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Se extrañaba un joven  -así veo yo a los de cincuenta años…- de que a mi edad siguiera sacando artículos con tanta frecuencia y,  mi respuesta fue: son,   casi todos temas muy meditados y repensados. Además,  aunque parezcan distintos,  los une un cordón invisible pues los hombres se mueven dentro de escasos planos de acción y pensamiento. Añadamos  a todo lo anterior el hecho de que, con la  edad,  se abre muchísimo el ángulo de visión y se amplía en la misma medida  el horizonte 

Ahora bien,  que las cosas sucedan de ese modo  supone para mí un misterio incomprensible -¡todos los misterios lo son!-  Que el Dios Creador  permita la pérdida de “tanto tesoro acumulado en la mente de los ancianos” es, humanamente hablando, lamentable… Pero Él es la Sabiduría infinita y sus disposiciones siempre son perfectas y para bien de la criatura,  aunque no lo entendamos. Y  pienso como los franceses: “Si la juventud supiera…”  “si jeunesse savait, si vieillesse pouvait” (si la juventud pudiera… aprovechar  todo lo que la experiencia nos ha dado a los viejos…)

Resumiendo, que es normal que a los “veteranos” nos cueste poco elegir temas y ser locuaces. Hablar es un placer… y más si se puede trasmitir algo.

Desde hace años me “recome” ver cómo,  quienes han asimilado el deber y la necesidad de afiliarse en Ejército de la Ciudad de Dios, muchos parecen desconocer   el refrán “a Dios rogando y con el mazo dando” o  no le dan importancia  a lo del “mazo”. Ciertamente,   si el Señor no construye ni vigila,  nuestro trabajo y nuestros esfuerzos por garantizar la seguridad, son cosa totalmente inútil. Nos enseñaba un excelente maestro: “Dios deja las cosas, hacerse” que siempre lo interpreté de este modo: “Él,  no interviene, casi nunca,  pues el trabajo es cosa nuestra”

Y de esto quiero hablar hoy.  E invito a los lectores a que piensen en las ideas que dejo sembradas de  una breve introducción.  Las ciudades tienen generalmente  “algo” que las representa, el mundo conoce y facilita  al pueblo   fijarlas en la memoria. Si vemos la cúpula de San Pedro o el Circo Romano, lo asociamos instantáneamente con Roma,  si vemos la Torre de Eiffel,  Montmartre o el Arco de triunfo,  nos vemos en Paris,  y si nos ponen delante la Sirenita sabemos que estamos en Copenhague. etc.

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Ahora estoy pensando en el Cristo del Corcovado., pues cada día me recuerda que debo  escribir sobre la Cruz de Cuelgamuros.

Cada tarde la emisora católica de TV,  “EWTN” (Eternal Word Television Network) trasmite el Santo Rosario desde Lourdes en español a las 7:30 y, desde que  lo descubrimos,  mi mujer y yo  adaptamos su rezo diario al horario de la emisora USA,- que es mundial y creación de una monja-. Ese programa va precedida de unos planos en los que aparece el Cristo del Corcovado e  instintivamente, mi imaginación vuela y me  veo lo que ocurriría si los “podemitas”  brasileños  -y otros rojos de ese inmenso país – le plantearan al Gobierno que hay que derribar el Cristo del Parque nacional de Tijuca donde  se yergue desde hace  noventa y un años… Los veo corriendo hasta la Amazonía,  mientras el pueblo los apalea  por canallas.

Comparen ustedes la posible reacción brasileña a la que ha tenido el pueblo español cuando  los talibanes del Gobierno y sus secuaces proclamaron que iban a destruir la Cruz de Cuelgamuros y purificar el Valle de los Caídos de recuerdos franquistas…

El Cristo del Corcovado lo conoce el mundo entero, la Iglesia le ha dispensado todos los honores y hasta una papa lo ha visitado…  Y hace unos diez años lo proclamaron una de las siete maravillas del arte de nuestros días. ¡Me parece estupendo y merecido todo!, pero les invito a que comparen  con  hecho por la Iglesia oficial con relación al Valle y a la Cruz más impresionante erigida en honor de nuestro Redentor, testimonio del  olvido e invitación a la total Reconciliación nacional – con ese objetivo lo planeó  el hombre  honrado con “la Orden de Cristo”-máximo reconocimiento a la lealtad de un católico a su Madre la Iglesia-

Han pasado 62 años de la Inauguración del Valle de los Caídos –frente a los 91 del monumento brasileño—y díganme qué organismo, publicación, medio de comunicación del mundo católico,  exhibe la CRUZ  de Cuelgamuros como gloria de la Fe.

Los católicos australianos, congoleños, norteamericanos –incluso hispanoamericanos— etc., ¿se sienten orgullosos de que una Cruz de ciento cincuenta  metros de altura –cinco veces la del Redentor del Corcovado– valoran, el conjunto del Valle como una verdadera obra de arte donde brillan la mejor ingeniería, arquitectura, escultura y pintura?

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Pregunto yo; ¿Cuál es la causa de la ignorancia de los católicos extranjeros de esa joya que le enorgullecería si la conocieran? De hacerlo sabido, habrían montado un escándalo mundial cuando los impresentables gobernantes profanaron el lugar…

Sigo preguntando, ¿Por qué ni los obispos españoles ni la Curia Romana han hecho nada por dar a conocer al mundo el mayor homenaje de una nación a la Obra de Cristo en el siglo XX? ¿Qué motivos tienen para privar al mundo católico de un conocimiento  merecedor ser comparado a la obra de Miguel Ángel  -la “basílica del Valle” tiene más capacidad que San Pedro de Roma y la Cruz,  le da sopa con honda a las columnatas de Bernini. Si lo hubieran hecho en Francia, Alemania o Estados Unidos ni cristianaos ni paganos desconocerían la genial visión del Generalísimo… por eso la Sinagoga de Satanás no tiene objetivo más inmediato que derribarla. Y si la Jerarquía española no hace nada para impedirlo, no habrá suficientes adjetivos en el diccionario de la RAE –ni el de Camilo José Cela—para calificarlo adecuadamente.

 

Autor

Gil De la Pisa
Gil De la Pisa
GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.