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La Historia, la vida, el destino, o quién sea, tiene cosas curiosas, a veces sorprendentes. Estaba yo escribiendo este pequeño desahogo de los domingos sobre la «Divina comedia», tratando de saber qué importancia le había dado el gran Dante a la España y los españoles de su tiempo (1304-1321) cuando leyendo los nombres de los personajes o lugares físicos que figuran en el capitulo XII aparece Santo Domingo de Guzmán y el pueblecito de Burgos donde nació: Caleruega.
Y que causalidad, que en Caleruega arranca este año, hoy domingo 15 de agosto, la vuelta a España, en recuerdo y celebrando el VIII siglo del nacimiento del Santo al que admiraba el florentino hasta el punto de situarlo en su Paraíso tan especial.
Pero, lean lo que escribe Dante, porque resulta curioso que un pueblecito de menos de 500 habitantes figure con honores de grandeza, por las palabras que le dedica y la descripción que hace de sus tierras y de su ambiente , en la obra genial del príncipe de las letras italianas. Que Caleruega figure a la altura de los grandes países de aquella Europa y de los grandes personajes de su tiempo, solo por eso, sería digno de que el Gobierno de España lo celebrase este año con un homenaje especial.
CALERUEGA
Así, en el Canto XII del Paraíso, en ocasión del encuentro de Dante y Beatriz con los sabios espíritus beatos del cielo del Sol, encontramos el largo y apasionado panegírico de Santo Domingo de Guzmán pronunciado por el franciscano Buenaventura de Fidanza. Aquí Dante recuerda el burgo español donde nació Santo Domingo: Caleruega, un pequeño pueblo de las cercanías de Burgos, cuyo nombre el Poeta italianiza en Calaroga. Para definir mejor su posición, Dante se extiende brevemente en una descripción geográfica de ese burgo, situado en aquella parte de la península ibérica donde surge el céfiro, viento de primavera que despierta la vegetación en toda Europa, no lejos de la costa atlántica, tras cuyas ondas el sol se esconde al final de su largo viaje diurno.
Y donde se alza el céfiro que, blando,
hace abrirse y crecer las nuevas frondas
con las que Europa vase engalanando,
no muy lejos del golpe de las ondas
a las que el sol, tras larga fuga, llega
y esconde en ellas sus guedejas blondas,
se encuentra la dichosa Caleruega
bajo la protección del gran escudo
en que el mismo león manda y se pliega.
Nació allí el que se ató con fuerte nudo
de amor al cristianismo, el santo atleta
dulce a los suyos y al contrario crudo.
También es digno de resaltar las varias veces que menciona a España, a Sevilla y a Navarra:
ESPAÑA
Una costa y la otra vi hasta España
y Marruecos […],
Sevilla a mi derecha se quedaba
y Ceuta al otro lado se veía.
———-
¿Cuál vuestros reyes han de ser juzgados
Por los persas, al ver el libro abierto
En que están sus desprecios apuntados?
Veráse en la lujuria, muellemente,
al de España […],
que no supo ni quiso ser valiente.
SEVILLA
[…] brilla
entre ambos hemisferios y la onda
toca algo más abajo de Sevilla.
NAVARRA
Feliz serás, […]
Navarra,
si te armas con el monte Pirineo.
En los tiempos de Dante, el territorio de la actual España estaba dividido en varios reinos independientes entre sí (Castilla, Navarra y Aragón, este último incluía también Cataluña), mientras la parte meridional estaba aún en manos árabes (reino de Granada). Pues bien, entre los monarcas ibéricos de su tiempo, el único apreciado por el poeta como un buen soberano fue Teobaldo II (1238-1270), rey de Navarra, que entre otras cosas había jurado una legislación (Fuero general de Navarra) muy avanzada para la época.
Dante se refiere indirectamente al rey Teobaldo II cuando llega al anillo infernal donde los estafadores, es decir los funcionarios públicos corruptos, descuentan su pena sumergidos en brea hirviente. Aquí Ciampolo de Navarra, uno de estos condenados, habla con Dante y le refiere que, cuando estaba al sevicio del «buen rey» Teobaldo II, cumplió actos de estafa para mayor daño del soberano (Inf. XXII, 52-54):
Después fui familiar del rey Tebaldo:
allí me puse a hacer baratería
y por eso me encuentro en este caldo.
