23/06/2024 20:11
Contemple la realidad que le rodea. En el cielo, en el campo, en los mares, en la ciudad, en la naturaleza, en la cara de las personas, en los ojos de los jóvenes o en las familias que antes formaban hogares. Se ha ido creando un clima desapacible, hostil, amenazante, triste, gris,… Un clima de desconfianza y pesimismo, acaso un auténtico cambio «climático». El desaliento y la incertidumbre nos aboca a eso que los filósofos llamaban aporía, la falta de poros, de resquicio por el que respirar aire puro. Aporía se define así en el diccionario, «que contiene una inviabilidad de orden racional». Son muchas las personas que han sucumbido al desaliento ante la presión mediática y no encuentran salida racional al panorama oscuro que nos dibujan los gestores del nuevo orden mundial. Los políticos se suben invariablemente al carro de la agenda 2030 convenciendo a las masas que no hay más remedio que vivir esclavo, controlado, recortando libertades, confinado a ciudades cárcel, con huella de carbono y racionamiento de permisos en función del crédito social. No queda otra que vivir obediente y sumiso al parecer de los políticos.
Pero la misma filosofía de Aristóteles define al ser humano como zoon politikón (zỗion, «animal» y πολῑτῐκόν, politikón), como un animal político, un individuo que se interesa por los asuntos de la polis, de la ciudad. En otras definiciones, el ser humano se dice es racional y social, es decir, que piensa y que vive en contacto con otras personas. En esa interacción con otras personas tiende de manera natural a dar lo mejor de sí, porque el bien es difusivo: el altruismo, la preocupación por los problemas de los demás, la confianza, la educación, el respeto, la generosidad, la empatía, el buen trato, la ayuda mutua, el cariño,… todo eso estaba en origen en el interior del ser humano. Y vio Dios todo lo que había hecho y era muy bueno. (Cfr. Génesis 1, 31). Entonces, si esto venía así de fábrica, ¿ cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Dónde nos hemos quedado sin fuerza? ¿Existe algún poro o resquicio por el que poder volver realmente a esa idílica situación? ¿Podré salir de casa dejando la puerta abierta sin miedo a robos, asaltos o a ocupas, tal y como se hacía en los pueblos hasta hace poco? Es más, ¿tendré casa de la que poder salir y a la cual volver?
Cada vez que convocan a los ciudadanos a las urnas (un paripé en el que se sublima la contribución política del habitante de la polis) surge la reflexión y el debate. «Pues seguiré votando a los míos…» con la seguridad plena de que los míos no son trigo limpio, pero con la excusa de que el trigal está todo podrido y el consuelo de creer que es «el mal menor». Pero el mal, por menor que sea, nunca es un bien. Además, como apuntaba un antiguo dirigente soviético, no importa lo que uno vote, lo que importa es el que cuenta los votos.
Más allá del clímax electoral, su campaña, el sufragio, el paripé del recuento o la futilidad de los resultados, quiero hacer una reflexión a pie de calle. Hablar de política se ha convertido en algo tabú. Preguntarle a alguien por su intención de voto es obsceno. «No me importa la política», se escucha con desdén en las conversaciones. Que un individuo que vive en sociedad se muestre hastiado y no le importe la política es algo muy preocupante. Incluso aberrante a la naturaleza humana según se desprende de la definición filosófica de ser humano. Somos animales políticos, nos guste o no, es nuestra naturaleza. Somos individuos que tenemos en nuestras entrañas la necesidad esencial de preocuparnos por hacer algo bueno para la vida de los demás. El ser humano sano (no hablo de los psicópatas) es generoso y desarrolla empatía, le surge una necesidad irrefrenable de ayudar a otros, sobre todo en situaciones apuradas. Reprimir o abortar ese deseo de manera continuada conduce inexorablemente a la frustración. La frustración, dicen los filósofos, es la permanente insatisfacción de una necesidad. Cuando un individuo se frustra, se vuelve apocado, mohíno, retraído, insociable, apático. Y no tarda en ser pasto de las enfermedades orgánicas y psíquicas, porque un organismo infeliz se muere de asco y depresión.
