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Transcurridos un par de días desde la celebración de la Pascua Militar repaso los discursos de S.M. el Rey y el de la ministra de Defensa con el sosiego que da la distancia temporal y celebro el apoyo de SM a las víctimas del terrorismo, si bien con la mirada en las innumerables manifestaciones que se prevén en homenaje a sus asesinos sin olvidar que sus representantes son nada menos que los socios del Gobierno presente en ese acto. Si esto no es una paradoja venga Dios y lo vea. Y no lo es menos el silencio – ¿pactado ? – ante el problema más grave que tiene España como consecuencia de la amenaza secesionista que representa el movimiento subversivo con el que nos enfrentamos en Cataluña. Nada hay hoy en los ejércitos que preocupe más a sus componentes a los que por Ley, nada menos que la Constitución, les corresponde en última instancia el mantenimiento de la unidad de España y el ordenamiento constitucional. No tengo duda de que de haberse celebrado este acto conforme a lo estipulado en la tradición militar se habría, al menos, hecho sentir esta preocupación.
La Pascua Militar tuvo su origen cuando Carlos III decidió mostrar su aprecio a los ejércitos por la reconquista de Menorca y ordenó a Virreyes y Capitanes Generales que, precisamente el día de los Reyes Magos, manifestarán a sus subordinados su regia felicitación. Felicitación que siempre era devuelta a Su Majestad por el general más antiguo de los ejércitos, representando a la institución militar. Y así fue siempre salvo de un tiempo a esta parte en la que recae la representación militar en el titulado ministro de Defensa.
Esta es una situación asumida al día de hoy pero que encuentra no pocas reticencias en una gran mayoría del personal militar al que le gustaría otro formato protocolario, más afín a la pura tradición, y en el que la felicitación a S.M. fuera efectuada por persona propia de la institución militar y no por alguien ajeno a ella.
El ministro de Defensa es por Ley el responsable de la política de defensa determinada por el Gobierno y de la gestión de la administración militar pero no forma parte de la Fuerzas Armadas y, por lo que a mí respecta, no me siento representado por esta persona a los efectos de lo que la tradición marca para el Acto de la Pascua Militar.
En efecto, tal parece que la Pascua Militar se ha convertido en un acto político del Gobierno de turno en el que lo único que se exponen son nimiedades cuando no un “corta y pega” de asuntos que, obviamente, poco interesan a nuestra clase política embebida en sus luchas internas de partido y entre partidos.
Y todo esto sucede cuando observamos con asombro, pena y rabia como unas personas entran en prisión por el mero hecho de irrumpir en su día en la librería Blanquerna al grito de “Cataluña es España”, proclama que debe ser un gravísimo delito. No entro en los pormenores jurídicos de la sentencia pero sí en lo que no deja de ser una paradoja cuando casi simultáneamente se concede la Real Cruz de la Orden de Carlos III a enemigos declarados de España y de la propia Corona como por ejemplo Pablo Iglesias y otros. La capacidad de asombro que nos invade ante todos estos hechos nos sume en un desconcierto creciente cuando no escepticismo y preocupación por la situación actual de España y desde luego por su inmediato futuro. Una España carente de liderazgo que camina hacia su autodestrucción a pasos agigantados ante la parsimonia de una sociedad sometida al relativismo moral imperante.
Francamente, ante todo esto, actos como el de la Pascua Militar me resultan no ya cansinos sino vacíos de todo contenido. Mucha parafernalia pero muy lejos de la esencia de la España en la que yo creo. Puro teatro. Y si no que se le pregunten a todos aquellos que aún velan por sus seres queridos asesinados cuando ven como se homenajea con absoluta impunidad a sus asesinos con el beneplácito de la Justicia al amparo de lo que llaman libertad de expresión. Y digo lo mismo cuando pienso en esos falangistas ahora encarcelados por un acto banal en comparación con los cometidos por los del tiro en la nuca. Vale, le dieron un empujón a algún político – esto debe ser muy grave – pero la realidad es que ahora están en prisión unas personas por defender España ante la amenaza secesionista que nos atenaza mientras que otros los que defienden a los asesinos se sientan en las Cortes y son socios de un Gobierno complaciente cuando no colaborador. Puras paradojas de esta España desnortada.
En definitiva, una Pascua Militar que pasa sin pena ni gloria como una noticia de tercer orden al contrario de lo que otrora significara cuando el estamento militar al felicitar a SM expresaba su sentir institucional. Paradójico es ver las más de doscientas marchas de hoy en apoyo a ETA y las naderías que en el Acto citado se dijeron. Pura palabrería.
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