22/11/2024 01:07
Getting your Trinity Audio player ready...
Siguiendo con la serie de la historia de los Borbones, el periodista y miembro de la Academia de Córdoba Julio Merino trae la historia de Fernando VI, hermano de Luis I que murió sin descendencia, y tuvo que asumir el trono de España como propio para evitar una nueva guerra de Sucesión.

Terminaba la vida de Luis I, el segundo de los Borbones españoles, en realidad el primero, porque su padre, Felipe V, había nacido francés y como Duque de Anjou había sido designado dictatorialmente por Luis XIV, Rey de Francia. «Y Luis I murió sin descendencia el 31 de agosto de 1724, a los 17 años de edad y dejando a España sin rey con el grave problema de la sucesión, que a punto estuvo de llevar, otra vez, a la guerra civil».

 
 

Porque al morir sin descendencia directa Luis la corona le corresponde a su hermano Fernando, ya que su padre, aunque vivía, había abdicado, y además estaba enfermo y con una inicial demencia senil… pero, ahí estaba la ambiciosa Isabel de Farnesio, la segunda mujer de Felipe V, que ya tiene cinco hijos y quiere la corona para uno de ellos, que, en un golpe de Estado palaciego, consigue, ilegalmente, que su marido, el Rey Felipe, renuncie a la abdicación y retome la corona… y claro eso divide a los Nobles y al pueblo, ya que unos se ponen de parte de Fernando, el hijo, que tiene todos los derechos, y otros de parte de la Reina y del regreso de Felipe.

                         Fernando VI y Bárbara de Braganza.

En resumen, que Felipe V vuelve a ser Rey y que a Fernando, para que no se enfade mucho, le hacen Príncipe de Asturias en una ceremonia fastuosa… y que la ambiciosa Isabel de Farnesio va a ser, en la práctica, la que gobierne España los próximos 22 años. O sea, que Fernando tuvo que esperar todos esos años para poder ser Rey…¡y que espera!, pues Doña Isabel le hace la vida imposible, bueno a él y a su mujer, Bárbara de Braganza, según algunos testimonios que quedaron para la historia: «La joven Bárbara era una mujer culta, de agradable carácter, dominadora de seis idiomas y gran amante de la música desde niña. A pesar de no ser muy agraciada debido a las marcas de viruela que quedaron en su cara a la temprana edad de los catorce años, y de su figura ciertamente voluminosa, cosa que fue a más según pasaron los años, lo compensaba con una personalidad encantadora».

Fernando y Bárbara se enamoraron profundamente y vivieron aislados de la Corte durante el reinado de Felipe V por voluntad de la madrastra del príncipe, la reina Isabel de Farnesio. En 1746 Fernando sube al trono de España y su esposa pasa a ocupar un importante papel en la Corte, especialmente como mediadora entre el rey de Portugal y su esposo. Es conocida la protección que concedió al famoso cantante italiano Carlo Broschi, más conocido por el nombre de «Farinelli», y por su afición a la música, pues tuvo por maestro de clave a Domenico Scarlatti desde 1721 hasta su muerte y «se sabe que tocó sus sonatas, que en su publicación fueron dedicadas a ella».

Príncipe de Asturias

Durante la mayor parte de los veintidós años en que fue Príncipe de Asturias (1724-1746), Fernando y su esposa, la princesa portuguesa Bárbara de Braganza con quien se había casado en enero de 1728, vivieron aislados de la corte y con las visitas restringidas. La orden de 1733 de «esta especie de arresto domiciliario» de los príncipes, como la llamó el historiador Pedro Voltes, partió de la reina Isabel de Farnesio, que quería impedir que mantuvieran contactos con los grupos «casticistas» y «contestatarios» de la nobleza castellana y de la corte, que propugnaban una nueva abdicación de Felipe, cuya salud mental continuaba deteriorándose.

Así, el reglamento de la conducta del príncipe de Asturias aprobado en el verano de 1733 —poco después de la vuelta a Madrid de la corte después de deambular por Sevilla y otras poblaciones andaluzas durante los cinco años anteriores para intentar restablecer la salud mental y física del rey— determinaba que «don Fernando y doña Bárbara podrían ser visitados cada uno por sólo cuatro personas, cuyo nombre y cargo se indicaba. No podrían recibir a otros embajadores que los de Francia y Portugal. Los príncipes no debían comer en público ni salir de paseo ni ir a ningún templo o convento. (…) Se suprimió también la asistencia del príncipe al Consejo de Gobierno y todo despacho con él, y en especial cualquier trato con (el «primer ministro») Patiño y los ministros, y, en suma, toda visita suya a sus padres».

