08/05/2024 16:19

En su obra “El retrato de Dorian Gray” el escritor irlandés Oscar Wilde narra de forma magistral el proceso de degeneración moral de un joven acomodado de vida licenciosa, obsesionado con la búsqueda del placer, con independencia del sufrimiento que su hedonista proceder pudiera provocar. Para mostrarnos como el alma del joven se va degradando progresivamente en correspondencia con las atrocidades que va cometiendo, el autor se sirve de un retrato del propio Dorian que presenta la sorprendente peculiaridad de ir desfigurándose paulatinamente, reflejando de esta forma el deterioro espiritual sufrido por el joven como consecuencia de su perversa manera de conducirse en la vida.

Obviamente, si alguien se ajusta psicológicamente a este degenerado personaje de ficción ese no es otro que Pedro Sánchez, ya que a desde su llegada a la política ha demostrado de forma fehaciente que todos y cada uno de sus actos están determinados por la patológica obsesión de poder que padece. Así, el psicópata monclovita a lo largo de su periplo presidencial no ha hecho otra cosa que mostrar, de manera permanente y sin ningún tipo de escrúpulo, un rosario de actitudes y comportamientos que entran de lleno en el terreno de la inmoralidad más absoluta, lo cual viene a poner de manifiesto su completa carencia de principios éticos. Así, P. Sánchez ha demostrado por activa y por pasiva ser un individuo que incumple sistemáticamente los compromisos adquiridos, que no siente el menor malestar ante las penurias que azotan a buena parte de la ciudadanía como consecuencia directa de su acción de gobierno, que cosifica a las personas al considerarlas maquiavélicamente simples medios para alcanzar sus fines y, finalmente, que no le tiembla el pulso a la hora de traicionar a sus electores, a su formación política y a su nación, todo ello en aras de satisfacer las exigentes demandas de su desmesurado ego.

En su camino al averno son numerosas las tropelías cometidas por P. Sánchez, pero quizás las más relevante, por la carga de profundidad que lleva consigo, ha sido la reconstrucción del Frente Popular para convertirlo en la piedra angular de su proyecto político. Así, tras su llegada al poder P. Sánchez se dio cuenta de su incapacidad para ganarse el apoyo mayoritario de la ciudadanía, por lo que comprendió que si quería seguir al frente del Gobierno debía conseguir la adhesión de comunistas e independentistas. En consecuencia, el psicópata monclovita más pronto que tarde desechó desarrollar un proyecto político genuinamente socialista, orientando sus esfuerzos a concretar los términos del acuerdo con las distintas formaciones del arco parlamentario que le resultaban necesarias para seguir instalado en el Palacio de la Moncloa. En consecuencia, P. Sánchez ha conseguido desnaturalizar y envilecer al PSOE hasta convertirlo, como señala Arturo Pérez-Reverte, en “la banda de Sánchez, una amalgama de políticos sin valores ni principios, asquerosamente pragmáticos y adictos al botín del poder”. Igualmente, el bloque comunista, más preocupado por los sillones, las prebendas y las sinecuras qué por las conquistas sociales, se ha mostrado como un dócil rebaño de reses ovinas fácilmente manejable. De esta forma, con los socialistas y comunistas bajo control, a P. Sánchez tan solo le restaba conseguir el apoyo parlamentario del entramado independentista, mostrándonos en el curso de las negociaciones que su indigencia moral solo es comparable en magnitud a su capacidad de sumisión, ya que finalmente ha terminado por aceptar en todos sus términos las demandas separatistas, a pesar de que todas ellas sobrepasan con creces no solo el marco constitucional vigente, sino también los límites de lo razonable. Así, las negociaciones entre P. Sánchez y Junts han culminado con la concreción de una ley de amnistía integral que básicamente supone la abolición del Estado de Derecho y la eliminación del principio de igualdad entre españoles, la cual, para más inri, tan solo constituye la antesala de la celebración de un referéndum de autodeterminación que tiene como finalidad la destrucción de la nación española en aras de satisfacer los delirios secesionistas de catalanes y vascos.

