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En medio de la campaña electoral en Castilla y León y en esta semana que acaba, aún resuena el ruido de la aprobación de la reforma laboral en el Congreso, dónde, según la Constitución española en su Título preliminar, artículo 1, dice que “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado” y uno de ellos son “las Cortes Generales que representan al pueblo español y están formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado”. Si analizamos lo visto la semana pasada, lo más factible es que los españoles estén carentes de representación y soberanía.
Últimamente los fines de semana en Madrid son el ejemplo de que el multiculturalismo se impone en la sociedad a golpe de machete. Siete apuñalamientos con dos muertos perpetrados por las llamadas “bandas latinas” que son en realidad organizaciones criminales integradas por asesinos que en su inmensa mayoría son extranjeros. En los rótulos de los telediarios se las llama “bandas juveniles”, un eufemismo hipócrita que dulcifica al crimen organizado como si de adolescentes de West Side Story se tratase,
Entre la laxitud de las leyes y la inoperancia de las fuerzas del orden por activa o por pasiva, la izquierda ha propuesto potenciar lenguas como el árabe, el bengalí y el wólof senegalés en Madrid y rotular la cartelería de los centros municipales en esos idiomas por ser los de las comunidades “migrantes más numerosas, al que aportan una significativa riqueza y diversidad cultural”. La violencia y la inseguridad ciudadana, la anomia, el remplazo cultural y poblacional llevan a España a ser la vanguardia buenista de los objetivos de la Agenda globalista.
Una nota digamos de color fue que “se coló un negacionista en el Congreso”. Hablamos de la comparecencia del profesor emérito de Farmacología Joan-Ramon Laporte en la Comisión de Investigación sobre la gestión de las vacunas contra el COVID y el plan de vacunación, a la que fue invitado por el PSOE y Podemos.
YouTube ya ha retirado el vídeo de la polémica porque “infringía las normas de la comunidad”. Siempre es bueno tener en cuenta que a veces el tiro puede salir por la culata…
Hemos visto nuevamente en escena a la vicepresidenta comunista del Reino de España -sí, comunista y del Reino de España, aunque sea un oxímoron- y ministra de trabajo, aumentando graciosamente el salario mínimo interprofesional hasta los 1000 euros con el aplauso, apoyo, sonrisas, besos y abrazos de los sindicatos subvencionados por el Estado.
Ellos, gobierno y sindicatos son ahora los del acuerdo y el dialogo social excluyendo a la tercera pata, los empresarios. La inefable Yolanda nos regaló otra frase memorable como “No hacemos más que recibir parabienes de todos los actores sociales del mundo” … Sí, del mundo mundial como su liderazgo encabezando el paro en Europa en términos totales con el 13% además del más alto, entre jóvenes y mujeres. Como también afirmó, su éxito, un hito histórico, “No es teología es ciencia”. Materialismo dialéctico, comunismo de Vogue y muchos colorines en las solapas.
El presidente del Gobierno ha asegurado también que “la estabilidad del Gobierno está garantizada” y que “la “salud del Gobierno de coalición está blindada”, advirtiendo que si Vox entra en la Comunidad autónoma de Castilla y León con el PP para gobernar “sería un deterioro y debilitamiento clarísimo” de los pilares del Estado del Bienestar. Afirmó también que “Estaríamos hablando de un paso inédito en la política europea” y que haría todo lo posible y necesario para evitar semejante catástrofe.
Mientras conocemos la noticia de que la Guardia Civil accedió a mensajes intercambiados entre el entorno de los etarras encarcelados y el Gobierno de Sánchez, Unidas Podemos quiere aplicar un impuesto -uno más- esta vez a los alimentos “nocivos” para recaudar como mínimos 800 millones de euros más para el sostén de las políticas sostenibles y resilientes por el bien de la salud ciudadana.
Para finalizar la semana, España ha pasado de ser una “democracia plena” a una “democracia deficiente” según el estudio publicado por The Economist. “Los resultados reflejan el impacto negativo de la pandemia en la democracia y en la libertad en el mundo por segundo año consecutivo, con la extensión considerable del poder del Estado y la erosión de las libertades individuales», según el informe.
Eso sí, lo grave es el avance de la ultraderecha y que Vox tenga peso en las instituciones que, según la Constitución, España “es un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.
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