Carta abierta al caballo de Troya, Macarena Olona. Por Ignacio Fernández Candela

Cuánto lo lamento, brillante Macarena, en vilo has dejado la esperanza y contrito el ánimo de la expectativa de salvación.  Otro no podría plantear la duda que alimenta el deseo del enemigo, pero tú eres carácter personal, quizá una baza para el conjunto de tus adversarios que se regocijan por tu declaración de guerra a los que fueron compañeros de filas. En mal momento te reivindicas demócrata cuando has dado las alas al totalitarismo que padece España. No hay gracia para los condenados por los que te esfuerzas para escindir la ideología liberal, te contradices, no hay perdón si con tu batalla personal abocas al fracaso la fe colectiva. Parece que militas en las filas de quienes antes combatías, como si de las heridas pretendieses la inspiración de la venganza siendo el caballo de Troya para penetrar las murallas que con tu ayuda son vulnerables, antes impenetrables.¿A dónde diriges el ánimo de tus pasos?¿Qué sendero de discordia has abierto, antes en segura zona de lealtad,  que transitan los adversarios de la traición? No son tiempos de beligerancia con los aliados cuando otros porfían por la destrucción de España. La política escribe sus historias y cada cuál queda retratado por la consecuencia de las decisiones. Desde la admiración y el agradecimiento por lo que fuiste, ¿debería excusarme por decir que te equivocas?  Quizá no por la especulación de los beneficios personales, pero sí por la pérdida de los gozos patriotas que son los históricos, en vilo, que ahora nos contemplan. 

 

Abres las brechas por donde se filtra la cizaña del enemigo, cuánto mejor el vergel de la unión en pos del mismo horizonte al que dices dirigirte por nuestro país delirante a causa los enemigos que acechan y tantos cómplices. No es momento para reforzar las debilidades villanas.

 

¿Cómo te prestas a la pretensión de escindir las regias defensas, la unión por la decisiva batalla, antes de sucumbir a los embates de la ignominia que arrasaría impunemente si no fuera por la resistencia que debilitas con tu reacción, así lo parece, revanchista? Decepciona la intención del desgaste y la determinación por facilitar la derrota del único partido al que perteneciste, se suponía, anteponiendo al conjunto antes que a tu interés propio. El viento a favor procura sensaciones de victoria, tal vez raudas hacia el frenesí de las derrotas, sin vuelta atrás.

 

Desde la admiración y el agradecimiento,  recapacita por España.