12/05/2024 22:30
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Si ayer terminaba mi comentario sobre la «Carta maldita» con estas palabras: «A ESTE PASO ESTE HOMBRE ACABA EN LA CÁRCEL y la Monarquía en el arroyo»  hoy quiero comenzar diciendo: que si todo lo que se ha publicado y se está publicando sobre los «líos económicos» en los que, al parecer, está implicado, se llegase a demostrar judicialmente «JUAN CARLOS I IRÁ A LA CÁRCEL CON TODA SEGURIDAD y la Monarquía actual tendrá que cambiar de familia»… Pero, como esto no es una opinión prefiero que lean ustedes antes algunas de las informaciones que se están publicando.

                       

Aunque debo decir, lo que he dicho más de una vez, o siempre, que yo no soy ni un historiador profesional ni un periodista de investigación directa, que yo he sido y soy, o al menos así me considero, un Divulgador de la Historia y de  aquello que se publica en la prensa, española o mundial. Eso sí, comprobando todo lo que se puede, que lo que reproduzco se ajusta más o menos a la verdad y citando siempre la fuente…. o salvo cuando reproduzco lo que yo he visto con mis ojos o el testimonio es personal, con testigos o sin testigos (Lo que yo hablara con el Rey Juan Carlos, en las tres ocasiones que lo hice, naturalmente, sólo lo puedo contar yo…y lo mismo puedo decir de mis largas conversaciones personales con Don Torcuato Fernández Miranda,  Don Sabino Fernández Campo,  el Honorable Tarradellas y otros ilustres personajes)

                           

Y otra puntualización obligada me viene por la llamada que he tenido de un lector (a quién de entrada le agradezco que me haya leído) sobre la Fuente de la «Carta», ya que según él puede ser falsa. Pues sólo puedo decirle que la «Carta del Rey» está incluida en las «Memorias» del Ex-Primer Ministro  Persa y confidente del Sha Reza Pahlevi, Asadollah Alam, («The Shah and 1: Confidential Royal Court 1966-1974») y reproducida en español por Gregorio Morán en su obra «Adolfo Suárez, ambición y destino», quién, por cierto, añade sobre el tema:

Cuando el dinero iraní no era malo

» Según Gregorio Morán, el sha de Persia «debió quedarse literalmente perplejo ante el desparpajo y la bisoñez del Rey, y si bien respondió afirmativamente a la demanda, tuvo el buen cuidado de no hacerlo por carta». El ministro del sha anotó en sus memorias, tras la reproducción de la misiva del soberano ibérico: «El Sha contestó a esta carta el 4 de julio de 1977. Está cariñosamente redactada, pero muestra una mayor precaución que la del rey de España.»

Años más tarde, en  su libro Adolfo Suárez. Una tragedia griega, el periodista y editor García Abad escribió que «este dinero pedido por Juan Carlos, y generosamente donado por el emperador del Irán, llegó mucho más al palacio de la Zarzuela que al de la Moncloa», y añadía (con una rotundidad de la que ya quisieran gozar algunos raperos): «El episodio hay que inscribirlo con más propiedad en el capítulo de la picaresca real que en el de la historia de UCD».

 

¿Y quién ganó las elecciones? 

Tanto en las elecciones municipales de 1979, como en las generales del mismo año, la UCD de Adolfo Suarez se alzó con la victoria.

En el XXVIII Congreso del PSOE, celebrado en mayo de 1979, la mayoría de los delegados se opuso a la propuesta de la dirección de que para ganar las elecciones era necesario eliminar el marxismo de la definición del partido. El secretario general Felipe González y el resto del comité ejecutivo presentaron la dimisión, aunque en el Congreso Extraordinario celebrado en cuatro meses después, Felipe González fue aclamado por los delegados y la definición marxista del partido se suprimió.

 

Con información de la Wikipedia, The Shah and I: The Confidential Diary of Iran’s Royal Court, 1968-77 de Asadollah Alam y Adolfo Suárez: ambición y destino de Gregorio Morán (Debate, 2009).             

