unas características envidiables para un campo de golf. Con una superficie aproximada de 50 ha., estaba magníficamente situada. El único inconveniente es que los accesos eran de tierra y no existía carretera asfaltada para llegar a ellos.
La operación se llevó a cabo. Se abrió la lista para captación de socios, que resultó todo un éxito. En el verano de 1962 se realizó la primera junta general de socios, saliendo elegido presidente Pedro Barrié de la Maza. El club ya tenía más de doscientos socios que con su trabajo y ánimo consiguieron que el campo empezase a ser una realidad. Se hicieron los tres primeros hoyos, diseñados por el arquitecto escocés, Makensi Ross. Se adquirió en esas fechas, la casa club, fabricada en madera de pino con los más elementales servicios, un salón bar con su elegante chimenea, la cual desgraciadamente ardería y se perdería para siempre. En diferentes etapas se acometió la construcción de quince hoyos más para lograr un campo reglamentario de dieciocho hoyos, así como de una casa club acorde a las necesidades de la propia entidad y sus socios.
La afición del Caudillo de España Francisco Franco por la práctica del golf le venía desde 1933, cuando destinado como General Jefe de la Comandancia Militar de Baleares, comenzó a frecuentar el club de golf de Palma de Mallorca, donde se hizo amigo de un ciudadano inglés, que le dio unas lecciones muy provechosas.
En 1936, con motivo de su mando en la Comandancia Militar de las Islas Canarias, un destino que aparecía como tranquilo y se convertiría en histórico, retomó su afición, disputando numerosas partidas a las tardes, siempre y cuando se lo permitieran sus obligaciones. EL Caudillo decía que el golf le ponía de buen ánimo.
Después de la guerra de Liberación Española 1936-39, el Caudillo Franco retomó su afición al golf y los fines de semana, después del almuerzo, solía jugar en el campo de golf del palacio de El Pardo, un recorrido que constaba de 9 hoyos.
En La Coruña jugaba siempre de once y media a dos y media de la tarde, realizando alrededor de ocho kilómetros diarios de caminata, sin utilizar jamás un Buggy y que le ayudaban mucho en su salud. Curiosamente el Generalísimo no jugó nunca en el club de golf de San Sebastián, pues creía firmemente que su presencia interrumpía las partidas de los socios, algo que no sucedió nunca en la Zapateira, donde los socios del club de golf coruñés adaptaron sus encuentros y recorridos a los del Jefe del Estado.
El accidente sucedido en la Nochebuena de 1961, en el transcurso de una cacería en los montes de El Pardo y donde de forma accidental le reventó el cañón de la escopeta que utilizaba, produciéndole una fractura abierta del segundo metacarpiano y del dedo índice de la mano izquierda, le mermaría posteriormente sus facultades para manejar los palos, al habérsele anquilosado varias articulaciones de su mano en especial el dedo índice que había quedado rígido y al golpear la bola le producía un fuerte dolor. Pero ni por esas, dejo de practicarlo.
La relación del Caudillo de España con el club de Golf coruñés arrancó en el verano de 1964. Una mañana del mes de agosto, el Generalísimo Franco decidió ir a jugar una partida en el recién inaugurado club de golf de La Coruña. Y allí se presentó sin avisar. En ese instante, las once de la mañana, no había ningún directivo de la sociedad presente en las instalaciones.
Hasta la casita-club se acercó un miembro de la escolta del Jefe del Estado impecablemente vestido con aquel elegante uniforme color caqui con franja roja en el pantalón, camisa azul y tocado con boina roja con borla. Se dirigió a un socio que en aquel instante se encontraba en la casa-club y que resultó ser Joaquín Guimaraens Caruncho, miembro de una conocidísima y distinguida familia coruñesa: “Buenos días señor” ¿Es usted socio? ¿Sabe jugar al golf? “Se lo pregunto porque está aquí su Excelencia el Jefe del Estado y quiere jugar una partida”. Joaquín Guimaraens, sorprendido, ante aquel aluvión de preguntas, contestó de forma afirmativa: “Si soy socio y se jugar al golf”. “Pues vamos” dijo el miembro del Regimiento de la Guardia. “Va a usted a jugar con su Excelencia”,
El bueno de Joaquín, sin salir de su estupor y asombro, se presentó ante el Jefe del Estado, el cual le preguntó si quería jugar una partida con él. “Es un honor Excelencia”, apostilló Guimaraens. Desde aquel instante se convertiría en su habitual compañero de juego en las numerosas ocasiones en las que el Generalísimo acudió puntual, cada verano hasta 1975, al club de Golf de La Coruña, quien en agosto de 1966 le nombraría su presidente de honor.
