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El pasado Martes Santo, yendo a la Catedral de las Fuerzas Armadas, para llevar a nuestro Santísimo Cristo de la Fe, Cristo de los Alabarderos, al Palacio de Oriente, para subirle a su Trono, llevado el día anterior, “me di de bruces”, justo en el callejón en el que hay unas antiguas ruinas y que desemboca en la calle Mayor, frente a la Capitanía General, estando a la izquierda el emblemático Edificio, hoy Instituto italiano de Cultura de Madrid y en su esquina anterior, se encuentra la siguiente placa, que dice:
Ana Hurtado de Mendoza de la Cerda y de Silva y Álvarez de Toledo (Cifuentes, Guadalajara, 29 de junio de 1540-Pastrana, Guadalajara, 12 de febrero de 1592), fue una noble española que ostentó los títulos de II duquesa de Francavilla, II princesa de Mélito, II condesa de Aliano y II marquesa de Algecilla por derecho propio; así como princesa de Éboli, duquesa de Estremera, duquesa de Pastrana y marquesa de Diano, por su matrimonio con Ruy Gómez de Silva, noble portugués y valido del rey Felipe II de España, por lo que es conocida coloquialmente como la Princesa de Éboli.
Nacida en el pueblo de Pastrana, muy cerca del pueblo en dónde nació mi madre y allí murió también q.e.p.d.
Sin duda, la Princesa, nunca pasó desapercibida, por su belleza, inteligencia, poder, prepotencia, liderazgo, intrigas, mucho carácter, altiva, arrogancia, riqueza y situación privilegiada en la nobleza de la época.
Ana Hurtado de Mendoza pertenecía a una de las familias castellanas más poderosas de su época: la casa de Mendoza. Fue la hija única del primero de los dos matrimonios que tuvo Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda -I duque de Francavilla y I príncipe de Mélito y virrey de Aragón– y su primera esposa María Catalina de Silva y Álvarez de Toledo, hija de los condes de Cifuentes.
A la edad de doce años, en 1553, el príncipe Felipe —futuro rey Felipe II de España y los padres de la novia, firmaron las capitulaciones para la boda de Ana con Ruy Gómez de Silva, amigo de la infancia del príncipe Felipe. El novio era príncipe de Éboli, denominación de la ciudad ubicada en el Reino de Nápoles, y ministro del rey. Los compromisos de Ruy motivaron su presencia en Inglaterra y el matrimonio no se celebró hasta aproximadamente 1557
Fue una de las mujeres de más talento de su época, y se la consideró como una de las damas más hermosas de la Corte española. Entre las teorías sobre la causa de la pérdida de su ojo derecho, la más respaldada es la que asegura que la princesa fue dañada por la punta de un florete manejado por un paje durante su infancia, quizá no fuese tuerta sino estrábica, aunque hay pocos datos que mencionen dicho defecto físico.
La tumultuosa princesa de Éboli
La Princesa de Éboli…La Prisionera de Felipe II
Conflicto con Santa Teresa de Jesús
Ana solicitó junto con su marido dos conventos de la orden religiosa de las carmelitas descalzas en Pastrana.
Entorpeció los trabajos porque quería que se construyesen según sus dictados, lo que provocó numerosos conflictos con monjas, frailes, y sobre todo con Teresa de Jesús, fundadora de las carmelitas descalzas. Ruy Gómez de Silva puso paz, pero cuando este murió volvieron los problemas, ya que la princesa quería ser monja y que todas sus criadas también lo fueran. Le fue concedido a regañadientes por Teresa de Jesús y se la ubicó en una celda austera. Pronto se cansó de la celda y se fue a una casa en el huerto del convento con sus criadas. Allí tendría armarios para guardar vestidos y joyas, además de tener comunicación directa con la calle y poder salir a voluntad. Ante esto, por mandato de Teresa, todas las monjas se fueron del convento y abandonaron Pastrana, dejando sola a Ana. Ésta volvió de nuevo a su palacio de Madrid, no sin antes publicar una biografía tergiversada de Teresa, lo que produjo el alzamiento de escándalo de la Inquisición española, que prohibió la obra durante diez años.