 Y dicho esto les incito a que lean la siguiente información publicada en «Público.es» y firmada por Jaime Noguerra, con el siguiente título:

«EL GRIEGO QUE LE VENDIÓ UN TODOTERRENO AL REY JUAN CARLOS I»             

«El 20 de diciembre de 1973, ETA asesinó al almirante Luis Carrero Blanco, presidente del gobierno franquista de España. El pánico cundió entre los sátrapas de medio mundo, incluyendo a la familia real española, que detectó rápidamente la necesidad de protegerse con vehículos blindados. Afortunadamente para el entonces Príncipe Juan Carlos, el hermano de su esposa Sofía (el ex rey griego Constantino) había conseguido una chamba como vendedor  en de coches a prueba de balas. Unos coches muy especiales, ya que el empresario que los producía, Yanni Alexis Mardas (1942-2017), era un ingeniero electrónico griego apodado «Magic Alex» que había trabajó (o algo) para los Beatles en los años 60. El problema es que los automóviles que debían proteger la vida de los monarcas de España (y parte del extranjero), aunque estaban equipados con cañones de humo, luces azules y televisión, fallaban más que una escopeta de feria.

                         

El Rey Don Juan Carlos con Alexis Mardas

Cambio de negocio

Con el auge del terrorismo en los años 70, Mardas, que al parecer nunca entregó ninguna muestra funcional de sus visionarias ideas tecnologicas, vio un nuevo campo de negocio en proteger la vida de los ricos y famosos. Creó entonces la empresa Alcom Devices, que fue financiada en parte por  el depuesto Shah de Irán, que se había mudado a México y fue uno de los primeros clientes de la misma.

Según contó la veterana New Stateman, a principios de 1974, Mardas ofreció una cara y exclusiva fiesta para el entonces heredero del trono de España príncipe Juan Carlos. El periodista Duncan Campbell,  escribió «fresas salvajes y otras delicias fueron servidas sin tener en cuenta su precio. El cuñado de Constantino, Carlos, estaba visiblemente complacido y pronto llegaron los contratos de España»

Uno de los coches del inminente monarca hispano fue enviado a Inglaterra, a Chobham, donde se pasó un año entero sin que nadie lo tocase, dado que no había personal que supiese realizar los trabajos necesarios para blindarlo. El segundo «contrato español», por valor de entre uno y dos millones de libras esterlinas de la época, permitió a Mardas crear nuevas compañías de seguridad: Alcom Devices Ltd, y Night Vision Systems Ltd (bajo el nombre colectivo de «Project Alcom») en St Albans Mews, cerca de Edgware Road, Londres. Se formó para proporcionar un sofisticado sistema de comunicaciones a Juan Carlos de Borbón, para que pudiera estar en contacto constante con los servicios de seguridad españoles desde cualquier lugar, ya fuese su yate o su  helicóptero. El Proyecto Alcom debía además estar blindado contra escuchas ajenas, permitiendo así que todo lo que Juan Carlos hablase con sus guardaespaldas no pudiese ser grabado por terceras partes. Claro, lo que al parecer no podía impedir el sistema es que el potencial usuario y/o sus  amantes fuesen de lengua suelta (en todos los aspectos).

Mardas abrió oficina en Madrid, según la centenaria revista política y cultural británica que ya hemos mencionado, dirigida por «un exespía británico que tenía firmados contratos de seguridad con aeropuertos españoles»

Alexis Mardas, haciéndose el ‘nerd’ entre máquinas que hacen ‘¡ping!’

Cagada real en Oriente medio

Merced al buen hacer de Contantino de Grecia, Mardas le colocó en 1977 seis limusinas de lujo Mercedes 450  al Sultán de Omán. Todo iba como la seda con el primer pedido hasta que los metiches guardaespaldas británicos del autócrata decidieron probar los blindajes con fuego real. En medio del desierto, dispararon sus armas contra uno de los coches del griego y este, directamente, exploto en mil pedazos.  Los coches restantes fueron devueltos, con una orden judicial para cubrir el costo, pero Constantino logró todavía colarle uno de estos vehículos a su suegra, la reina Ingrid de Dinamarca. Y con las suegras… bueno, ya se sabe.

