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Hoy, la Ideología de los asesinos           

Aunque  hay discrepancias en cuanto al número y la ideología  de los ocupantes que subieron en la camioneta número 17, hoy se puede asegurar que aquella noche iban 17 personas, de las cuales 15 eran socialistas y una comunista. Lo hicieron las siguientes:

– Fernando Condés: Fernando Condés había nacido en la provincia de Pontevedra, al igual que Calvo Sotelo, aunque era trece años más joven que éste. Hijo de un comandante de infantería, ingresó en la carrera militar a los 16 años y tras salir de la Academia de Toledo pidió destino en África, donde participó en numerosas acciones militares. Allí tuvo ocasión de conocer «al que se convertiría en su más fiel camarada», el teniente Castillo. Una vez pacificada la zona, Condés pidió en 1928 el ingreso en la Guardia Civil, y tras pasar por Cifuentes, Guadalajara, Barcelona y Oviedo, fue destinado al parque automovilístico de Madrid. En los círculos socialistas de la capital tuvo ocasión de coincidir de nuevo con Castillo, por aquel entonces teniente del Grupo de Asalto de Pontejos. Como se sabe tuvo una destacada participación en los preparativos para la revolución de octubre del 34, pues Margarita Nelken le presentó al dirigente ugetista Amaro del Rosal. También entró en relación con Largo Caballero, que «le llegó a otorgar una total confianza» . Su misión en la revuelta era ocupar el Parque de Automovilismo de la Guardia Civil primero, y el Ministerio de la Gobernación después, para lo cual contaría con el apoyo de Castillo y sus hombres. Aunque el proyecto no llegó a realizarse, ambos fueron sometidos al correspondiente Consejo de Guerra. Amnistiado tras el triunfo del Frente Popular, Condés fue ascendido a capitán y dejado en situación de disponible. Condés se dedicó entonces a la instrucción de La Motorizada, unidad de acción de las juventudes socialistas madrileñas que actuaba como escolta de Indalecio Prieto.  Según el testimonio de uno de los miembros de La Motorizada, Casto de las Heras, Condés era «una gran persona y un gran socialista».

– Luis Cuenca Estevas: También gallego, aunque de La Coruña, Luis Cuenca, hijo de un ingeniero industrial y nieto de un general de la Guardia Civil, hubo de marchar en su juventud a Cuba debido a «reveses de fortuna». Allí estuvo envuelto en diversos disturbios estudiantiles, y se afirmaba había sido guardaespaldas del dictador Camacho, por lo que se le apodaba indistintamente el Cubano y el Pistolero. En 1932 ingresó en las Juventudes Socialistas. «Era bajo, grueso, muy ancho de hombros, con pómulos abultados y de expresión agradable», como recordaba en 1939 Aniceto Castro, a quien se lo habían presentado días antes del 12 de julio «como escolta de Indalecio Prieto». «Tenía fama de pistolero de acción contra los fascistas», y entre sus compañeros se le atribuía el asesinato de Matías Montero y Juan de Dios Rodríguez. Ello no le impedía disfrutar de la confianza de Prieto, a quien protegió eficazmente en el mitin de Écija, cuando los caballeristas le obligaron a tiros a abandonar la población. Según la declaración de su hermano Luis en la Causa General, era íntimo amigo de Castillo y también del presidente de la Juventudes Socialistas, Enrique Puente. Fue el autor de los dos disparos mortales.

– Federico Coello: Médico afiliado a la Juventud Socialista de Madrid y a la FUE, huyó a Francia tras el fracaso de la revolución de Octubre. Incondicional de Largo Caballero (además de novio de su hija Carmen). «Hombre de acción que no vacilaba ante la necesidad de utilizar a veces la pistola.» Amigo de Enrique Puente. «Acostumbraba a ir en automóvil, dando escolta a Indalecio Prieto.»

– Francisco Ordóñez: Amigo de Coello que al igual que él había pertenecido a la junta directiva de la FUE. En 1934 se afilió a la Juventudes Socialistas, y participó activamente en la reorganización de sus milicias tras la amnistía de febrero de 1936.

– Santiago Garcés Arroyo: «Estatura regular. Era amigo del presidente de las Juventudes Socialistas, Enrique Puente, y actuaba como escolta de Indalecio Prieto, al que solía seguir en automóvil.»  Garcés, preguntado en su día por Gibson, manifestó que se había subido a la camioneta porque era amigo de Condés, a quien había conocido cuando la revolución de Octubre.