Pastrana con La Princesa de Éboli y Santa Teresa de Jesús 2015
Tras la muerte de Ruy Gómez de Silva
Tras la repentina muerte de Ruy Gómez de Silva en 1573, Ana se vio obligada a manejar su amplio patrimonio y durante el resto de su vida tuvo una existencia problemática.
Gracias a sus influyentes apellidos consiguió una posición desahogada para sus hijos. Su hija mayor, Ana, casó con Alonso Pérez de Guzmán el Bueno y Zúñiga, VII duque de Medina Sidonia; el siguiente, Rodrigo, heredó el ducado de Pastrana; Diego fue duque de Francavilla, virrey de Portugal y marqués de Allenquer. A su hijo Fernando, ante la posibilidad de llegar a cardenal, le hicieron entrar en religión, pero escogió ser franciscano y cambió su nombre por el de Fray Pedro González de Mendoza (como su tatarabuelo el Gran Cardenal Mendoza), y llegó a ser arzobispo.
La Princesa de Éboli, tuvo dos grandes enemigos, quizás por su fortaleza mental y su prepotencia, pero los tuvo. Una fue la monja y Santa de Teresa de Jesús y la otra el mismísimo Rey Felipe II, entonces Príncipe. En cualquier caso, fue ampliamente castigada, encerrada y encarcelada en una “Jaula de Oro”, en una habitación en el Torreón de Pinto por Felipe II
La corte de Felipe II y sus intrigas
Debido a la posición de Ana de Mendoza en la corte española, mantenía relaciones cercanas con el entonces príncipe y luego rey Felipe II, lo que animó a varios a catalogarla como amante del rey, principalmente durante el matrimonio de este con la joven Isabel de Valois, de la cual fue amiga.
Lo que sí parece seguro es que, una vez viuda, en 1573, sostuvo relaciones con Antonio Pérez, secretario del rey. Antonio tenía la misma edad que ella y no se sabe realmente si lo suyo fue simplemente una cuestión de amor, de política o de búsqueda de un apoyo que le faltaba desde que muriera su marido. Estas relaciones fueron descubiertas por Juan de Escobedo, secretario de Juan de Austria, el hijo natural del rey Carlos I de España, quien además mantenía contactos con los rebeldes de los Países Bajos Españoles. Antonio Pérez, temeroso de que revelase el secreto, le denunció ante el rey de graves manejos políticos y Escobedo apareció muerto a estocadas, de lo que la opinión pública acusó a Pérez; pero pasó un año hasta que el rey dispuso su detención.
Los motivos de la intriga que llevaron al asesinato de Escobedo y a la caída de la princesa no son claros. Parece probable, junto a la posible revelación de la relación amorosa entre Ana y Antonio Pérez, también la existencia de otros motivos, como una intriga compleja de ambos acerca de la sucesión al trono vacante de Portugal y contra Juan de Austria en su intento de casarse con María I de Escocia, de la Casa de Estuardo.
El encierro
La princesa de Mélito y viuda del príncipe de Éboli fue encerrada por orden del rey Felipe II de España el 28 de julio de 1579, primero en el Torreón de Pinto, luego trasladada en febrero de 1580 a la Fortaleza de Santorcaz y privada de la tutela de sus hijos y de la administración de sus bienes, para ser trasladada en 1581 a su Palacio Ducal de Pastrana, donde estuvo acompañada y atendida por su hija menor, Ana de Silva (llamada Ana como la hija mayor de la princesa, que tuvo dos hijas del mismo nombre, se haría monja luego) y tres criadas.
Torre de Éboli
Es muy conocido en dicho palacio el balcón enrejado que da a la plaza de la Hora, llamada así porque era donde se permitía a la princesa melancólica asomarse una hora al día. Tras la fuga de Antonio Pérez a Aragón en 1590, Felipe II mandó poner rejas en puertas y ventanas del Palacio Ducal.
No está tampoco muy claro el por qué de la actitud cruel de Felipe II para con Ana, quien en sus cartas llamaba «primo» al monarca y le pedía en una de ellas «que la protegiese como caballero». Felipe II se referiría a ella como «la hembra» o «la marrana». Es curioso que mientras la actitud de Felipe hacia Ana era dura y desproporcionada, siempre protegió y cuidó de los hijos de esta y su antiguo amigo Ruy Gómez de Silva. Felipe II nombró un administrador de sus bienes y más adelante llevó las cuentas su hijo Fray Pedro ante la ausencia de sus hermanos.
