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Desde el 14 de marzo de 2020, declaración del primer Estado de Alarma (en realidad de Excepción), las numerosas Administraciones Públicas han dejado de funcionar…
Se ha sustituido la presencia en el lugar de trabajo, por lo menos para hacer bulto, por el trabajo remoto, por internet, desde el propio domicilio, con un descontrol, total y absoluto, de la actividad laboral, y de la prestación de los servicios mínimos esenciales a la comunidad, que somos los que les pagamos el sueldo.
No pretenda ir usted en persona a su ayuntamiento, diputación provincial, o a cualquier organismo oficial, en general, que le van a dar con la puerta en las narices, y ni siquiera le dejarán entrar a exponer su caso, presentar un escrito, o pedir entrevistarse con algún responsable –o irresponsable- en cuestión.
Para todo se requiere cita previa, como si fueras al dentista o a la peluquería.
O que llames previamente por teléfono, para que expongas tu caso, en la seguridad de que el funcionario correspondiente te oirá, pero no te escuchará, como quien oye llover…
En el improbable supuesto, claro está, de que alguien coja el teléfono, pues en la mayoría de los organismos oficiales pasan olímpicamente de coger los teléfonos en horas de trabajo, por lo que imaginen ustedes que sucederá fuera de las horas de “no labor”. (Y no es un contrasentido, sino la vida misma).
Todos estamos desanimados, perplejos ante la situación, deprimidos, pues el aislamiento social genera depresión, y más en un país de barras de bares, de cafés y cervezas a todas horas, y de cotilleo ridículo y absurdo, que no sirve para nada, ni lleva a ningún sitio. ¡Pero que se le va a hacer, es lo que hay!
Hoy leo que el gobierno de Aragón permitirá que sus empleados públicos –es decir, los nuestros-, trabajen cuatro días a la semana en casa, de forma que el quinto día de no trabajo, solo acudirán a la oficina correspondiente a darse una vuelta, y a enterarse de los últimos chismorreos políticos y sindicales…
Soy consciente de que en España sobran –por lo menos-, la mitad de los 3.500.000 empleados públicos que tenemos, pero ningún político con mando en plaza habla de hacer un gigantesco Erte (expediente de regulación temporal de empleo) en el sector público, o incluso un Ere (que sería lo lógico), adelantado jubilaciones, echando a todo el personal al que se pueda cesar –contratados temporales, sustitutos, eventuales, personal de confianza, etc.-.
Excluyo, por razones obvias, a todo el personal sanitario, que están dando el callo, en situaciones bien difíciles, e incluso traumáticas.
No solo eso, sino que el dúo sacapuntas, Pedro y Pablo, se han convertido en una gran “fábrica” de creadores de empleo público (pasando de 13 a 23 ministerios), con miles de asesores nombrados a dedo, y duplicando el parque automovilismo del gobierno. ¡Será por dinero!
En síntesis, los empleados públicos, que encima van a ver aumentados sus salarios, no solamente gozan de una inamovilidad laboral de la que carecemos todos los demás, ante un mundo en constante cambio y transformación, a peor, sino desde hace prácticamente nueve meses han dejado de prestarnos los escasos y carísimos –por su coste- servicios que nos prestaba, como si estuvieran en una huelga permanente, y en régimen de servicios mínimos…
Y termino con unos datos escalofriantes:
Su empresa o negocio, hoy más bien una ruina, tiene que cerrar a una determinada hora, o incluso a no abrir, pero nadie le compensará por ello, o le rebajará sus impuestos y seguros sociales.
Sus hijos no podrán estudiar en español en determinadas regiones de España, y si quiere que aprendan el idioma común, deberá pagar un profesor particular.
Mientras tanto, el número de empleados públicos no para de aumentar. Ahora anda cerca de los tres millones y medio de personas, y en los 12 últimos meses ha aumentado en más de 100.000 personas… (La mayoría enchufados, excuso decirles).
Y, en cambio, el sector privado, que es el que mantiene al Estado, ha perdido 806.000 empleos en los últimos 12 meses.
El salario medio de los trabajadores por cuenta ajena ha sufrido una bajada del 11% en el segundo y tercer trimestre del año 2020, pero “nuestro” presidente, y toda la “banda”, se han subido el salario, por tercera vez, desde que están en el gobierno, o más bien el poder, porque éstos, gobernar no gobiernan nada, pues todo lo “delegan” a las autonomías.
El año que viene, Dios mediante, tanto el medio millón de políticos que tenemos en nóminas como todos los empleados públicos, verán incrementados sus salarios un 0,9%, mientras que usted y yo, escasamente llegaremos a fin de mes.
Y, por supuesto, las Administraciones Públicas y la castuza política no sufrirán ningún Erte, expediente de regulación temporal de empleo (con sólo el 70% de las retribuciones previas), ni Ere, despidos colectivos… ¡Faltaría más, que hasta ahí podríamos llegar!
Resumiendo y concluyendo, como dice el refrán, todo país tiene el gobierno que se merece.
¿Pero ustedes creen que la gran mayoría de los españoles nos merecemos esto…?
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