En este punto es necesario señalar que, como ya dijo el filósofo griego Aristóteles, “el hombre es un ser social”, de tal forma que su desarrollo personal no solo viene condicionado por influencias de índole biológico, sino también por cuestiones de orden social. Así, con la familia como núcleo social primordial, los seres humanos en etapas pretéritas unieron sus vidas al clan y posteriormente a la tribu, para finalmente, después de muchos siglos de proceso civilizador, adquirir el sentido de pertenencia a la nación, la cual no es otra cosa que el entrañable terruño que nos vio nacer o nos acogió, para acto seguido proporcionarnos el caudal histórico que nos une al pasado, nos afianza en el presente y nos proyecta hacia el futuro. Surge así el sentimiento patriótico como pilar fundamental de la vida en comunidad y como condición esencial de la cohesión social y la solidaridad ciudadana. Por todo ello, el patriotismo no debe entenderse solo y específicamente como un fenómeno histórico, político y social, ya que también presenta una dimensión psicológica que determina en buena medida nuestra propia cosmovisión y nuestro propio “ethos” cultural, reflejándose por ello en las respuestas cognitivo-emocionales-conductuales que damos ante la incesante cadena de acontecimientos y circunstancias que inevitablemente forman parte de la vida de personas y pueblos.

Pues bien, a pesar de conocer de antemano que todas las peticiones de comunistas e independentistas habrían de tener como mínimo común denominador un antipatriotismo a ultranza derivado de siglos de resentimiento, P. Sánchez ha entregado el poder a este entramado antiespañol sin ofrecer resistencia alguna, poniendo así en riesgo la propia supervivencia de la nación española.

Para encontrar un acto de antipatriotismo tan descomunal debemos retrotraernos al año 711, en plena Edad Media, cuando el conde Don Julián, gobernador de Ceuta, traicionó al rey visigodo Don Rodrigo, proporcionando al general bereber Tariq ben Ziyad las embarcaciones necesarias para transportar a 1.700 guerreros bereberes procedentes de Tánger a través del Estrecho, los cuales habrían de vencer a las tropas visigodas en la Batalla de Guadalete, iniciándose así la invasión musulmana de la península ibérica.

En consecuencia, dado el descenso a los infiernos del antipatriotismo seguido por P. Sánchez, solo cabe concluir que el psicópata monclovita está moralmente incapacitado para ejercer las funciones de presidente de la nación española, algo que el rey Felipe VI debería saber interpretar adecuadamente, para así no verse en el brete de tener que repetir las andanzas de su bisabuelo el rey Alfonso XIII, el cual, después de la celebración de las elecciones generales de 1931, tuvo a bien ceder al ilegítimo ímpetu del rojerío patrio, abandonando cobardemente España camino de Marsella, para finalmente morir en Roma tan solo unos pocos años después.

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Dejo dicho el escritor irlandés Jonathan Swift que “La ambición suele llevar a las personas a ejecutar los menesteres más viles. Por eso, para trepar, se adopta la misma postura que para arrastrarse” y si algo resulta evidente en la España actual es que al frente del Gobierno español se encuentra un individuo como P. Sánchez que, al igual que las serpientes, es capaz de arrastrarse por los albañales más pestilentes y traicionar a su propia nación con tal de ver cumplidos su diabólicos deseos. Es costumbre ancestral en España cortar la cabeza de las serpientes que amenazan el hogar y ciertamente ahora nos encontramos ante un monstruo de tres cabezas que amenaza a la nación española y al que tarde o temprano habremos de enfrentarnos, no debiendo por ello olvidar ese poso de sabiduría que se ha ido trasmitiendo de generación en generación hasta nuestros días. Es la hora de los patriotas.

Autor

Rafael García Alonso
Rafael García Alonso
Rafael García Alonso.

Doctor en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid, Especialista en Medicina Preventiva, Máster en Salud Pública y Máster en Psicología Médica.
Ha trabajado como Técnico de Salud Pública responsable de Programas y Cartera de Servicios en el ámbito de la Medicina Familiar y Comunitaria, llegando a desarrollar funciones de Asesor Técnico de la Subdirección General de Atención Primaria del Insalud. Actualmente desempeña labores asistenciales como Médico de Urgencias en el Servicio de Salud de la Comunidad de Madrid.
Ha impartido cursos de postgrado en relación con técnicas de investigación en la Escuela Nacional de Sanidad.
Autor del libro “Las Huellas de la evolución. Una historia en el límite del caos” y coautor del libro “Evaluación de Programas Sociales”, también ha publicado numerosos artículos de investigación clínica y planificación sanitaria en revistas de ámbito nacional e internacional.
Comenzó su andadura en El Correo de España y sigue haciéndolo en ÑTV España para defender la unidad de España y el Estado de Derecho ante la amenaza socialcomunista e independentista.
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