22/11/2024 05:30
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Tengo que decir una vez más que esto del Coronavirus y el “encierro podemita” al que nos tienen sometidos el Gobierno social-comunista me está volviendo loco… Ya no sé qué es leer, porque ahora me estoy dando cuenta lo largo que puede ser un día sin ver la calle, ni hablar con nadie. Ayer, buscando en internet algo interesante y que me entretuviese me tropecé con la historia de “Lisístrata” contada por el griego Aristófanes, aquella mujer que se reveló contra la guerra y a favor de la paz y supo organizar y ponerse al frente de la primera “guerra sexual de la historia”. Con decisión y transformada en una líder feminista (pero de verdad, no como la Irene de hoy) supo atraerse y dirigir a todas las mujeres griegas en la guerra que iniciaron contra los propios maridos para que abandonaran las armas y firmaran la paz.

Les aseguro que si se deciden a leerla no solo pasarán un rato agradable sino que van a reírse… porque ya quisieran las feministas de hoy parecerse a aquellas feministas griegas. Así que pasen y lean:

 

LISÍSTRATA

Personajes

LISÍSTRATA, mujer ateniense.

CLEONICE, su vecina.

MÍRRINA, otra ateniense.

LAMPITO, mujer espartana.

CORO DE ANCIANOS.

CORO DE MUJERES.

EL COMISARIO ATENIENSE.

MUJER l.a

MUJER 2.a

MUJER 3.a

MUJER 4.a

CINESIAS, marido de Mírrina.

EL HIJO DE CINESIAS.

EL HERALDO ESPARTANO.

EL PRÍTANIS ATENIENSE.

EL LACONIO, embajador espartano.

UN ATENIENSE.

PERSONAJES MUDOS: una beocia; una corintia; mujeres atenienses; arqueros; un esclavo de Cinesias; embajadores espartanos; atenienses; Conciliación; esclavas.

 

Se divisa la Acrópolis de Atenas al fondo. Es de mañana, y aparece en escena LISÍSTRATA. 

LISÍSTRATA. Si las hubieran invitado a una fiesta de Baco1, a una gruta de Pan2, o al promontorio Colíade, al templo de la Genetílide3, no se podría ni siquiera pasar por culpa de sus tambores4. Pero, así, ahora todavía no se ha presentado ninguna mujer. (CLEONICE sale de su casa.) Bueno, aquí sale mi vecina. ¡Hola, Cleonice!

CLEONICE. Hola, tú también, Lisístrata. ¿Por qué estás preocupada? No pongas esa cara, hija mía, que no te cuadra arquear las cejas.

 

Baco es uno de los nombres de Dioniso.
Pan es divinidad de los rebaños, pertenece al cortejo de Dioniso y está muy relacionado con la sexualidad.
Genetílide era el sobrenombre de una diosa del parto; tal vez en tiempos de Aristófanes se asociaba a la diosa Afrodita, que tenía un templo en el promontorio Colíade.
Como puede verse en algunas pinturas sobre cerámica, las mujeres usaban tambores en el culto a Dioniso.

 

LISÍSTRATA. Cleonice, estoy en ascuas y muy afligida por nosotras las mujeres, porque entre los hombres tenemos fama de ser malísimas…

CLEONICE. Es que lo somos, por Zeus.

LISÍSTRATA…. y cuando se les ha dicho que se reúnan aquí para deliberar sobre un asunto nada trivial se quedan dormidas y no vienen.

CLEONICE. Ya vendrán, querida. Difícil resulta para las mujeres salir de casa: una anduvo ocupada con el marido; otra tenía que despertar al criado; otra tenía que acostar al niño; otra lavarlo; otra darle de comer.

LISÍSTRATA. Pero es que había para ellas otras cosas más importantes que ésas.

CLEOLICE. ¿De qué se trata, querida Lisístrata, el asunto por el que nos convocas a nosotras las mujeres? ¿En qué consiste, de qué tamaño es?

