22/11/2024 01:52
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No me importan las terribles secuelas que supuestamente os pueden quedar después de que, fríamente y pagando, asesináis a un ser indefenso que además es vuestro hijo. No me dais ninguna pena, ni entro en el juego buenista del relato burdamente diseñado y propagado por una progresía tan criminal como vosotras, porque yo os metía entre rejas y a pan y agua de por vida.  

En pleno siglo XXI la mujer sabe que existen métodos para evitar la concepción y si no es tonta de baba debe de saber y asumir que si practica sexo y no pone medios profilácticos entre otras muchas cosas puede quedar embarazada y, dado que no estamos en la Edad Media, si ocurre esto y teniendo la información y los medios de que disponemos en la actualidad, hablar de «un pinchazo» hablar de «rebotes» o cosas por el estilo es una indecencia y una inmoralidad. Si llega el inesperado embarazo se tiene que asumir so pena de convertirte en una repugnante criminal de inocentes niños. 

La coartada de las feministas de vociferar en manifestaciones y proclamar desde y cuando pueden aquello de «Mi cuerpo es mío» es una falacia como una catedral de grande. El cuerpo de cada uno, obviamente, es de cada uno. Lo que pasa con el embarazo es que el cuerpo de la mujer, que claro que es suyo, aloja en su seno el cuerpo de otro ser humano y este ser humano tiene el suyo propio, pues, se pasa en el momento de la concepción del 0, o sea, de la nada, al 1, o sea, al ser. Y ese ser en su proyecto de cuerpo que en nueve meses de gestación ya será una realidad, en definitiva, se convertirá, si no se impide asesinándole, en una persona completa. Por tanto, el cuerpo de ella, repito, es suyo, pero esa semilla que está dentro de ella, NO ES ELLA, es otro ser distinto que hay que respetar. El aborto es un crimen, se mire y se le dé las vueltas que se quiera. Eso de las leyes de plazos es una hipocresía de los Estados y sus legisladores para aplacar la sed de sangre de unas sociedades extremadamente enfermas. Estados y Naciones simple y llanamente criminales como sus pueblos. El aborto no es un derecho. Inyectar a una mujer una solución salina y quemar vivo a un niño, no puede ser nunca un derecho. Arrancar la cabeza y sus miembros a un ser vivo, indefenso y además con el beneplácito de la portadora, no pienso llamarla madre, porque sería insultar a las madres, es un crimen monstruoso. 

Estos días El Supremo de Estados Unidos posiblemente derogue el derecho al aborto. Ese mismo tribunal consagró el aborto en 1973 en la histórica sentencia de caso Rose & Wade., dando luz verde al crimen. Esto de ahora es una simple estrategia política al tener el Supremo mayoría republicana, pero se apruebe o no, se seguirá matando criaturas inocentes. «Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona» Este es el artículo 3 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptado por Naciones Unidas, el 10 de diciembre de 1948 en París. Se conoce que los seres humanos no nacidos no tienen el derecho a la vida. En definitiva, papel mojado muy solemne que no sirve para nada. 

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Lo que no es en absoluto papel mojado es el discurso de Santa Teresa de Calcuta cuando recibió el Nobel y dejó al personal allí presente con cara de imbéciles al hacer una defensa de la vida con un alegato contra el aborto digno de su santidad. En YouTube se puede disfrutar de este discurso y yo les invito a que lo vean y disfruten de esta monja llena de luz y en gracia de Dios. 

Autor

Alejandro Descalzo
Alejandro Descalzo
Nace en Madrid en 1958. Estudia en Los Escolapios de San Antón. Falangista. Ha publicado 4 libros de relatos. Apasionado del cine y la lectura. Colaborar en este medio lo considera un honor.