Pero obviamente no faltan, en la Divina Comedia, referencias a personajes y hechos relacionados con la realidad española y sus vicisitudes políticas y culturales.
En cuanto a personajes españoles solo caben destacar los nombres del poeta Lucano, los filósofos Séneca y Averroes y San Isidoro de Sevilla. A los dos cordobeses curiosamente los sitúa en el Primer Círculo del Vestíbulo del Anteinfierno y en el apartado de virtuosos no bautizados y con la pena correspondiente: desear en vano ver a Dios. Pero a su lado están personajes tan famosos como Ovidio, Julio César, Eneas, Lucrecia, Aristóteles, Sócrates, Platón, Cicerón, Euclides, e Hipócrates. Según Dante los no bautizados son aquellos cuyo único pecado es mantenerse entre el mal y el bien, sin entregarse a uno ni caer en manos del otro.
También figuran en los relatos que el propio Dante hace relacionados con lugares geográficos Mallorca, Ceuta, España, Marruecos, Estrecho de Gibraltar, Sevilla, Galicia, Calahorra, Cádiz y Navarra.
Son todos los nombres españoles que tuvieron para Dante la importancia de incluirlos en aquella especie de «mundo» que se creó como si fuese Dios.
Julio MERINO
Nota: para quien no esté al tanto de la obra de Dante me complace reproducirle el esquema famoso y su división en Purgatorio, Infierno, Paraíso y Limbo
LUCANO Y SÉNECA
Los personajes del Infierno se refiere a las personas o entidades nombradas o evocadas en el Infierno, la primera de las cánticas del poema medieval intitulado Comedia, conocida de forma popular como Divina Comedia, del florentino Dante Alighieri. Fue escrito entre 1313 o 1314 y 1321, fecha del fallecimiento del poeta. Como en el Purgatorio y el Paraíso, las cánticas que le siguen, en este reino de ultratumba el autor dispone una gran serie de personajes históricos y bíblicos, y evoca una gran variedad de lugares, muchos de ellos existentes.
La divina comedia está dividida en círculos y llega hasta el noveno. Aunque como preámbulo describe la selva, una especie de antesala, y el vestíbulo y es en este vestíbulo dónde sitúa a los indiferentes (o «neutrales» por bajeza). Entre ellos, naturalmente, Poncio Pilatos. La pena a la que están condenados es corren desnudos picados por avispas y moscas siguiendo una bandera sin insignia, su sangre mezclada por las lagrimas alimenta a los gusanos.
En el primer círculo, sitúa a los virtuosos no bautizados, que desean en vano ver a Dios. La mayor pena es no ver a Dios, y ahí sitúa entre otros muchos al poeta español Luciano y a los filósofos Averroes y Lucio Anneo Séneca. Los demás personajes que mencionan son: Abel, Noé, Louis, Abraham,
David, Jacob, Raquel, Adán, Homero, Ovidio, Lucano, Electra, Héctor, Eneas, Julio César, Camila, Pentesilea, Rey Latino, Lavinia, Bruto. Posteriormente Bajado Al noveno circulo, Tarquinio el Soberbio, Lucrecia, Julia la Mayor, Marcia, Cornelia, Saladino, Aristóteles, Sócrates, Platón, Demócrito, Diógenes el Cínico (o tal vez Diógenes de Babilonia), Anaxágoras, Tales, Empédocles, Heráclito, Zenón (identidad incierta), Dioscórides, Orfeo, Cicerón, Lino, Séneca, Euclides, Ptolomeo, Hipócrates, Avicena, Galeno, Averroes
La Divina comedia es un poema escrito por Dante Alighieri. Se desconoce la fecha exacta en que fue redactado aunque las opiniones más reconocidas aseguran que el Infierno pudo ser compuesto entre 1304 y 1308, el Purgatorio de 1307 a 1314 y, por último, el Paraíso de 1313 a 1321, fecha del fallecimiento del poeta.