LISÍSTRATA. Grande.

CLEONICE. ¿Es también grueso?

LISÍSTRATA. Sí, por Zeus, muy grueso.

CLEONICE. Entonces, ¿cómo es que no hemos venido?5

LISÍSTRATA. No es eso que piensas: si no, ya nos habríamos reunido rápidamente. Se trata de un asunto que yo he estudiado y al que he dado vueltas y más vueltas en muchas noches en blanco.

 

Piensa en el pene.

CLEONICE. Seguro que es delicado eso a lo que has dado vueltas y vueltas.

LISÍSTRATA. Sí, tan delicado que la salvación de Grecia entera estriba en las mujeres.

CLEONICE. ¿En las mujeres? Pues sí que tiene pocas agarraderas.

LISÍSTRATA. Cuenta que están en nuestras manos los asuntos de la ciudad; si no, hazte a la idea de que ya no existen los peloponesios…6

CLEONICE. Mucho mejor que ya no existan, por Zeus.

LISÍSTRATA…. y de que los beocios perecerán todos, por completo.

CLEONICE. No, todos no; excluye las anguilas7.

LISÍSTRATA. De Atenas no voy a pronunciar nada de ese estilo: adivina tú mis pensamientos. Pero si se reúnen aquí las mujeres, las de los beocios, las de los peloponesios y nosotras, salvaremos todas juntas a Grecia.

CLEONICE. Y, ¿qué plan sensato o inteligente podrían realizar las mujeres si lo nuestro es permanecer sentadas, bien pintaditas, luciendo la túnica azafranada y adornadas con el vestido recto8 y con las zapatillas de moda?

LISÍSTRATA. Pues eso mismo es lo que espero que nos salve: las tuniquillas azafranadas, los perfumes, las zapatillas, el colorete9 y las enaguas transparentes.

CLEONICE. Y, ¿de qué manera?

LISÍSTRATA. De manera que de los hombres de hoy en día ninguno levantará la lanza contra otro…

CLEONICE. Entonces, ¡por las dos diosas!10, me haré teñir una túnica de azafrán.

LISÍSTRATA…. ni cogerá el escudo…

CLEONICE. Voy a ponerme el vestido recto.

LISÍSTRATA. … ni el puñal.

CLEONICE. Voy a comprarme unas zapatillas de moda.

 

El Peloponeso es la península meridional de Grecia, de sus habitantes los más importantes eran los espartanos, los principales enemigos de Atenas.
Las anguilas de Beocia eran renombradas.
Sin cinturón.
El colorete, literalmente el «onoquiles» (égchousa o ánchousa) o «anchousa tinctoria», planta de la que se obtenía el rojo para el colorete.
Deméter y su hija Perséfone.

 

LISÍSTRATA. ¿Pero no tenían que estar aquí ya las mujeres?

CLEONICE. No sólo eso, por Zeus, sino que hace ya rato que tenían que haber llegado volando.

LISÍSTRATA. Pero mujer, ya verás cómo resultan ser muy del Ática: hacen todo después de la hora. La cosa es que ni siquiera ha venido ninguna mujer de los costeños11 ni de Salamina12.

CLEONICE. Pues por lo menos estas últimas, yo sé que al amanecer han separado las piernas para montar sobre… los barcos13.

LISÍSTRATA. Ni siquiera las que yo esperaba y calculaba que estarían aquí las primeras, las de los Acarnienses14, ni ésas han venido.

CLEONICE. Por lo menos, la mujer de Teógenes15, para venir aquí, empinó… (Hace ademán de beber)… la vela16. Pero aquí están, ya se acercan algunas.

LISÍSTRATA. También llegan estas otras.

 

(Entran MÍRRINA y otras mujeres.)

