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Las elecciones sirven cuando hay democracia, pero cuando ésta no es más que una falsa máscara de sí misma, no sirven o muy poco. Ese es nuestro caso. La izquierda ha hecho trizas la democracia desde que intentó matar a Montesquieu que ironizaba Alfonso Guerra, allá cuando empezaron la corrupción. Hoy la división de poderes no existe y sin ésta, no hay democracia. El que manda en la Moncloa, sin escrúpulos ni límites, y utilizando la mentira constante, es un psicópata que aglutina en sí mismo los tres poderes que han de ser independientes para la democracia. El judicial que le hacía resistencia ya lo tiene medio comido gracias a la ayuda de Pablo Casado y su amigo. Eh aquí para lo que le sirve la oposición. La izquierda se fue haciendo con todo lo suyo para acabar con la democracia y perpetuarse en el poder como sueña con su tercera república. Eso no es democracia ni por el forro. La Constitución es un papel mojado que empieza por pisotear el presidente del Gobierno. Ese es su ejemplo para imitar los suyos. Antes con ZetaP eliminando la paz de la transición y dividiendo a los españoles ya escupió sobre la Constitución. Esto es el inicio avanzado de la dictadura de Cuba y Venezuela, y los narco gobiernos de las naciones cercanas; el nuevo comunismo, con un país más que arruinado por su deuda pública estratosférica que cuando se le caiga encima lo aplastará. Eso es el comunismo con los individuos que pronto estarán hambrientos para dominarlos, y cuya demostración hizo Stalin con la gallina hambrienta que tras desplumarla le seguía enloquecida a los granos de trigo que le iba tirando por el suelo. Entonces Stalin dijo a su Plana Mayor: eh aquí cómo se domina a un pueblo…

Las elecciones aunque parezcan no servir de mucho son positivas, cuando nos jugamos que dentro de pocos años ni las haya, o sean tan corruptas como una ironía. Son hoy buenas si miramos cómo pinta el futuro. Como las que hace Maduro allá en Venezuela, encarcelando a la oposición, y asesinándola. Es el sarcasmo que le pusieron a Jesucristo en la Cruz. Si eres el hijo de Dios, baja de la Cruz. Estos tipos son capaces de crucificar a todos los que no sean como ellos. Cuando se pongan las cosas peores, lo harán. Llegamos hasta este estado de cosas porque hicieron eso con la democracia, y lo primero que crucificaron fue la Constitución. Y siguiendo su hoja de ruta que pronto acabará con las elecciones. O serán inservibles como casi ya son. Pues no tienen moral y por eso presumen de ella; todo en ellos es al revés. Terminarán matando a los demás que les estorben como viles asesinos que exteriorizan  la realidad de su subconsciente. Les saldrá fuera su odió y lo liberarán con sangre. Son sectarios subyugados a una ideología diabólica que se lo manda; y como son sus siervos lacayos, obedecen. El socialismo manda robar, y el comunismo, matar. Y sus sicarios, lo cumplen.

Buscamos esta tarde del 13 un rayo de esperanza en la comunidad central de nuestra geografía. Fuera de España las cosas están al borde de la guerra que puede ser la tercera mundial cuando la invasión de Ucrania por Rusia, parece inminente. Esto empeorará todas las cosas. En la España central puede haber algo bueno inesperado. El inicio de un cambio que empiece a demoler tanta molicie que anega nuestra razón. Se vislumbra la esperanza por las tierras de Castilla que hizo España. Hoy está de moda, pero Dios sabe si solo será reina por un día. Y hasta dentro de cuatro nadie se acuerda más de ella.

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«Tú me levantas, tierra de Castilla / en la rugosa palma de tu mano / al cielo que te enciende y te refresca/ al cielo, tu amo. / Tierra nervuda, enjuta, despejada / madre de corazones y de brazos / toma el presente en ti viejos colore / del noble antaño / Con la pradera cóncava del cielo / lindan en torno tus desnudos campos / tiene en ti cuna el sol y en ti sepulcro / y en ti santuario / Es todo cima tu extensión redonda / y en ti me siento al cielo levantado / aire de cumbre es el que se respira / aquí en tus páramos. / ¡Ara gigante, tierra castellana,/ a ese tu aire soltaré mis cantos, si te son dignos bajarán al mundo / desde lo alto!»  (Unamuno)