20/09/2024 22:31
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Nada más tener lugar el asesinato de Samuel Luiz no fueron pocos los que señalaron a Vox como responsable. Su discurso de odio es el combustible de estos actos, fue la acusación unánime de la izquierda institucional. Y es que desde el principio del auge de Vox allá por el año 2018 fue una constante la acusación de que su presencia institucional ponía en peligro las vidas de mujeres, inmigrantes y homosexuales. ¿Pero qué hay en cuanto a ese «discurso de odio» que emplearía Vox?

Una de las ventajas de Internet es que ha construido una gran hemeroteca a disposición de cualquiera con un dispositivo móvil. Entrando en el programa de 100 medidas urgentes de Vox para España en su web oficial no encontramos ni una referencia a la homosexualidad. Como mucho, el progre puede considerar discurso de odio propuestas recogidas en el apartado de Vida y Familia, como la 71 que alude a la familia natural[1], la 76 que hace referencia a la perversión de menores[2] y la 80 que llama a prohibir los vientres de alquiler[3]; estas propuestas, de modo indirecto, podrían vincularse con la homosexualidad al cuestionar reclamaciones de los grupos de presión LGTB (si bien entre los homosexuales y las lesbianas existe crispación a propósito de los vientres de alquiler[4]).

 

Más allá del programa de propuestas, en la práctica el discurso de Vox en referencia a estas cuestiones sobre orientación sexual se ha traducido en defender el pin parental (para que los padres autoricen si desean o no que a sus hijos les impartan charlas en el centro educativo acerca de la homosexualidad), denunciar a los grupos de presión LGTB como parte del consenso progre (lo cual es acertado, del mismo modo que definirlos como un agente político y no como representantes de ninguna orientación sexual) y hablar abiertamente en favor de que los homosexuales que así lo deseen acudan a terapias donde les ayuden con sus conflictos de identidad.

Esto último es, sin duda, lo que más enfurece a determinados agentes políticos, empeñados a su vez en ignorar lo que desde el propio Vox han manifestado al respecto por medio de Macarena Olona: «Hoy Cs pide en esta PNL que se prohíban en España los métodos, programas y terapias que consideran la homosexualidad como una enfermedad o una desviación. Pero han sido tan irresponsables como Legislador que así lo dicen en la exposición de motivos de la PNL pero se olvidan de incluirlo en el suplico -única parte que se somete a votación- donde se limitan a pedir que se prohíban en España las terapias a las que acudan las personas homosexuales. Señorías de Cs, la finalidad originaria de su PNL es innecesaria porque, y escúchenme bien, la homosexualidad no es una enfermedad. Lo digo yo. Lo dice Vox. Y lo dijo la OMS en 1990. Afortunadamente, porque antes de esa declaración el Partido Comunista, hoy integrado en Podemos, expulsaba a los homosexuales de su partido (…) ¿Y a que nos llevaría apoyar el tenor literal del suplico de su PNL, con el grueso error que han cometido? A que el Gobierno pueda prohibir que las personas homosexuales acudan a terapia. Y me refiero al derecho que cualquier persona tiene, sea o no homosexual, para acudir a un especialista que le ayude a encontrar su identidad. No de género, que hasta en esto Cs se ha tragado la terminología progre de la izquierda. La identidad que todos tenemos como personas y que formamos a través de un proceso biográfico. ¡Libertad, Señorías! Dejen de meterse en las camas de los españoles«[5].

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Desde el principio ha existido más interés por hacer responsable a Vox de un crimen que por conocer la verdad sobre los responsables. Y aunque los datos desmienten que nos encontremos ante un crimen «homófobo» provocado por el «discurso de odio» de la «extrema derecha», los diversos propagandistas mediáticos del consenso progre no van a parar de repetir sus mantras. Ahí tenemos, por ejemplo, al actor Pepón Nieto repitiendo la misma retahíla una semana después: «Se sienten legitimizados por sectores políticos que están en las administraciones y que permiten que sea así y que lo alentan de alguna manera«[6]. El mismo Pepón Nieto lo reconoce: «Al final, todo es política«. Por eso pueden repetir ante sus seguidores, sin sonrojarse por mentir con impunidad, que Rocío Monasterio es una candidata que pone en peligro la libertad y la integridad de las mujeres, al contrario que el macho alfa Pablo Iglesias, o que el «negro de ultraderecha» Ignacio Garriga representa el odio y la discriminación contra los inmigrantes, al contrario que los líderes del mismo nacionalismo catalán que históricamente ha señalado con desprecio como charnegos a los descendientes de los emigrantes de otras regiones españolas.

 

A Vox es un partido al que se le pueden reprochar muchas cosas. Es un partido atlantista, entusiasta de satisfacer a «nuestros aliados» de la OTAN en sus misiones al servicio de los Estados Unidos de América ante una cuestionable amenaza rusa. Es un partido sionista, de los que considera a Israel como «aliado de Occidente» en su conflicto con el mundo islámico, aunque a la hora de hablar de éste haga más referencias negativas acerca de Irán (eterno antagonista de Israel) que de los aliados musulmanes de Estados Unidos, como es el caso de Marruecos y Arabia Saudí. Es un partido constitucionalista y monárquico, preocupado por que al ponerse en cuestión la figura de Felipe VI (y de su padre Juan Carlos I) peligran la Constitución y el Régimen de 1978. Y también ha sido un partido utilizado como trampolín por bastantes oportunistas y que, por ello, debe ser férreamente dirigido desde Madrid, como delatan los numerosos cargos electos que lo han abandonado llevándose consigo su acta institucional en un desesperado intento por rascar económicamente lo poco que les quede a sus carreras políticas.

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Más que el Partido Popular con dos carajillos encima o una versión renovada de Alianza Popular, cabría definir a Vox como un partido de derechas (de los muchos que han existido en los diferentes periodos históricos) que escandaliza como consecuencia de que vivimos en una época en que la mojigata izquierda progre ha convertido en transgresión algo tan elemental como la bandera de España, la seguridad ciudadana y la biología más elemental; por eso, ante cuestiones como la oposición a una ingeniería social cuyos promotores consideran algo sagrado, no es de extrañar que toda conducta que no pase por una sumisión al discurso políticamente correcto sea sospechosa de atentar contra los derechos humanos e incluso de apología del genocidio. No debemos extrañarnos de que ni siquiera un drag queen que se declara contrario a los chiringuitos LGTB y a favor de Vox[7] pueda servir para desmentir el relato progre sobre discursos de odio y jóvenes adoctrinados sedientos de sangre homosexual por culpa del partido V.E.R.D.E.

[1] «Creación de un Ministerio de Familia. Promulgación de una ley orgánica de protección de la familia natural que la reconozca como institución anterior al Estado. Buscaremos la todavía lejana convergencia con la media europea en cuanto a prestaciones familiares»

[2] «El Estado proporcionará una protección especial a la infancia, en sus espacios educativos, recreativos y de comunicación pública. Se restaurará el tipo penal que persiga con más eficacia y dureza la perversión de menores»

[3] «Prohibición de los vientres de alquiler y toda actividad que cosifique y utilice como producto de compra venta a los seres humanos»

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Gabriel Gabriel