21/11/2024 11:46
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En el colmo de la inobservancia de la ética y de la moral que caracteriza este siglo XXI desquiciado, no hay peor indicador de corrupción en una sociedad que la impresión de que los ciudadanos honrados están indefensos ante una Justicia  ineficiente o permeable a la prevaricación. Para unos padres luchadores, Almudena Hidalgo y Antonio Vivar, no podía empeorar más esa percepción de injusticia, sumada al insondable dolor por la pérdida de su hija,  que el archivo de la causa acerca de la muerte de Lucía Vivar.

 ¿Quién mató a la niña Lucía Vivar Hidalgo? Así habría que preguntárselo sin ambages a tenor de las muchas evidencias que exponen indicios de criminalidad donde otros son incapaces de verlos.

 Una criatura de tres años a merced de estos tiempos hostiles que se enmarañan con acerba predisposición en la indiferencia por la tragedia y la proliferación de la conciencia incompetente, deja en evidencia las carencias de una Justicia que parece dar la espalda a los más indefensos con extrañas conclusiones periciales.

 No son pocos los expertos que aseguran la evidencia de indicios criminales en el fallecimiento de Lucía. La incoherente caminata durante cuatro kilómetros y la suposición de que fuera atropellada por un tren al descansar sobre las vías, son vergüenzas suficientes para cuantos sostienen la voluntariedad de Lucía para marchar extraviada hacia su propia muerte accidental. En su momento, La Tribuna de España realizó una pormenorizada exposición de datos que junto a la visión del eminente médico forense, Luis Frontela, refutaban la simplista explicación y deficitaria autopsia que aceptó la Audiencia de Málaga para archivar la causa. Si ni siquiera se observaba negligencia evidente por el operativo insuficientemente desplegado, cuánto más era constatable una mente criminal que pudo acabar con la vida de Lucía, quien posiblemente fue asaltada para reducirla con cloroformo; así se explicó el hallazgo, en las inmediaciones del lugar de su desaparición, de un bote que contenía la sustancia paralizante. Las cuantiosas pruebas eran conducentes a la lógica de los hechos que, sin embargo, fueron rechazadas en sede judicial. ¿A qué atenerse tras estos horripilantes fallos ausentes de lógica y debida prudencia por la dignidad de una niña presuntamente asesinada?

 Las pruebas son concluyentes para que, al menos, la sospecha requiera una exhaustiva y amplia investigación por requerimiento judicial. Con solo examinar las muchas incongruencias del caso que desmienten el criterio errático por el que se ha cerrado en falso una causa evidente, debería dar mucho más de sí la búsqueda de la razón verdadera por la que falleció un ser tan inocente.

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 Desde luego que existe profesionalidad en la inmensa mayoría de jueces que en España han de interpretar las leyes con el mayor tino, sin dejarse convencer por las falsas apariencias o por la corriente de pensamiento único que tiende a relativizar la moral, o por factores condicionantes que repercuten en su labor, pero hay sensibilidades que deberían preponderar para administrar verdadera Justicia y proteger al inocente. Decisiones de esta índole desafortunada como archivar la causa, están supeditadas al examen público que se escandaliza cuando la justicia parece impedir el verdadero desarrollo y arraigo de la verdadera Justicia. Quizá las poderosas influencias reflejan la propia indefensión de la judicatura para administrar libremente.

 Decisiones así son un irresponsable motivo para despertar la imaginación criminal y que encuentre en la propia angostura de la ilógica jurídica la mejor coartada para volver a matar. La complicidad de la injusticia es el revulsivo más eficiente para volverlo a intentar. Ciertamente, para ser un buen juez hay que estar hecho de una madera muy especial, o en su defecto, de puro hueso y carne, si acaso mente en apariencia con ausente conciencia. En algunos no da para más y con los tiempos que corren no hay que esperar menos, desgraciadamente. Lo que no es óbice para denunciar este aberrante fracaso de la conciencia colectiva con exponente en los juzgados.

 Desde aquí expresamos, una vez más, la solidaridad de ÑTV ESPAÑA en apoyo de unos padres heroicos cuyo desempeño de amor sigue manifestándose en la lucha por la dignidad de Lucía cuando han aparecido nuevas imágenes con la presencia de un adulto que revertiría la simplicidad con que se analizaba el caso. Lucía Vivar fue asesinada y existen pruebas que lo demuestran. Justicia para Lucía.

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https://www.telecinco.es/vamos-a-ver/20230911/pruebas-demostrarian-lucia-vivar-atropellada_18_010424499.html

 

Autor

Ignacio Fernández Candela
Ignacio Fernández Candela
Editor de ÑTV ESPAÑA. Ensayista, novelista y poeta con quince libros publicados y cuatro más en ciernes. Crítico literario y pintor artístico de carácter profesional entre otras actividades. Ecléctico pero centrado. Prolífico columnista con miles de aportaciones en el campo sociopolítico que desarrolló en El Imparcial, Tribuna de España, Rambla Libre, DiarioAlicante, Levante, Informaciones, etc.
Dotado de una gran intuición analítica, es un damnificado directo de la tragedia del coronavirus al perder a su padre por eutanasia protocolaria sin poder velarlo y enterrado en soledad durante un confinamiento ilegal. En menos de un mes fue su mujer quien pasó por el mismo trance. Lleva pues consigo una inspiración crítica que abrasa las entrañas.
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BdT

Como tantos otros menores, esta pequeña habrá caído en manos de unos grandes hijos de la gran puta, que no serán unos mindundis pues cuentan con poder para lograr que se archiven las causas.

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