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Alguien dijo que LA DEMOCRACIA ES LA TIRANÍA DE UNOS POCOS SIN CONCIENCIA ELEGIDOS POR OTROS MUCHOS SIN MEMORIA.
También viene al caso aquel proverbio chino que dice: CUANDO CORRIGES AL SABIO LO HACES MÁS SABIO, CUANDO CORRIGES AL NECIO LO HACES TU ENEMIGO.
Con este preámbulo, quiero dar salida a la indignación que me aflora por todos los poros del cuerpo al ver que día a día me acuesto diciéndome a mí mismo: Ya ha tocado techo en su ignominia no nos humillará más y, por desgracia, me despierto oyendo por la radio nuevas felonías contra nuestra Patria y nuestro pueblo. Y, es que este reptil asqueroso y toda su corte de cucarachas y garrapatas redoblan sus esfuerzos ante la cuenta atrás de la legislatura, sabedores de que, tal vez, no habrá un mañana por más infamias que hagan. Siempre y cuando no recurran a la violencia ¡Ojalá! Y digo: Ojalá, porque nos incitaría a la lucha, ya que, a estas alturas, he perdido la esperanza de la familia Barby y, en particular, de que su pareja Ken, entre disfraz y disfraz, caiga en la cuenta de sus juramentos incumplidos frenando a un ejército continuamente hostigado y vendido por sus superiores que, según mi opinión, era la última solución que nos quedaba. Y es que nuestra España está infectada y requiere con urgencia la intervención de un galeno que aplique antibióticos, a fin de exterminar todos los gérmenes que, día a día, hacen más difícil su curación.
La actuación militar supondría una vuelta al orden social, moviéndose con la libertad de ignorar las ataduras impuestas por un sistema judicial corruptamente politizado. A lo largo de mi vida, he visto países sumidos en el caos que, tras un breve tratamiento, se convirtieron en paraísos de tranquilidad ante el silencio cobarde de las ratas que habían instaurado el desorden. Me pregunto si alguno de nuestros imbéciles universitarios progres se hubiese paseado tranquilamente por las calles de San Paulo, Buenos Aires o Bogotá antes de la intervención esporádica de los “escuadrones de la muerte”, los milicos o los Pepes, que se enfrentaron valientemente con los narcos.
Desgraciadamente, en España, solo tuvimos la parte negativa del terrorismo, que corrió a cargo de fanáticos hijos de puta aleccionados en las sacristías. ¿Creen Uds. que, si hubiese existido un movimiento patriótico, como fue la OAS en Francia, que aplicase justicia efectiva a los políticos corruptos, al comunismo revolucionario, a los okupas, violadores, asesinos y narcotraficantes, sufriría la repulsa de los ciudadanos decentes?
Solo nos resta puntualizar que los gobiernos militares, al igual que los medicamentos efectivos, deben de ser aplicados en dosis moderadas y durante periodos limitados de la enfermedad, pero es una falta de cordura el dejar el orden de la colectividad a cargo de la conciencia de los delincuentes. Y es así como cabalgando en ese corcel apocalíptico, los pacíficos y mercantilistas europeos hemos llegado hasta aquí, manejados por burócratas inmorales asentados en el país belga, el más infame de todos ¡Pregúntenle a algún suizo qué opina de sus vecinos comedores de mejillones!
Yo, a mi edad, necesito poco para vivir, gracias a Dios. Mis hijos, en su distanciamiento de mi persona, disfrutan de posiciones casi privilegiadas alcanzadas por la educación recibida. Y, si algo pido, en tanto espero mi turno en la lista de embarque de la nave de Caronte, es que no me mareen con payasadas lingüísticas ni con declaraciones hirientes. En general “trato según me tratan” y respeto a cualquiera que sea digno de tal, independientemente de raza, tendencia sexual, política y, por supuesto, al sexo femenino, complementario de mi ser, para el cual he vivido. Lo que si no soporto es no poder usar el lenguaje, hoy condenado al ostracismo por los hipócritas censores de nuestra mutilada lengua. Quiero seguir y seguiré diciendo: maricón, ciego, manco, maleante, sin tener que recurrir a artificios semánticos.
Pero dejando el estúpido humanismo cristiano donde debe estar, me alegro cada vez que un terrorista muere por la explosión de la bomba que estaba fabricando, que una madre con los testículos bien puestos rocíe con gasolina y queme al violador de su hija o ponga fin violentamente al peligro que significa para su familia la inclusión de malnacidos, antisociales y degenerados, consumidores de sustancias alucinógenas, y militantes activos del desorden y la delincuencia.
El otro día oí que los pacíficos canadienses empezaban a recibir mensajes de los asquerosos políticos respecto a la necesidad de aplicar la eutanasia a los pobres ancianos, apartados por los progres del entramado social, aludiendo al costo que suponen para las arcas del estado. Sin embargo, incomprensiblemente, mantenemos a los canallas en cárceles de lujo, donde se solazan con una caterva de vagos y maleantes, parásitos sociales, que no es lícito mantener a mesa y mantel, a cargo del sacrificio de la gente buena. Así ¡fuera los delincuentes con delitos de sangre! e internamiento de los demás en campos de trabajo para que colaboren aliviando sus gastos de manutención y compensando a la sociedad por los daños causados. Un día llegará en que un sector consciente de la ciudadanía renuncie a ser víctima pasiva de su humillación, fruto del insulto sistemático, respondiendo a las infames calumnias con sólidos y tajantes argumentos de nueve milímetros, y ya verán cómo cambian las cosas.
¿De verdad creen que los macarras sindicales, de mantel de cuadros o bufanda larga al cuello, amenazarían con incendiar las calles en los dominios de VLAD EL EMPALADOR? o que ¿un independentista del Norte o el Este se enfrentaría a un policía cabreado y con libertad de acción? Lo cierto es que la realidad actual ha hecho bueno a MILOSEVIC y a otros muchos defensores de sus patrias ante la inclusión del ladronicio social-comunista y el empleo de la mentira como arma revolucionaria.
Y no olviden que cuando Dios se dirigió a los hombres con el mandamiento de NO MATARÁS, o no tuvo en cuenta que el pueblo ignorante al que hablaba evolucionaría en cultura y corrupción o, tal vez, estaba ofuscado desde su posición distante.
Para concluir, no quiero cerrar este texto sin hacer llegar mi felicitación al lúcido periodista, JULIO MERINO, autor de un artículo publicado en el Correo de España, sobre el llamamiento al cumplimiento de sus deberes a la persona del Rey y al Ejercito, lo cual me sirvió de consuelo al poder constatar que yo no era un orate que predicaba en el desierto.
¡Gracias Hermano, yo si te creo! Sigue manteniendo los ojos abiertos y aquí me tienes para lo que gustes mandar, pero no te retrases, que ya cumplí los setenta y cinco.
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