¡Ay! pero el viejo Rey muere y automáticamente Fernando, Príncipe de Asturias desde hacía 22 años, es coronado Rey de España como Fernando VI… ¿Y qué es lo primero que hace el nuevo Rey? Vengarse de la ambiciosa Isabel de Farnesio. De momento, la arroja de Palacio y la «pobre» tiene que irse a vivir con la «pobre» duquesa de Osuna… y a los pocos meses la manda un poco más lejos: Al Palacio Real de la Granja, donde va a quedar recluida y sin poder relacionarse con la Corte… y la «pobre», claro está, antes de marchar al retiro, se queja y le escribe al Rey, su hijastro, pidiéndole una explicación: «Majestad, me gustaría saber si he faltado en algo para enmendarlo» ¡Ay!, pero la «Reina mandona», como la llamaban cuando tuvo el Poder, se había olvidado que Fernando era Borbón (y ya se sabe que «los Borbones ni olvidan ni perdonan») y se encuentra con esta respuesta: «Señora, lo que el Rey determina en sus Reinos no admite consulta de nadie antes de ser ejecutado y obedecido».

Y así comenzó su Reinado, pero como el objetivo principal de esta serie no es analizar la política de Gobierno de los Reyes, sino ver cómo llegaron al Trono y cómo lo dejan o lo pierden, nos vamos al final de su corto reinado (sólo fue Rey 13 años).

Pero sí me complace recordar que en ese corto periodo tuvo la suerte de contar con dos de los políticos más valiosos del siglo: El marqués de la Ensenada y Don José de Carvajal y Lancaster… y los «ilustrados», entre ellos Jovellanos y Olavide… y como cosa curiosa que famosa fue la «Gran Redada» que autorizó para expulsar de España hasta el último GITANO. («Pragmática» del 28 de octubre de 1749. «Con el objetivo de lograr la extinción de la etnia gitana mediante el encarcelamiento y la separación de hombres y mujeres». Más de 10.000 gitanos fueron encarcelados…y en Europa más de 100.000).

Gaspar Melchor de Jovellanos en la obra pintada por Francisco de Goya (Museo del Prado)

Sin embargo, el final fue trágico, aunque, en realidad, la tragedia comenzó desde su noche de bodas (en Badajoz, 1729) cuando se descubrió que era impotente y que una afección genital de nacimiento le impedía eyacular y tener hijos, ya que eso le atormentó el resto de su vida (corta vida, por cierto, pues murió con 46 años), a pesar de tener asegurada la descendencia con uno de sus hermanos de padre (al final sería el que reinó como Carlos III). Pero, mal que bien, fue sobrellevando sus problemas físicos, e incluso tuvo ideas y acciones de buen gobernante, hasta el día que murió su amadísima Bárbara (el 27 de agosto de 1758) y entra en coma espiritual, porque su cerebro se disloca (algunos dicen que fue una «locura de amor»)… Pero, llegado a ese final de su vida y, por tanto, de su reinado no hay más remedio que echarse en manos de los médicos.

Fallece la Reina y el Rey pierde la cabeza

Si bien los Reyes nunca habían gozado de buena salud, no fue hasta 1758 cuando el deterioro en la salud de la Reina Bárbara de Braganza obligó a la pareja a trasladarse al Palacio de Aranjuez en un intento de que mejoraran sus problemas respiratorios. Lejos de este propósito, ese mismo verano falleció la Reina a consecuencia probablemente de un cáncer abdominal y dejó a Fernando solo, con un comportamiento cada vez más errático. A lo largo de su vida había sufrido varios periodos de inactividad con ánimo deprimido, pero ese verano se aceleró su carácter melancólico. Aquello marcó el principio del conocido como el año sin rey.

El castillo de Villaviciosa de Odón.                                                                     

Pero, ¿qué enfermedad se escondía tras su locura? ¿Alzheimer? ¿Un trastorno bipolar como su padre? Los acercamientos psiquiátricos al caso han planteado tradicionalmente la hipótesis de que lo que empezó como «un trastorno de adaptación con sintomatología depresiva reactivo a la muerte de su mujer» derivó en un trastorno depresivo mayor. «Una demencia rápidamente progresiva cuyos síntomas hayan pasado desapercibidos al coincidir con la agonía y la muerte de la Reina explicaría mejor todo el proceso clínico».