Otro de los que se creyeron las garantías de seguridad que vendía el heleno fue el rey Hussein de Jordania, que se hizo con una flota de estos coches. Los consejeros del monarca hachemí, que no se fiaban ni de su sombra, le aconsejaron probarlos.

Un testigo ocular declaró a New Statesman que las pruebas demostraron que aquellos coches blindados eran ‘más letales’ para sus usuarios que los normales: las balas disparadas atravesaron el «blindaje». El supuesto «vidrio blindado de una pulgada de espesor» expulsaba astillas peligrosas cuando se le disparaba, lo que podía causar graves heridas a cualquier tripulante. Hussein, desconteno, ordenó que le retiraran el blindaje a los coches.

Estos fracasos convencieron a Mardas y Constantino de centrarse en el creciente mercado europeo de protección antiterrorista, estableciendo una fábrica en Londres para producir coches a prueba de balas en 1978. Esto fue financiado por una inversión de más de 1 millón de libras esterlinas a través de cuentas anónimas. Seguramente, cruzaron los dedos para que a ningún monarca europeo le diese por ametrallar su propio coche para ver si era «de ley».

Constantino con Carlos de Inglaterra

Los coches blindados del rey campechano

Juan Carlos I recibió un Range Rover blindado en 1977, durante sus vacaciones en Mallorca. Constantino había revisado personalmente la construcción del mismo y el rey reciente deseaba conducirlo. El monarca era ajeno al enorme peso del vehículo, que había sido blindado exageradamente y suponía todo un peligro por sus problemas al maniobrar y su pobre estabilidad. Sus asesores de seguridad le desaconsejaron conducirlo, pero su cuñado Constantino, que parecía no ser capaz de tragarse otra chapuza de Mardas, decidió llevar al rey español en un tour privado por la isla.

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Al volver del paseo, los dos pronunciaron que el coche era totalmente seguro. Poco después, el vehículo fue devuelto a Inglaterra, aunque acabó en manos de dos hombres de negocios yemeníes. O eso dice la versión oficial contada por Duncan Campbell, ya que el año pasado la casa de subastas Coys of Kensington sacó a puja dos Range Rover blindados modificado por Alcom que, según los subastadores, habían pertenecido a Juan Carlos I. Uno era descapotable y el otro, extrañamente, solo tenía 3.300 km recorridos. Por cierto, estaba equipado con sistema interior de apagado de incendios, televisión, luces azules y un cañón de humo en caso de necesidad de crear un muro por el que «desaparecer».

 

Mardas ¿intermediario de Juan Carlos?

Claro, uno piensa que estos líderes de estados poco o nada democráticos (o que estaban a punto de serlo) no son tan tontos como para dejarse engañar por un par de griegos financiados por un ex emperador persa. Cualquiera que no estuviese en su sano juicio podría imaginarse una conspiración mundial en la que a unos monarcas pasan parte del presupuesto estatal a sus propios bolsillos a través de hacer compras de material inservible para luego repartirse los beneficios con otros monarcas que usan a terceros para vender material inservible a precio de alta tecnología. Menos mal que nosotros no vamos a plantear una idea tan desquiciada.

Para cerrar este post, como recordaras, oh querido lector/ah querida lectora, hace unos días publicamos un artículo sobre cuando, en 1977, Juan Carlos I le pidió por carta al sha de Persia Reza Pahlevi (presunto socio capitalista de Mardas)  diez millones de dólares para evitar que Felipe González y el (entonces) marxista PSOE ganasen las elecciones.