¿Qué nos ha pasado para desarrollar este clima de miedo y tristeza? ¿Era esto lo del cambio climático? El deterioro progresivo de las relaciones sociales nos ha conducido a renegar de la política. «Yo de eso paso». Pero ¿ cómo puedes pasar de algo que es inherente a tu propia naturaleza sin dejar de ser tú mismo? ¿No es acaso un corte más a tu existencia, una renuncia a lo que eres y por tanto, un logro para los que pretenden que dejes de ser humano y seas transhumano? ¿No percibes que dejar de luchar por tu expresión política es mutilar tu naturaleza? Todo un triunfo de satanás para que desistas de participar en la polis. No puedes ni debes renunciar a tu compromiso político y aquí es donde quiero que abras bien los ojos. La estrategia del mal nunca fue crear nada apetecible sino desvirtuar, destruir lo bueno. Y en el tema que nos ocupa, hablar de política inmediatamente te trae a la cabeza los diferentes partidos políticos, el hemiciclo, el gobierno, los tinglados y chiringuitos…. Ya, unos sinvergüenzas, los de ahora, los de antes y los que vendrán, se le quita a uno las ganas de ser político, ¡cómo voy a ser yo político, si pretendo seguir siendo honesto!
Pues bien, para vincular esta aparente contradicción es necesario dejar bien claro que a los políticos, a esos que están integrados en las diferentes formaciones políticas, lo que menos les importa es la política, la auténtica política. Todos conocemos buenas personas que al «entrar en política«, al integrarse en una formación política, dejaron de serlo. El político profesional ha «secuestrado» y pervertido un quehacer que es una conducta habitual de cada ser humano. Los partidos políticos se arrogan el monopolio de la vida política y con su conducta grupal han hecho detestable y aborrecible esta actividad. Y los ciudadanos, a quienes verdaderamente les importa el futuro de su país, renuncian a luchar por el bienestar social que parece que es asunto de los partidos que gobiernan. Tristemente, se han desentendido de la vida política con resignación, al ver que está en manos de unos desalmados. Porque la situación a la que hemos llegado y que describía al principio de este artículo ¿ quién la ha creado? ¿Quiénes son los responsables de que la sociedad esté agonizando, sin recursos morales? ¿Quién nos ha conducido hasta aquí?
A fuer de prostituir y degradar una actividad humana, que de inicio es inherente a nuestra naturaleza como es la vida política, hemos renunciado a ella asqueados por el comportamiento de los agentes que se han apropiado de esa tarea para forjar nuestras cadenas. ¿Cómo no vamos a sentir pesar y lamento cuando nos cercenan un derecho y nos lo vuelven despreciable? Pero ante esta realidad, una vez identificado el problema, no debemos quedarnos en el lamento y de ahí que la acción que se promueve desde este artículo es el rescate de lo bueno. La política tiene que volver al pueblo. La política de los partidos políticos se ha mostrado que es lo más opuesto a la verdadera política. Y cuando el ciudadano es consciente de esto, la coherencia exige dar la espalda a aquellos que se han alzado como nuestros representantes políticos porque todos ellos se mueven por intereses partidistas y son los causantes del deterioro social que padecemos. En el gasto de la bestia se llevan la mitad de lo que ganas, el 21% de lo que gastas y el 30% de lo que heredas.
Si hemos comprendido que el ser humano íntegro, para ser feliz necesita desarrollar una verdadera acción política, usted se sentirá orgulloso pudiendo hacer cosas por los demás y no se avergonzará por desarrollar su cometido político. Una corrupción similar de la vida política ha operado en el ámbito de las profesiones, de las creencias, de las tradiciones, de las instituciones. Hay que rescatar todo lo bueno que emana del ser humano para seguir siendo humano y libre. El mal nos ha hecho creer que no somos libres y que no podemos escapar de las cadenas de los regentes. Hay que volver a sentir orgullo por tener compromiso político, por tener un país, una historia, unas creencias, una profesión digna, unas tradiciones, un respeto a los mayores y un afán de formar familia.
La auténtica vida política fue secuestrada por la partitocracia y vamos a rescatarla para devolverla a su origen, al pueblo. Si usted cree que esto no es posible, no nos vale para esta empresa, apártese y mire. Lo haremos visible en las calles, lo conseguiremos con la gorra.