Falleció en dicha localidad el 12 de febrero de 1592. Ana y Ruy están enterrados juntos en la Colegiata de Pastrana.
El Palacio Ducal de Pastrana |
Matrimonio e hijos
Durante el periodo de su matrimonio la vida de Ana fue estable y no se le conocen andanzas ni problemas. Tuvo con Ruy Gómez de Silva diez hijos:
Diego Gómez de Silva y Hurtado de Mendoza, muerto de niño.
Ana de Silva y Mendoza(1560-1610), mujer de Alonso Pérez de Guzmán el Bueno y Zúñiga, VII duque de Medina Sidonia.
Ruy II Gómez de Silva y Hurtado de Mendoza, II duque de Pastrana(1562-1596), quien casó con Ana de Portugal y Borja. Se rumoreaba en la Corte que Ruy fue hijo del rey Felipe II.
Pedro Gómez de Silva y Hurtado de Mendoza (1565), muerto de niño.
Diego de Silva y Mendoza, III duque de Francavillay I marqués de Alenquer (156413-1630), casado en primeras nupcias con Luisa de Cárdenas y en segundas con María Ana Sarmiento Villandrano de Ulloa, condesa de Salinas.
Ruy Gómez de Silva y Hurtado de Mendoza, I marqués de la Eliseda(1570-1616). Matrimonios: Ana de Aguilar, Jerónima Fernández de Hijar y Antonia Manrique de Lara, XI condesa de Castañeda.
Fernando de Silva y Mendoza, luego Fray Pedro González de Mendoza, (1570-1639), arzobispo de Zaragoza.
María Gómez de Silva y Hurtado de Mendoza y María Gómez de Silva y Hurtado de Mendoza (1570): gemelas o mellizas, muertas de niñas.
Ana Gómez de Silva y Hurtado de Mendoza (1573-1614), fue la última hija del matrimonio y quien acompañó a su madre en los años de encierro.
La princesa de Éboli, documental
PRINCESA DE ÉBOLI
Reja del Palacio de Pastrana, habitación en dónde estuvo encarcelada la Princesa, por orden del Rey Felipe II y que tan solo una hora al día, podía asomarse a esa ventana, por lo que la Plaza se llama “Plaza de la hora”
ANA DE MENDOZA, DE LA QUE LA LEYENDA NEGRA LE ATRIBUYE AMORES CON ANTONIO PEREZ Y CON EL REY FELIPE II, EL CUAL PRESUNTAMENETE CELOSO, ENCERRÓ A LA PRINCESA DE ÉBOLI, ENTRE REJAS.
Juan Manuel de Prada, siempre en la EXCELENCIA
Santa Teresa y la Princesa de Éboli por Juan Manuel de Prada (1 de 2)
Santa Teresa y la Princesa de Éboli por Juan Manuel de Prada (2 de 2)
Autor
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Empresario. Licenciado en Marketing y en Dirección de Ventas. Escritor de varios libros, sin publicar, aún. Aficionado a la escritura y a la historia de España.
Caballero Legionario que fue del IV Tercio Sahariano Alejandro Farnesio, en dónde estuvo en Mando Bandera. Escogido para portar al Santo Cristo de la Buena Muerte, representando a la Xª Bandera.
Congregante del Santísimo Cristo de la Fe, Cristo de los Alabarderos y María Inmaculada Reina de los Ángeles, en la Catedral de las Fuerzas Armadas
Luchador nato por el Valle de los Caídos y sus monjes Benedictinos, por nuestro Cristo Redentor, la Familia, contra el Aborto y la Patria Grande, Unida y Gloriosa, desde la muerte del General Invicto.
Amigo, seguidor y admirador de la figura más transcendental y entrañable del siglo XX español, D. Blas Piñar, mi Caudillo, siempre junto a él, tuve el honor de aplaudirle, ovacionarle, dialogar y abrazarle, porque era mi ídolo y lo seguirá siendo por toda la eternidad. Y tengo el orgullo, que de sus magníficos libros escritos, poseo unos diez, dedicados, con cariño y con su pluma de oro, como escritor en la excelencia.
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