18/05/2024 10:45
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La mayoría de los cristianos dentro y fuera de España parece ignorar dos hechos: que la cruz más grande del mundo se encuentra en este país y que pronto podría desaparecer junto a su Basílica si se sigue de brazos cruzados.

El PSOE está redactando una propuesta de ley llamada “Memoria Democrática” que presentará este mes en el Consejo de Ministros.

Con ella se va a crear un problema legal para el Valle de los Caídos, hogar de la cruz más grande del mundo, mediante una “resignificación” del lugar.

Reinan una indiferencia y una cobardía escandalosas entre los católicos españoles.

A más a más, la jerarquía eclesiástica de España mantiene un silencio ensordecedor. Podría deberse a su temor a perder la titularidad de sus propiedades o a tener que pagar impuestos en el futuro en contra de la legalidad vigente si se atreven a oponerse al gobierno.

Es triste que los católicos no apoyen al Valle dado que su creación fue organizada por quien paró el holocausto católico que había estado teniendo lugar a principios de la década de los años 30. Esa situación es comparable con la del presidente de Siria Bashar al Assad, ya que éste también logró detener la atroz persecución cristiana – esta vez a manos de los terroristas cavernícolas del ISIS.

La cruz del Valle, que tiene 150 metros de altura, está encima de una basílica en la que están enterrados más de 30,000 caídos de ambos lados de la Guerra Civil.

Entre ellos descansan casi 60 mártires católicos que fueron víctimas de la guerra y que han sido beatificados por Roma. Sería difícil imaginar que en Italia una basílica con reliquias de santos fuese profanada, que 23 monjes fuesen expulsados ​​de su abadía o que una cruz pública fuese derribada, ¡mucho menos si tratase de la cruz más grande del mundo!

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Tales ataques sin sentido y crueles contra el cristianismo serían tan escandalosos que todo el país, incluyendo a la Izquierda, se rebelaría contra propuestas tan abominables. Los españoles de izquierdas obviamente tienen mucho que aprender de sus homólogos italianos, quienes probablemente dirían: è una vergogna!