A las once de la mañana del sábado 6 de agosto de ese año de 1966, el Caudillo llegó a la Zapateira acompañado de su esposa, Carmen Polo de Franco. A la entrada del club fueron recibidos por el ministro de Marina, almirante Nieto Antúnez; capitán general de la Región, Teniente General Ramón Carmona; gobernador civil Antonio Avendaño; presidente de la Diputación Provincial Rafael Puga; Alcalde de La Coruña Demetrio Salorio; Presidente del club de Golf, Pedro Barrié de la Maza y otras autoridades, así como por los directivos del Club de Golf.
Previamente, el Generalísimo Franco cortó la cinta que inauguraba la carretera de acceso que desde la Avenida de Alfonso Molina conducía directamente al club y que tenía una longitud de cuatro kilómetros y medio.
Posteriormente en la casa del club, el presidente del mismo Pedro Barrié de la Maza, hizo entrega al Caudillo de una placa con el nombramiento de presidente de honor de la sociedad, manifestando en una breve intervención la satisfacción que sentía por la presencia del Caudillo de España en el club.
El Generalísimo, entre grandes aplausos, agradeció el nombramiento y expresó su alegría por estar una vez más en el club, que desde el verano de 1964 le venía acogiendo como uno más de sus socios, disfrutando desde esa fecha de gratas partidas de golf, como la que disputaría de seguido, recorriendo nueve calles con sus habituales compañeros de juego Joaquín Guimaraens e Ignacio Olavide.
Una vez finalizada la partida el Caudillo y su esposa Carmen fueron agasajados en la casa-club con un refrigerio, abandonado las instalaciones alrededor de la una y media de la tarde,
Regresando a aquella jornada de 1969, en la entrada del club, que se hallaba exornado con varios mástiles donde ondeaban banderas Nacionales, el Caudillo fue recibido por los ministros de Marina, Gobernación y Secretaría General del Movimiento, Almirante Nieto Antúnez, Teniente General Alonso Vega y señor Solís Ruiz; Capitán General de la VIII Región Militar, Teniente General Nogueras Márquez, Capitán General del Departamento Marítimo del Cantábrico, Almirante Lostau Santos; Director General de la Guardia Civil, Teniente General Luis Diez-Alegría; Director General de Seguridad Eduardo Blanco; Delegado Nacional de Deportes, Juan Antonio Samaranch; Gobernador Civil de La Coruña, Prudencio Landín; Alcalde de la ciudad José Pérez-Ardá y otras autoridades civiles y militares, así como el presidente del Club de Golf Joaquín Menéndez Ponte, su esposa y junta directiva de la sociedad, que ofrecieron un ramo de flores a Doña Carmen Polo.
En representación del Abad de la Real e Insigne Colegiata de Santa María del Campo de La Coruña, el Reverendo José María Fuciños bendijo las nuevas instalaciones sociales. Tras ello el Caudillo de España descubrió una placa que llevaba la siguiente inscripción: “Con el afecto y gratitud de sus compañeros de golf y consocios del club a su Presidente de Honor Excelentísimo Señor Don Francisco Franco Bahamonde, Jefe del Estado Español”. Posteriormente hizo uso de la palabra el presidente señor Menéndez Ponte, para agradecer al Jefe del Estado la deferencia que había tenido en inaugurar las instalaciones del club de golf coruñés.
Seguidamente el Generalísimo Franco realizó un recorrido por las diversas instalaciones, acompañado por los directivos de la entidad. Tras ello, en uno de los salones de la entidad se sirvió un refresco en honor del Jefe del Estado y su esposa. Hacia las dos y cuarto de la tarde, el Jefe del Estado y su esposa regresaron al Pazo de Meirás, siendo despedido por autoridades, socios y una gran cantidad de público que se había congregado en las inmediaciones del club con grandes aplausos y gritos de ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco!
Por la tarde, a las seis y media, el Caudillo y su esposa, acompañados por los ministros del Ejército, Marina, Gobernación y Secretario General del Movimiento, regresaron a La Coruña para presenciar desde el Real Club Náutico, la vigésima novena edición de la regata de traineras Copa del Generalísimo, que se venía celebrando en la bahía coruñesa desde 1940.
