20/09/2024 20:13
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España se ha convertido con el paso de los años, en un país de blanditos, de ofendiditos, de héroes de la red social; a la misma velocidad que la gente se ha convertido en experta en crisis, ciencia, seguridad, geopolítica o en pijos y Cayetanos.

Resulta que el Barrio de Salamanca, madrileño distrito que goza presuntamente de ser el segundo con las rentas más altas de España -vamos, que es un barrio de pijos y Cayetanos- ha protagonizado un rifirrafe en la calle de Nuñez de Balboa con la policía.

Cosas del himno nacional y las banderas en tiempos del Covid. Lo que ha venido después ha sido tendencia y se ha viralizado rápido: pijos y Cayetanos con banderas de España han tomado a la hora de la cacerolada la calle para protestar gritando «Gobierno dimisión», «Viva España» y «Libertad».

Algo polémico, en tanto en cuanto no dejan de ser eso: pijos y Cayetanos, que por su posición acomodada y tener casas con dos o más baños deberían tener prohibido manifestarse, son ricos, no tienen problemas y su Estado de Alarma no ha sido como el de los demás. Es más deberíamos quitarles el carnet de españoles. Pues estas gilipolleces las han dicho gilipollas de todo tipo: desde el miserable de Echenique doblemente castigado por Dios, al siempre llamativo Rufián, quien jocosamente hablaba de que estos pijos y Cayetanos habían salido a la calle por no poder jugar al golf, aunque ya quisieran muchos golfistas vivir como políticos, eso sí es un privilegio.

Pero por la otra cara de la moneda aparecen gilipollas de otra clase: patriotas, como pijos y Cayetanos, pero no, mucho más patriotas si cabe. Extremopatriotas que se alinean junto a sus antagonistas como pudieran ser Antonio Maestre o Mamen Mendizábal, para quejarse de los pijos y Cayetanos, por eso, porque son ricos y se merecen lo peor ¿ha quedado claro?

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Como estos pijos y Cayetanos votaron a gaviotas y pistachos, el sanedrín juzga y sentencia vía tweet. Ambos tipos de gilipollas, enanos mentales a mi humilde parecer, pecan de una mirada muy corta y les enfurece que no respeten las medidas de seguridad impuestas por el Gobierno estos malditos pijos y Cayetanos, ellos no pueden sentir la bandera ni las injusticias. Porque claro, no nos engañemos el Gobierno lo ha hecho todo bien. La culpa de los muchos más de 30.000 muertos en España es de los pijos y Cayetanos, claro, cómo no.

Cómo no odiar a los pijos y Cayetanos porque protesten contra un Gobierno que se retrasa para pagar los ERTES cuando es puntual para pagar la tasa de autónomos. También fue culpa de estos impresentables burgueses lo de los tests falsos, lo de las mascarillas defectuosas, lo de los más de 50.000 sanitarios contagiados…hasta Gibraltar seguramente se perdiera por ellos.

Pues eso, este país tiene un virus, más letal que el Covid-19: los gilipollas.

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REDACCIÓN
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España se ha convertido con el paso de los años, en un país de blanditos, de ofendiditos, de héroes de la red social; a la misma velocidad que la gente se ha convertido en experta en crisis, ciencia, seguridad, geopolítica o en pijos y Cayetanos.

Resulta que el Barrio de Salamanca, madrileño distrito que goza presuntamente de ser el segundo con las rentas más altas de España -vamos, que es un barrio de pijos y Cayetanos- ha protagonizado un rifirrafe en la calle de Nuñez de Balboa con la policía.

Cosas del himno nacional y las banderas en tiempos del Covid. Lo que ha venido después ha sido tendencia y se ha viralizado rápido: pijos y Cayetanos con banderas de España han tomado a la hora de la cacerolada la calle para protestar gritando «Gobierno dimisión», «Viva España» y «Libertad».

Algo polémico, en tanto en cuanto no dejan de ser eso: pijos y Cayetanos, que por su posición acomodada y tener casas con dos o más baños deberían tener prohibido manifestarse, son ricos, no tienen problemas y su Estado de Alarma no ha sido como el de los demás. Es más deberíamos quitarles el carnet de españoles. Pues estas gilipolleces las han dicho gilipollas de todo tipo: desde el miserable de Echenique doblemente castigado por Dios, al siempre llamativo Rufián, quien jocosamente hablaba de que estos pijos y Cayetanos habían salido a la calle por no poder jugar al golf, aunque ya quisieran muchos golfistas vivir como políticos, eso sí es un privilegio.

Pero por la otra cara de la moneda aparecen gilipollas de otra clase: patriotas, como pijos y Cayetanos, pero no, mucho más patriotas si cabe. Extremopatriotas que se alinean junto a sus antagonistas como pudieran ser Antonio Maestre o Mamen Mendizábal, para quejarse de los pijos y Cayetanos, por eso, porque son ricos y se merecen lo peor ¿ha quedado claro?

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Como estos pijos y Cayetanos votaron a gaviotas y pistachos, el sanedrín juzga y sentencia vía tweet. Ambos tipos de gilipollas, enanos mentales a mi humilde parecer, pecan de una mirada muy corta y les enfurece que no respeten las medidas de seguridad impuestas por el Gobierno estos malditos pijos y Cayetanos, ellos no pueden sentir la bandera ni las injusticias. Porque claro, no nos engañemos el Gobierno lo ha hecho todo bien. La culpa de los muchos más de 30.000 muertos en España es de los pijos y Cayetanos, claro, cómo no.

Cómo no odiar a los pijos y Cayetanos porque protesten contra un Gobierno que se retrasa para pagar los ERTES cuando es puntual para pagar la tasa de autónomos. También fue culpa de estos impresentables burgueses lo de los tests falsos, lo de las mascarillas defectuosas, lo de los más de 50.000 sanitarios contagiados…hasta Gibraltar seguramente se perdiera por ellos.

Pues eso, este país tiene un virus, más letal que el Covid-19: los gilipollas.

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