24/11/2024 03:15
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La única fuente fiable para conocer el número real de fallecidos por causa del Covid es el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo) que elabora el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), pues los números que nos dan los secuestradores no tienen absolutamente nada que ver con la realidad.

El MoMo te informa diariamente del número real de fallecidos por todas las causas y del número esperado en base a un estudio estadístico con datos de 40 años. Si se analizan los números del MoMo se comprueba que en circunstancias normales (sin Covid) aunque en un día concreto el número real de fallecidos si se puede separar (no mucho) del número esperado, en cuanto se toma un periodo de varias semanas el modelo estadístico es casi infalible; así, entre el 1 de enero de 2020 y el 11 de marzo, cuando las cifras de fallecidos por Covid todavía no eran significativas en comparación con el número normal de decesos en un día cualquiera (unas 1.150 personas en media), la realidad se desvió del modelo solo un 0,8%. El MoMo, por tanto, es extremadamente fiable para detectar y cuantificar aumentos inesperados de la mortalidad como, por ejemplo, una pandemia.

Según el MoMo, entre el 11 de abril (cuando se empezó a observar un exceso anormal de defunciones) hasta el 6 de mayo, en España fallecieron unas 34.200 personas más de lo esperado, unos 8.000 más de los que reconoce el Gobierno, que no pueden haber fallecido por otra causa que por el Covid a pesar de que el retrasado mental de Fernando Simón se haya atrevido a decir, sin que se le caiga la cara de vergüenza, que pueden ser por “un gran accidente de tráfico” o por “un aumento de los infartos”. Hay que ser miserable.

Buceando un poco en la prolija información que da el MoMo se puede saber con bastante precisión quienes son esas personas.

De esos 34.200 fallecidos, unos 31.300 (el 92%) eran personas de 70 años o más (70+), mientras que los fallecidos con 69 o menos (69-) fueron “solo” (y pido disculpas por decir “solo” cuando estamos hablando de muertos) unos 2.900. Ya solo con esto se ve la gigantesca desproporción, pero si lo comparamos con el número de ciudadanos en cada grupo de edad, resulta que entre los de 69- han fallecido por Covid 72 por cada millón mientras que entre los de 70+ han fallecido 4.632 por cada millón, esto es, ¡65 veces más!

¿Será porque las personas de más edad se han contagiado más? En parte si, pues según los datos del gobierno (en lo que puedan servir) el número de contagiados confirmados entre los de 69- son unos 3.500 por millón mientras que entre los de 70+ es de 12.000 por millón: unas 3,5 veces más, pero no 65 veces más, como entre los fallecidos.

El verdadero origen de la desproporción es la tremenda diferencia en tasa de mortalidad entre los contagiados de cada uno de los grupos de edad: mientras que entre los contagiados de 69- fallecieron el 2,1% (casi como en una gripe común), entre los de 70+ han fallecido ¡el 38,3% de los contagiados, casi cuatro de cada diez! Unas 20 veces más.

Todo lo anterior es a nivel nacional, para el conjunto de España, pero ¿qué ha pasado en cada región?

En el siguiente mapa se muestra el número de contagiados por cada mil, el % de fallecidos entre esos contagiados y el número de fallecidos por cada mil, EXCLUSIVAMENTE ENTRE LAS PERSONAS DE 70+ y por Calamidades Autónomas (CC.AA.)

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Mortalidad por CC.AA. entre las personas de 70 años o más

Los números que se muestran en este mapa son escalofriantes, aunque hay notables diferencias entre regiones:

En La Rioja ha habido más de 30 contagiados por cada 1.000 personas de 70+, en Madrid y Castilla-La Mancha (CLM) más de 20 y en Navarra, Cataluña, Castilla y León (CyL) y Vascongadas más de 10.
En CLM, Madrid y Extremadura han fallecido más de la mitad de los contagiados de 70+ y en CyL, Aragón, C. Valenciana, Murcia y Asturias entre un tercio y la mitad.
En CLM y Madrid han muerto por Covid casi 15 de cada mil personas de 70+, en CyL casi 8 y en Navarra 5,5
Madrid ha sido el centro del horror entre las personas de 70+: una de cada cuatro personas de 70+ fallecidas por Covid en España ha muerto en Madrid.
Aunque en términos absolutos no ha habido tantos difuntos, por tener menor población, la mayor masacre se ha producido en CLM: 14,8 muertos por cada mil personas de 70+. Y en esa CC.AA. hay otro dato inaudito, que no me podía creer que fuera cierto y que he comprobado hasta la saciedad: el 75% de los contagiados confirmados de 70+ han fallecido; recuerden lo que ha pasado en la localidad de Tomelloso (Ciudad Real) donde han fallecido el equivalente a 5.500 personas por millón de habitantes, el triple que en el estado de Nueva York, supuestamente el punto del planeta más golpeado por la peste china.
En el lado contrario, cinco regiones (Murcia, Andalucía, Galicia, Baleares y Canarias), además de Ceuta y Melilla, han conseguido mantener el número de fallecidos entre sus habitantes de 70+ por debajo de uno por mil.

