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Juan y José Barbará Puig eran dos jóvenes hermanos mallorquines que en abril de 1935 ingresaron junto con otro grupo de estudiantes en la Falange balear. La Falange en Palma de Mallorca fue constituida legalmente en el mes de marzo de 1934 por un grupo de quince falangistas encabezados por Alfonso de Zayas, Antonio Nicolau y Bartolomé Barceló, a ese grupo inicial se fueron uniendo otros más hasta llegar prácticamente al medio centenar durante los años 1934 y 1935, nuevos militantes entre los que se encuentran los hermanos Barbará.
Juan, con solo 17 años ingresó en Falange, meses después Pepe volvió de Madrid y le acompañó en la militancia azul. Juan ostentó la jefatura de prensa y propaganda del SEU, no sin antes desempeñar labores de un simple militante, y así vemos que fue detenido con su camarada Mulet por repartir propaganda clandestina de Falange, momento en que se les encontraron unas porras, cuando los trasladaban a comisaría, en la Plaza de San Antonio, gracias a un despiste de sus captores increíblemente consiguieron escapar. La madrugada anterior al 1 de mayo de 1934, las izquierdas habían anunciado que iban a asaltar el local de Falange, por lo que a primera hora llegaron la mayoría de los militantes esperando en el portal al posible asalto, en ese momento llegó la Policía y Juan Barbará consiguió esconder la pistola que llevaba Mulet para evitar así su detención.
El 19 de enero del 36 se convocó por la Falange isleña un mitin en el teatro principal de Manacor, el Alcalde ordenó la suspensión del acto, lo que provocó diversos enfrentamientos en los que sobresalieron los camaradas Barbará, Mulet, Riera, Fraterno y Pérez Pillado. Ya en ese momento, el hermano José Barbará se había incorporado totalmente a la milicia falangista, y junto con su hermano Juan, Enrique Alemany, Néstor Gallego y otros más, lograron defender la sede de la Falange que en aquel entonces estaba situada en el domicilio particular del Jefe Provincial Zayas, corría el mes de marzo de 1936. Ante la inminencia del conflicto, se encontró cerca de Manacor un buen campo de entrenamiento para hacer prácticas de tiro, y en una de las primeras reuniones, se otorgó como recompensa la «mención» a Juan Barbará «por su continuidad y gran espíritu falangista», no olvidemos que Juan en 1394 había sido fundador del SEU en Mallorca junto con Francisco Bosch y Juan Salas.
Después de que ganara las elecciones el Frente Popular, como en toda España, la persecución a Falange fue inmediata y cruel, se cerraron todos los centros y se detuvo a la mayoría de sus dirigentes y militantes, y en Palma no podía ser menos, entrando en la cárcel de San Carlos los hermanos Barbará junto con la mayoría de sus camaradas. Los enfrentamientos con los comunistas eran casi diarios, Juan Barbará y Antonio Vilella habían agredido a dos comunistas que iban con su uniforme, ante lo cual casi medio centenar de los rojos, que llevaban barrotes de hierro envueltos en papel de periódico, fueron a la caza del falangista, la pelea fue durísima pero los muchachos de Falange salieron victoriosos, Juan consiguió arrebatar a un comunista la corbata roja que portaba con el emblema de la hoz y el martillo, corbata que entregó más tarde a su madre para que la guardara como recuerdo de un combate contra los comunistas. Pero llega el 19 de julio de 1936, la Falange local tiene orden de secundar el alzamiento armado del Ejército contra la República del Frente Popular.
Se consigue reclutar a 73 falangistas que en Palma se unen a los militares y se alzan en armas. Durante la noche anterior, la mayoría de los camaradas se han reunido en la casa del escritor Bernanos y en la del Jefe de milicias Palmer, todos llevan su camisa azul y portan fusiles y pistolas, gracias al soplo de un policía simpatizante de Falange casi todos, días antes, habían conseguido eludir las órdenes de detención y prepararse para lo que se avecinaba. A las 7:30 h. de la mañana, se declara el estado de guerra, y el objetivo principal es la toma del Ayuntamiento, donde se decía que estaban preparadas y parapetadas las milicias izquierdistas, pero allí no hay nadie, la ciudad se controla sin problemas y el General Goded que manda las fuerzas insurgentes se traslada a Barcelona, esto le costaría la vida.
Los voluntarios falangistas ostentan unos brazaletes con los colores de Falange que les había cosido la camarada Dolores Alemany. Pero se produce un dramático hecho, dos personas que se acercan por la Calle Colón resultan sospechosas a una escuadra de falangistas que se encuentran dentro de un coche prestando servicios de guardia, parece que les dieron el alto pero los dos siguieron adelante, surge un disparo de dentro del coche produciéndose a continuación un tiroteo entre ambas partes. En ese momento, por la Plaza de los Mercados aparece un retén de soldados de infantería, que al oír el tiroteo creen enemigos a los falangistas y disparan contra ellos, cuando todo termina en el suelo yace sin vida el falangista Juan Barbará, que a pesar de que lo trasladan a la Casa de Socorro ya ingresa cadáver.
Como consecuencia también del tiroteo, un coche que pasaba lleno de oficiales del Ejército, que también entra en la refriega, es alcanzado igualmente, siendo heridos dos de los oficiales y muerto el Capitán Puig. Es decir, la muerte del falangista y del Capitán se produjo por lo que ahora llamamos «fuego amigo». El alzamiento en Palma fue un éxito total salvo el citado incidente que costó la vida a uno de los más valientes y mejores falangistas de la localidad. Su hermano Pepe no correría mejor suerte, a los pocos días y en pleno mes de agosto la isla de Mallorca es atacada por una expedición de izquierdistas llegados de la Península al mando de Alberto Bayo, previamente habían pasado por Menorca y habían conquistado la isla de Ibiza.
El 16 de agosto, Pepe Barbará es congregado junto con otros falangistas y tropas del Ejército en Porto-Cristo y Son Serverá, allí se enfrentan con la columna invasora, defendiendo como leones «la Roqueta», e impidiendo que la conquistaran los rojos. El cuerpo atlético de Pepe cae acribillado por la metralla comunista, reencontrándose con su hermano Juan en el difícil paraíso de la Falange. Días después, un curioso personaje que parecía ostentar la cierta jefatura entre la Falange isleña, el Conde Rossi, un fascista italiano más conocido por sus lides amorosas que por su ímpetu combativo, recibió a la madre de los Barbará, Doña Margarita Puig, Rossi le escribió en el carnet de Juan una dedicatoria que decía textualmente: «A la gran madre de los dos heroicos caídos. Un beso fraternal. Aldo Rossi».
En el mismo carnet, y en la casilla correspondiente al pago de la cuota del mes de febrero del 36, figuraba la frase «Mención local» (la recompensa que había recibido) firmada por el Jefe de la Falange balear Zayas. Como en otros muchos casos, caían ante el fuego enemigo hermanos de la misma sangre cubiertos con la misma camisa azul. El entonces Jefe de la Junta de Mando de la Falange, el camarada Manuel Hedilla, dijo lo siguiente: «Cuando las madres de aquellos primeros caídos salgan ahora a las carreteras a contemplar el paso de las Banderas victoriosas, podrán decir bien alto: «Esta cosecha es mía, esta es mi siembra mejor, es mi sangre, mi vida, mi joya más preciada».
 
 
(Fotos inéditas de los hermanos Barbará, junto con un guion de una Centuria que lleva su nombre, del Archivo de los Guardianes de la Memoria Azul).

Autor

REDACCIÓN