LEER MÁS:  Un viejo álbum de fotos. Por Eugenio Fernández Barallobre

El Alzheimer, barajado por otros autores, resulta improbable para estos investigadores dada «la edad del paciente, la rápida progresión clínica, la ausencia inicial de déficits de la memoria episódica y la gravedad de los síntomas conductuales».

En «La demencia del Rey Fernando VI y el año sin rey», este grupo de investigadores reconstruye el historial clínico del Rey a partir de ese verano. El mismo día que falleció la Reina, sin esperarse al funeral, Fernando se refugiará en el castillo de Villaviciosa de Odón, donde salió a cazar y se mostró contento los primeros días. Sin embargo, a principios de septiembre el Rey empezó a mostrarse agresivo, de ánimo deprimido y surgió en su mente la obsesión por la muerte.

Apunta Andrés Piquer, un médico del periodo: «Padecía unos temores sumos, creyendo que cada momento se moría, ya porque se sentía ahogar, ya porque le destrozaban interiormente, ya porque le iba a dar un accidente […]».

Otros síntomas hicieron aparición en las siguientes semanas: apatía, insomnio, abandono en la higiene personal y en las obligaciones religiosas… Compartiendo algunas extravagancias con su padre, Fernando se empecinó en añadir nuevos disparates a la vida cortesana. Le dio por morder a la gente y fingir que estaba muerto o era un fantasma. Sus asistentes eran constantemente agredidos y tenían miedo de su propia integridad física. Sobre esto, Andrés Piquer refiere: «Se enfurecía con vehemencia, airándose hasta el punto de ejecutar cosas muy impropias a su bondad y a su carácter». Además de correr o bailar en ropa interior, le gustaba reírse de sus asistentes y se negaba a dormir sobre su cama, de modo que improvisaba cada noche una camilla con dos sillas y un taburete.

El año sin Rey

Y si a Felipe V le calmaba la voz de un castrati, a Fernando VI le relajaba el opio. Nada que sirviera más que para calmarlo, pero no para revertir su situación. Hacia finales de ese año, la vida de Fernando VI parecía llegar a su fin y se dispuso un testamento el 10 de diciembre de 1758 que ni dictó ni firmó, pero al que dijo que estaba de acuerdo cuando le enseñaron las cláusulas dictadas por el Conde de Valparaíso. En los siguientes meses al parecer registró varios intentos de suicidio, uno de ellos al amagar con ahorcarse con las cintas que tenía en la camisa.

En el Castillo de Villaviciosa de Odón pasó sus últimos días Fernando VI

Lo retorcido del asunto es que, siendo el Rey, resultaba complicado llevarle la contrario o responder a las agresiones. Desde Italia, el futuro Carlos III pidió con insistencia utilizar «violencia respetuosa» para reducir al enfermo. He aquí la cuestión, sin respuesta aparente, de qué es exactamente la violencia respetuosa ante a un hombre que te acaba de morder la nariz.

No obstante, a partir del nuevo año cada vez fue menos necesaria esta «violencia» porque el Rey quedó encamado y cada vez más débil. A partir de la primavera la demencia afectó a su habla, hasta el extremo de que apenas era capaz de articular un discurso desordenado. Los problemas digestivos y respiratorios aceleraron su deterioro en poco tiempo. En julio se describió la aparición de sangre en los esputos.

A esas alturas, su larga ausencia había inquietado al pueblo hasta el punto de que unos versos satíricos corrían furiosos por Madrid: «Si el Rey no tiene cura/ ¿a qué esperáis o qué hacéis?/ Muy presto cumplirá un año/  Que sin ver a vuestro rey/  Os sujetáis a una ley/ Hijo de un continuo engaño».

   El Rey Fernando VI.

Finalmente Fernando murió el 10 de agosto de 1759 a los 46 años. La salud del Monarca había alcanzado niveles críticos para entonces, sobre todo a causa de su desnutrición y sus problemas respiratorios. Su hermano Carlos III, hijo de Isabel de Farnesio, heredó el reino. Era el tercer hijo de Felipe V que reinaba en España.

Bueno, ya lo saben, yo ni quito ni pongo Rey pero ayudo a mi señor…y mi señor serán siempre… ¡La verdad y la Historia! (o la intraHistoria).

PUBLICADO EN: https://elcierredigital.com/investigacion/202208224/fernando-VI-rey-loco-castillo-villaviciosa.html

Autor

REDACCIÓN