Solo a efectos de comparación, y para darnos cuenta de la brutalidad de estas cifras, en la totalidad de España y ahora fijándonos solo en las personas de 69-, ha habido 3,4 contagiados por cada mil, la mortandad entre los contagiados ha sido del 2,1% y han fallecido 0,7 por cada mil.

Esto, señores, es un horror de proporciones desconocidas en la historia reciente de España y que además nos están intentando ocultar por todos los medios.

¿Cómo ha podido ocurrir algo así?

Seguramente (no soy médico ni epidemiólogo) los efectos del virus en las personas de más edad son más graves, pues tienen una salud más frágil, y probablemente también con una menor carga viral sufren un contagio más severo que una persona de menor edad. Pero ¿solo eso justifica que la mortandad entre los contagiados sea casi 20 veces superior y el número de fallecidos por cada mil personas 65 veces superior a los de las personas de 69-? NO ME LO CREO.

Esta masacre entre las personas de 70+, de magnitud inimaginable hace solo un par de meses, ha ocurrido, en gran medida, porque han sido abandonados como animales, como seres infrahumanos en la tenebrosa terminología del nazismo.

Por un lado, en muchas regiones, a los residentes en los asilos se les ha dejado contagiarse y en muchísimos casos morir como si no fuera con nosotros. El personal sanitario de las residencias, que ni está preparado ni tiene medios para atender una emergencia de este calibre, no solo se ha encontrado desatendido, sin ayuda, sino que cuando han pedido medios no se los han dado y cuando han solicitado el traslado de los más graves a un hospital se les ha dicho que no había sitio para ellos. Hasta que no llegó el Ejercito a retirar moribundos, si no cadáveres, que en muchos casos se encontraban en condiciones infrahumanas, hacinados en verdaderas casas del horror, nadie ha querido enterarse de lo que estaba pasando en los geriátricos. Nos ocultan la información sobre los muertos en las residencias de ancianos, es un vergonzante secreto de Estado que en estos tiempos de impunidad y de indefensión nadie se atreve a exigir.

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En España hay del orden de 380 mil plazas en residencias de ancianos. ¿Cuánta habrá sido la mortandad entre sus ocupantes? ¿Un 5%? Algún día se sabrá, y algún día se abrirá una investigación judicial exhaustiva sobre el pavoroso aniquilamiento de estas personas, pero no nos rasguemos las vestiduras si al final las víctimas de este horror inhumano en los asilos resultan ser 15 mil o 20 mil.

Por otro lado, están los miles de ancianos que se han muerto en sus casas, solos, sin recibir el cariño de sus seres queridos en la agonía, porque “el sistema sanitario estaba colapsado” y no había una cama de hospital, y mucho menos una UCI, para ellos. Muchos han tenido que esperar a la Muerte con una llamada de su médico de cabecera, con el Paracetamol que les llevaban los voluntarios de Protección Civil y, cuando el final ya era inevitable, con abundantes dosis de morfina, quien sabe si para acelerar el dramático desenlace.

Las hienas que nos gobiernan han conseguido crear un clima tal de histeria, pánico y caos que los propios familiares de los condenados han aceptado la situación como algo inevitable, como un sacrificio en aras del bien común. Nunca nos han informado del grado de ocupación de los hospitales (incluidos, obviamente, los hospitales de emergencia), ni sabemos si había posibilidades de más hospitales de emergencia, ni cuantas UCIs había y que grado de ocupación tenían: nos han hecho aceptar, sin rechistar, que nuestros ancianos tenían que morir.

¿Quién ha sido el nuevo Dr. Menguele que ha decidido que no pasaba nada si una parte de la población (el 15%, ni más ni menos) resultaba desahuciada con ocasión de esta catástrofe? ¿Habrá sido el astrofísico? ¿Quizás el profesor de filosofía del derecho? ¿O quizás los propios Picapiedra, por motivaciones que no caben en ninguna mente sana y que superan ampliamente los límites morales de cualquiera que no sea un monstruo? ¿Tendrá algo que ver con lo que dijo el “Chepas” no hace mucho sobre que los viejos ya no sirven y además votan a la Derecha? ¿Será un macabro acto premeditado para cosificarnos aún más, para dar otra vuelta de tuerca al proceso de alienación que estamos sufriendo, dejándonos huérfanos de los que nos transmitían la tradición, las costumbres, el espíritu y la verdadera “memoria histórica” (sic) que conforman una sociedad?

Algún día se sabrá, y pagarán por ello; ojalá que sea en esta Vida, pero sin ninguna duda lo será en el día del Juicio Final: en el infierno ya les han reservado plaza. Esto ha sido lo más parecido que se pueda imaginar a una EUGENESIA DE ESTADO.

Autor

REDACCIÓN