21/11/2024 12:49

La libertad de culto no es un asunto limitado a alguna forma específica de credo, sino que tiene dimensiones que nos afectan directamente a todos, creyentes o no. La cuestión de la libertad religiosa internacional afecta a todas las culturas, naciones, religiones y sistemas políticos. Actualmente, casi el 80 % de los habitantes del mundo vive en países donde hay elevados, muy elevados niveles de restricciones gubernamentales o sociales sobre la religión, que han ido aumentando de manera constante durante varios años. Con el burdo pretexto de La Covidicia, ni te cuento. Las implicaciones de esta realidad afectan todos los aspectos de la vida. La libertad religiosa internacional está siendo amenazada en la actualidad por diferentes actores, entre ellos, gobiernos autoritarios, grupos extremistas, países en guerra e, incluso, familias de mujeres y niñas en malas, pésimas situaciones.

Contra cristianos

La venta de órganos en China, el abuso a mujeres musulmanas en Paquistán y el potencial genocidio de cristianos ortodoxos en Azerbaiyán inquietan: tres ejemplos a vuela teclado. La opresión religiosa en ese ámbito se ha convertido en la regla común del siglo XXI, más allá de los cristianos, singularmente perseguidos: solo en 2023 hubo 4.998 asesinatos, 14.766 iglesias atacadas y 4.125 cristianos detenidos en todo el mundo. Los tres países más anticristianos son Corea del Norte, Somalia y Libia, con una Nicaragua especialmente desahogada en postreras calendas contra católicos y evangélicos.

Y más contra la religión de Cristo, recordando las últimos ataques contra los cristianos en el mundo (esos «cojones», porfi contra Mahoma y sus acólitos). Qué decir de la blasfema ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París, sin saber si himeneo de espantos varios o gorigori de cierta idea de “civilización” o la reciente detención de siete personas en la capital gabacha por conducir un autobús con el lema “Detengamos los ataques contra los cristianos”. Y condenas por orar ante los abortorios, ains

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Más. Unos 365 millones de cristianos son perseguidos por su fe en todo el mundo ante el silencio cómplice de Occidente. Canadá, epicentro mundial de ataques incendiarios a iglesias y, recuerden que bajo el gobierno de la rata ponzoñosa Justin Trudeau, el país norteamericano ocupa el tercer lugar en la lista de países occidentales que más persiguen a los cristianos. Por otro lado, la satánica/pedófila ONU incluye en el Consejo de Derechos Humanos a 15 países que persiguen a los cristianos. ¿Recuerdas viajero un atentado islamista durante la misa de Navidad del pasado año que dejó más de 160 cristianos asesinados en Nigeria? Pues un ejemplo de tantos porque en ese mismo país, desde el año 2006 hasta 2023, un total de 53 sacerdotes han sido secuestrados, 12 atacados y 16 asesinados. Y en Haití, la iglesia se halla profundamente desasosegada por el incremento continuo de secuestros contra miembros del clero. Las similitudes son muy, muy sorprendentes entre la forma comunista china de persecución y la forma woke de restricción e incluso discriminación.

China, otra vez ejemplo

Porque, obvio, un ejemplo del autoritarismo gubernamental de manual es el de la feroz represión de China sobre más de un millón de musulmanes uigures en la región de Xinjiang. Estas personas han sido detenidas arbitrariamente en campos de «reeducación» desde 2017. También han vivido una intensa vigilancia, restricciones religiosas, trabajo forzado, esterilizaciones obligadas y asaltos a la cultura islámica: tortura, tratos inhumanos, violencia sexual, violaciones, así como detenciones arbitrarias cada vez más extendidas extendidas.

Esta misma represión fue evidente en el caso de los “Falun Gong”, un movimiento espiritual que surgió en China a principios de los años 90, que combinaba la meditación, ejercicios de qigong y una filosofía de compasión y tolerancia. En China, los cristianos que no se someten a las iglesias cristianas controladas por el Partido Comunista Chino, son perseguidos, torturados y enviados a prisión, donde corren riesgo de ser asesinados para ser posteriormente «enviados» a la colosal industria del trasplante de órganos, de la misma forma que ocurre con los uigures, tibetanos y practicantes de Falun Dafa

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¿ Y por qué te recuerdo todo esto?

Aparte de la tetramilenaria judeofobia (hogaño con embozo anti-israelí: nazis/”patriotas”, musulmanes y zurdos), ahora mismo en Bangladesh, tras la caída/huida del gobierno de Sheikh Hasina ha comenzado una brutal persecución religiosa contra la minoría hindú por parte de los agarenos/sarracenos/ismaelitas que ahora se saben impunes. ¿Y la denominada “comunidad internacional, la del buen rollito woke y la ilimitada tolerancia y blablablá?

En fin.

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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José Luis Fernández

En los paises con regímenes comunistas, como China y Corea del Norte, todas las religiones están perseguidas por las autoridades, no solo el Cristianismo. Donde se producen miles de asesinatos de cristianos cada año es en el conjunto de los paises islámicos; es inexplicable que ni las naciones del mundo occidental ni el Vaticano protesten ante ese genocidio.

Daniel A. Jaimen

Es un conflicto entre estatismo -falsamente llamado «socialismo», a pesar de someter a la sociedad- y derecho natural. En el estatismo en sus diversas formas, el culto al Estado, explícito o no, remplaza con un exclusivismo violento, la buena diversidad natural de creencias; las más tontas para los que se benefician de ellas y las más evolucionadas para los que están a la altura. Este estatismo puede ser formalmente ateo como en Albania o haberse apoderado sibilinamente, desde dentro, de iglesias legítimas como en la represión violenta de los albigenses. Es frecuente que cultos de raíz abrahámica (chusmosemíticos) pequen de estatismo tanto como los regímenes ateos e incurran en ataques de celos prohibiendo la competencia. Menos mal que el cristianismo es, en el fondo, un culto mistérico griego y la cultura griega lo permea.

El problema en el extremo opuesto lo presentaría la necesidad de que el Estado vigile de cerca sectas y otras organizaciones que anulan el juicio de sus integrantes y que explotan las carencias, taras o necesidades emocionales de éstos. Por ejemplo, La Iglesia del Pueblo del «Reverendo» Jim Jones debía haber sido desarticulada antes. Puede que no se hiciera porque la la CIA estuviera secretamente conchabada con el Jones como parte de un experimento de modificación de conducta y manipulación psicológica de grupos. Incluso organizaciones religiosas legítimas recurren a técnicas similares a las sectas reconocidas como peligrosas y absurdas. La obligación de entregar todo a la secta y separarse de los amigos y familia para mejor subyugar al sujeto, además de explotarle, es común a gente rarita pero tan distinta entre sí como el Opus Dei o la Orden del Templo Solar. En el caso de China, sin querer con ello defender todos y cada uno de los actos del PCCh -Dios me libre de ello-, hay una desconfianza justificada hacia cultos estrambóticos inventados que puedan restar autoridad al Estado en áreas que pertenecen al ámbito civil incluso.

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