 

Literalmente «los Páralos» (páraloi), los que vivían en la parte costera del Ática.
Salamina, isla (y ciudad) situada en el Golfo Sarónico, muy próxima a Atenas.
El verbo diabaíno (aquí diabebekasi) significa tanto «atravesar» como «separar las piernas», y el sustantivo kéles es «barco ligero» y, a la vez, «caballo de silla». El «caballo de silla» hace pensar en una postura erótica.
De un demo de Atenas, que da nombre a una comedia de Aristófanes.
Teógenes es un político prominente, satirizado con frecuencia en comedia como personaje ambicioso, de muchas palabras y pocos hechos.
He tratado de reflejar la posible ambivalencia de la palabra takáteion. Como sustantivo se refiere a las velas de un barco, pero ákatos, el sustantivo originario, es también el nombre de una copa con forma de barco. No sabemos si ésa es la referencia adecuada.

 

CLEONICE. Uf, uf, ¿de dónde son?

LISÍSTRATA. De Anagirunte.

CLEONICE. Sí, por Zeus, por lo menos el maloliente «anágiro»17 me parece que se ha removido.

MÍRRINA18. ¿Llegamos tarde, Lisístrata? ¿Qué dices? ¿Por qué te callas?

LISÍSTRATA. No te elogio, Mírrina, por haber llegado ahora siendo el asunto tan importante.

MÍRRINA. Es que me costó trabajo encontrar el cinturón en la oscuridad. Si hay prisa por algo, anda, dínoslo a las que ya estamos aquí.

CLEONICE. No, por Zeus, vamos a esperar por lo menos un poco a que vengan las mujeres de los beocios y de los peloponesios.

LISÍSTRATA. Lo que has dicho está muy bien. (Entra LAMPITO con dos muchachas desnudas.) Aquí viene Lampito. ¡Hola, Lampito, querida laconia19! ¡Cómo reluce tu belleza, guapísima!, ¡qué buen color tienes, cómo rebosa vitalidad tu cuerpo! Podrías estrangular incluso a un toro.

LAMPITO20. Zeguro que zí, azí lo creo yo, pol loh doh diozeh21, pueh me entreno en er gimnazio y zarco dándome en er culo con loh taloneh22.

 

«Anagirunte» (Anagyroûs) es un demo del Ática que toma su nombre de «anágyros», « altramuz del diablo» (Anagyris foetida), planta maloliente. La broma está en el mal olor que desprenden las mujeres de Anagirunte. Wilamowitz cree que anágyros se refiere no a la planta, sino a un pantano maloliente del Ática, que exhala olor al ser removido. Hay otras opiniones.
«Mírrina» se relaciona con el nombre del mirto (myrtos), que designa la planta y el sexo de la mujer. Myrrinon es el adjetivo derivado de «mirto» y es, al tiempo, una de las múltiples denominaciones del glande. Todo ello es adecuado en la escena de los w 845 y ss.
Laconia es el nombre de la región en la que se encuentra la ciudad de Esparta, también llamada Lacedemonia. Lampito habla en dialecto laconio.
«Seguro que sí, así lo creo yo, por los dos dioses, pues me entreno en el gimnasio y salto dándome en el culo con los talones.»
21. Los dos dioses son los Dioscuros Cástor y Pólux, hermanos gemelos, hijos de Leda. Habían nacido en Esparta, que los divinizó y los convirtió en protectores nacionales.
Las espartanas se entrenaban como los hombres. El salto descrito se consideraba típico de las muchachas espartanas.

 

CLEONICE. ¡Qué hermosura de tetas tienes!

LAMPITO23. Me ehtáh parpando iguá que a una víctima para er zacrifisio.

LISÍSTRATA. Y de estas dos, la jovencita esta de aquí, ¿de dónde es?

LAMPITO24. Ehta eh de arcurnia, pol loh doh diozeh, una beosia que ha venido adonde uhtedeh.

LISÍSTRATA. Sí, por Zeus, muy de Beocia: ¡menuda llanura tiene!25.

CLEONICE. Sí, por Zeus, y se ha depilado muy elegantemente el poleo26.

LISÍSTRATA. ¿Y quién es esta otra chica?

