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A lo largo de la Historia, desde siempre, ha habido una batalla por la conquista las mentes y los corazones del Pueblo, las masas para los »gestores políticos» y tecnócratas.
Esta maniobra está directamente relacionada con las cuestiones del ejercicio del poder y de la conquista de la lealtad y la confianza de la gente.
Es algo que no se puede analizar ni ver desvinculado de los conflictos y las guerras. En todo caso, si bien los objetivos en uno u otro caso pueden haber sido diferentes, hay una herramienta universal que se utiliza tanto para la tecnología electoral como para otras formas de manipulación política, y claro está, para lograr la victoria en guerras y batallas:
Una combinación de astucia, engaño, desinformación y relatos, que han encontrado espacio en las operaciones psicológicas y de información.
Como regla general, el blanco de tales operaciones es la conciencia humana, mucho más que el intelecto:
El corazón, donde están emociones y amores. Dependiendo del objetivo, puede ser un pueblo o un grupo específico de personas, como por ejemplo, los militares o los decisores políticos.
En la Historia encontramos cómo en los últimos 200 años varios Estados de Occidente, principalmente Gran Bretaña, EEUU, Alemania y Francia han perfeccionado sus habilidades para llevar a cabo operaciones de propaganda y desinformación dirigidas tanto a sus propios ciudadanos como a la conciencia del enemigo, y sigue siendo así con nuevas formas de »leyenda negra contra los pueblos hispanos» en este caso contra Rusia y sus pueblos.
Con la aparición de los periódicos y las revistas, la propaganda política tomó diferentes formas:
Ensayos.
Noticias.
Caricaturas.
Manifiestos y convocatorias abiertas. Durante los conflictos militares, se utilizaron folletos, pasquines y agitadores que eran enviados para influir sobre la conciencia del contrincante.
El espíritu patriótico se promovió y divulgó a través de la industria del entretenimiento:
Teatro.
Radio.
Cine.
Los líderes de los países occidentales se han manifestado abiertamente sobre la importancia de la conquista de la mente y el corazón de las personas, mientras que a menudo emplean métodos claramente antidemocráticos para conseguirlo.
La aparición de nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones fortaleció considerablemente la actividad de los servicios a cargo de las operaciones de información y psicología, independientemente de su pertenencia a algunos de los poderes, civil o militar.
Como conclusión, no alargando más este análisis para que lo retengamos con claridad:
Estamos en la Guerra de los Términos, Guerra de la Información.
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