Autor

Doctor Luis M. Benito
Doctor Luis M. Benito
Luis Miguel Benito de Benito, médico especialista de Aparato Digestivo desde 2000 y Doctor en Biología Celular. Licenciado en Filosofía. Máster en Dirección Médica y Gestión Clínica por el Instituto de Salud Carlos III y Experto Universitario en Derecho Sanitario y Ciencias Forenses por la UNED. Facultativo Especialista de Área del Hospital Universitario de El Escorial y Director Médico de la Clínica Dr. Benito de Benito desde 2011. Autor del libro "Coronavirus. Tras la vacuna" ISBN 978-84-9946-745-0
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Maravilloso artículo, yo lucharé con la gorra por este país!!!
Un abrazo

Carmen

Yo sí creo que es posible, y lo haremos con la gorra.
Gracias Dr. Benito por tanto sacrificio.

Alvar

De acuerdo. Sin embargo, la lucha que usted plantea no es algo solamente material y humano, es una lucha espiritual y sobrehumana. El siglo xix vio la lucha encarnizada entre las dos ciudades de San Agustín, la Iglesia acabó cediendo y renunciando a la lucha material, perdió sus espadas, sus príncipes y sus ejércitos, dejando el campo libre a sus enemigos. Hoy día se promociona el sistema desde el mismo Vaticano ¿Habrá sido retirado el katejon del que hablaba San Pablo?
La cristiandad fue derrotada cuando tenía una posición de fuerza y de superioridad abrumadora, y esto dice mucho del enemigo al que nos enfrentamos.

Jose luis

Nos enfrentamos al gobierno de Satanas pues Dios entregó su creación a Satanas hasta que Dios lo permita ,solo Dios puede restaurar el mundo,ningún gobierno del hombre traerá la paz y la justicia al mundo

Hakenkreuz

Muy bien dicho, d. José Luís.

Hakenkreuz

De acuerdo con todo, sr. Alvar, pero la derrota viene de lejos. Ha sido gradual. La Cristiandad sufrió un durísimo golpe a comienzos del siglo XIV, cuando los papas y cardenales pasaron a ser designados por el anticristo monarca francés y situados en Aviñón. Aquel fue el pésimo siglo de la peste negra e incontables hambrunas y guerras que arruinaron la Cristiandad de tres siglos previos desde san Gregorio VII. Ya santa Brígida de Suecia escribió por orden del Señor una carta a uno de aquellos papas ministros del rey francés durísima, que hiela la sangre de cualquier fiel, pero que no parece haber hecho mucho efecto, por lo que hoy se ve.
El Renacimiento siguió tendencia degradadora en no pocos prelados elegidos por pura y simple simonía y prolongando la corrupción, preparando la rebeldía satánica de Lutero, Enrique VIII y Calvino, entre otros (hoy llamados «hermanos separados» por el hecho de que al anticristo se le mima, al santo se le intenta asesinar). Y los siglos que sucedieron fueron una constante agresión y persecución en sus miembros contra la Santa Iglesia de N. S. Jesucristo, la Católica Apostólica en todo lugar donde el protestantismo, los ortodoxos y los anglicanos brotaban con fuerza, con no pocas defecciones en el bando católico, el fiel a Cristo. La Revolución Francesa fue la penúltima puntilla diabólica, con una iglesia constitucional y funcionarial a la que no pocos resistieron siendo exterminados, fieles y consagrados en la orgía anticlerical. Y, a partir de la desdichada y politizadora Rerum Novarum de 1891, vino la «iglesia» política a sembrar todo tipo de cizaña hasta hoy, despreciando incluso las advertencias de Fátima contra Rusia socialista soviética, que han podido llevar centenares de millones de almas al infierno por no obedecer las peticiones que María Santísima hizo. De ahí la crisis actual de la Cristiandad, arrinconada, apaleada, y cercada, como denunciaba san Pablo en su tiempo, pero nunca vencida.