LAMPITO27. De hente prominente, zí, pol loh doh diozeh: éh corintia.

CLEONicE. Sí, por Zeus, prominente28, ya se le ve por aquí y por allí.

LAMPITO29. Y a vé, ¿quién ha reunido ehta tropa de muhereh?

 

«Me estás palpando igual que a una víctima para el sacrificio.»
«Ésta es de alcurnia, por los dos dioses, una beocia que ha venido hasta vosotros.»
25. Beocia se conocía como una llanura de gran fertilidad. Se utiliza aquí edíon con un doble significado, de «llanura» y de «sexo de la mujer».
El poleo entendido como mala hierba en la llanura, aludiendo al vello de la beocia.
«De gente prominente, sí, por los dos dioses: es corintia.»
Lampito usa una palabra laconia, chala, que significa «genuina, buena, noble»; Cleonice la relaciona con el aspecto fisico de la corintia.
«Pero, ¿quién ha reunido esta tropa de mujeres?»

 

LISÍSTRATA. Yo, aquí.

LAMPITO30. Dinoh lo que quiereh que agamoh.

CLEONICE. Sí, por Zeus, querida, dinos ese asunto tan importante que te traes entre manos.

LISÍSTRATA. Yo lo diría, pero antes de decirlo os voy a preguntar una cosa, algo de poca monta.

CLEONICE. Lo que tú quieras.

LISÍSTRATA. ¿No echáis de menos a los padres de vuestros hijitos, que están lejos, de servicio? Pues bien sé que todas vosotras tenéis al marido lejos de casa.

CLEONICE. Mi marido, por lo menos, cinco meses lleva fuera, pobre de mí, vigilando a Éucrates31 en Traria.

MÍRRINA. Pues el mío, siete meses completos en Pilos32.

LAMPITO33. Y er mío, zi arguna vé viene der frente, cohe el ehcudo y desaparese volando.

LISÍSTRATA. Y ni siquiera de los amantes34 ha quedado ni una chispa, pues desde que los milesios nos traicionaron, no he visto ni un solo consolador de cuero de ocho dedos de largo que nos sirviera de alivio «cueril» 35. Así que, si yo encontrara la manera, ¿querríais poner fin a la guerra con mi ayuda?

 

«Dinos lo que quieres que hagamos.»
De Éucrates dice el escoliasta que aparece en las comedias como personaje traidor y sobornable. Parece haber sido hermano de Nicias.
Pilos era una plaza, situada al suroeste del Peloponeso, que había sido conquistada por los atenienses a los espartanos, y en la que Atenas mantenía una guarnición.
«Y el mío, si alguna vez viene del frente, coge el escudo y desaparece volando.»
Cree Wilamowitz que «amante» no se refiere a un hombre, sino al consolador de cuero (ólisbos) que se menciona más adelante. Estos instrumentos se fabricaban en Mileto, en Asia Menor, y por ello dejan de verse cuando la ciudad se aparta de la alianza ateniense a raíz de la derrota en Sicilia.
«De cuero.»

 

CLEONICE. Yo sí, por las dos diosas, desde luego, aunque tuviera que empeñar el vestido este curvilíneo y… bebérmelo el mismo día.

MÍRRINA. Pues yo, me dejaría cortar en dos y daría la mitad de mi persona, aunque pareciera un rodaballo.

LAMPITO36. Y yo, ahta me zubi la a todo lo arto der Taiheto37, ayí donde pudiera vé la pá.

LISÍSTRATA. Voy a decíroslo, pues no tiene ya que seguir oculto el asunto. Mujeres, si vamos a obligar a los hombres a hacer la paz, tenemos que abstenernos…

CLEONICE. ¿De qué? Di.

LISÍSTRATA. ¿Lo vais a hacer?

CLEONICE. Lo haremos, aunque tengamos que morirnos.

