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«La izquierda es la antítesis de la libertad, del trabajo,  de los principios, del medio ambiente y de la democracia. Pisotea la libertad de pensamiento;  pisotea la libertad de prensa;  pisotea la libertad política y de opinión. Segundo:  la izquierda es la antítesis del trabajo y del progreso. Donde llega la izquierda llega la miseria,  llega la ruina. Las políticas económicas fracasan. No existe una sola nación en el mundo, que haya logrado prosperar con políticas de izquierdas. Tercero: la izquierda es la antítesis de la ética, de los valores y de los principios. Donde entra la izquierda desaparece la dignidad de la persona,  el respeto a los más elementales principios; el respeto a la familia, el respeto a la nación, el respeto a la justicia, el respeto a las instituciones, el respeto a la autoridad, el respeto al maestro. No hay principios. No se respeta ni a los vivos y a los muertos. (…) donde entra la izquierda no hay democracia, y aquí tenemos un buen ejemplo.» Dijo, señalándoles.

Se refería a la contramanifestación de ultraizquierda que tras el cordón policial, intentaba reventar el acto. Un regimiento de jóvenes monstruos y terroristas en ciernes empecinados en boicotear el mitin de Rivas Vaciamadrid, el pasado 26 de abril. Las palabras son de Javier Ortega Smith, Secretario General de VOX.

Sus palabras no pueden definir mejor la realidad a la que aluden. Pese a la evidencia, hay tanto perverso, sectario y enfermo de estupidez, que cree a los dirigentes de la izquierda y son incapaces de quitarse la venda de los ojos y ver la verdad. Y les siguen apoyando con sus votos para detentar el poder. No saben que les engañan ni les importa. Dios castigó a España con esta peste infecta, peor que la pandemia que viene del comunismo, sistema que ellos tanto quieren. Pongamos por referencia temporal, desde el fin de la Segunda República que destrozaron para traer después la guerra civil, hasta el día de la fecha, salvando el periodo del único que los entendió, los apaciguó y dejó tranquilos, durante 40 años: Franco. El resto del tiempo estuvieron, como hoy, envenenados, intranquilos y desquiciados. O sea, locos y endemoniados. El revolucionario es un hombre perdido. Lenin pide a Stalin que le envenene. Un principio del comunismo es el odio al prójimo y a la paz. Es una ideología criminal de la que no se puede salir sino es muerto.

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En la teoría, la izquierda, hace justamente todo lo contrario a la práctica. Está montada sobre el engaño y la mentira permanente, que da pábulo a la mejor picaresca que refleja nuestra literatura. Son tan pícaros como envidiosos. La izquierda miente de un modo natural, igual que respira; usa la mentira como primer arma política, y es un fantasma a donde cabe todo lo malo. Un fantasma como se define así mima para amedrentar:

«Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma: el Papa y el Zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizones alemanes…» Así empieza el Manifiesto del Partido Comunista, de Marx Engels, publicado en 1848. Por eso causa miedo, con el que anula la personalidad libre, para alcanzar con la violencia sus fines. Por eso tras la mentira va la violencia para anular al adversario y a la libertad.

En teoría la izquierda es suavecita, como esa voz de cordero degollado que pone Carmen, la de Cabra, la de que el dinero público no es de nadie. El demonio disfrazado con vocecita de virgen y mártir. La izquierda -ejemplo de la hipocresía- se presenta como que no rompe un plato, tras destrozar toda la vajilla, y dice que todo lo que pasa es por culpa de la derecha. Su electorado que es cortito, más raro que un perro verde, padece amén de la estupidez, grandes taras mentales, que le imposibilita conocer la verdad; se lo cree todo de sus esbirros. Como si le dice que pasa un buey volando. Quien no crea en el demonio es que no conoce a la izquierda. Ésta no cree en Dios ni en su jefe, el diablo, ni se da cuenta que está dominada por él. Hay que echarle de comer a parte y quedaremos muy cortos. Pero que muy aparte. Por mucho que la critiquemos nos cansaremos antes que ella de hacer daño, porque el necio persevera en sus errores y es el más pertinaz. ¿De dónde procede este espécimen inhumano?

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El término izquierda política, como el de derecha política, tiene su origen histórico en la votación que tuvo lugar el 28 de agosto de 1789 en la Asamblea Nacional Constituyente surgida de la Revolución Francesa en la que se discutía la propuesta de un artículo de la nueva Constitución en la que se establecía el veto absoluto del rey a las leyes aprobadas por la futura Asamblea Legislativa. Los diputados que estaban a favor de la propuesta, que suponía el mantenimiento de hecho del poder absoluto del monarca, se situaron a la derecha del presidente de la Asamblea. Los que estaban en contra, y defendían que el rey solo tuviera derecho a un veto suspensivo y limitado en el tiempo poniendo por tanto la soberanía nacional por encima de la autoridad real, se situaron a la izquierda del presidente. Ya habían empezado a prepararle la guillotina al rey, hasta que salieron con la suya. Dicho artilugio de cortar el cuello, les fascina desde entonces y Pablo Iglesias lo reclamó muchas veces. (Continuará mañana)

Autor

REDACCIÓN