21/02/2025 11:14

El 4 de febrero pasado Doña Nieve de los Ángeles Vázquez, Catedrática de Historia de la Universidad de Puerto Rico en Bayamón, impartió la conferencia “España en manos extranjeras: El papel de Francia en la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas”, en la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País i.

Decir que fue genial es quedarse corto. En España muy posiblemente nunca se haya hablado con tal claridad y precisión del proceso de negociación de la “Pantomima de Guerra” que fue el 98. Con sus propias palabras dijo que “unidos entre sí los datos nos dan una evidencia de que el Gobierno de Sagasta, sin consultar a las Cortes, decidió no defenderse”.

La catedrática portorriqueña analizó el Tratado, como hizo en su trabajo “Tratado de París de 1898: entre la diplomacia secreta y la Constituciónii, desde una documentadísima perspectiva crítica centrada en las violaciones constitucionales cometidas por España (también por Usa) durante su negociación, firma y ratificación. En particular el contexto geopolítico, explicando, fundamentalmente, la intervención de Francia en la configuración del Tratado desde la redacción, en francés, del Protocolo de Paz a la ratificación del mismo. De la mano del embajador de Francia en Washington Jules Cambon, encargado de negociar y ratificar el Tratado, recorrió todas las fases por las que transitó aquel acuerdo, desmenuzando, histórica y jurídicamente, las violaciones constitucionales cometidas por el Gobierno de España.

La Constitución de 1876 exigía que las Cortes aprobaran leyes especiales específicas antes de ceder territorios, de que tropas extranjeras irrumpieran en territorio español, y que se ratificara cualquier tratado internacional que pudiera obligar individualmente a los españoles. Ninguna de esas tres limitaciones constitucionales se cumplió.

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La conclusión final podría resumirse en que todo el proceso para aprobar el Tratado por parte de España fue una gigantesca cadena de irregularidades que forzosamente convierten a ese texto en inconstitucional. Y como toda acción supraconstitucional debe ser considerado nulo, carente de efectos jurídicos y sus consecuencias deberían ser revertidas.

A la luz de sus palabras, la traición en 1898 de nuestras nominalmente aliadas Inglaterra y Francia queda clara, como ya había ocurrido al comienzo del siglo XIX: venta forzada de Luisiana, Invasión Francesa, destrucción inglesa de nuestra riqueza peninsular y secesión de las Américas. Pero también la del sistema liberal-borbónico: Carlos IV vendió Luisiana a Napoleón, primero, y España entera, luego (también su hijo Fernando VII); para ellos, con fama de ilustrados, seguía en píe la teoría del “reino patrimonio”. Y ahora se demuestra que la Regente y el Régimen de la Restauración (liberales moderados y progresistas, a la limón) hicieron lo mismo, o peor, en 1898.

María Cristina de Ausburgo-Lorena entregó el poder a Sagasta porque así se lo exigió el Embajador norteamericano Woodford, como lo demostró Carlos Seco Serrano en su libro Alfonso XIII y la crisis de la restauración. Dejó la negociación de la paz a Francia y quebrantó reiteradas veces la constitución de 1876 para consumar la traición. España, además de las víctimas directas de la guerra, incluidas las de la represión en la Península, perdió la tercera parte de su extensión, miles de españoles fueron despojados de su nacionalidad, centenares de cubanos y portorriqueños murieron rápidamente en represiones y hambrunas, 1.000.000 de filipinos perdieron la vida en la guerra de ocupación yanqui, y, además, tuvimos que asumir los casi 3.000 millones de pesetas de las deudas de Cuba y Puerto Rico. Incluso los 20 millones de dólares que Estados Unidos pagó por Filipinas no llegaron a ingresar en las arcas españolas.

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No deje pasar la oportunidad de comprobar, de la mano de la valiente y rigurosa catedrática hispana que glosamos, que el Desastre del 98 fue una continuada Traición. Iniciada con la auto-voladura del Submarino Peral, el Magnicidio de Cánovas, y los combates amañados de Cavite y Santiago, se remató con la negociación que culminó con el Tratado de París, pasando por la apenas disimulada entrega de Manila un día después de firmado el Protocolo de Paz.

Aquello que se auspició en 1898 se repitió en 1975 (Sáhara) y puede volver a suceder en nuestros días con Canarias/Ceuta/Melilla/etc.

J.Mª. Manrique

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Jose Maria Manrique Garcia
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Surreal

Está clarísimo que la oculta intervención de los que dirigen las fuerzas judeo masónicas son absolutamente responsables de todos los grandes aconceticimientos estructurantes de la Historia Contemporánea Universal y de la Actuaolidad ¿Por qué será que en los libros de historia al uso y en la información de los medios de masas se oculta sistemáticamente esta realidad causal? Necesitamos urgentemente revisiones de la historia y del presente con verdaderos planteamientos estructuralistas funcionalistas. Nos va la vida porque esos mismos agentes causales nos están imponiendo su Gran Reseteo previo a su Nuevo Orden Mundial

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