LISÍSTRATA. Pues bien, tenemos que abstenernos del cipote. ¿Por qué os dais la vuelta? ¿Adónde vais? Oye, ¿por qué hacéis muecas con la boca y negáis con la cabeza? ¿Por qué se os cambia el color? ¿Por qué lloráis? ¿Lo vais a hacer o no? ¿Por qué vaciláis?

CLEONICE. Yo no puedo hacerlo: que siga la guerra.

MÍRRINA. Ni yo tampoco, por Zeus: que siga la guerra.

LISÍSTRATA. Y, ¿tú eres la que dices eso, rodaballo? ¡Si hace un momento decías que te dejarías cortar por la mitad!

CLEONICE. Otra cosa, cualquier otra cosa que quieras. Incluso, si hace falta, estoy dispuesta a andar por fuego. Eso antes que el cipote, que no hay nada comparable, Lisístrata, guapa.

LISÍSTIZATA. Y tú, ¿qué? (A MÍRRINA.)

MÍRRINA. También yo prefiero andar por fuego.

LISÍSTRATA. Jodidísima ralea nuestra, toda entera. No sin razón las tragedias se hacen a costa nuestra, pues no somos nada más que follar y parir38. (A LAMPITO.) Pero tú, querida laconia -pues con que tú sola estés a mi lado, aún podríamos salvar el asunto-, ponte de mi parte.

 

«y yo, hasta me subiría a lo alto del Taigeto, allí donde pudiera ver la paz.»
El Taigeto es el monte más conocido de Laconia.
Literalmente «Posidón y barco». La frase se relaciona, según los escolios, con una tragedia perdida de Sófocles, Tiro; en ella, los dos hijos gemelos que Tiro tuvo con Neptuno son abandonados y expuestos en una barca, por temor a la madrastra de Tiro, Sidero; cuando los niños se hacen mayores, vengan a su madre. Los escolios indican también que la frase equivale a «realizar el coito» y «dar a luz».

 

LAMPITO39. Pol loh doh diozeh, éh difisi que lah muhere duerman zin capuyo, zolah der todo. Zin embargo, zea, que jase musha farta la pá.

LISÍSTRATA. Querida, tú sí que eres una mujer y no todas éstas.

CLEONICE. Y si nos abstuviéramos todo lo posible de lo que tú dices -lo que ojalá que no pase-, ¿eso influiría mucho para que se hiciera la paz?

LISÍSTRATA. Mucho sí, por las dos diosas. Porque si nos quedáramos quietecitas en casa, bien maquilladas, pasáramos a su lado desnudas con sólo las camisitas transparentes40 y con el triángulo depilado, y a nuestros maridos se les pusiera dura y ardieran en deseos de follar, pero nosotras no les hiciéramos caso, sino que nos aguantáramos, harían la paz a toda prisa, bien lo sé.

LAMPITO41. Pol lo menoh, Menelao, cuando eshó una mirada a loh meloneh42 de Helena, que ehtaba dehnuda, tiró la ehpada, creo yo43.

 

«Dificil resulta, ¡por los dos dioses!, que las mujeres duerman sin capullo, solas del todo. Sin embargo, sea, que hace mucha falta la paz.»
Camisas transparentes, cuyo tejido se obtenía del tallo de la malva silvestre (amorgís).
«Por lo menos, Menelao, cuando echó una mirada a los melones de Elena, que estaba desnuda, tiró, según creo, la espada.»
Literalmente, «manzanas».
En un pasaje de Andrómaca de Eurípides, Menelao desiste de matar a su esposa al contemplarla.

 

CLEONICE. Pero mujer, ¿qué pasará si nuestros maridos nos abandonan?

LISÍSTRATA. Lo de Ferécrates, «descapullar a un perro descapullado»44.

CLEONICE. Esos sucedáneos son pamplina. ¿Y si nos cogen y nos arrastran por la fuerza a la alcoba?

LISÍSTRATA. Tú agárrate a la puerta.

CLEONICE. ¿Y si nos pegan?

