12/06/2025 21:24

 Implicaciones para el futuro del minero español

Desde hace varios meses, son frecuentes en la prensa las informaciones relativas al sector minero. Afortunadamente, estas noticias invierten el enfoque negativo que ha sido constante desde hace décadas, dando la bienvenida a las nuevas explotaciones, imprescindibles para la industria española y europea. Esta nueva tendencia ha venido inducida por el radical cambio de postura de la Unión Europea hacia la industria extractiva, que, del mismo modo que ocurrió con la energía nuclear, ha pasado bruscamente de estar olvidada (por no decir perseguida) a ser considerada como imprescindible. La consecuencia inmediata de este reconocimiento, ha sido la aprobación de la Ley Europea de Materias Primas Críticas, que intenta estimular la búsqueda de dichos minerales en territorio europeo, lo que ha conducido en España a la preparación de un Plan de Acción para la Gestión Sostenible de las Materias Primas Minerales, actualmente en elaboración.

En este contexto, uno de los yacimientos que más ha llamado la atención de la prensa es El Moto (Abenójar, Ciudad Real), puesto que sus reservas ascienden a 91millones de toneladas, lo que representa el mayor yacimiento de Europa de este mineral. Debe recordarse que el wolframio está incluido en la lista de sustancias estratégicas y críticas de la Unión Europea, ya que se trata de una materia prima indispensable para la industria aeroespacial, la defensa y la producción de tecnologías limpias. Actualmente Europa es dependiente de suministros externos para abastecerse de wolframio, que en su mayor parte provienen de China, un país que ha iniciado recientemente una preocupante política de restricciones a sus exportaciones minerales.

Pero, no todas las informaciones aparecidas sobre El Moto son correctas. El sábado 4 de abril de 2025, el periódico El Mundo publicó un artículo donde se describía así su hallazgo (sic): En los años 80, se realizó una campaña de exploración en esta zona. Buscaban plata y plomo, que era lo que les interesaba en ese momento. Fueron acortando una zona por anomalías que llevaban a la zona de El Moto. Finalmente realizaron una campaña de sondeos y cuando analizaron, casi de casualidad lo encontraron. Fue una sorpresa. Algo así como un «ostras, qué hay concentraciones muy altas de wolframio». Y claro, eso quedó registrado. Que habían encontrado ellos eso, pero como tampoco era el objetivo de esa exploración, porque iban buscando otra cosa, quedó como archivado. No obstante, esta descripción no se ajusta a la realidad y contiene tres importantes errores:

  1. El Moto nunca fue seleccionado para prospectar plomo. En los años 80, como consecuencia del descubrimiento en los alrededores de Almadén del yacimiento de Navalmedio (plomo, cinc y plata), la empresa estatal Minas de Almadén y Arrayanes (MAYASA) realizó una campaña regional de exploración para esos metales, recopilando datos que fueron posteriormente verificadas sobre el terreno. Durante esta campaña, las primeras informaciones sobre El Moto se encontraron en una publicación de principios del siglo XX, donde se mencionaba la existencia de algunos filones con arsénico e indicios de oro. El estudio sobre el terreno permitió comprobar la presencia de pequeños trabajos mineros antiguos de escasa entidad. Los análisis realizados confirmaron que aquella zona carecía de interés para los minerales que se estaban prospectando. No obstante, quedó registrada la existencia en la zona de rocas graníticas, lo que cobraría gran interés algunos años más tarde.
  1. El hallazgo del wolframio en El Moto no fue una sorpresa. A finales de los 80, en el marco de una nueva campaña de exploración, MAYASA comenzó la búsqueda de mineralizaciones de estaño y wolframio asociadas a cuerpos graníticos. Desde esta perspectiva, las observaciones realizadas en el área de El Moto adquirieron un nuevo atractivo. Se realizó un detallado estudio de la zona que culminó con el planteamiento de los primeros sondeos de reconocimiento. No fue sencillo conseguir la autorización para acceder al lugar a donde debían realizarse las perforaciones, pero los dos primeros sondeos (los únicos que pudo hacer MAYASA) detectaron la mineralización de wolframio a una profundidad relativamente somera. Por lo tanto, no puede decirse que este hallazgo fuese inesperado, ya que el tipo de minerales encontrados eran el objetivo de la prospección, aunque si produjo cierta sorpresa la relativa abundancia del wolframio.
  1. La zona nunca fue archivada o abandonada. Los buenos resultados obtenidos de los primeros sondeos demostraron el potencial del área, animando a realizar nuevas perforaciones. Sin embargo, durante varios años, fue imposible conseguir los permisos de acceso y la prospección quedó paralizada, aunque MAYASA continuó siendo titular de la correspondiente concesión. Es necesario recordar que, en aquellos momentos los precios de los metales eran muy bajos y la práctica totalidad de las minas de estaño y wolframio españolas habían cerrado. Teniendo en cuenta el escaso interés económico del yacimiento, finalmente MAYASA decidió ceder los derechos a otro concesionario, pero en ningún caso el área quedó libre, ni la concesión fue archivada, olvidada o abandonada.
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Para corregir estas informaciones erróneas, se envió a El Mundo una nota describiendo la verdadera historia de este descubrimiento, pero después de dos meses de espera, no se ha publicado ninguna rectificación. Por ello, el primer objetivo de este artículo es reivindicar que el descubrimiento de El Moto no fue una serendipia fruto de la casualidad, sino un logro técnico, el descubrimiento de un importante yacimiento, aunque las circunstancias de la época impidieran culminar el éxito con su puesta en explotación. Y ese logro fue posible gracias al trabajo realizado por el Departamento de Geología de MAYASA, utilizando las técnicas más avanzadas en exploración minera disponibles en aquellos momentos.

