20/05/2024 22:50
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Qué grande sería la felicidad del pueblo si en España existiera una élite de sabios virtuosos, que pregonaran y divulgaran las enseñanzas de Confucio, insistiendo en el peligro que entraña para la sociedad la falta de modelos éticos, tanto en sus representantes políticos como en la mayoría de los ámbitos o estamentos sociales y económicos, y fundamentalmente en el área educativa.

¡Pero no!, al parecer, hace décadas que los designios de la Patria se han proyectado desde las perversas y envenenadas mentes de la política excluyente y guerra-civilista, en unos casos, o desde los mezquinas, mugrientas e interesadas cuadras subvencionadas, en otros.

Han estafado a muchos españoles; a todos, han intentado engañarlos; lo han conseguido con la mayoría; y según el Instituto Nacional de Estadística, la dignidad ciudadana está en los límites de lo irreversible; o sea, que aquellos que aún la conservan caben en un SEAT 600.

 Y ahora, en la actualidad, para terminar de arrojar la tierra sobre el gran hoyo de la sepultura Nacional, aparece el gran devorador de las sociedades occidentales, el carroñero de las libertades, de la propiedad y de los derechos del hombre, el comunismo leninista de Iglesias, siempre asistido por los eficaces peones del matarife, la lechigada del endriago, la general casta del periodismo fraudulento y ambicioso o de la basura televisiva.

En Vallecas, hemos sido testigos de una “lapidación” contra militantes, simpatizantes y representantes de VOX, por extensión contra España.

Acto de terror y violencia, que en la práctica es el modo asiduo y reiterado de aplicación de la idea leninista, de la doctrina marxista, del espíritu religioso de los criminales comunistas, el modo extractado de cumplir con los sacramentos de su religión, la forma de satisfacer a plenitud las exigencias del Partido-Estado y de rendir obediencia ciega o dar contenido pagano y destructivo a la tradición secular de su adorado profeta, Lenin.

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Muerto el gran perro, se acabó la rabia, ¡pues no! en el siglo XXI van apareciendo sucedáneos, grandes impostores, embaucadores y farsantes, unos peores que otros, pero todos miserables y siniestros,  a España le ha tocado soportar en aras de la democracia, al desalmado capitalista, Pablo Iglesias, paradigma de pulcritud, honorabilidad, fervoroso devoto de sus obligaciones y responsabilidades, así lo ha puesto de manifiesto durante el tiempo en que ha estado al frente del área de Derechos Sociales y que ha costado la vida a decenas de miles de nuestros mayores durante la pandemia.

No nos engañemos, el revolucionario desprecia la opinión pública, y detesta la moral de la sociedad, su moral se basa y afianza en todo aquello que contribuye al triunfo de la revolución. 

Y yo pregunto, ¿cuál es la razón para que dicho castigo se le haya infligido a VOX? La lapidación es un castigo que acepta el Islam, si no por el Corán, sí por algún jadiz, elemento de enorme importancia entre el libro sagrado y su aplicación práctica, no cuenta con el mismo valor canónico, pero afecta a millones de musulmanes; a su vez, se le considera como un relato, una tradición de contenido religioso que se remonta al propio Mahoma.

Para los comunistas y sus hordas de ultra izquierda y extrema izquierda, Vox, como partido constitucional y beligerante sin complejos contra los delirios de destrucción terrible, total, general y despiadada de estos talibanes  que se alimentan y sobreviven con el odio de clase y la organización de revolucionarios profesionales, y cuya última función es matar,–esto predicaba el terrorista y revolucionario Necháiev, uno de los padres políticos de Lenin,–  aplican sin reservas morales de ningún tipo el castigo religioso de la lapidación como medio violento y tradicional que se compadece a la perfección con las fabuladas enseñanzas de su profeta bolchevique.

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Y yo pregunto, ¿quién ha permitido que esto suceda? Sin duda, el Ministro del Interior, Marlaska, hombre de recto obrar y juicio equitativo y justo, en fin, qué menos podemos exigirle a una persona que procede de la judicatura; la mayoría de los españoles conocen las virtudes que le adornan y que cotidianamente pone de manifiesto en esta época rosa o rojo aclarado del Gobierno socio-comunista.

Personaje tan eximio,  delicado y puntilloso en el estudio del Derecho, bien nos podría explicar lo dicho por Lenin: “El terror es el Derecho, la Ley no debería abolir el terror ni la violencia, prometerlo sería un engaño o una ilusión”

Concluyendo, ¿ lograremos con el concurso de todas las fuerzas políticas, sociales y económicas de los españoles de bien, que se desvanezca o neutralice la naturaleza revolucionaria del comunismo leninista de Iglesias, bajo el impulso de la necesaria, calmada y razonada  reforma que los españoles demandamos, impidiéndole expresar su rabia vengativa,  su visceral odio y su violencia?