18/05/2024 05:53
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Helados dígitos. Mientras la tasa de letalidad de la gripe estacional común frisó siempre la media del 15%, la de la presunta covid-19 no llega al 12%. El número de casos graves y muertes provocado por el presunto SARS-Cov-2 entre las personas menores de 65 años es minúsculo. Este año no hay en España – ni en el mundo- más muertes que en años pasados por la gripe de toda la vida, la archifamosa influenza. Datos, no especulaciones.

Números, no interpretaciones

Ignoro olímpicamente, obvio, las casi 28.000 defunciones que ofrecen Frodo Simón y el ministerio de enfermedad. Voy al INE: 50.000 defunciones en abril de 2020. Por supuesto, cifras muy similares a las cifras de 2005, 2017 y 2018. Datos no especulaciones.

Incluso si comparamos mortalidades interanuales, y no mensuales, nos topamos con el hecho de que entre el 1 de mayo de 2017 y el 30 de abril de 2018 fallecieron 431.127 personas. En cambio, entre el 1 de mayo de 2019 y y el 30 de abril de 2020 murieron 424.462.

Nos contaron la milonga de que los cuatro primeros meses de este año fueron casi apocalípticos. Los números lo desmienten. De momento, hace dos años, 6.565 muertos anuales más. Y, desde luego, no pareció que el mundo fuera a terminarse.

¿Entonces?

Pues lo que ya hemos comentado en más de una ocasión. Mucha propaganda, trola y psicosis de masas. Existiera o no existiera el nuevo coronavirus o la covid-19, operación psicológica militar de bandera falsa. Experimento poblacional mediante torturas psíquicas, las cifras antes citadas derriban el coronamito.

Las UCIs se colapsaron, según y dónde, pero no menos que otros años ante la gripe estacional. Y mucha gente murió, sobre todo ancianos. Pero tras su óbito no se hallaba la covid-19 ni pollas en cebollas. Muchos murieron ante el colapso hospitalario, falta de camas y espacio en las UCIs, ausencia de equipos e instrumental adecuados, inexistencia de tratamientos y terapias pertinentes.

Los galenos no recibieron la medicación adecuada. Eso sí, morfina a tutiplén. Para sedar, matar, mejor expresado, obvien el eufemismo. A otros ni se les atendió. Dejar morir rima, también, con matar. Ética utilitarista lo llaman. Ancianos asesinados por quien tenía el deber de protegerlos y , llegado el caso, curarlos. Ancianos de residencias, tras la decisión de varias autonomías, a los que se les impidió ir al hospital. Murieron como perros sarnosos, solos y abandonados.

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Eso es todo, amigos

Cifras aclaradas. Todo mentiras. Excusas sanitarias para robarnos definitivamente decencia y libertad. Eso sí, pronto llegará otra Gran Impostura. Una patraña verosímil y creíble como ésta. Otra colosal pantomima que entrañe amenazante riesgo de destrucción real, personal y a escala global. Otro puto teatro, obvio.

Hagan su porra. ¿Cuál será el siguiente pufo, con su perfecto y recurrente «enemigo»? ¿Otro rebrote del coronacircus? ¿Otra falsidemia con otro virus malo maloso? ¿Pepinazo climático? ¿Asteroide impactando en la Tierra? ¿Tormentas solares? ¿Ataque informático? ¿Invasión alienígena? ¿Algún otro «peligro muy amenazante», otro Gran Truño aún insondable, inconcebible e inesperado?

Ya les advierto, toda será mentira y ultraje, como lo actual. Recuerden al gran Anaxágoras, filósofo ateniense, aunque nacido en Clazomene, actual Turquía. Si me engañas una vez, tuya es la culpa; si me engañas dos, es mía. Pues lo dicho, dejarse engañar dos veces por los mismos diría muy poquito- todavía menos- de nosotros. La próxima ocasión, el confinamiento, medidas y pretextos similares, a tomar por el culo. Háganlo sin miedo, ignorando las consecuencias. De momento, las mascarillas – como las vacunas- para su putísima madre. En fin.

Post Scriptum

Se me olvidaba responder a la pregunta del título. La respondo, a la gallega, con otra pregunta. ¿Asesinaron a casi 50.000 personas en abril, guarismos tan parecidos a los actuales, Zapatero en 2005 y Rajoy en 2017? Respóndanse, honestamente, ustedes mismos. En fin.

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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