Pero no es esta la única reivindicación que pretende el presente artículo. Sin olvidar las consecuencias positivas en la economía local que tendrá la puesta en marcha de esta explotación, y sin obviar la justificada felicitación a la empresa Abenójar Tungsten S.L. por su éxito en el desarrollo del proyecto, no debe pasarse por alto que la inversión económica realizada para la exploración de El Moto fue realizada con fondos estatales. Por lo tanto, la historia arriba descrita ha permitido que (por dejación, por desidia, por pasividad o por incompetencia de la Administración) una empresa privada se haya beneficiado de este descubrimiento, sin haber asumido los riesgos ni las inversiones implícitos en las actividades de exploración minera.

Como es sabido, la minería es una actividad de alto riesgo económico, que se concentra principalmente en las fases iniciales. Es decir, en la exploración para encontrar nuevos yacimientos, donde se requieren inversiones muy costosas y con baja probabilidad de éxito. Las estadísticas mundiales indican que tan sólo uno de cada cien proyectos de exploración alcanza la condición de minas explotables. Por eso, acceder a una concesión donde los trabajos previos han localizado ya un yacimiento, supone una considerable reducción del riesgo.

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Este comentario es muy pertinente estos días, cuando se está preparando el Plan de Acción para la Gestión Sostenible de las Materias Primas Minerales. En dicho plan, se prevé la revisión de una ingente cantidad de datos geológico – mineros almacenados en archivos y litotecas, que deberán ser estudiados y evaluados con ojos nuevos, desde una nueva perspectiva. La situación actual del precio de los metales, el nuevo contexto geopolítico, las nuevas directivas europeas respecto de la minería y la irrupción de los minerales imprescindibles para las nuevas tecnologías, han hecho cambiar radicalmente los parámetros que controlan la viabilidad económica de una explotación. Por ello, es posible que un yacimiento considerado sub-económico hace décadas, pueda ser hoy explotable, ya sea por el aumento que han experimentado los precios, o ya sea por la presencia de minerales que antes no se habían prospectado, como el litio, el coltán o las tierras raras.

En este contexto, conviene recordar que el caso de El Moto no es único, y existen en nuestro subsuelo otros yacimientos descubiertos con fondos públicos, cuya investigación, evaluación y/o explotación quedaron abortadas por las circunstancias antes mencionadas, y cuyas concesiones han pasado a manos privadas con muy poco esfuerzo inversor. Este es el caso por ejemplo de los yacimientos de fosfatos de Montes de Toledo (también investigados por MAYASA en la década de los 80) o las preciadas tierras raras del Campo de Montiel, descubiertas por la Empresa Nacional Adaro de Investigaciones Mineras (ENADIMSA). Y, además de esos yacimientos, no deben olvidarse tampoco las zonas exploradas con fondos públicos que fueron consideradas prometedoras, pero donde la investigación nunca fue completada y que, ahora, pueden ofrecer un renovado interés.

Para evitar que los esfuerzos técnicos y económicos realizados por el Estado en décadas anteriores queden sin recompensa, es imprescindible que en el mencionado Plan de Acción para la Gestión Sostenible de las Materias Primas Minerales se incluyan las medidas administrativas necesarias para, además de incentivar las inversiones en exploración, mantener, renovar o consolidar las concesiones correspondientes a los hallazgos realizados con inversiones públicas.

Enrique Ortega Gironés, geólogo de Minas de Almadén entre 1982 y 1996.

Una versión más extensa de este artículo ha sido publicada en Precisiones sobre la historia del descubrimiento de una mina de wolframio en Ciudad Real y sus implicaciones en el panorama minero español – www.Entrevisttas.com

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