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En todo este tema el Vaticano actual no actúa más que una “think tank”, como las llaman ahora y que se podría traducir como laboratorio de ideas, o un influencer colectivo al servicio de los globalistas. Los que quieren ser buenos católicos y esperan tener una guía realmente católica desde el santo lugar en estos tiempos más que difíciles, no pueden sino sentir sopor o vergüenza ajena por lo que están presenciando. Otros, ya escarmentados, saben que la deriva  empezó de modo formal con ocasión del Vaticano Segundo, nunca suficientemente alabado por la pléyade modernista. 

Un influencer del cual no sé en quién influye. Porque los que lo alaban, no pasan por las iglesias, y los que no lo alaban ni le siguen, ni le escuchan (me refiero a su jefe). Pero ocupémonos ahora de la treta con la que desde la Congregación para la Doctrina de la Fe – más quisieran – procuraron justificar la vacuna covid. Porque aquí hay un tema gordo, especialmente para los católicos. Para todos, pero para los católicos muy mucho. Y ni siquiera voy a entrar en el tema del mecanismo de esta vacuna, ARN mensajero y sus consecuencias etc.; de su uso en el chantaje para trabajar, viajar, etc. – todo muy grave también. Voy al grano a la cuestión del uso de los fetos abortados (aunque sea uno solo) para la obtención de esta vacuna, como la llaman indebidamente. Y el erróneo argumento de la CDF para justificarla.  Dice su Nota del 21 de diciembre de 2020: “(…por parte de las autoridades sanitarias, no se permite a los ciudadanos elegir la vacuna que se va a inocular) es moralmente aceptable utilizar las vacunas contra la Covid-19 que han utilizado líneas celulares de fetos abortados en su proceso de investigación y producción”. Porque, argumentan, que “el tipo de cooperación al mal (cooperación material pasiva) del aborto provocado del que proceden estas mismas líneas celulares, por parte quienes utilizan las vacunas resultantes, es remota.” Concluyendo con una somera tontería: “El deber moral de evitar esa cooperación material pasiva no es vinculante si existe un peligro grave, como la propagación, por lo demás incontenible”. ¿Pero qué es “incontenible”? ¿Acaso estamos ante la peste medieval que se llevó la cuarta parte de Europa? Y aún así, ¡no se puede permitir matar para que tú vivas! ¡Es muy simple el argumento en contra!, por lo demás de una propuesta propiamente satánica. Les parece tan normal y asumible que se tenga que abortar para producir un “medicamento” o “vacuna”. Para los brujos, será. 

Vamos a ver, cooperación es siempre cooperación, aunque sea remota. Naturalmente hay grados distintos de culpabilidad y responsabilidad, pero lo que está mal en sí no se puede utilizar como herramienta alguna. Recordando al Aquinate: (Q 12, art. 4. Sed contra) “lo que es para el fin se relaciona con el fin como lo medio con el término… Luego también en las cosas voluntarias es el mismo movimiento la intención del fin que la voluntad de lo que es para el fin.” “Respondo: …Pues cuando digo: quiero la medicina por la salud, no expreso más que un solo movimiento de la voluntad. Y la razón de esto es que la razón del fin es la de querer lo que es para el fin. Efectivamente, el mismo acto recae sobre el objeto y sobre la razón del objeto;… Y es parecido al entendimiento, pues si se considera absolutamente el principio y la conclusión, la consideración de uno y otra es diversa, pero al asentir a la conclusión por los principios, hay sólo un acto del entendimiento.”

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Hay algo curioso en el lenguaje de la CDF. Es la inclusión de dos posiciones contrarias en una misma afirmación. Es como una cábala que ampliamente utilizan en otros sectores, feminista por ejemplo. Porque ahora resulta que es posible que la “discriminación” – en principio siempre negativa según los mismos – llegue a ser “positiva” por el arte de no sé qué. Y así aparece “discriminación positiva”, dos conceptos contradictorios en una misma afirmación pero que al final justifica ciertas discriminaciones. Así, también esta breve Nota de la CDF sigue estando llena de contradicciones y apoyos de la agenda globalista en dos páginas escasas: “Sin embargo, se debe subrayar que el uso moralmente lícito de este tipo de vacunas, debido a las condiciones especiales que lo posibilitan, no puede constituir en sí mismo una legitimación, ni siquiera indirecta, de la práctica del aborto, y presupone la oposición a esta práctica por parte de quienes recurren a estas vacunas.” O sea, tiro la piedra, y escondo la mano. Lo que tú digas.

Y luego, vamos a más: hay que promover que los países pobres también la tengan, que es recomendable la vacunación,  que los que no quieran vacunarse es bueno “evitar que se conviertan en vehículos de transmisión del agente infeccioso” – ¿está lejos esto de la justificación de los “campos de concentración” para los asintomáticos, etc.? Por último, todo termina que un aplauso sonoro de Bergoglio a la Nota. Personaje del drama que no apoya solamente con las palabras esta causa, sino también con los hechos confirmando que ya recibió su dosis.

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En resumen: Bergoglio con sus palabras y hechos ha dado su veredicto sobre la moralidad de la vacuna covid, arrojando la luz sobre qué hacer aquí, y esto es: haz lo contrario de él, y no te vacunes.

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REDACCIÓN