– José del  Rey Hernández: Miembro de las Juventudes Socialistas desde 1931, ingresó en la Guardia de Asalto en 1932. Participó en los preparativos para la revolución de 1934 a las órdenes del teniente Máximo Moreno, por lo que fue condenado a seis años y un día, y amnistiado tras el triunfo del Frente Popular, siendo destinado al servicio de vigilancias políticas. Tras servir durante un mes de escolta del diputado conservador Gregorio Arranz, pasó a desempeñar las mismas tareas con Margarita Nelken, de quien era muy muy amigo. 

– Máximo Moreno: oficial del ejército y servicios en el cuerpo de Regulares en África antes de pasar a la Guardia de Asalto. Republicano convencido. Participante en la sublevación de octubre por la que fue a la cárcel Amigo de Indalecio Prieto y Margarita Nelken.

– Tomás Pérez: Cabo de Asalto del cuartel de Pontejos. De las Juventudes Socialistas. Es el que limpia después la sangre de la camioneta.

– Aniceto Castro: Guardia de Asalto del cuartel de Pontejos. Miembro de «La Motorizada» de Prieto

Antonio San Miguel Fernández: Guardia de Asalto del cuartel de Pontejos. UGT. 

– Bienvenido Pérez Rojo: Guardia de Asalto del cuartel de Pontejos. PSOE.

– Ricardo Cruz Cousillos: Guardia de Asalto del cuartel de Pontejos. PC. 

– Orencio Bayo: Guardia de Asalto destinado al parque móvil. Conductor de la camioneta número 17.PSOE.

— Amalio Martínez. Guardia de Asalto. Juventudes Socialistas Unificadas

—Esteban Seco: Guardia Civil. de La Motorizada de Prieto

—  Federico Coello:  Guardia de Asalto.  Juventudes Socialistas Unificadas. 

 

( 15, como se ve, militantes o simpatizantes socialistas de las «JS»,  o del PSOE y de la UGT y otro del PC.)

      Y también tuvieron que ir a declarar después el Teniente Coronel Sánchez Plaza y el comandante Ricardo Burillo, los jefes esa noche de los Guardias de Asalto de Pontejos.

   

A estos nombres hay que añadir el de un guardia del escuadrón de Seguridad que servía de asistente a un hermano del teniente Barbeta; el de varios guardias de Vigilancias Políticas, cuyos nombres tan sólo proporciona Del Rey y que modifica en sus diversas declaraciones (Ángel Casas, Vidal, Esteban Seco, José Suárez, Amalio Martínez Cano), y el de algún otro Asalto de Pontejos (Lavarga, Robles Rechina, Moisés Crespo). En cualquier caso, el número de quienes partieron en la camioneta, que tenía una capacidad de veintidós plazas, no debió exceder de dieciséis

«Yo iba en la camioneta número 17»

De lo ocurrido a partir del momento en que Calvo Sotelo entra en la camioneta hay tantas versiones como personas iban en la misma. Quizás la más fidedigna sea la del también guardia de asalto y miembro de «La Motorizada» de Prieto, Aniceto Castro Piñeiro, que se sentó al lado del detenido: El guardia Castro Piñeiro, no tiene que esforzarse mucho para recordar datos. En su imaginación están vivas las escenas de aquel gran crimen, y contesta con rapidez a nuestras preguntas.

· ¿Tú estabas de guardia la noche que fue asesinado don José Calvo Sotelo? 

Sí. Entre a las diez de la noche del 12 de julio, en el cuartel de Pontejos.

· ¿Quién era el jefe de la guardia?

Estaba de jefe de la fuerza el comandante Murillo.

· ¿Quiénes más recuerdas?

El teniente Andrés León Lupiol; los cabos Mario García y Francisco Condés; el guardia José Rey…

· ¿De qué se hablaba en el cuartel?

Aquel mismo día había ocurrido la muerte del teniente Castillo, y no se hablaba de otra cosa., Y estando así el ambiente llegó vestido de paisano, el capitán Condes, de la Guardia Civil. Estad tranquilos – nos dijo; tranquilos y preparados, porque el Gobierno está dispuesto a que no quede esto así.