Juan Carlos y Constantino jugando a karate

 

Ahora otras “comisiones” del Rey Juan Carlos

Reproduzco del artículo firmado por Luis Miguel Sánchez Tostado y publicado en “Nuevo Diario”:

Perplejo debió quedar el Sha ante la imprudencia del monarca español al enviar aquella comprometida petición por carta. Aunque los diarios de Asadollah recogen peticiones verbales de financiación de otros estadistas, entre ellos el presidente Nixon, lo que asombró al Sha fueron las chuscas formas de Juan Carlos pidiendo el dinero por carta y sin rodeos. Más precavido, Pahlevi contestó a su carta sin aludir al tema, porque prefería no dejar constancia escrita. Así lo dejó escrito el ministro Asadollah: “El Sha contestó a esta carta el 4 de julio de 1977. Está cariñosamente redactada, pero muestra una mayor precaución que la del rey de España”.

En este minucioso diario se documentan confesiones de palacio y conversaciones privadas del Sha con otros dignatarios. Tras su fallecimiento en 1978, este preciado documento se guardó en una caja fuerte hasta que, en 1991, doce años después de la revolución islámica de Irán, fue traducido al inglés y editado por Alinaghi Alichani, ministro de Asuntos Económicos, rector de la Universidad de Teherán y amigo personal del difunto Asadollah. Es en este diario donde se reproduce íntegra la carta secreta del rey español en 1977 y en la que, para dirigirse al totalitarismo de Franco, Juan Carlos se refiere como “régimen personal” que “ha hecho muchas cosas buenas para el país”.

Los millones de dólares que don Juan Carlos solicita al Sha, ¿eran realmente para financiar el partido de Adolfo Suárez? Veamos, cuando envía la carta, el 22 de junio de 1977, las elecciones generales ya se habían celebrado y la UCD se había alzado con una abultada victoria para formar Gobierno y controlar los aparatos del Estado. En la carta se refiere a las inminentes elecciones municipales, que se celebrarán “dentro de seis meses”, pero las primeras elecciones municipales de la democracia no se celebraron hasta el 3 de abril de 1979, casi dos años después de remitir la carta. Por tanto, el Rey mentía al Sha. Ni era cierto el periodo de tiempo que refirió Juan Carlos I al Sha, ni existía, por tanto, la premura referida. En el texto se destacaba la preocupación del rey de España por el resultado electoral que el PSOE había obtenido en la elecciones del 15 de junio, “más alto de lo esperado” (5.371.866 votos y 118 diputados). Por entonces, los socialistas todavía sostenían en sus estatutos su condición de marxistas, de la cual no se desprenderían hasta el Congreso Extraordinario de 1979. El rey de España, lejos de respetar el resultado electoral socialista como la voluntad de una parte nada desdeñable de su propio pueblo, lo considera “una seria amenaza para la seguridad del país y para la estabilidad de la monarquía”. La financiación de la UCD por estos medios suponía un flagrante agravio comparativo, una bochornosa parcialidad política del monarca para apoyar a un determinado partido y frenar el avance de otros, lo que demuestra que no actuó con imparcialidad ni con honestidad y que hizo todo lo posible para que la derecha ganara las elecciones. A este afán contribuyó también una ley electoral a medida para favorecerles.

No era la primera vez que la Casa Real tomaba partido por partidos políticos de derechas. En la campaña electoral de 1977, el Secretario de la Casa del Rey, Alfonso Armada, ya pidió el voto para la Alianza Popular de Manuel Fraga utilizando sobres y cartas oficiales con los membretes de la Casa Real con el conocimiento de don Juan Carlos.

La UCD de Adolfo Suárez, además de utilizar para sus fines los aparatos del Estado y recibir donaciones y créditos de empresarios y particulares, habría gozado, además, de una financiación extra gestionada por el propio Rey, que debía haber respetado la decisión popular sin interferir ni dopar el partido de su amigo Suárez. Esto es un hecho especialmente grave por cuanto entraba en contradicción con el discurso apolítico de la Corona, sobre su papel equidistante y conciliador por ser “el rey de todos los españoles”.