A las seis y media de la tarde se dio la salida a las seis embarcaciones que eran “Nueva Castilla” de Pedreña, (Santander); “Santa María del Mar”, de Ciervana (Vizcaya); “Goxoki”, de Fuenterrabía (Guipúzcoa); “Ría del Eo”, de Castropol (Asturias); “Marineda”, de Las Jubias (La Coruña) y “Virgen del Carmen” de Tiran-Moaña, (Pontevedra). Miles de personas situadas en todos los muelles vibraron con la emocionante regata.
Pronto se destacaron las embarcaciones de “Nueva. Castilla”, “Santa María del Mar” y “Goxoki”. Después de reñida lucha, se alzó con la victoria la trainera “Nueva Castilla”, de Pedreña, patroneada por Michelena, con un tiempo de 19 minutos, 22 segundos y ocho décimas. El segundo lugar fue para “Santa María del Mar”, de Ciervana, patroneada por Brazaola, que realizó el recorrido en 19 minutos, 39 segundos y 2 décimas. “Goxoki”, de Fuenterrabía, patroneada por Lujambio, terminó en tercera posición marcando un tiempo de 19 minutos y 49 segundos,
Finalizada la prueba, las seis embarcaciones participantes desfilaron ante el edificio del Real club Náutico, levantando sus remos en honor del Jefe del Estado en medio de los calurosos aplausos de miles de aficionados.
El Caudillo Franco, entre de fuertes aplausos del público asistente, hizo entrega del trofeo Copa del Generalísimo al patrón de la trainera ganadora, quien recibió, asimismo, la copa del ministro Secretario General del Movimiento y 35.000 pesetas.
Por la noche, el Jefe del Estado efectuó su entrada oficial en La Coruña, a fin de presirde la cena de gala que anualmente ofrecía a sus Excelencias el Ayuntamiento coruñés, con motivo de la celebración del Consejo de Ministros. El Palacio Municipal, donde se celebró la cena, se encontraba magníficamente adornado e iluminado tanto exterior como interiormente con profusión de tapices, reposteros, alfombras y flores.
En la puerta principal del Consistorio el Caudillo de España y su esposa fueron recibidos por el alcalde de la Coruña José Pérez-Ardá, los miembros del Gobierno Tenientes Generales Menéndez Tolosa y Alonso Vega, Almirante Nieto Antúnez y Solís Ruiz y las primeras autoridades de La Coruña.
El Generalísimo Franco, acompañado por el Capitán General de la VIII Región Militar, Teniente General Joaquín Nogueras, pasó revista a una compañía del Regimiento de Infantería Isabel la Católica, que le rindió los honores de ordenanza. Tras ello el Caudillo y su esposa a quien le había entregado un ramo de flores la señora del alcalde, subieron por la escalinata de honor a la planta principal de palacio, mientras un grupo de gaitas interpretaba la marcha del Viejo Reino de Galicia.
En el despacho de la Alcaldía despartieron unos momentos con las autoridades y de seguido se formó la comitiva de entrada a los salones donde se celebraría la cena de gala, haciéndolo en primer lugar el Jefe del Estado que daba el brazo a la esposa del alcalde de La Coruña, seguido de Doña Carmen Polo, a quien acompañaba el alcalde de la ciudad José Pérez-Ardá y demás parejas invitadas.
La velada de gala fue amenizada por la Banda orquesta Municipal que ofreció un selecto programa de música española. El barítono Luis Villarejo, la soprano Josefina Cubeiro acompañados al piano por Ramoneta Sanuy, interpretaron varias arias de ópera y zarzuela
Al finalizar la cena, se sirvió café en el salón capitular. De seguido el Jefe del Estado y su esposa presenciaron, desde el balcón principal, una sesión extraordinaria de ruegos de artificio. El Caudillo y Doña Carmen Polo hubieron de corresponder en varias ocasiones a los vítores y ovaciones que les dedicaron los miles de coruñeses y forasteros que llenaban por completo la plaza de María Pita, donde se celebró una gran verbena.
P/D. En 2011 coincidiendo con el cincuenta aniversario de la fundación del Club de Golf coruñés, la Junta directiva publicó una memoria que ignoraba por completo al Generalísimo Franco, hasta el punto de no citarlo ni en una sola ocasión. La memoria del Golf recogió una imagen, sin citar su nombre en el pie de la fotografía, de la llegada al club de golf del Caudillo con otras autoridades entre ellos el entonces delegado Nacional de Deportes Juan Antonio Samaranch.
