22/11/2024 04:00
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   Por respeto al resto de la ciudadanía, en especial al colectivo de víctimas del terrorismo y sus diversas organizaciones, que por desgracia en nuestro país es un sector que está muy poblado, me guardo exclusivamente para mí los calificativos personales que, (la mayoría de las veces compartidos), merecen quienes se van a ceñir y acercar al título de este artículo. Omitiré también por pudor personal y respeto a otras convicciones, aquello que todos recordamos y hemos visto en diversas superproducciones de Hollywood, y en otras muchas películas, que rodadas en España, llevaron la etiqueta de “Spaghetti Western”, bajo aquel “Vivo o Muerto”… “Dead or Alive”… que todos recordamos.

   Mi despertar personal a este asunto se produjo en mi mente como un huracán en aquel lejano día 5 de junio de 1981, cuando con tan solo 11 años me encontré de golpe con diversas palabras que ignoraba, tales como “artefacto tipo hornillo”, “Goma 2”, “Metralla”, (hasta entonces para mí esta palabra representaba exclusivamente un modelo de la marca “Bultaco”), “cebo eléctrico”… etc.

   Y ahí reflexionaba yo a mi tierna edad… (una pena que en otra parte de nuestra geografía no hubieran reflexionado otras personas)… O simplemente que, “a esos”, les hubiéramos podido acabar llamando “personas”.

   Fue cierto que aquel día se acabó injustamente con la vida del Cabo Primero de la Policía Nacional D. Esteban Álvarez Merayo, (gran persona me han dicho), fue cierto que en aquel convoy de la Policía Nacional compuesto por seis furgonetas viajaba uno de mis familiares más cercanos, y también fue cierto que ya en las olimpiadas de 1992 y en eventos posteriores acabé prestando servicio con uno de los heridos que viajaba precisamente en el mismo furgón, y no piensen que esto es exclusivo de mi persona ni de este hecho en concreto.

   Para más “Inri”, si cabe, les comento también que este atentado se produjo en el contexto del diálogo que en esos momentos se producía sobre la posibilidad de que Francia extraditara a nuestro país a “Tomás Linaza”, otro canalla del que hablaremos otro día, si ustedes quieren.

 

Esteban Álvarez Merayo, Cabo Primero de la Policía Nacional en la 9ª Compañía de la Reserva General de La Coruña, donde aún hoy tiene un lugar de honor.

 

   Hoy quiero hacer eco de lo que la asociación “Dignidad y Justicia”, (acabo de ver que acaban de piratear su página), viene promoviendo desde hace algún tiempo. Presidida desde hace muchos años por el descendiente de otra de las víctimas de esta banda de asesinos sin ideología de cuyo nombre no quiero ni deseo acordarme, al que tuve ocasión de conocer personalmente en la misma acera que desde la calle Génova de Madrid, enfrenta a la Audiencia Nacional por su entrada principal; y el mismo día en que allí entendían de alguna manera algún asunto judicial referente a su padre, allí se encontraba con otras personas. Unas banderas y unas camisetas de color negro con su nombre me bastaron para abordarle, expresarle mi apoyo y arrebatarle una de sus pancartas para agitarla como es ocasión, que para eso estamos en la vida coño… Con certeza les digo que estamos hablando del mes de octubre o noviembre de 2002.

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Luis Portero García, asesinado en octubre 2000

   Les sonará su nombre si les digo “Daniel Portero”, y si no les suena les digo que su padre fue asesinado de manera impune por esos mismos perros de los que hablaremos en el próximo párrafo, el día 9 de octubre de 2000, cuando siendo Fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía ya había pedido, al sentirse en peligro, algún tipo de protección personal, aunque fue inútil.

   Como la ocasión la pintan calva y el próximo día 29 de mayo, (algunos), celebrarán el 31 aniversario de la masacre del atentado de la casa cuartel de Vic, en el que 200 kilos de amonal en un vehículo cargado de metralla causaron 10 muertos, (cinco chavalitos), y 44 heridos.

   Como el 19 de junio de 1987, con 200 kilos de carga mortuoria, 30 kg de amonal, cien litros de gasolina, escamas de jabón y pegamento incluido para que las víctimas “sufrieran lo menos posible”, hicieron explosión causando la masacre que posteriormente conoceríamos como atentado de “Hipercor”, (Barcelona).

  Como el 14 de julio de 1986 en la plaza de la República Dominicana de Madrid, 35 kilos de Goma-2 y una cantidad indeterminada de metralla acabaron con la vida de 12 Guardias Civiles, algunos de ellos también chavales aún con 18 años, e hirieron además de diversa gravedad a 60 personas.  

   Como es cierto que ya les hablé en este diario de la masacre de la Casa Cuartel de Zaragoza, que han podido leer en este enlace: (https://elcorreodeespana.com/historia/539821268/34-aniversario-del-atentado-de-la-casa-cuartel-de-Zaragoza-Por-Jesus-Longueira.html).

  Y como es cierto que muchos de los que figuran en la lista de D. Daniel Portero son autores de alguno de los luctuosos eventos que hemos visto anteriormente, les comento que yo ya hace tiempo que he contribuido a su campaña, y les dejo además esta imagen que habla por sí misma, por si no le hubieran bastado las palabras que han leído anteriormente:

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La cuantía sigue subiendo

   Bueno pues ya ven que en la imagen anterior se retrata a alguno de los asesinos que hoy en día, y de forma inaudita algunos se afanan en defender, pero son muchos más… y se lo iremos comunicando en sucesivas entregas-

   Aunque les dije que ya había hecho una contribución, les dejo abierta la posibilidad de que lo hagan también ustedes, y si no que por lo menos se interesen en estas historias que nuestros jóvenes prefieren sustituir por otras paridas que siempre les abordan a través de su móvil y que en ningún caso tienen importancia. Por si no lo han visto, en este párrafo critico también con autoridad al nuevo profesorado que pretende educar a nuestros hijos, en todo caso también carente en su mayoría en su formación de un espíritu crítico que podría haberles hecho capaces de distinguir de forma adecuada sobre estos y otros eventos , y que mucho menos será capaz de transmitir a nuestros hijos la historia verdadera de nuestro país.

   Ese familiar del que les hablé me contó que durante muchos años, en homenaje a nuestro compañero “Esteban”, y cuando pasaban por su casa en Albares de La Ribera, (León), hacían sonar sus sirenas e iluminaban sus luces azules para recordarles a sus padres que aunque hoy ven que otros hijos de puta homenajean a sus asesinos, la memoria de su hijo nos acompaña y nos refuerza. Una pena que la N-VI haya cambiado su trazado, nunca faltó un saco de castañas del Bierzo en la unidad donde su hijo prestó sus últimos servicios a nuestra patria.

   Otro día les contaré la historia de una víctima que acabó cuidando a la madre de su verdugo.

Autor

REDACCIÓN