Alvar

Sí señor. Mucho se podría decir, mas no es cuestión de abusar. Me gusta destacar el punto de inflexión de la Revolución francesa, pues aún siendo abiertamente satánica nos la siguen vendiendo como la panacea, y la gente se lo cree.
Sin duda los jerarcas vaticanos tienen una enorme responsabilidad en la situación que soportamos, no quisiera estar en su pellejo el Día del Juicio.

Jose luis

El vaticano junto con la nobleza negra de Italia son los que manejan el mundo y son los cabecillas de la elite que está detrás de la implantación del nuevo orden mundial

Hakenkreuz

Los cristianos (sinónimo de católicos apostólicos) no compartimos creencia con Aristóteles, por mucho que nuestro angélico santo Tomás de Aquino utilizase sus argumentos filosóficos en su Summa Theologiae.

El hombre es una criatura de Dios hecha a su imagen y semejanza, como asevera el Génesis que es Palabra de Dios, no de hechiceros de la biología, la medicina, la física y todo tipo de «ciencia» que se equivoca una vez sí y otra también en una cadena interminable de errores que pretenden dictar a toda la sociedad como «dogmas» («está demostrado científicamente. A callar todo opositor y la Iglesia entera, hasta el mismo Dios que calle»). Pero el hombre (y la mujer) no es un animal. Y los animales, de cualquier especie que se trate, NO están hechos a imagen y semejanza de Dios, ni siquiera los chimpancés, ni los gorilas, ni los orangutanes. Puede que el demonio sí, por aquello que decía el P. Pío de Petrelcina de que el demonio es el mono de Dios, pero el hombre NO. Y mucho menos es el hombre político. ¿Qué tiene de política la Palabra de Dios, especialmente la de la Nueva Alianza a partir de Cristo?

Lucifer sí fue el primer político. Aspiró a suplantar a Dios mismo en su Trono, siendo, consecuentemente, condenado por toda la eternidad y expulsado del Reino de los Cielos con sus ángeles rebeldes y sentenciado al infierno por Jesucristo Nuestro Señor, que lo derrotó en el desierto (donde el demonio lo tentó con todos los reinos, gozos, placeres, distinciones, honores y poderes de este mundo, recuérdese esto, especialmente los embusteros de la mal llamada «doctrina social de la «Iglesia»», manipulación política de la Palabra de Dios en beneficio de políticos, sindicatos y empresarios, que no hacen otra cosa que abusar de la Misericordia de Dios), en Getsemaní y en la Cruz.

Eva y Adán si fueron seducidos por la política serpiente del Paraíso con el argumento político de todos los tiempos, eso sí, disfrazado de argumentos falsos: «seréis como dioses», que es lo mismo que decir hoy, bajo tiranía de la democracia o voluntad de mayorías que ya ni lo son (49,2% en las últimas elecciones de favorables a la tiranía de esa gran ramera de Babilonia o democracia o sistema de prostitución generalizada), «podéis decidir qué tipo de gobierno queréis para vuestro país, región, ayuntamiento y unión soviética europea», «podéis cambiar el mundo con vuestro voto», «todo se os dará si me votáis»….

Políticos fueron los fariseos, que politizaron la Palabra de Dios dada a Moisés para transformarla en el político judaísmo que esperaba un político Mesías que reinase Israel destruyendo a sus enemigos.

