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Habrá elecciones autonómicas en Madrid. El esperpento al que hemos asistido en estas últimas semanas, tras la chapucera moción de censura que presentaron el PSOE y Ciudadanos en Murcia, ha tenido como consecuencia la convocatoria de elecciones en la capital de España.
Unas elecciones en la que se da como seguro la victoria de Isabel Diaz Ayuso, actual Presidenta de la Comunidad de Madrid. Al menos así lo pronostican todas las encuestas y siquiera el sentido común también.
Isabel Diaz Ayuso así como en menor medida, también, el actual Alcalde de Madrid, Rodríguez-Almeyda, se han ganado el afecto popular en el transcurso del último año. Ayuso ha sido sin duda la muralla de defensa de la libertad contra los intentos totalitarios del Gobierno social/comunista que domina España. Sus políticas de defensa de la economía madrileña, en especial la de todos los servicios, la hostelería y la restauración, así como su negativa a la subida de impuestos, son factores que a la hora de depositar el voto en la urna van a tener un peso importante en la decisión de los votantes madrileños. Me asombra ese empeño en catalogar esa posible victoria como el de la derecha madrileña y lo digo porque tengo la impresión que no son precisamente los camareros y tantos pequeños empresarios representantes de lo que un indocumentado llamó un día los “Cayetanos”, personas de los barrios pudientes de Madrid. No, Ayuso se va a llevar los votos de una gran parte de lo que los ingleses llaman la “working class”, la clase trabajadora. Probablemente es lo que más enfurece a la izquierda sectaria gobernante.
Como se habrá podido deducir de mis palabras siento admiración creciente hacia esta valiente mujer, que lo es, y a la que he visto representada merecidamente en viñetas como Agustina de Aragón. Dicho esto, manifiesto que en una democracia que no estuviera embebida en un sistema absolutamente partidocrático, en el que lo que se vota es a los partidos y no a las personas, todos mis apoyos irían para ella sin ninguna duda. Más por desgracia esto no es así en España donde lo que impera es una dictadura de los partidos y sus intereses.
Me muevo desde hace tiempo en un entorno que, si bien otrora estaba instalado en torno al Partido Popular, e incluso Ciudadanos, en los últimos tiempos había derivado hacia posturas más afines a lo que representa hoy VOX. No es nada extraño. Al fin y al cabo, yo contemplo VOX como la defensa de los valores que antaño defendía el PP y que luego abandonó instalándose en no se sabe donde. Bueno sí: ahora dicen que son de centro y liberales. Mañana sabe Dios qué dirán, lo que sea para la defensa de sus intereses que en muchos casos son incluso los de sus cuadros y su supervivencia como políticos profesionales. Digo esto porque la referencia valiente que Ayuso ha supuesto frente a la izquierda socialista y comunista ha originado un torrente de simpatías en el entorno al que antes me refería. Son votos que sin duda van a desviarse hacia el PP, votos que en otras circunstancias irían hacia VOX; al menos esta es mi intuición.
La pregunta que yo me hago como representante de la Fundación Nacional Francisco Franco, y que traslado a ese entorno, es si ese voto hacia Ayuso será útil después en la batalla cultural e ideológica que libramos la Fundación en defensa de la historia reciente de España y más en concreto en la de la justicia histórica sobre la figura del Generalísimo Franco y a los ideales que representó. Ignoro la opinión de la señora Ayuso pero sí me consta la del partido al que está adherida y al que se debe y esto me preocupa. Son tantas las pruebas negativas que ese partido ha dado en este sentido, desde que en el año 2002 condenó el alzamiento nacional, no derogó la Ley de Memoria Histórica, posteriormente se puso de perfil cuando la profanación de la tumba del Caudillo y en estos últimos días ha dado, y sigue dando, muestras continuas de un comportamiento rastrero y vil en todo lo referido a los derechos de la familia Franco sobre el Pazo de Meirás y ahora la casa de Cornide en La Coruña, que tengo serias dudas de que el partido al que pertenece la señora Ayuso, y al que se debe, presente batalla frontal contra la anunciada Ley de Memoria Democrática y todas sus consecuencias derivadas como, por ejemplo, la de la defensa del Valle de los Caídos.
A veces las ramas no dejan ver el bosque y me temo que nos encontramos en esa tesitura en estos momentos.
Allá cada cual con su voto ¡faltaría más! Pero yo tengo claro desde mi posición en la FNFF que el mío irá allá donde encuentre posiciones claras y definidas en la defensa de lo que marcan nuestros estatutos: promover, difundir el legado y el pensamiento de Francisco Franco, así como los de la España que él capitaneó.
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