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El origen de la factoría Renaixença se sitúa en la publicación de la oda La Patria de Buenaventura Carlos Aribau en 1833. Ahora bien, hasta que no se publicó el manifiesto de Joaquín Rubió i Ors, en 1841, y la celebración de los Juegos Florales, en 1859, la Renaixença no se hizo realidad. El manifiesto de la Renaixença de Rubió i Ors, era una recopilación de poemas publicados, bajo el seudónimo de Lo Gaiter del Llobregat, en el Diario de Barcelona. Para tal ocasión, Rubió escribió un prólogo en el que expuso sus ideales a favor de la lengua catalana, e hizo un llamamiento para su significación. La intención de Rubió era despertar a los catalanes de su vergonzosa y criminal indiferencia.

Gracias a los Juegos Florales de 1859, apoyados por Víctor Balaguer, Manuel Milá i Fontanals, Antonio de Bofarull, la lengua catalana obtuvo publico reconocimiento como lengua literaria y cultural. Además, hay que mencionar la excelente labor literaria llevada a cabo por: Jacinto Verdaguer, en poesía, Ángel Guimerà, en teatro, y Narcís Oller en novela. Por su parte la Renaixença sirvió para que aparecieran periódicos escritos en catalán.

La Renaixença cultural también supuso una reacción de la clase política y religiosa. Eso sí, el catalanismo político, en ningún momento fue separatista. No lo podían ser pues, las bases políticas catalanas, estaban en estado embrionario. No fue hasta la declaración de las Bases de Manresa (1892), cuando se establecieron los pilares de lo que sería Cataluña.

El historiador, escritor, poeta lexicógrafo y traductor Arturo Masriera Colomer (1860-1929) era

admirador de Verdaguer, participó varias veces en los Juegos Florales de Barcelona, ganando diversos premios y siendo proclamado Maestro en Gay Saber en 1905. En la necrológica que el periódico La Vanguardia publicó el 26 de noviembre de 1929 podemos leer:

De muy joven sintió el furor pimpleo, dedicándose en cuerpo y alma a la literatura, de modo que habiéndole puesto su padre una tienda de platero en la calle típica del oficio, convirtióse pronto aquella en covacha, cenáculo, o lo que fuese, donde se dejaban caer todos cuan-tos estaban picados de la misma tarántula, desde Mistral, Zorrilla, Verdaguer, Guimerá, Matheu, Calvet, Oller, Agulló, hasta los más insignificantes aprendices del arte métrica. Era el mentidero de los Juegos Florales. En ellos empezó a reñir sus primeras armas, creciéndose de modo portentoso, de tal suerte que, desde 1875 a1900, había ganado más de doscientos premios en varios certámenes.

Sobre los juegos florales escribió:

Solían presidir el gobernador civil o el alcalde constitucional, llamado entonces corregidor. En castizo castellano estos señores pronunciaban un discurso, que no pasaba de página y media, abriendo el acto y ensalzando, etc. Las fuerzas vivas e intelectuales aplaudían con un candor verdaderamente paradisíaco. El 95 por 100 de los caballeros vestían de levita y ostentaban a la vez, casi todos, el bigote y la perilla a lo Napoleón III. En cuanto a las señoras, el miriñaque obligaba a que ocuparan dos sillas cada una. Las jovencitas iban con mantilla blanca, y las mayores la llevaban negra. La tercera parte del auditorio, por lo menos, hablaba en lengua castellana, pero aplaudía muy cortésmente cuando los mantenedores o cualquier grupo de poetas iluminados daban señales de entusiasmo”.

Arturo Masriera escribió para Montaner y Simón el diccionario en siete lenguas a base del castellano, y tenía ya publicados varios tomos de poesías catalanas y algunas traducciones de Shakespeare (1897): Hamlet; Calendau, de Mistral, en 1907; ocho tomos de la Vida de Santa Verónica de Julianis, de 1908 a1916. Tradujo también Prometeu encadenat y Els Perses, de Esquilo, y Les Siracu-sanes, de Téócrito.

Autor

César Alcalá
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