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Emanuela Orlandi nació en el interior del estado Vaticano en enero de 1968, siendo hija de Ercole, un funcionario de la Prefectura de la Casa Pontificia, encargado de la agenda y correspondencia de Juan Pablo II. Emanuela, cuya familia había servido a 7 papas, fue vista por última vez el 22 de junio de 1983, a sus 15 años. Víctima de chantaje e instrumento de presión sobre el Vaticano, no se sabe aún, 40 años después, donde reposan sus restos. Tal vez en el cementerio alemán teutónico, junto a la basílica de San Pedro. Fue secuestrada por la mafia romana de la Magliana, con a la cabeza: Enrico de Pedis, alias “Renatino”(miembro del Opus Dei y de la logia masónica Propaganda Due P2) enterrado como verdadero santo entre cardenales en La Basílica di San Apollinare. De Pedís trabajaba bajo las órdenes de la nobleza negra italiana (Casa Massimo, Casa de Saboya, los Sforza, los Visconti) y, en el interior del Vaticano: del Cardenal Agostino Casaroli. En realidad participaron en este caso, El Ganglio, la mafia siciliana (corleoneses) e italo-estadounidense. La causa del secuestro fue la intención de recuperar la ingente cantidad de dinero perdido por la quiebra del banco Ambrosiano o banco «de los curas». Roberto Calvi, presidente del banco y tesorero de la P2 fue encontrado en 1982, a orillas del Támesis en Londres, con piedras en los bolsillos, colgado del puente Blackfriars “frailes negros”. La Magliana ingresaba su dinero en el Instituto para las Obras de Religión (IOR) a través de la banca Ambrosiana. Ese dinero negro sirvio para que Juan Pablo II financiara el sindicato Solidarnosc (de Lech Wallesa) para abrir brecha en el bloque soviético y luchar contra el comunismo en el marco de la Operación de inteligencia y contrainteligencia paramilitar Gladio (OTAN), en sintonía con la administracion de Ronald Reagan. La Gladio italiana era el mismo “Stay Behind” que existía en Europa occidental. El arzobispo Paul Casimir Marcinkus (antiguo guardaespaldas de Pablo VI), entonces presidente del IOR, apoyaba al Pontifice en su politica exterior y estuvo vinculado con el asesinato de Juan Pablo I que habia desaprobado el manejo de las finanzas del Vaticano, decidiendo la destitución de Marcinkus.
Estas operaciones de la P2 estaban bajo la obediencia de la CIA, el MI6 y la masonería inglesa (la Gran Logia Madre de Londres). La coalición Karol Wojtyla-Ronald Reagan conto con la colaboración del general Vernon Walters, que puso a sus colaboradores en las cloacas del estado italiano en la cruzada anticomunista durante su “estrategia de tensión”. Wojtyla fue introducido en los círculos del poder a través del cardenal de Filadelfia, Krol, y del político Brzezinski (ambos polacos) con quien se carteaba a menudo. En lo referente a Ali Agca, no intentó matar al Papa sino tan sólo herirlo para mandarle un aviso (curiosamente, ese mismo año 1981, Ronald Reagan sufría un atentado muy similar a manos de otro aparente perturbado). Ali estaba vinculado a la cúpula de la masonería inglesa y estadounidense y a las sectas integristas inspiradas en el culto de Fátima (13 de mayo 1981). El secuestro de Emanuela sirvió, dos años después de nuevo aviso para el Papa.
Emanuela fue llevada, en agosto de 1983 al norte de Italia, en Bolzano donde varios testigos la vieron y donde el barón Rudolf Von Teuffenbach participó en su cautividad. Otra vez la nobleza haciendo de las suyas. Al parecer, existe todo un dossier sobre el caso Orlandi conservado en la caja fuerte de la sede central del Banco Santander de Madrid.
Un mes antes de la desaparición de Emanuela, el 7 de mayo de 1983, la Magliana secuestró a Mirella Gregori, de 15 años también, en Roma. Recibió, así como Emanuela una oferta de trabajo sobre distribución de cosméticos para desfiles de moda. Reivindicó el secuestro el mismo telefonista “El Americano” del caso Orlandi.
Se puede añadir a una tercera víctima: el 20 de diciembre de 1983, un niño uruguayo (12 años) José Garramón, hijo de un funcionario de la ONU, previamente secuestrado fue atropellado en el pinar de Castel Porziano por el furgón de Marco Fassoni Accetti, peón de la masonería y miembro del Ganglio, célula de poder dentro del Vaticano. El Padre de Marco: Aldo Acccetti estuvo vinculado con la P2 a través del príncipe Alliata de Montereale (nobleza negra). José fue víctima de la Operación Gladio y más precisamente del Plan Cóndor durante la guerra fría que promovía las dictaduras militares en América del Sur, con el fin de suprimir y reprimir a sectores políticos democráticos (de izquierda), aliándose con las fuerzas policiales secretas. Los padres de José eran de izquierda y denunciaban las numerosas desapariciones y persecuciones a opositores. La Propaganda Due con su jefe Licio Gelli (cercano a la CIA y la SS pues ayudo a huir a oficiales nazis a America del Sur) estuvo detrás del asesinato del niño, cuyos abuelos vivían en Montevideo, a pocos metros de la villa de Licio Gelli. Durante el verano europeo, la familia había viajado a Uruguay, solo 3 meses antes de la muerte de José. Un día, jugando a ser detectives, ingresaron al jardín de la casa de Gelli con una máquina fotográfica. Fueron descubiertos por el personal de seguridad y escaparon corriendo.
Pues bien, el 2 de febrero de 1990, siete sicarios acribillaron a Renatino a balazos en la Vía del Pellegrino. Precisamente, en el cumpleaños de José.
En 1968, en algún lugar de los montes Apeninos, 12 hombres vestidos de esmoquin, con sus cabezas cubiertas con capuchas negras, flanqueados por grandes retratos de Hitler, Mussolini y Peron, esperan el inicio de una ceremonia ritual . Entre ellos, el noble Victor Manuel de Saboya (Casa Saboya) . El jefe de los iniciados de estos «frati neri» o monjes negros es el “Rey cobra” o “el Principe de la tiniebla”es decir Licio Gelli que se acercó a los salones vaticanos a través de, entre otros el Cardenal Paolo Bertoli. Gelli fue el el responsable de la matanza de Bolonia en 1980 perpetuada por sus lobos negros venidos de Bolivia.
Ahora bien, los 3 niños podrían referirse cual clave oculta, a los tres protagonistas de las apariciones de Fátima: Lucia, Jacinta y Francisco, como uso de simbología extrema para presionar, entre otros a Monseñor Hnilica, fanático difusor del mensaje de Fátima y canalizador del dinero enviado al Sindicato Solidarnosc. Que NSJC nos guíe hacia la verdad total y que venga Su Reino de justicia.

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