LISÍSTRATA. Hay que dejarse hacer poniéndoselo muy difícil, que no hay placer en esas cosas cuando se hacen por la fuerza. Además hay que causarles dolor. Y pierde cuidado, en seguida renunciarán. Pues nunca jamás disfrutará el hombre si no va de acuerdo con la mujer.

CLEONICE. Si eso es lo que os parece bien a vosotras dos, también nos lo parece a nosotras.

LAMPITO45. A nuehtroh maridoh, nozotrah loh convenseremoh de que agan una pá huzta y zin engaño en todah lah cozah, pero a eza hente atenienze, tan veleta, ¿cómo ze la puede convensé para que no digan tonteríah?

LISÍSTRATA. Pierde cuidado, nosotras convenceremos a la parte que nos toca.

LAMPITO46 ». Ezo no puede zé, pol lo menoh mientrah zuh trirremeh tengan patah47 y aya dinero zin contá en la caza de la dioza48.

 

Literalmente, «despellejar a un perro despellejado». Los consoladores podían ser de piel de perro. Se refiere a un consolador de cuero. Kyon es «perro» y también «pene». En los escolios se dice que la frase proverbial aludía a «hacer algo en balde» y señalan que en las obras del cómico Ferécrates no se encontraba ese dicho.
«A nuestros maridos nosotras los convenceremos de que hagan una paz justa y sin engaño en todos los aspectos. Pero a la inestable multitud de los atenienses, ¿cómo se les puede convencer de que no digan tonterías?»
«No, al menos mientras sus trirremes tengan patas y haya dinero incontable en la casa de la diosa.»
Literalmente, «pies», con el sentido figurado de estar disponibles.
Se refiere al tesoro de los atenienses guardado en la Acrópolis, dentro del Partenón y considerado propiedad de la diosa Atenea. Para las expediciones militares se echó en varias ocasiones mano de él. Llegó a ser muy cuantioso.

 

LISÍSTRATA. También eso está bien preparado, ya que nos apoderaremos de la Acrópolis hoy mismo. A las más viejas se les ha ordenado hacer esto: que mientras nosotras nos ponemos de acuerdo en estas cosas, ellas, aparentando que celebran un sacrificio, se apoderen de la Acrópolis.

LAMPITO49. Todo puede rezultá, pueh lo que diseh tiene fundamento.

LISÍSTRATA. Lampito, ¿por qué no hacemos todas juntas un juramento sobre esto, para que sea inquebrantable?

LAMPITO50. Pueh áhnoh zabé la fórmula, a vé cómo huraremoh.

LISÍSTRATA. Hablas con acierto. ¿Dónde está la escita?51 (Entra una «policía».) ¿Qué miras? Pon ahí delante el escudo boca arriba, y que alguien me dé las entrañas de la víctima52.

CLEONICE. Lisístrata, ¿qué clase de juramento nos vas a hacer jurar?

LISÍSTRATA. ¿Qué clase? Sobre un escudo, degollando un cordero, como hizo Esquilo en una ocasión, según dicen53.

 

«Todo puede salir bien, pues lo que dices es acertado.»
«Pues haznos saberla fórmula, a ver cómo juraremos.»
La policía de Atenas estaba formada en su mayoría por esclavos escitas; Aristófanes forma un femenino jocoso, skythaina, sobre el masculino skythes.
Para hacer un juramento solemne se cortaban previamente las entrañas de una víctima apropiada. Aquí, naturalmente, no hay tales vísceras.
Se alude a la tragedia de Esquilo Siete contra Tebas, vv. 32 y ss., que las mujeres no conocen más que vagamente.

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CLEONICE. No, Lisístrata, no jures nada que tenga que ver con la paz sobre un escudo.

LISÍSTRATA. Pues, ¿cuál podría ser el juramento? ¿Cogemos de alguna parte un caballo blanco y nos agenciamos sus vísceras cortándoselas?

CLEONICE. ¿Dónde vas tú, con un caballo blanco?54.