· ¿Había entre los paisanos que fueron aquella noche al cuartel algunos conocidos?

Sí. Varios pistoleros que desde hacía tiempo formaban la escolta particular de los políticos de izquierda. Entre ellos uno que lo había sido de Indalecio Prieto.· ¿Cómo se llamaba? No lo sé. Tenía unos 30 años.(era Cuenca, por coincidencias) No era guardia, pero le habían dado un carnet de Asalto. Iba mucho a un bar de la calle de Peligros, donde yo le conocí. Cuando se hablaba de las gentes de derechas, solía decir: «Lo que hace falta es darle gusto al dedo». Un compañero, hablando de él, me dijo: «Si hubiera muchos con éste, se habrían acabado ya los fascistas». Cuando este individuo llegó al cuartel iba con un humor endiablado. ¿Está el capitán Cortes? –preguntó Sí. ¿Quieres que le avise? No hace falta.

A las doce y media de la noche, el teniente Lupiol llamó al guardia José Rey y le dio un papel que era una orden. La leyó, advirtiendo alguno –Me parece que esta noche vamos a tener caza. Creímos al principio que se trataba de detenciones como represalia por la muerte del teniente Castillo; pero pronto vimos que algo mas grave se preparaba.. José Rey, que había sido pistolero y se jactaba de haber tomado parte en más de un suceso sangriento, cuchicheó con varios paisanos. Vamos  a casa de Calvo Sotelo· ¿Qué hora sería?

A las dos menos 10 de la madrugada, ya del día 13 de julio, el chofer de la camioneta número 17, que era un guardia, dijo que se hallaba dispuesta. A las dos en punto subieron el capitán Condés vestido de paisano y el teniente Lupiol, y después lo hicimos los cabos Mariano García, Francisco Condé y yo. Además iban  nueve o diez paisanos, entre ellos el individuo de la escolta de Prieto 

· ¿Os dijeron algo? Nada. No creo que en todo el trayecto hasta el domicilio del señor Calvo Sotelo, se pronunciara una sola palabra. ¿Llevabais armas? Llevábamos pistolas. Todos los guardias de aquella Compañía teníamos armas excelentes. Los pistoleros que venían con nosotros las llevaban de repetición, aún mejores que las nuestras. 

· ¿Que pasó en la casa del señor Calvo Sotelo?

         (Suspendo esta parte por no repetir)

· ¿Cuanto tardaron en bajar de casa del señor Calvo Sotelo?

Media hora escasa. Bajaron acompañados del señor Calvo Sotelo, quien vestía un traje gris y daba muestras de una absoluta tranquilidad. Suba usted – le ordenaron. Y subió, sentándose en el tercer banco del vehículo. El señor Calvo Sotelo al sentarse dijo: Vamos a ver que es lo que quieren. Luego, antes de arrancar el coche, preguntó: ¿Y el capitán? Aquí estoy –contestó Condé

· ¿En que forma iban sentados?

«En el banco delantero se sentaron el chofer, el Capitán Condés y José del Rey; en el segundo, algunos paisanos y guardias; en el tercero, que era de espaldas a la dirección, no iba nadie; en el cuarto, yo,  el Sr. Calvo Sotelo y el guardia del Escuadrón de Seguridad, y, en el quinto, «el pistolero» [Cuenca] y otros paisanos.

· ¿Qué pasó en el trayecto?

Al llegar a la calle de Alcalá fuimos detenidos por un control que mandaba el teniente Barbeta, quien al ver que éramos de su misma Compañía nos dejó pasar. Seguimos la marcha sin que nadie pronunciara una sola palabra. El detenido sin perder la tranquilidad. El chófer debía tener instrucciones concretas pues seguía un itinerario, sin que nadie le advirtiera nada. Fuimos por las calles de Ayala, Padilla y Juan Bravo. De pronto el pistolero que se había colocado a la espalda del señor Calvo Sotelo, hizo un disparo sobre la cabeza. Fue un ruido seco, que casi se apagó con el ruido del motor. El capitán Condé, el conductor de la camioneta y los que iban en el banco delantero, ni se volvieron siquiera a mirar. Nadie, absolutamente nadie, dijo una palabra. Los efectos del disparo fueron instantáneos. Cayó el señor Calvo Sotelo, desplomándose entre los bancos, mientras la camioneta seguía su camino. Inmediatamente el mismo paisano que había hecho el disparo, se inclinó hacia el suelo, donde se desangraba el diputado, e hizo sobre su cabeza un segundo disparo. El primero lo había hecho en la nunca, de abajo a arriba, sin duda para no alcanzar, disparando horizontalmente, a los que iban delante; el segundo disparo lo hizo de arriba abajo. La muerte del señor Calvo Sotelo, debió de ser instantánea. Mientras se desangraba, el pistolero que lo había asesinado, exclamo: Ya ha caído uno de los de Castillo.