La ingrata, cobarde y “olvidadiza” directiva, no hizo mención alguna de las generosas ayudas aportadas por el régimen que presidia el Generalísimo Franco, entre ellas la construcción de la carretera de acceso al club, así como subvenciones para la realización del nuevo edificio social, inaugurado como hemos indicado, por el propio Francisco Franco en 1969, y que ostentaba desde 1966 el título de presidente de honor de la entidad.
La sociedad en aquel año de 2011, estaba presidida por Ignacio Olavide Riberos, hijo de uno de los compañeros habituales de partida de golf del Generalísimo Franco y nieto del Teniente Olavide Torres, uno de los primeros oficiales que se puso a las órdenes del Teniente Coronel Millán Astray y del Comandante Franco Bahamonde en los primeros días de la Fundación de la Legión Española en 1920.
Escribo esta reseña al amparo de la infecta, criminal, canallesca, mentirosa, llena de odio, de división entre unos españoles y otros; profanadora de cadáveres de héroes de nuestra historia, manchada con la sangre de las víctimas del terrorismo, a quienes desprecia, un auténtico fraude de ley, que ataca la unidad de España, la verdad, la libertad, la historia de nuestra Patria; que pretende por ley obligar a los españoles a pensar lo que quiere este gobierno corrupto, traidor y estulto y que incluso ataca de forma ignominiosa al patrimonio cultural, histórico y artístico de España, siendo su único y malévolo fin deslegitimar un régimen, el del Generalísimo Francisco Franco, que llevo a España a convertirse en la novena potencia industrial del mundo y de él que emanó la actual Jefatura del Estado, -no lo olvide Majestad-, llamada, de forma burda y grosera, ley de “memoria democrática”, de la cual me declaro beligerante y desafiante, recientemente aprobada, que en un párrafo textual de su sectario preámbulo dice: “El conocimiento de nuestro pasado reciente contribuye a asentar nuestra convivencia sobre bases más firmes, protegiéndonos de repetir los errores del pasado. La consolidación de nuestro ordenamiento constitucional nos permite hoy afrontar la verdad y la justicia sobre nuestro pasado. El olvido no es opción para la democracia”.
ESTA ES MI MEMORIA Y A ESO ME ACOJO. EN DEFENSA DE LA VERDAD. SIN MIEDO A NADA NI A NADIE. LA MEMORIA NO PUEDE ESTAR SUJETA A NINGUN TIPO DE LEY. ES ALGO CONSUSTANCIAL CON LA PROPIA PERSONA. NO ME VOY A CALLAR Y ME REBELO ANTE ESTE ATROPELLO DE UNA LEY ANTICONSTITUCIONAL, ABERRANTE, SOVIETICA, QUE ATACA LA LIBERTAD PERSONAL, ÚNICAMENTE PROMULGADA PARA MANTENER LA FALSA VERSION DE LA IZQUIERDA -POR ELLO NECESITAN UNA LEY QUE AMENACE CON MULTAS Y ATOSIGUE CON EL TEMOR- PARA DISTORSIONAR, PUES NO PUEDEN REBATIR, EN ABSOLUTO, LA VERDADERA REALIDAD HISTORICA DE ESPAÑA.
Autor
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Nacido en La Coruña el 1 de abril de 1957. Cursó estudios de derecho, carrera que abandonó para dedicarse al mundo empresarial. Fue también director de una residencia Universitaria y durante varios años director de las actividades culturales y Deportivas del prestigioso centro educativo de La Coruña, Liceo. Fue Presidente del Sporting Club Casino de la Coruña y vicepresidente de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña. Apasionado de la historia, ha colaborado en diferentes medios escritos y radiofónicos. Proveniente de la Organización Juvenil Española, pasó luego a la Guardia de Franco.
En 1976 pasa a militar en Fuerza Nueva y es nombrado jefe Regional de Fuerza Joven de Galicia y Consejero Nacional. Está en posesión de la Orden del Mérito Militar de 1ª clase con distintivo blanco. Miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, es desde septiembre de 2017, el miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, encargado de guiar las visitas al Pazo de Meiras. Está en posesión del título de Caballero de Honor de dicha Fundación, a propuesta de la Junta directiva presidida por el general D. Juan Chicharro Ortega.
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Preciosa y significativa crónica que me produce añoranza de lo que no conocí ( sí mi madre y mis abuelos, que allí estaban, veraneando y presenciando las regatas, con toda la familia de mi abuela ) y una gran tristeza.
Por cierto, ¿no estaban prohibidos nombres como los de la embarcación «Goxoki»? Ahí va, a ver si resulta que se permitían…