23/11/2024 03:05
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A las muchas tonterías que tenemos que escuchar de manera más o menos habitual se le suma ahora la de aquellos nostálgicos que recurren a los manidos Pactos de la Moncloa de 1977 como tabla de salvación para salir de la crisis sanitaria, social y económica a la que nos enfrentamos. Llama la atención la obsesión de algunos por el pasado, sin tener en cuenta eso de que no necesariamente cualquier tiempo pasado fue mejor. Se agarran a un clavo ardiendo, posiblemente porque no sepan hacerlo de otra manera. No tienen ni las cualidades ni la imaginación, ni siquiera la ocurrencia de acudir a fórmulas novedosas o imaginativas, fórmulas de futuro. Siguen empeñados en analizar el pasado con los ojos del presente y, lo peor, es que su desconocimiento, su ignorancia y posiblemente su maldad, solo recurren a lo peor de nuestra historia, a fórmulas fracasadas como fueron los conocidos e idealizados Pactos de la Moncloa, donde nada se pactó y todo se cedió.

Los muñidores de aquellos pactos, los periodistas de cierta edad, echan de menos esa época porque se sentían importantes; van de un medio de comunicación a otro contando las historias del abuelo cebolleta, incapaces de reconocer, no ya el fracaso absoluto de esos pactos, si no las graves y nefastas consecuencias sociales, económicas y políticas que tuvieron para España. Esos pactos vinieron a demostrar la facilidad que puede llegar a tener la clase política para llegar a consensos, que no necesariamente tienen que ser buenos o positivos para el resto de la ciudadanía. El consenso vino como consecuencia de la cesión de unos, se trataba de escenificar acuerdos entre todos y, para ello, se cedió a las pretensiones de la izquierda de liberalizar la economía de un modo salvaje. Sentó las bases de las futuras privatizaciones, compró a los sindicatos de clase, los apesebró y estos, a su vez, vendieron a los trabajadores, a la clase obrera, les despojó de sus conquistas sociales a cambio del derecho a huelga. Menudo trueque. Realiza las huelgas que quieras, que serán legales, igual de legal que te despidan. Unos pactos que sentaron las bases de lo que luego sería la reconversión industrial socialista, el desmantelamiento de nuestra industria, pesca y ganadería, las bases de la corrupción, y todo eso nos lo vendieron como modernidad, creando el mantra de que estos últimos años han sido los de mayor progreso y desarrollo de nuestra historia. Y si todo eso fuera poco, nos blanquean la imagen de un criminal, de un asesino, de un comunista como Santiago Carrillo, diciendo que, gracias a esos pactos, el Partido Comunista, el PCE, aceptó la monarquía y la bandera, y esa certeza muestra el fracaso de esos pactos, pues hoy día, queda demostrado que solo lo hicieron como engañifa para llegar al poder. Cuarenta años después, ni aceptan la monarquía, ni la bandera, ni el modelo económico que ellos ayudaron a implantar y están presentes en el consejo de gobierno. Esos pactos también sentarían las bases de algo todavía mucho peor, el modelo autonómico y territorial que padecemos actualmente, pues también era muy importante contentar a la anti España, al separatismo, y qué mejor idea que trocear la nación en 17 reinos de taifas y 2 ciudades autónomas.

Los que defienden los pactos de la Moncloa como solución de algo o bien son ignorantes o malvados, o incluso cabe la posibilidad de que sean ambas cosas, entre otros motivos porque nos venden como pacto, allí donde solo hubo traición y miseria, donde, como he dicho, nada se pactó y todo se cedió. La izquierda y el separatismo están encantados con esos pactos, son los únicos que salieron ganando. Pero lo que sí que hicieron muy bien es responsabilizar a todos de esos acuerdos, los convirtió en cómplices del desastre posterior, pero como todos estaban involucrados, se extendió el mantra de lo fantástico de aquella época. Y eso es ni más ni menos lo que desean hacer ahora, alcanzar “consensos” para socializar responsabilidades y repartir culpabilidades e intentar que esta desastrosa gestión sea cosa de todos. En unos años la memoria histórica nos venderá lo idílico de cómo todos juntos salimos de esto, olvidando a los muertos, a los que hemos despojado de toda humanidad. Todo aquel que pacte con los culpables será también responsable y esta vez no habrá lugar para blanqueamientos indecentes. Silenciaron los más de 1.200 muertos del terrorismo de izquierda, los 200 muertos del 11 M, pero les será más difícil, más complicado, hacer lo mismo con los más de 20.000 fallecidos causados por su negligencia.

Javier García Isac /director Radioya.es

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REDACCIÓN