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Con esa idiotez del lenguaje inclusivo, que tanto harta al lector y estudioso, hay páginas de la LOMLOE que son inaguantables para la lectura.
Sigo acordándome de Isabel Celaá, exministra de Educación del Gobierno sociocomunista de Pedro Sánchez. Es la ministra culpable de actual LOMLOE; es decir, la ley de Educación más provocadora y provocativa que ha tenido el sistema educativo español. Si la redacción es mala e infumable con su lenguaje inclusivo, el contenido deja mucho que desear, al igual que el desarrollo que tanto está criticando el profesorado.
Lo bueno que tienen este tipo de leyes en su desarrollo normativo es que el profesorado acaba haciendo de su capa un sayo. Elimina contenidos inservibles y añade otros que son prácticos y básicos para el alumnado. Me duele que haya CC.AA. que no han movido un dedo para oponerse frontalmente a la LOMLOE y a los currículos de secundaria y bachillerato. Al menos Díaz Ayuso, mucho más sensata, no ha dudado en recurrirlo a los tribunales.
Con esa idiotez del lenguaje inclusivo, que tanto harta al lector y estudioso, hay páginas de la LOMLOE que son inaguantables para la lectura. Algo parecido está pasando con algunos libros de textos. Es una mofa encontrarse con realidades como «visigodos y visigodas», «musulmanes y musulmanas», «católicos y católicas», «públicos y públicas», «infantiles e infantilas», «jóvenes y jóvenas», «miembros y miembras», etc.
Menos mal que no se les ha ocurrido todavía utilizar el símbolo de la arroba (@) para el masculino y femenino, porque es otra forma de hacer incomprensible la lectura. Si acaso, admito que puede servir para un cartel donde la información sea poca, incluso la arroba resulta decorativa porque es un símbolo, pero no una grafía que forme parte de nuestro abecedario.
Pasado el tiempo, y tras reprochar a la exministra Celaá que su ley no fue consensuada ni aprobada por la comunidad educativa, ha acabado confesando en Roma lo mal que funciona la enseñanza de la Historia en España: «Me sorprendo de lo que leo en ellos», referido a los libros. Por cierto, la actual ministra de Educación –Isabel Alegría—no ha aportado nada nuevo al sistema; se está limitando a seguir la pauta de trasnochados asesores que demuestran ser grandes desconocedores del sistema educativo.
Tengan en cuenta que no hizo esa afirmación en el bar de la esquina mientras tomaba unas copas y entre amigos. Fue en el Instituto de Historia Eclesiástica de España en Roma. Ahí es nada, pero a nadie se le ocurrió fruncir el ceño o mover la cabeza. Se la metió atravesada a todos. Sorprendentes palabras de la exministra de Educación, sobre todo tras lanzar fuegos artificiales por la enseñanza pública, en tanto que sus retoños y «retoñas» siempre acudieron al ámbito privado más selecto de las Vascongadas.
Tras tres años en el ministerio de Educación español, Isabel Celaá hizo en el citado Instituto de Historia Eclesiástica el papel de Poncio Pilatos. No quiere saber nada de la patata caliente que está soportando la actual ministra, Isabel Alegría, con el desarrollo normativo. El contenido de los libros de texto trae y traerá cola: de momento VOX ya se ha querellado contra el Grupo Santillana Educación Global, que identifica en libros de texto a esa formación como «herederos del nazismo».
«La querella se realiza después de que la formación tuviera conocimiento de que el libro de texto (…) de Historia del Mundo Contemporáneo, relaciona de forma expresa y directa a VOX como un partido de “herencia nazi” y de extrema derecha dentro del espectro político nacional». Flaco favor del Grupo Santillana al sistema educativo español, por muy provisional que sea la publicación, tras haber sido puntera durante muchos años en la formación de varis generaciones.
La postura de la exministra me ha parecido típica de una socialista, siempre preparada para adaptarse al cargo, aunque tenga que mentir, tergiversar o traicionar. No es la única. Este tipo de socialistas suelen abundan y suelen destrozar cuanto tocan, después echan la culpa a los demás. El adefesio de ley que es la LOMLOE precisa con urgencia un revolcón, una nueva redacción y adaptación a la realidad, un cambio de modelo educativo y una carga importante de regeneración y modernización.
Estamos ante lo que fue una muy mala ministra de Educación, hoy en un mal papel como embajadora de la Santa Sede. La LOMCE era una buena ley. La LOMLOE es un destrozo, un bodrio, una continuación de aquella LOGSE de 1990, que tanto rebajó los niveles al pretender igualar a todos por abajo, y que entre el profesorado se conocía como «Ley Orgánica de Gamberros Sin Escrúpulos».
Nunca olvidaré la estupidez de la exministra sobre que «los hijos no son de los padres». Muy parecida a la de Rodríguez Zapatero: «la tierra no es de nadie, es del viento».
Cinismo en estado puro, para esto y para todo lo demás. Se les nota la cara de cemento armado.
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