Sin embargo, tal y como está redactada la misiva, el argumento de financiar a la UCD no se sostiene. Las verdaderas razones se encuentran, posiblemente, al final del texto cuando, de forma explícita y sin titubeos, solicita los diez millones de dólares como “contribución al fortalecimiento de la monarquía española”. Este sí era el verdadero motivo de su petición. Además, no se pide como un crédito o un préstamo, sino como “contribución personal”, una donación. Se dijo que el monarca iraní le concedió al rey de España cien millones de dólares, mucho más de lo que se le había pedido. El periodista y editor José García Abad asegura que “este dinero pedido por Juan Carlos, y generosamente donado por el emperador del Irán, llegó mucho más al palacio de la Zarzuela que al de la Moncloa”, y añadía: “el episodio hay que inscribirlo con más propiedad en el capítulo de la picaresca real que en el de la historia de UCD”.

Retomemos la carta y observemos un detalle al final del texto: “me tomo la libertad de recomendar la visita a Teherán de mi amigo personal Alexis Mardas, que tomará nota de tus instrucciones”. ¿Quién era el intermediario Alexis Mardas a quien el rey confía tan comprometida misión confidencial?

Si aquella secreta petición de dinero resultaba sospechosa, no lo era menos el mediador buscado por el rey de España: Yanni Alexis Mardas (1942-2017), un ingeniero electrónico griego, más conocido como Magic Alex. Pese a su influyente círculo social, no era sino un vendedor de humo, un farsante e inventor de aparatos prodigiosos con los que timó a grandes celebridades. Conocida fue su relación con los Beatles en los años sesenta, a los que engatusó con sus esculturas de luz cinética y psicodélica. A John Lennon lo cautivó con The Nothing Box (la caja de nada), una pequeña caja de plástico con lucecitas que parpadeaban al azar. Lennon pasaría horas mirándola bajo la influencia del LSD.Magic Alex se ganó la admiración de Lennon contándole sus fantasiosos dispositivos electrónicos futuristas de su invención, tales como un campo de fuerza para proteger las casas de los famosos, una pintura de automóvil que cambia de color al presionar un botón, un platillo volante fabricado con los motores del Rolls-Royce de John Lennon y del Ferrari de George Harrison, etc. Los Beatles contrataron sus servicios porque les prometió un avanzado estudio musical de setenta y dos canales, frente a los nueve del mítico Abbey Road. Creerle les hizo perder en el fraude más de 300.000 libras esterlinas. Tras su despido, Mardas encontró otro filón en los setenta blindando vehículos de grandes celebridades. Monarcas, emperadores, jefes de Estado, aristócratas y jeques no escatimaban en gastos para su seguridad. El ingeniero griego gozó de la mediación de Constantino de Grecia, cuñado del rey Juan Carlos, por entonces exiliado en Gran Bretaña y en 1978 estableció en Inglaterra la empresa Alcom Devices, financiada con más de un millón de libras esterlinas que se cree procedía del sha Reza Pahlevi, uno de sus primeros clientes antes de exiliarse en México. Pero el blindaje de los vehículos era otro fraude y podía ser traspasado fácilmente por las balas. El sultán de Omán y el rey Jussein de Jordania le denunciaron por estafa al confiarles su flota de vehículos. También picó Juan Carlos I que, preocupado de sufrir un atentado como el de Carrero Blanco, encargó a Madras el blindaje de un todo terreno Range Rover. Al poco tiempo, y con muy pocos kilómetros, fue devuelto a Inglaterra y acabó en manos de hombres de negocios yemeníes. La última de Mardas antes de morir fue en 2004, cuando sacó a subasta en la galería Christie’s quince regalos que le hizo John Lennon, incluyendo dibujos del mítico cantante y una de sus guitarras: una Vox Kensington de 1966. Había prometido donar lo recaudado a organizaciones humanitarias, pero del dinero nunca más se supo.Solo la guitarra fue valorada en Nueva York, en 2013, en 300.000 dólares.

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Este era el “amigo personal” que Juan Carlos de Borbón eligió para gestionar los millones de dólares que solicitó al sha Pahlevi. De cómo se hizo el pago, qué destino se dio al dinero y qué beneficio obtuvo Alexis Mardas por su mediación, es algo que se desconoce por ser información clasificada.