La obra está compuesta por 33 cantos, mas uno de introducción, cada canto está dividido en tercetos cuya rima está intercalada. De hecho, su estructura doctrinal hace un uso constante del número tres: los condenados están repartidos en tres categorías, cada una localizada en una sección decreciente de la cavidad subterránea. El orden de las penas, como dice Virgilio en el canto XI, depende de la Ética Nicomaquea de Aristóteles, y prefigura una jerarquía del mal basada en el uso de la razón. La elección de las penas sigue la ley del contrapaso, que castiga los pecadores mediante el contrario de sus pecados o por analogía a ellos. En ese sentido, los pecadores más «cercanos» a Dios y la luz, es decir puestos en los primeros círculos, son los incontinentes, que incluyen a los lujuriosos, los glotones, los avaros y los iracundos. Siguen los violentos, que fueron cegados por la pasión, si bien a un nivel de inteligencia mayor que los primeros. Los últimos, ubicados en las Malasbolsas, son y los traidores, que quisieron y realizaron el mal conscientemente. Entre los traidores hay cuatro categorías: a Caína van los traidores a la familia; a Antenora, los traidores a la patria; a Tolomea, los traidores a los huéspedes y a Judeca, los traidores a los benefactores y a Dios. Todos los pecadores del Infierno tienen una característica en común: sienten la separación de Dios como el mayor castigo. Cuanto mayor es el pecado, menor es el espacio físico en el que habitan las almas.
Vestíbulo del Infierno
El poema comienza el día antes del Viernes Santo, en el año 1300. El narrador, Dante Alighieri, tiene treinta y cinco años, y por ende se encuentra «a mitad del camino de la vida» (Nel mezzo del cammin di nostra vita) —mitad de la expectativa de vida de setenta años según la Biblia (Salmo 90:10). El poeta se encuentra perdido en «una selva oscura» y es asaltado por tres bestias, un león, un leopardo (lonza en italiano que puede referirse también a una pantera o un lince), y una loba, a los que no puede evadir, y es incapaz de encontrar la «senda recta» (diritta via) a la salvación. Estos animales son una alegoría de la soberbia, la lujuria y la codicia, tres pecados capitales. Consciente de que él mismo se está haciendo daño y de que está cayendo en un «profundo lugar» (basso loco) donde el sol calla (l sol tace), Dante es finalmente rescatado por el poeta romano Virgilio. Los dos comienzan un viaje al mundo de ultratumba (Canto I). Cada castigo en el Infierno es por contrapaso, una representación de la justicia poética; por ejemplo, los adivinos deberán caminar con sus cabezas al revés, incapaces de ver lo que está enfrente, resultado de tratar de ver siempre el futuro.
Dante pasa a través de la puerta del infierno, que tiene una inscripción cuyo texto dice: «Es por mí que se va a la ciudad del llanto, es por mí que se va al dolor eterno y al lugar donde sufre la raza condenada, yo fui creado por el poder divino, la suprema sabiduría y el primer amor, y no hubo nada que existiera antes que yo, abandona la esperanza si entras aquí».
Los nueve círculos del Infierno
A continuación, Dante va recorriendo con Virgilio los 9 círculos del Infierno.
Primer círculo (el Limbo)
Segundo círculo (la Lujuria)
Tercer circulo (la gula)
Cuarto círculo (avaricia),
Quinto circulo (la ira y la pereza),
Sexto circulo (la herejía),
Séptimo circulo (la violencia),
Octavo circulo (el fraude
Noveno circulo (la traición)
Y Satanás
En el centro del Infierno, condenado por cometer el último pecado (la traición hacia Dios), está Satanás. Satanás es descrito como un gigante, espantosa bestia con tres caras, una roja, una negra y otra de color amarillo pálido:
Una delante y era bermeja,
las otras eran dos, que a aquella se unían
de cada hombro en el medio,
y se juntaban en el lugar de la cresta:
y la derecha parecía entre amarilla y blanca,
la izquierda a la vista era tal cuales son
los que vienen de donde el Nilo se encauza
Autor
-
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.
Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.
Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.
En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.
En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.
Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.
Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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