Políticos fueron los sumos sacerdotes, los herodianos, los saduceos, los samaritanos, los escribas del Templo, los fariseos Caifás y Anás, que condenaron al Verbo encarnado, a Jesucristo, porque «convenía que muriese antes un hombre a que pereciese una nación entera», es decir, que era mejor librarse de Jesús de Nazaret, porque de seguirle la gente en masa, dejaría de «votarles» a ellos y el globalismo de turno de entonces, la satánica Roma imperial idolátrica, se desharía de ellos como se deshace hoy de los gobiernos democráticos ultra despilfarradores y ladrones marionetas (por lo de la deuda pública impagable, pensiones, nóminas de funcionarios, parados, subvenciones a centenares de miles de empresas con empleados, etc.) de derechas o izquierdas según convenga a sus pervertidos intereses mundanos.

Política era la esperanza de la madre de los de Zebedeo, Juan y Santiago, que pidió al Señor los más eminentes puestos de ministro en su Reino de Israel que esperaba inminente, algo propio de la política mentalidad judía previa a la conversión plena tras la Gloriosa Resurrección del Señor.

Política era la esperanza de los judíos que comieron pan y peces del milagro de multiplicación, 5000 hombres sin contar mujeres y niños, que querían elevar al Señor al trono de Israel, es decir, usarle, manipularle como instrumento para librarse de los romanos, de los fariseos, de los herodianos, cada cual a su egoísta conveniencia política, sin caer en la cuenta de a quién habían tenido el privilegio infinito de haber conocido.

Política era la esperanza de Judas Iscariote, que, decepcionado con la actitud del Maestro, lo vende enrabietado por haber «perdido el tiempo» siguiéndole y por haberse hecho ilusiones con haber sido su ministro de hacienda, cargo del que tanto rédito personal esperaba tener, eso sí, siempre en nombre de los «pobres» a los que se les puede beneficiar incluso con el precio de un perfume caro que es un desperdicio en la cabeza del Señor, según él.

Política era la desesperanza del ladrón no arrepentido, de Gesmás, según apócrifos, que entre sufrimientos propios de un crucificado, exigía con insultos al Señor que le liberara de tal trance y que se liberara él, como a gritos reclamaban los judíos presentes, «para que creyeran que era el Mesías esperado».

Política es lo que hay detrás de cada cisma de la Santa Iglesia Católica Apostólica, fundada por el mismo Señor Jesucristo entre la profesión de fe de san Pedro y Pentecostés. Es decir, política fue la decisión de los obispos tras Arrio, Nestorio, Focio, Cerulario, Lutero, Calvino, Zwinglio, Enrique VIII, etc.

Político es el intento de sacar partido político de la Palabra del Señor por medio de doctrinas que no vienen de Cristo, como afirmó su apóstol amado san Juan en su segunda carta católica, en la que nos pidió que despidiésemos a quien nos viniese con cualquier doctrina que no fuera la del Señor.

Política es la simonía y el nombramiento político o laical de prelados, como muchos papas, cardenales, obispos, priores, abades, abadesas, etc. durante siglos, por parte de emperadores, reyes, nobles, aristócratas y, desde la Revolución Francesa, políticos de todo tipo (la convención de la Revolución Francesa, con su «iglesia» constitucional y la pérdida de los estados pontificios que supuso la politización del Vaticano a partir de Pío IX).

NO político fue Jesucristo Nuestro Señor, Dios y Hombre verdadero, ni sus apóstoles después de su Gloriosa Resurrección (Santiago decapitado, Pedro crucificado boca abajo, Pablo decapitado, Andrés crucificado, etc.), ni los Padres Apostólicos, ni los Apologistas, ni los Santos Padres. Que nadie se engañe al respecto.

NO políticos fueron los santos, santas y mártires de todos los tiempos, la verdadera Santa Iglesia Católica Apostólica, frente a la cizaña que metieron los políticos de todos los tiempos.

NO políticos fueron los millones y millones de fieles humildes y sencillos de todos los tiempos y generaciones que han amado y aman al Señor de corazón y con toda el alma, que han venerado y veneran hasta el extremo a la Santísima Virgen María y, después, a los santos de su devoción, sufriendo como reos camino de la cruz el odio encarnizado del mundo hostil a Dios y de los que infiltrados en la Iglesia les tratan de desviar al infierno con falsas doctrinas y errores.

