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Mientras sangra todavía la gran injusticia con los acusados del caso Blanquerna, por un leve incidente, el prófugo Puigdemont está a punto de reírse de todos los españoles, gracias a Sánchez, sin duda uno de los peores gobernantes de la historia de España. El cobarde que salió huyendo como una rata en el maletero del coche y que ha paseado su desvergüenza por Europa, está a punto de volver a España a vivir del cuento con un sueldo muy elevado por el cargo que ocupó.
Es conocido por todos el siniestro pasado del abogado del expresidente de la Generalitat Carlos Puigdemont, Gonzalo Boye, En 1996 fue condenado por la Audiencia Nacional a 14 años de prisión por colaborar con ETA en el secuestro del industrial Emiliano Revilla y y actualmente se encuentra acusado de blanquear capitales para el narcotraficante Sito Miñanco.
Boye ha afirmado con su habitual desfachatez y una convicción sospechosa que prófugo Puigdemont volverá a Cataluña en 2023. Ha aclarado que será justo después de la resolución sobre el suplicatorio al Parlamento europeo, que tendrá lugar previsiblemente a finales de febrero.
Ha rechazado que el magistrado del Tribunal Supremo (TS)Pablo Llarena pueda atribuirle un delito de simples desórdenes públicos evitando vergonzosamente el delito de sedición, cuya supresión del Código Penal ha entrado en vigor este jueves. Llarena se ha visto obligado a quitar el delito de sedición del proceso contra Puigdemont pero lo ha podido mantener por los delitos de desobediencia y malversación, al tiempo que ha dejado sin efecto la euroorden dictada contra el líder separatista.
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A la comparativa entre el caso Blanquerna y el prófugo Puigdemont, podríamos añadir otra entre la prisión preventiva de nueve meses que sufrió en su día Eduardo Zaplana, diagnosticado de leucemia, y el aplazamiento del ingreso en prisión para cumplir condena de José Antonio Griñán, hasta que finalice las sesiones de radioterapia. Estos, entre otros muchos casos, nos podrían hacer pensar que en España la Justicia y el Derecho brillan por su ausencia, a la vez que nos podríamos preguntar: ¿De verdad en nuestro país la justicia es igual para todos?.