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Desde hace mucho tiempo, se viene propagando la falsa tesis de que D. Miguel de Unamuno se acercó con simpatía a los planteamientos políticos de la Falange, que compartía parte de la filosofía nacional-sindicalista, y que después del incidente con Millán Astray en la Universidad de Salamanca, Unamuno casi había abrazado ya en plena guerra las ideas falangistas.
Pues bien, desde la «Memoria Azul» siempre hemos querido salvaguardar la verdadera y auténtica Historia de la Falange y de los hombres y mujeres que militaron o se relacionaron de una u otra forma con ella, rescatando figuras olvidadas y sobre todo, denunciando falsedades y mentiras, y hoy nos toca por justicia histórica, desmontar el «mito falso» del supuesto acercamiento de Unamuno a José Antonio y a la Falange.
Parte del mito tiene su origen en el hecho cierto de que D. Miguel, después de entrevistarse en su domicilio particular con José Antonio, le acompañara y asistiera al Mitin de Falange que se realizó en el Teatro Bretón de Salamanca el 10 de febrero de 1935, y al acabar el mismo, compartiera mesa y mantel con José Antonio y distintos dirigentes falangistas en el comedor del Gran Hotel.
Pero salvo ese encuentro, del que luego se arrepintió, Unamuno tanto en privado como en público rechazó siempre a las primitivas JONS de Ramiro y después a la Falange de José Antonio, incluso llegando al insulto.
Sí amigos, Unamuno no solo criticaba a la Falange, sino que también aprovechaba sus artículos en prensa para lanzar insultos contra la misma.
Así vemos que el 1 de noviembre de 1933, Unamuno publica en el diario «Ahora» un artículo durísimo contra las JONS de Ramiro Ledesma. Del citado artículo titulado «LA I.O.N.S.» (sustituyó la J inicial correspondiente a la palabra «Juntas» por la «I» de «Infantilidad»).
En dicho artículo, Unamuno daba un repaso a las tendencias políticas en boga, al referirse al fascismo lo titula como «Fajismo», del cual manifiesta lo siguiente:
«Pero aquí empieza a predicarse una violencia no juvenil sino pueril, una violencia de rabieta vocinglera, de chiquillos …»
«Cuando llegaron a nuestras manos algunos escritos de la JONS, de una infantilidad aterradora, de una vaciedad que podríamos llamar maciza si no implicara esto contradicción; de una palabrería huera, nos dio pena ello. Y nos dio pena porque no es sino infantilidad. Creímos que JONS quería decir Juventud Ofensiva Nacional Sindicalista y lo cambiamos en «IONS», o sea, infancia, etc. Después supimos que la J quería decir Junta, o Jonta como las de los moros. Y temimos que esa ofensiva de retrasados mentales, de hombres -algunos de ellos adultos- en la menor edad mental. Temimos por las travesuras de esos «balillas», estanislaos o boy scouts. Deportismo de chiquillos que juegan a la violencia, con camisas negras o azules o pardas.
Temimos por las chiquilladas de los mozalbetes que al entrar en el retozo preguntan ¿qué es lo que hay que gritar?»
«De modo que al llamarles retrasados no les quise llamar retrógrados en susodicho sentido, ni reaccionarios ni cavernícolas, sino lisa y llanamente … inocentes. O si se quiere, mentecatos, porque lo de inocentes no les cuadra bien.»
«Nos hemos tropezado con una IONS, con I, es decir, con una infancia mental se entiende ofensiva.»
Lo anterior es lo que pensaba Unamuno de las JONS de Ramiro Ledesma en noviembre de 1933, más claro agua.
Tiempo después, concretamente en febrero de 1935, es cuando Unamuno asiste en compañía de José Antonio y otros dirigentes falangistas al mitin del Teatro Bretón en Salamanca, para luego comer con la plana mayor de la Falange.
En marzo de 1935, y ante el escándalo provocado por la asistencia de Unamuno al mitin falangista, que se traduce en multitud de artículos periodísticos en donde se refiere la presencia de Unamuno en una platea del Teatro Bretón en el mitin de Falange, incluso en alguna de las notas de prensa se le llega a tachar de falangista, Unamuno vuelve a escribir en el periódico «Ahora» otro artículo titulado «OTRA VEZ CON LA JUVENTUD», del que entresacamos lo siguiente:
«Pude hace poco observar en una reunión a que se me invitó y acudí ¿por qué no? lo que aprovecharon sus monitores para arteramente echar a volar una especie que se apresuraron a telegrafiar, con canallesco alborozo, hasta América».
En dicho artículo se criticaba frontalmente las tesis falangistas sobre el imperio y destino de los jóvenes españoles, llamados por la Falange para hacer la revolución nacional.
También la prensa de derechas se hacía eco de la asistencia de Unamuno al mitin falangista, y en el periódico «La Época» del 13 de febrero, en un artículo titulado «EL «FAJISMO» Y UNAMUNO», se criticaba mucho más a José Antonio por invitar a Unamuno, que a este por aceptar la invitación, las derechas como siempre al lado de José Antonio, (espero que se me entienda la ironía).
Pero la prensa nacional e incluso internacional seguía escribiendo sobre la presencia de Unamuno en el mitin falangista, y por eso ya en diciembre de 1935, D. Miguel vuelve a escribir en el diario «Ahora» un artículo reculando de su apoyo presencial en el tantas veces citado mitin del Teatro de Salamanca.
En dicho artículo, Unamuno manifiesta:
A la vista de un periódico de Falange, D. Miguel escribe: «Después de esto se ve claro que esta juventud de Falange Española, la del yugo, no ha de hacer locuras, sino tonterías o mentecatadas, que es muy otra cosa. Necedades futuristas».
«Hay una virilidad mental, y es cosa terrible, cuando antes de llegar a ella, a la pubertad intelectual siquiera, se pretenden engendrar convicciones políticas o patrióticas. ¡Cuánto mejor harían en leer el «Juanito!».
«¡Ah, como estas juventudes llegasen a domeñar y manejar a sus mayores! Porque se prepararía y entrenaría la mayor gangrena civil de la gobernación de un pueblo, que no es la inmoralidad, sino la imbecilidad. Por muy tontos y cobardes que seamos los viejos de hoy en España, nada tenemos que aprender de esos mentecatos.»
«Que se fajen los del fajo, que se unzan los del yugo, que se aporreen disciplinándose los de la porra; pero por Dios santo, que no estén aporreando la virilidad mental de la patria, que no estén entonteciendo a esta generación».
Podríamos seguir trascribiendo las insultantes opiniones que tenía Unamuno sobre la Falange y sus muchachos, pero creemos honestamente que basta con lo reseñado para comprender que D. Miguel de Unamuno nada tenía que ver ideológicamente con los postulados falangistas, ni con la ideología nacional-sindicalista, y mucho menos sintió simpatía alguna por la Falange o sus Jefes.
Distinto es, que a la hora de su muerte, el último día de 1936, la entonces ya Falange campamental de Salamanca, intentara conseguir réditos políticos llevando en sus hombros el ataúd con el cadáver de D. Miguel.
Se podrá estar de acuerdo o no con las tesis de D. Miguel de Unamuno, al que reconocemos su gran talla intelectual, se le podrá catalogar como uno de los autores más importantes de la historia española del siglo XX, pero lo que no se puede seguir manteniendo es el falso mito del acercamiento y simpatía de Unamuno por la Falange o por José Antonio.
Así fue la historia y así os la contamos.
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