20/09/2024 07:41
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La ONU acaba de avanzar otro grado más –que ya es decir- en su revelación como institución supranacional tóxica y parasitaria. Recientemente la ONU nos sorprendió con un tuit grotesco en el cual se relacionaba la pandemia del coronavirus con el “heteropatriarcado” y con una supuesta “violencia machista” mundial. El pasado 6 de septiembre de 2020 el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, tuiteaba lo siguiente en la cuenta oficial del ente:  “La pandemia #COVID19 está demostrando lo que todos sabemos: milenios de patriarcado han dado como resultado un mundo dominado por hombres, con una cultura dominada por hombres, que daña a todos: mujeres, hombres, niñas y niños.

La hediondez de este organismo burocratizado, e inútil para resolver los grandes problemas bélicos y sanitarios de la humanidad, está archidemostrada. Su avance imparable hacia una agenda ideológica de gobierno mundial con trazos ideológicos orquestados por las grandes empresas y multinacionales financieras, es un hecho. El fin último de esta carrera por aplastar a las soberanías nacionales de los estados y convertirlos en eriales sumisos a la dictadura ecologista, feminista y multicultural es la “agenda 2030” cuyos experimentos se están desarrollando de forma inicial en el momento presente. Para ello, se está urdiendo la crisis social y política consecuencia del Covid- 19 como el prólogo de la “agenda 2030” mediante la abrasiva reprogramación cultural y social de la humanidad que pasa, entre otras cosas, por empoderar a la ideología de género y al abortismo entusiasta.

Además de remar a favor de la inquisición feminista a través de la cruenta y paranoica expresión de su secretario general Antonio Guterres, la ONU ha dado recientemente un volantazo más en su avance hacia el impulso globalista de las políticas de control social y de abortismo. Esta aberración se asienta definitivamente como programa  de adopción obligatoria para los estados miembros. La ONU acata de este modo la tradicional reivindicación del verdadero poder nuclear de este organismo en estos momentos: Bill Gates. Las inversiones de Gates para promover la anticoncepción, la  esterilización forzada y el aborto a través de la ONU son enormes, por ejemplo con sus donaciones millonarias para el “Fondo para la Población de Naciones Unidas” nutrido con decenas de millones de dólares de Gates durante lustros.

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El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (ONU) aprobó recientemente la designación de la médica sudafricana proabortista Tlaleng Mofokeng, como “Relatora Especial sobre el derecho a la salud”. Se trata de una marioneta del régimen sátrapa sudafricano, vinculado al comunismo del Congreso Nacional Africano –partido marxista y terrorista del fallecido Nelson Mandela-. Es presentadora de un sensacionalista programa televisivo sobre sexo que rezuma tribalismo, y que se llama “Charla sobre sexo con la doctora T”.

La susodicha, de ultraizquierda y enchufada en el aparato burocrático de la ONU, está apoyada por toda la industria internacional del aborto y del patrocinio de la explotación sexual de menores. Ella misma ha ofrecido servicios de aborto libre durante más de diez años, y a partir de ahora, desde la ONU determinará el rumbo de la salud sexual y “reproductiva” de las naciones del mundo sometidas a un ente supranacional tutelado por los lobbies ideológicos vinculados al exterminio de la cultura occidental y de la natalidad de Occidente como “Planned Parenthood” o la fundación de Bill y Melinda Gates.

Desde la IPPF (International Planned Parenthood Federation), la multinacional del aborto más grande del mundo que vende fetos abortados como negocio millonario y que está unida al proyecto del partido demócrata de EEUU, se ha saludado con inefable agrado el nombramiento de la sudafricana Mokofeng en la ONU.

Hace unos meses, Mokofeng recibió una fuerte denuncia pública por parte de ex víctimas de explotación sexual y de las asociaciones que las defienden por escribir un artículo en “Teen Vogue” en el que animaba a las adolescentes a optar por el ‘trabajo sexual’ como una “opción laboral más”.

En un artículo de 2019 titulado ‘Por qué considero digno el trabajo sexual‘, Mofokeng dijo que “el trabajo sexual y los derechos de la trabajadora sexual son también derechos de la mujer, derechos sanitarios y derechos laborales, y constituyen la prueba de fuego del feminismo transversal”. También escribió que “la idea de comprar la intimidad y pagar por estos servicios puede ser positiva para muchos individuos necesitados de conexión humana, amistad y apoyo emocional”. Añadió: “Algunas personas pueden satisfacer ciertas fantasías y preferencias sexuales escabrosas gracias a los servicios de las trabajadoras del sexo”.

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Para la organización C-Fam ( Centro para la Familia y los Derechos Humanos, de EEUU)  el nuevo puesto de Mofokeng le permitirá llevar a cabo “su campaña de despenalización de la prostitución a nivel mundial”, que es lo que pretende. C-Fam ha señalado que su nombramiento ha irritado a quienes luchan por acabar con la violencia sexual contra mujeres y niñas vulnerables. Para C-Fam y otras asociaciones pro vida y pro familia, la ONU ha nombrado como su máxima experta en salud y derechos humanos a una abortista partidaria del aborto libre y de que las adolescentes se prostituyan.

Mofokeng, como Relatora Especial, interpretará las obligaciones sobre derechos humanos dentro de la burocracia de la ONU y les pondrá los “deberes” a los estados miembros. Será la encargada de generalizar mundialmente la hiper sexualización mercantilista como norma social para lanzar a las niñas al sexo vendible así como de imponer como pauta de salud el aborto libre.

Ha sido miembro fundadora y vicepresidenta de la Coalición de Justicia Sexual y Reproductiva de Sudáfrica, un órgano financiado por las entidades abortistas de George Soros y Bill Gates, y fue reconocida por la Fundación Bill y Melinda Gates como líder en el área de planificación familiar en 2016 y referente mundial en “salud reproductiva”; eufemismo macabro que, como sabemos, para Gates equivale al aborto libre como diseño social a implantar a nivel mundial.

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Jose Miguel Pérez
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