LISÍSTRATA. Entonces, ¿cómo vamos a jurar?

CLEONICE. Por Zeus, yo te lo voy a decir si quieres. Poniendo una copa grande y negra boca arriba y degollando… un cántaro de vino de Tasos, juremos sobre la copa… no echarle agua encima55.

LAMPITO56. Ozú, ozú, er huramento, no se puede ni desí cómo lo apruebo.

LISÍSTRATA. Que alguien traiga de dentro una copa y un cántaro. (Sacan a escena la copa y el cántaro.)

CLEONICE. ¡Queridísimas mujeres!, ¡qué cacharro tan grande! Y la copa esa, con sólo cogerla, ya se alegra una.

LISÍSTRATA. (A la que trae la copa). Déjala ahí y cógeme el verraco57. Soberana Persuasión y Copa de la Amistad, recibe estos sacrificios mostrándote benévola para las mujeres. (Mientras tanto, vierte vino en la copa.)

CLEONICE. De buen color es la sangre, ya lo creo, y corre58 estupendamente.

LAMPITO59. Y dehde luego, uele de maraviya, por Cáhtor60.

 

Los caballos servían de ofrenda a Posidón o a otras divinidades marinas. Aquí se menciona como ofrenda exótica y costosa.
El vino de Tasos se consideraba de gran calidad. La intervención de Cleonice alude a la fama de bebedoras de las mujeres.
«Uy, uy, el juramento no se puede ni decir cómo lo apruebo.»
El cerdo que podría servir de víctima es en este caso el cántaro de vino.
O tal vez se trata de «escupir el vino después de probarlo».
«Y desde luego huele de maravilla, por Cástor.»
Véase nota 21.

 

CLEONICE. Mujeres, dejadme jurar61 a mí la primera.

LISÍSTRATA. No, por Afrodita; cuando te llegue el turno. Tocad todas la copa, Lampito62, y que una en vuestro nombre repita exactamente lo que yo diga. Vosotras declararéis esto bajo juramento de acuerdo conmigo y lo mantendréis firmemente: «Ningún hombre, ni amante, ni marido»…

CLEONICE. «Ningún hombre, ni amante, ni marido»…

LISÍSTRATA…. «se acercará a mí descapullado». Dilo.

CLEONICE. … «se acercará a mí descapullado». ¡Ay, ay!, se me debilitan las rodillas, Lisístrata.

LISÍSTRATA. «En casa pasaré el tiempo sin mi toro»63

CLEONICE. «En casa pasaré el tiempo sin mi toro»…

LISÍSTRATA…. «con mi vestido azafranado64 y muy bien arreglada»…

CLEONICE. … «con mi vestido azafranado y muy bien arreglada»…

LISÍSTRATA…. «para que mi marido se ponga al rojo vivo»…

CLEONICE. … «para que mi marido se ponga al rojo vivo»…

LISÍSTRATA…. «y nunca le seguiré la corriente a mi marido de buena gana».

CLEONICE…. «y nunca le seguiré la corriente a mi marido de buena gana».

LISÍSTRATA. «Pero si me obliga por la fuerza contra mi voluntad»…

 

Es decir, beber.
En Siete contra Tebas los capitanes juran tocando con su mano la sangre del toro sacrificado. Lisístrata se dirige en especial a Lampito por ser la representante del mayor enemigo de Atenas.
El vocablo ataúrotos se emplea con seriedad en Esquilo, Agamenón 245, indicando, como aquí, «sin marido».
Parece tratarse de una túnica transparente, llevada encima de la primera o chiton. Originariamente era de color amarillo.

 

CLEONICE. «Pero si me obliga por la fuerza contra mi voluntad»…

LISÍSTRATA…. «me dejaré de mala gana y no le seguiré en sus meneos».

CLEONICE. … «me dejaré de mala gana y no le seguiré en sus meneos».

LISÍSTRATA. «No levantaré hacia el techo mis zapatillas persas».