La petición de dinero al sha de Persia no fue un caso aislado. Juan Carlos también solicitó donaciones y empréstitos de entre diez y cien millones de dólares a diversos jefes de Estado del mundo islámico: al emir de Kuwait, a los emires del Golfo y al rey de Arabia, “para que el centrismo suarista consolide la Corona y la democracia”.

En 1977, poco después de la referida petición al sha de Persia, el príncipe Fahd de Arabia, otro “hermano” de Juan Carlos, le concedió cien millones de dólares sin intereses, cuya devolución no está acreditada. El príncipe saudí pasó varios veranos en Marbella donde se construyó una soberbia mansión y, en 1979, regaló a Juan Carlos I el lujoso yate Fortuna, segundo con ese nombre que el monarca español disfrutó durante más de una década. El rey de España mostró siempre una gran simpatía hacia la monarquía saudita, un país denunciado por organizaciones humanitarias como Amnistía Internacional o Freedom House por quebrantar sistemáticamente los derechos humanos, por su régimen totalitario y machista que impone un deleznable integrismo a las mujeres, a las que somete. Ello no fue óbice para que el monarca concediera en 2007 el Toisón de Oro ―la mayor distinción que el Rey puede conceder― al rey Abdulá de Arabia Saudí.

Conocida es la tendencia de Juan Carlos a cobrar comisiones por cerrar acuerdos económicos para España, labor que iba implícita en su propio cargo de soberano como máximo representante de la diplomacia española. Así lo refiere el periodista Jaime Peñafiel:

«La fortuna del rey Juan Carlos tiene su origen en Arabia Saudí. En 1973 ocurre la famosa crisis del petróleo y Franco, que ya conocía la cercanía de Juan Carlos con los Al Saud, permitió a don Juan Carlos hablar con el rey saudí para que nos nutriera de petróleo en ese momento tan complicado. Y así fue. La respuesta fue afirmativa. Eso sí, Franco le permitió a don Juan Carlos cobrar unos “céntimos” por los miles de barriles que vinieron a España durante ese tiempo. Así, con esta comisión a la que Adolfo Suárez también dio su visto bueno, el rey forjó su fortuna«.

A don Juan Carlos gustaba de rodearse de grandes financieros y empresarios con los que disfrutaba de jornadas de caza o vacaciones costeadas por ellos, y con los que hizo importantes negocios. Los empresarios, por su parte, se beneficiaban de grandes concesiones y contratos en países donde el monarca gozaba de contactos, tales como Arabia Saudí. Entre los amigos del Rey, Gerardo Díaz Ferrán y Arturo Fernández, con los que compartió monterías. Ambos serían procesados por diversos escándalos de corrupción. También Emilio Botín, presidente del Banco de Santander, que costeó el viaje de novios del entonces Príncipe con doña Sofía. O Jaime Carvajal y Urquijo, a quien se adjudicó la presidencia de Ford España. O Juan Miguel Villar Mir (presidente de OHL) y David Álvarez Díez (presidente de Eulen), a los que concedió el título de marqueses. Su íntimo amigo Manuel Prado y Colón de Carvajal, que presidió Iberia, sería encarcelado por un fraude millonario a los dueños de KIO. Su hijo, Borja Prado presidió Endesa y fue el representante español del grupo financiero italiano Mediobanca y consejero de Mediaset.

En los primeros meses del reinado de don Juan Carlos I fue nombrado Ministro de Hacienda su amigo, el empresario franquista Juan Miguel Villar Mir, que forjó un imperio empresarial a base de contactos políticos y la adquisición, a muy bajo coste, de compañías en quiebra. Andando el tiempo se vería involucrado en turbios asuntos de corrupción, entre otros, la financiación del PP a cambio de concesiones públicas (también aparece en los papeles de Bárcenas). Ambos amigos se beneficiaron mutuamente, de hecho el monarca le facilitó los contratos de su constructora en Oriente Medio.