NO políticos fueron los cruzados, pues defender a espada la Iglesia de Cristo ante la brutalidad demoníaca e irracional musulmana, bárbara, anticlerical, masona, comunista, socialista, liberal, conservadora, democrática, etc., es un legítimo recurso cuando ya no cabe otra solución. Es Santísima Voluntad de Dios enfrentar la estirpe de la serpiente con la estirpe de la mujer, el trigo con la cizaña, hasta el fin de los tiempos, luego no puede haber paz jamás, hasta el triunfo definitivo de Cristo en su Segunda Venida Gloriosa.

NO política fue la Santa Inquisición o Santo Oficio, pues el celo por la fe en Cristo no puede ser condenable, pese a los errores de alguno de sus miembros. Nunca se expone a cuántos miles y miles de personas libró de la superstición que el demonio infundía en personas ignorantes. Precisamente la labor fundamental de la Inquisición fue destruir esas supersticiones contra fieles y castigar más que a ninguno, a los que acusaban sin prueba alguna ni razón, solo por odio o rencillas personales. Pero eso se calla, que no salga a la luz, pues manda la política. No hay «libertad religiosa» en ofender y ultrajar blasfemamente a Jesucristo Nuestro Señor, que creó UNA Iglesia, no miles y miles a conveniencia de cada pecador. Usar en vano el Nombre de Dios y tergiversar su Palabra no es «libertad religiosa», sino libertad de ultraje a Dios que es la Verdad.

Y NO, no es, ni fue, ni será NUNCA jamás política la santa Verdad. La Verdad no gana elecciones, no es popular, no es querida, no es amada. La Verdad NO es, ni fue política, ni lo será jamás. El mundo, politizado, odia la Verdad.

Luis M Benito

Cuánta confusión. Que mi reino no sea de este mundo… no significa que no haya que organizar la vida en este mundo. Aristóteles claro que no fue cristiano.

Dufresne

Con gorra o sin gorra nuestra llama es incombustible, Doctor. Seguiremos hacia adelante a pesar de ser incierta la victoria. Los agoreros, pesimistas y, por supuesto, nuestros enemigos, pueden seguir haciendo de mamporreros del sistema, consciente o inconscientemente. Pueden empezar por darle un dislike a este comentario. Ya estáis tardando

Luis M Benito

Y ¿por qué quiere un dislike? ¿Tanta ilusión le hace tocar las pelotas a la gente? ¿Se siente más realizado con ello? ¿Piensa que su conducta es más grata a los ojos de Dios?

Dufresne

Hay que ser verdaderamente idiota para sentirse realizado tocando las pelotas a la gente, ¿no cree? Me parece que no ha entendido bien el trasfondo de mi comentario.

Luis Miguel Benito de Benito

«Pueden empezar por darle un dislike a este comentario. Ya estáis tardando» Esto hasta un idiota entiende que es ir tocando las pelotas.

Luis M Benito

E insultar también es ir provocando.

Dufresne

¿Estáis flojos o qué? venga, a trabajar, no seáis vagos y darme al dislike

Luis Miguel Benito de Benito

Hombre, dislike no, porque eres tan necio que lo mejor es no perder el tiempo con provocaciones infantiles.

Jose luis

La vida es un teatro con muchos actores,la salvación sólo puede venir de Dios el es el que marca los tiempos,nosotros tenemos el libre albedrío,por encima de nosotros sólo está Dios y sólo le debemos obediencia a Dios no a las leyes de los hombres,la ley verdadera es la ley natural de Dios que nos otorga unos derechos adquiridos desde que nacemos,no se debe idolattar a ningún ser humano

Nicolás Fernández Aranda

¿Quiénes son?

Hay un libro en particular que podrá alumbrarle en el quiénes y el cómo. Porque la cosa no empezó en 2020, ni en 1978.

El libro en cuestión: «De la Cábala al Progresismo» del padre Julio Meinvielle.

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