20/09/2024 08:41
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Si algo caracteriza a la izquierda de este país, es su comportamiento miserable y ruin. Que nadie intente encontrar en una ideología envidiosa, cobarde y miserable, una pizca de bondad o algo de virtud. Estará perdiendo el tiempo. Entienden la democracia como la imposición de sus postulados. El dialogo no existe, pues este se rompe cuando el interlocutor no acepta lo que se le trata imponer. No tienen rivales políticos, solo enemigos a los que convencer o eliminar. No existen tonos intermedios para una ideología generadora de tensión y odio. Cuanto antes conozcamos y sepamos lo que persiguen y lo que son, antes se les podrá vencer, antes entenderemos que estamos combatiendo a un enemigo singular, sin principios ni moral.

Prefieren sostener la mentira hasta el final, antes que reconocer que en algo se equivocaron, que algo hicieron mal. La verdad nunca les puede arruinar una buena historia. Fernando Grande Marlaska, el ministro del interior de todos los españoles, que antepone su condición sexual a la de ministro, es un claro exponente de lo que yo aquí les cuento. Entra en la política de la mano del Partido Popular, como miembro del Consejo General del Poder Judicial. Algo debió sucederle con los populares, para que la “buena relación” que con estos mantenía se quebrara de repente y cambiara de acera política. En la actualidad se le ve muy cómodo con los socialistas, y si uno analiza lo miserable de su comportamiento, deduce con facilidad que está en el sitio que le corresponde. Hasta en dos ocasiones ha tergiversado la información privilegiada que le otorga ser ministro del interior. La primera con la muerte del joven Samuel en la Coruña, después de haber sufrido una brutal paliza por parte de un colectivo de izquierdas, entre los que se encontraba alguna feminista. Marlaska conocía la investigación policial y hacia donde apuntaban los indicios del crimen, y aun así, insinuó en repetidas ocasiones que se podía tratar de un crimen “homófobo”, seguramente perpetrado por la extrema derecha, le falto añadir, “posiblemente por simpatizantes de VOX”.  El crimen de Samuel ha quedado convenientemente “olvidado”, pues a la izquierda no le importa, ni el hombre, ni la mujer, ni el heterosexual, ni el homosexual, ni las víctimas de la agresión o el crimen, si con ello no puede sacar rédito político. Marlaska no dimitió por aquello y tampoco piensa hacerlo ahora, por este nuevo escándalo conocido como “el bulo del culo”, donde un joven de 20 años, después de cometer una infidelidad con otro hombre, le dijo a su novio que la palabra “maricón” que tenía en uno de sus glúteos, se la habían realizado ocho encapuchados que le amenazaron a punta de navaja.  Parece ser que al joven homosexual le gustan las emociones fuertes, y en lugar de reconocer a su pareja que este había sido duramente corneado, prefirió mantener lo de la agresión imaginaria. En esta segunda ocasión, Marlaska también conocía de primera mano, lo endeble y poco creíble de la versión de joven, a tenor de la investigación policial, pero decidió jugársela y esparcir sus mentiras y sus mensajes de odio contra los que él considera enemigos políticos, que no rivales. Intento sacar rédito político de una imaginaria agresión. Hoy día, esclarecidos los hechos, lejos de reconocer su error, sigue manteniendo que “una falsa denuncia, no puede ocultar el aumento de las agresiones homófobas”. Lo dicho, la verdad no sirve de nada, si eso les arruina la posibilidad de sacar algún beneficio político. Este gobierno está asustado con las encuestas, sabe que le quedan dos años para salir del Palacio de la Moncloa, dos años muy duros para el resto, donde intentaran criminalizar a todos los que no pensamos como ellos, para desacreditarnos o ilegalizar a una formación como VOX, que conocen sobradamente, es el autentico enemigo a batir. Lo van a intentar todo, por lo civil o por lo criminal. Queda aguantar y no caer en las provocaciones que estos miserables nos tienen preparadas. Es posible que en algo tengan razón. Es cierto que hay odio y tensión, el que ellos han generado. Es posible que también hayan aumentado las agresiones a determinados colectivos sexuales, cuyo autores, en la mayoría de las ocasiones, son “menas” protegidos por las distintas administraciones, y es posible que la inseguridad se estén disparando, desde el momento que el ministro del interior no hace bien su trabajo y se dedica más a conspirar contra la oposición que ha realizar bien su trabajo. Si quieren buscar odio y tensión, lo encontraran en Ferraz, en Moncloa, en Pablo Iglesias o en la mascota del separatismo, el charnego Rufian.

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REDACCIÓN