· ¿Dónde seguisteis después del crimen? 

Al Cementerio del Este. El capitán y el guardia Rey descendieron y hablaron con los guardias del Cementerio. Nos mandó luego sacar el cadáver del señor Calvo Sotelo. Estaba encajado entre los asientos de la camioneta y hubo que tirar fuertemente de él, sacándolo del charco de sangre que había formado. ¿Lo llevasteis al Depósito? No. Lo dejamos en el suelo, en los arcos de la entrada. ¿A dónde fuisteis después?

Regresamos al cuartel de Pontejos. El silencio de todos fue cortado por el chófer, que dirigiéndose al capitán Condés dijo: Supongo que nadie me delatará. Condés sonriéndose le respondió: -No te preocupes hombre, no te preocupes, no te pasará nada. José Rey terció en la conversación: El que lo diga es un suicida, pues lo mataremos como a ese perro.

· ¿Qué más pasó?

Cuando llegamos al cuartel de Pontejos, «el pistolero» entró en él, llevando el maletín del Sr. Calvo Sotelo y el comandante Burillo, al verle, le abrazó..Misión cumplida, le dijo. Ambos subieron a la Comandancia, juntamente con el Capitán Condés, José del Rey y otros oficiales. Algo más tarde vimos llegar y subir allí también al Teniente Coronel de Asalto Sánchez Plaza.

Ideología de los «amigos»

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Como puede comprobarse en las biografías o en las declaraciones de los mismos protagonistas del crimen casi todos tenían relaciones, directas o indirectas, por militancia o trabajo, con dirigentes del PSOE. Entre ellos estos:

 

Julián Zugazagoitia. Director de «El socialista». Fue un político, periodista y escritor español, de ideología socialista. Miembro del PSOE desde temprana edad, llegaría a ser uno de sus más destacados miembros. Conocido como «Zuga» en los ambientes políticos, también utilizó los seudónimos de «Fermín» y «Julián Mendieta».

Margarita Nelken.  Fue una escriora, crítica de arte y política española. Obtuvo como miembro del PSOE un escaño de diputada en las tres elecciones generales de la Segunda República. Protegió y escondió en su casa a José del Rio, uno de los participantes en el crimen. Era su guardaespaldas y al parecer su pareja sentimental. También era amiga del capitán Condés y del asesino Luis Cuenca, el guardaespaldas de Prieto. La Nelken, como la llamaban en el Partido, escribiría en «Claridad», el periódico de Largo Caballero. un artículo vitriólico dirigido a los milicianos socialistas en el que, entre otras cosas, decía. «No basta ni debéis limitaros a matar hombres, tenéis que incluir también en «los paseos» a las esposas, a las novias o a las hermanas de los perseguidos».

Juan Simeón Vidarte (Llerena, 8 de mayo de 1902 – México, 29 de octubre…PSOE. Sería  subsecretario del Ministerio de la Gobernación con Negrin y  con Julián Zugazagoitia de (suplente y titular)  y Presidente de la Comisión de Actas y Calidades en la legislatura 1936-1939. Fue el que recibió ya por la mañana al capitán Condés y el que testificó que el guardia civil nada más verle le dijo: «Anoche matamos a Calvo Sotelo. Algo terrible».

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Angel Galarza Gago. Jurista y político español, miembro del Partido Republicano Radical Socialista y luego del ala caballerista del PSOE. Fue Fiscal General del Estado, Director General de Seguridad y Ministro de la Gobernación, ya durante la Guerra Civil. Fue el que como diputado dijo en la sesión del 16 de julio de 1936 tras el famoso discurso de Calvo Sotelo de «las anchas espaldas» estas proféticas palabras: «Pues, pensando en su Señoría encuentro justificado todo, incluso el atentado que le prive de la vida».

