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Lo pueden visitar en el Claustro de los Caballero de Santa María la Real de Nájera, en un sepulcro muy bien labrado. Decían que era caballero tan conocido en España, que hay reyes que no lo eran tanto, cuñado de Fernando II de León y consuegro del rey Alonso de León.
Perteneció al linaje de los Haro, Señores de Vizcaya, Alférez mayor de Castilla y general cristiano que intervino en la batalla de las Navas de Tolosa, animada por los reyes de Castilla, Aragón y Navarra. Fue conocido con el sobrenombre de el Bueno y el más poderoso de su tiempo: franco, piadoso, amparo de las viudas, padre de huérfanos, tutor de los pobres y afecto de religiosos y eclesiásticos, según lo calificaron los cronistas de su época.
Acogió en su casa a hijos de nobles a quienes instruyó en las artes militares y en virtudes y modales de buena crianza: muy respetuoso con las cosas de la religión, celoso de la justicia y dechado de las mejores virtudes que adornan a un caballero, según describe Fray Juan de Salazar, recopilador de “Náxara Ilustrada”.
Reproducimos el epitafio que se conserva en su sepulcro.
No pases de largo aquesta memoria,
oh caminante, detente un poquito.
Aquesto blasón que aquí ven escrito
de un gran caballero contiene la historia.
Fue de Vizcaya en un tiempo la gloria,
defiende a Castilla en su libertad
sufriendo el destierro y cautividad
la cual sobrepuja con honra notoria.
Don Diego de Haro fue dicho por nombre,
fama, riqueza, bondad y saber
cuando en el mundo se pudo tener
tuvo más bien que ninguno otro hombre.
De fuerte guerrero tuvo renombre.
Contra los moros guerrero animoso.
Que en la de las Navas del Rey Don Alonso
se sabe que fue más recio que robre.
La muerte con todo dio fin a sus hados
y en este sepulcro sus huesos encierra.
La ánima al cielo, y el cuerpo a la tierra
dejó, y en el mundo sus hechos nombrados,
los cuales de todos serán alabados.
Ruega por tanto por él al Señor
que tenga su alma en paz sin dolor
y mueve tus pasos apresurados.
Casó este caballero dos veces, la primera con Dª María Manrique de Lara y la segunda con una noble señora llamada Dª Toda Pérez de Azagra, de las cuales tuvo dos hijos y dos hijas; en la primera tuvo los hijos, el mayor D. Pedro Lope Díaz de Haro, el segundo D. Pedro Díaz de Haro, y uno y otro fueron muy privados del rey D. Hernando el Santo que ganó Sevilla. En la segunda tuvo las hijas y se casaron con los condes D. Nuño y D. Álvaro de Lara.
Al escoger sepultura en Nájera favoreció mucho al monasterio de Santa María la Real, donándole grandes rentas. Pero mostró especial afecto en el repartimiento que hizo de los despojos del campo enemigo después de la victoria de las Navas de Tolosa, porque habiendo destinado el oro, plata y joyas preciosas para los reyes de Aragón y Navarra, y no quiso para él nada más que las cadenas, que fue el primero en romperlas y adjudicado la honra de la batalla al rey D. Alonso de Castilla, y los demás despojos a los soldados. El rey de Castilla le preguntó: “Y para vos, D. Diego, ¿qué señaláis?”. Respondió que no quería otra cosa, sino que le restituyese el monasterio de Santa María la Real de Nájera la villa y honor de Puerto, que los reyes antepasados le habían dado y al presente no la poseía.
En el mismo arco o nicho y rico sepulcro de D. Diego Lope de Haro el Bueno está enterrada su mujer Dª Toda colocada en una urna de piedra labrada y en la cornisa de la cubierta aparece escrito que murió el 24 de enero en la era de 1254, que es el año 1216. Heredó de su marido la misma afición y devoción a la Real Casa con muchas y valiosas donaciones.
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