En 2011, don Juan Carlos intervino ante el monarca saudí para la concesión del AVE de Medina a La Meca, un contrato valorado en 7.000 millones de dólares que fue adjudicado al año siguiente a un consorcio de empresas españolas. En la gestión también participó la princesaCorinna, una de las amantes de Juan Carlos de Borbón, y Shahpari Zanganeh, viuda de Adnan Khashoggi, conocido traficante de armas y tío de Jamal Khashoggi, periodista asesinado en el consulado de Estambul en 2018 por los servicios secretos sauditas. Zanganeh, que había sido recomendada por don Juan Carlos como mediadora, cobró cien millones de euros de comisión. Pero el escándalo llegó cuando Corinna confesó al comisario Villarejo, en una conversación grabada en Londres en 2015, que parte de esa mordida la repartió con don Juan Carlos. El monarca también estuvo detrás de la venta de entre 250 y 300 carros de combate Leopard españoles en mayo de 2014 a Arabia Saudí.

Independientemente de las asignaciones presupuestarias de la Casa Real, su sueldo como monarca y su elevada pensión vitalicia como Rey emérito, pese a que jamás cotizó a la Seguridad Social, el nombre de Juan Carlos de Borbón ha aparecido en operaciones policiales vinculadas a negocios con la trama Gürtel, la cuenta Soleado, el caso Malaya, las urbanizaciones en República Dominicana o las comisiones millonarias compartidas con la citada princesa Corinna Zu Sayn-Wittgenstein. El secretismo y la falta de transparencia, de la que es cómplice el Parlamento español, impide conocer con exactitud la fortuna del rey Juan Carlos pues, a diferencia de los políticos, el Jefe del Estado no está obligado a revelar sus propiedades. Pese a que llegó al trono en 1975 prácticamente sin nada, prestigiosas publicaciones norteamericanas como Forbes o The New York Times ya cifraban su patrimonio en 2012 en unos 2.300 millones de dólares. La investigación del diario neoyorquino refería “la aceptación de regalos y comisiones en nombre del Gobierno español, llegando incluso a recibir yates y automóviles de lujo”.

A la hora de redactar este artículo (mayo de 2020), gracias a la investigación de Yves Bertossa, fiscal jefe del cantón de Ginebra (Suiza), se están conociendo nuevos y sórdidos episodios. El gestor de don Juan Carlos en la capital helvética, Arturo Fasana, cuando fue llamado a declarar no tuvo más remedio que reconocer que, de una donación de 100 millones de dólares que en 2010 realizó el sultán de Bahréin al rey español, don Juan Carlos le entregó un maletín que contenía 1´9 millones de dólares en billetes con el encargo de ingresarlo en la cuenta del banco Mirabaud, cuyo titular es la fundación panameña Lucum, de la que el Rey emérito era primer beneficiario.[15] También informó sobre otra donación de otros 100 millones de dólares el 8 de agosto de 2008, esta vez procedentes de la casa real de Arabia Saudí, de los que 65 millones de euros fueron transferidos a otra cuenta de Corinna Larsen.

Tras el deterioro de la imagen monárquica con los escándalos de su yerno Iñaki Urdangarín y las cacerías de elefantes en Botsuana descubierta a raíz de su accidente, y obligados después por la Ley de Transparencia, la Casa del Rey en 2011 hizo públicos el sueldo del Rey (292.000 euros anuales) y el del entonces príncipe Felipe (algo más de 146.000 euros). Sin embargo, a día de hoy sigue negando a los españoles (“su pueblo”) el conocimiento de la magnitud de su patrimonio formado por palacios, bienes muebles e inmuebles, obras de arte, flotas de vehículos de alta gama, aeronaves, embarcaciones de lujo, acciones bursátiles, cuentas bancarias abiertas y opacas en paraísos fiscales, inversiones y propiedades en el extranjero, fincas rústicas y urbanas, ganaderías, caballos, rentas, joyas y regalos recibidos en su condición de monarca de España. Pese a que los medios de comunicación lo han requerido en numerosas ocasiones, la Casa del Rey solo publica la asignación presupuestaria oficial, pero se niega a desvelar la magnitud de la fortuna que el monarca ha ido acopiando a lo largo de 45 años, con el argumento de que el patrimonio personal es un asunto privado, cuando, en realidad, en su caso, no lo es.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.