20/09/2024 12:48
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Dios hay tanta libertad de expresión en esta Democracia que ya no me publican nada de lo que escribo y por eso he decidido escribirme a mí mismo…¡y esto es el colmo!, porque me estoy dando cuenta que ya no me puedo escribir ni a mí mismo, dado que sin que yo me percatase de ello se me ha colado de rondón en mi cabeza un censor y el muy Dictador me corta casi todo lo que escribo. 

Por ejemplo, anoche me puse a escribir una carta al Director de «El País», pero rápidamente me di cuenta que en lugar de escribir «El País» había escrito «El Sermón» (si escribes eso no te publican la carta, seguro)… pero, es que eso es lo que quería escribirle a su Director, que «El País» ya no es un periódico, porque no informa, ni siquiera opina, manda y amenaza con «las calderas de Pedro Botero» si no haces o dices lo que ellos te dicen que digas o leas. O sea, como los curas desde el púlpito (los de antes y los de ahora, aquellos porque a los maricones había que llamarles maricones y estos porque a los maricones hay que llamarles «amigos de las libertades»… o sea, que un maricón de los de antes ya no lo es, ni un «gay» de los de hoy tampoco es ya un «gay, ahora me dice mi sobrina que ahora ya son todos, aquellos y estos,  «amigos de la libertad»). 

Pues, como no quiero sermones, ni nunca los quise, no leo «El País», digo «El Sermón».

Pero, es que el otro día se me ocurrió escribirle una carta a Don Pablo que decía: «A la atención del Sr. Marqués de Galapagar. Mire usted Don Pablo, usted será Vicepresidente del Gobierno, o lo que sea ese negocio que usted explota a medias con el bisnieto del general Castejón, o lo que diga Su Señor padre, el terrorista, pero a mi no me engaña usted, quizás porque los dos, usted y yo, bebimos de pequeños la misma leche ¿o ha olvidado ya la biografía que escribí y usted me aplaudió sobre el padrecito Hugo Chaves?… Mira, macho, por lo que veo tampoco recuerdas ya cuando estuvimos juntos, pagados con una beca venezolana, estudiando la «Hegemonía Cultural» de nuestro «Maestro», el camarada Antonio Granmsci… claro, cómo vas tú a recordar aquellas minucias si hoy has encontrado el «chollo» de tu vida, una verdadera mina de oro, en la caja del Estado y con el BOE dentro y puedes tener hasta «El harén de Don Juan» que entonces sólo pudimos mantener con bocatas de paté, si las pobres no tenían ni para comprarse bragas… Joder, Pablo, yo no te digo nada, pero por lo menos reparte, aunque sólo sea por las «tácticas» de engañabobos que aprendimos de manos de nuestro «profe» el Rubio (oficialmente era el Profesor Vestringe ¿o no?)

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— No sigas, Don Julio, no sigas, estás loco, si publicas eso vas a la cárcel seguro.

— Pero, si todo lo puedo demostrar…

— JÁ, JÁ, JÁ… ¿Y cómo? ¿Tú crees que la Dolores y sus fiscales te van a permitir que ofendas así al amiguísimo y compadre de su amante y caballero andante, el Baltasar de Cazorla?… Anda, SÍ, es mejor que cambies de oficio, porque ya sabes que el camino que llevas conduce directísimamente a la Siberia de Dostowieski:  «Desde la mañana a la noche era imposible soportar a los cerdos…»…. O sea, que he decidido no escribirme ni a mí mismo.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.