Angel Galarza

Indalecio Prieto. Fue uno de los líderes más destacados del Partido Socialista Obrero Español, titular de las carteras ministeriales de Hacienda, Obras Públicas, Marina y Aire y Defensa Nacional durante la Segunda República. Organizador de «La motorizada» y del «SIM» (Servicio de Información Militar). Nombre de la agencia de inteligencia y del servicio de seguridad republicana  durante la Guerra Civil.

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Francisco Largo Caballero. fue un sindicalista y político marxista español, histórico dirigente del Partido Socialista Obrero Español y la Unión General de Trabajadores. Durante la Segunda República Española fue ministro de Trabajo (1931-1933) durante su primer bienio, y presidente del Consejo de Ministros (1936–1937) ya durante la Guerra Civil. Se le llamó «el Lenin español».

El entierro

A las ocho y media de la mañana, Condés se presentó en la sede del PSOE y pidió hablar con algún dirigente del partido, pero al no encontrarse en Madrid ningún líder de relevancia se llamó al diputado Juan Simeón Vidarte. Cuando este llegó, Condés se encontraba pálido, descompuesto, «con los ojos enrojecidos». Ante la pregunta de Vidarte sobre qué pasaba, Condés le espetó: «Algo terrible. Anoche matamos a Calvo Sotelo». Condés añadió que no había sido su intención que el viaje acabase con el asesinato de Calvo Sotelo, sino que sólo pretendía secuestrarle para tenerle como rehén. Vidarte le mostró su repugnancia por el asesinato y su negativa a defenderle como abogado si se diera el caso de que fuese detenido. Ante la pregunta de Condés de si debía entregarse, le dijo que sería mejor que esperase y que buscase un lugar donde ocultarse, si disponía de él.  Luis Cuenca, autor material de los disparos, habló con Julián Zugazagoitia, el editor del diario El Socialista. Zugazagoitia quedó horrorizado por lo que le contó Cuenca y declaró: «Ese atentado es la guerra». Más adelante, Condés lograría hablar con Prieto y tras contarle lo sucedido, le manifestó que estaba pensando en suicidarse, a lo que Prieto le contestó: «Suicidarse –respondió Prieto- sería una estupidez. Van a sobrarle ocasiones de sacrificar heroicamente su vida en la lucha que, de modo ineludible, comenzará pronto, dentro de días o dentro de horas.» Al mediodía del 13 de julio, Cuenca, Condés y otros de los que iban en la camioneta fueron detenidos por la policía, sin ofrecer resistencia. Al parecer ambos murieron en la Sierra en los primeros días de la guerra.

El 14 de julio tuvo lugar el entierro de Calvo Sotelo. Tanto en la capilla ardiente como durante el sepelio hubo profusión de saludos nacionales y españolistas realizados por los asistentes. En el cementerio, Antonio Goicoechea pronunció un sentido discurso como epitafio a su compañero de partido:

No te ofrecemos que rogaremos a Dios por ti; te pedimos que ruegues tú por nosotros. Ante esa bandera colocada como una cruz sobre tu pecho, ante Dios que nos oye y nos ve, empeñamos solemne juramento de consagrar nuestra vida a una triple labor: imitar tu ejemplo, vengar tu muerte y salvar a España, que todo es uno y lo mismo; porque salvar a España será vengar tu muerte, e imitar tu ejemplo será el camino más seguro para salvar a España.

El vicepresidente y el secretario permanente de las Cortes estuvieron presentes en el cementerio y fueron atacados o abucheados por muchos de los asistentes.45 Tras el entierro, algunos de los congregados trataron de marchar en manifestación hacia el centro de Madrid y, tras haber sido cacheados varias veces por guardias de Asalto, surgieron disturbios entre algunos falangistas y las fuerzas del orden, llegando a haber algunos disparos. Hubo cinco muertos y más de treinta heridos.

Señores, yo ni quito ni pongo Rey, pero ayudo a mi señor… y mi señor será, siempre,  la VERDAD y la HISTORIA ( o la Intrahistoria).

                                                          Julio MERINO

        Periodista y Miembro de la Real Academia de Córdoba

Mañana: La reacción del Bloque Nacional y el último discurso de  Gil Robles.

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