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El tema iniciado ayer tiene tal magnitud que merece una serie. Puedo asegurar que si lograse explicarme, y mis compatriotas lograsen ver estos miserables canallas — y asnos al mismo tiempo—durarían en la Moncloa, “un merengue a la puerta de un colegio” según el dicho popular. A base de machacar, espero surja un número suficiente para organizar la batida de traidores.
El secreto de los escritos que aparezcan al amparo de este título es muy simple: pedir a mis lectores que me explique los hechos que hemos vivido y seguimos viviendo y yo intentaré darles mi versión…
Elijamos el primero: la triste realidad vivida durante más de cuarenta años: ver a dos regiones –especialmente una—retando al Estado durante lustros y los gobernantes humillando a España, no dándose por enterado y cediendo siempre. Con el agravante de tomar a los españoles por imbéciles e intentando hacernos creer que el “cáncer” se cura bebiendo “Coca-Cola”…
De entrada me planteo una serie de preguntas: ¿Tan despreciables son esos seres llamados “españoles” que lo consienten? ¿Tan bobos son que no miden lo que significa esa realidad incuestionable?
He empezado por señalar al Pueblo, ya que, según los “demócratas” es el “Soberano” y, utilizando la lógica, nos vemos abocados a considerarlo cuando menos, tonto, rozando la idiotez…
Eso sí, la máxima responsabilidad corresponde a los “máximos traidores “herederos de los derechos de la España Una Grande y Libre ganados con la sangre de la mejor generación de los último quinientos años. Empezando por ese traidor y perjuro de tomo y lomo que fundó Alianza Popular, seguido por el no menos traidor a España, Sr. Aznar que la vendió al “ladrón de bicicletas”, –padre de la Cataluña actual–, y el padre de la Corrupción, “Isidoro”, –el protegido de los políticos “franquistas” por orden de la Sinagoga de Satanás para “futuros grandes destinos”, y Rajoy,–ese excelso cobarde y obediente a las Logias que engañó como nadie a los españoles, y, finalmente, esos dos dignos del paredón que han convertido la Moncloa en una cloaca de esclavos al Supremo Poder “sin rostro” y cuyo nombre mancha con solo escribirlo.
Solo una “inteligencia de bestias” puede haber hecho, a nuestro Pueblo (heredero de los Conquistadores y de los Tercios de Flandes) un rebaño de borregos con la vista fija en la yerba ayudado por unos gobernantes canallas e inútiles, que heredaron del mejor estadista de los últimos quinientos años una España lanzada y la han conducido a la pocilga actual y sumido en la sima màs honda.
Ahora hablo en primera persona… Jamás se me ha presentado un problema de estructura similar, –relacionada con la “autoridad”—que no lo haya resuelto en forma expeditiva como lo piden esos casos. El método infalible lo aplicó Alejandro Magno en el “nudo gordiano”. ¡No falla! Y despeja para siempre el futuro.
Voy a ilustrarlo con un ejemplo. Durante doce años –mientras terminaba mi formación y la carrera –sin dejar de trabajar la jornada laboral completa—fui profesor. Todos hemos sido alumnos y sabemos que hay clases “difíciles de gobernar”. Pues bien, una clase indisciplinada me duraba un cuarto de hora. El método es muy simple: dar un escarmiento ejemplar –que no esperan y luego no olvidan—… y corre como la pólvora… Recuerdo que, en Camagüey, el primer trimestre del primer año de trabajar allí, avisé a mis alumnos: sólo explico “todos me escucháis con atención” y solo se presentan a exámenes oficiales quienes aprueben conmigo (las notas de los colegios privados no tenían valor “oficial”) “mi calificación era la única válida” y si alguno no aprueba no podrá examinarse en el Instituto oficial. Algunos pensaron que era para a “asustar”…Confiados en que los exámenes oficiales eran más fáciles no se esforzaron en exceso. Y bastantes suspendieron…
Mis eximentes los hacía dos días antes de los “oficiales”. .Las matemáticas, del Instituto las daba el Director y vino la Colegio a examinar a mis alumnos. Al ver demasiados huecos, me preguntó: ¿Esperamos a que lleguen todos?– ¡Ya están todos! — Y ¿los que faltan? – ¡Esos no se examinan! — ¿Por qué? – Porque no han aprobado conmigo—Pues si no se examinan todos, no examino a nadie – ¡Muy bien!, pues ya están hechos los exámenes…
Se fue y se armó la marimorena. Por casualidad en esa clase estaba la “flor y nata” de la sociedad camagüeyana (hijos del Director del Periódico, de la presidente del Club de Tenis, el campeón juvenil nacional de natación, etc.). Vino una comisión de padres a pedirme “rectificar” y autorizar el examen. Me negué, por supuesto… Recurrieron al
Director del Colegio –que me dijo que el escarmiento estaba dado—y le dije, no. Fueron al Gobernador, al Obispo… y hasta vino el Superior de toda Cuba. ¡No cambié mi postura! ¿Cómo acabó todo? Viéndose obligado el Director del Instituto a examinar únicamente los que yo había aprobado. (Año 1954)
Como era profesor de todas las matemáticas del Bachillerato, cuando entraba yo todos sabían a qué atenerse. No tuve que repetir mis normas. ¿Por qué en los Ejércitos no se “juega con las guardias” en la guerra, sobre todo? (Todos sabían que con “eso no se juega” porque te espera el pelotón de fusilamiento) El respeto, no cae del cielo espontáneamente.
A mí – Jefe de Gobierno–, el separatismo me hubiera durado unos pocos “telediarios”. “¡Siempre!, –lo repito– “¡siempre! hay una fórmula, para resolver cada problema. Basta tener seso y atributos (y, también, ¡un poco de imaginación!…) No “conozco ninguna barrera” que me hubiera frenado.
Autor
- GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.