CLEONICE. «No levantaré hacia el techo mis zapatillas persas».

LISÍSTRATA. «No me pondré a cuatro patas como una leona encima del rallador de queso»65.

CLEONICE. «No me pondré a cuatro patas como una leona encima del rallador de queso».

LISÍSTRATA. «Si mantengo firmemente estas cosas, que beba yo de aquí»…

CLEONICE. «Si mantengo firmemente estas cosas, que beba yo de aquí»…

LISÍSTRATA. «Pero si las violo, que se llene de agua la copa».

CLEONICE. «Pero si las violo, que se llene de agua la copa».

LISÍSTRATA. ¿Declaráis todas vosotras esto bajo juramento de acuerdo conmigo?

TODAS. Sí, por Zeus.

LISISTRATA. Hala, yo haré la ofrenda de ésta. (Coge la copa para bebérsela.)

CLEONICE. Tu parte y gracias, querida, para que resultemos en el acto todas amigas unas de otras66. (Van bebiendo todas. Se oye un griterío de mujeres a lo lejos.)

 

El llamado «rallador» de queso es en realidad un cuchillo para el queso (así, V Daremberg). En el mango de algunos de ellos aparecía probablemente representada una leona en marfil. El conjunto sugiere sencillamente una postura erótica. Así lo entiende G. Vorberg en su Glossarium eroticum (Hanau, 1965, p. 303). Una postura bien distinta es la del párrafo precedente.
Para ello tenían que hacer todas la libación de la copa de la amistad (philotesía), mencionada en el v 203.

 

LAMPITO67. ¿Qué gritoh zon ézoh?

LISÍSTRATA. Es lo que yo decía: las mujeres se han apoderado ya de la Acrópolis de la diosa. (A LAMPITO.) Tú, Lampito, ponte en camino y organiza bien lo de vuestra gente, y a éstas (señala a la BEOCIA y a la CORINTIA) déjalas aquí como rehenes. (Se va LAMPITO.) Nosotras vamos a la Acrópolis para ayudar a las otras que están allí a poner las trancas68.

CLEONICE. ¿No crees que los hombres van a venir en masa contra nosotras en seguida?

LISÍSTRTATA. Poco me importan, que no vendrán trayendo tantas amenazas ni tanto fuego como para abrir las puertas esas, a no ser en las condiciones que hemos dicho.

CLEONICE. Desde luego, por Afrodita, nunca, que si no, en vano habríamos obtenido el calificativo de inconquistables y malvadas.

 

(Las mujeres se van hacia la Acrópolis.) (Llega por otro lado el coro de viejos; vienen cargados con troncos y traen un cuenco de barro con brasas.)

 

CORIFEO. Anda, Draces, guíanos paso a paso aunque te duela el hombro por llevar la pesada carga de un tronco de olivo verde.

 

«¿Qué griterío es ese?»
Para cerrarlas puertas de los Propleos, por las que se accedía ala Acrópolis.

 

SEMICORO 1.°

Bien es verdad que en una vida larga caben muchos sucesos inesperados, ¡ay!

pues ¿quién hubiera esperado nunca, Estrimodoro, oír

que las mujeres, a las que alimentábamos

en casa como desgracia manifiesta,

tuvieran en sus manos la sagrada estatua69

se apoderaran de mi Acrópolis,

y con cerrojos y barras cerraran los Propíleos?

 

CORIFEO. Hala, démonos muchísima prisa en ir a la Acrópolis, Filurgo, para que, poniendo los troncos estos alrededor de las que iniciaron este asunto y lo llevaron adelante, hagamos una sola pira, y con nuestras propias manos las quememos a todas, con un acuerdo unánime, y la primera, a la mujer de Licón70.

 

SEMICORO 2.°

No, desde luego, por Deméter: mientras yo viva no se reirán de mí.

Pues ni siquiera Cleómenes71, que la tuvo en su poder el primero,

se retiró indemne, sino que

a pesar de sus humos laconios,

me entregó las armas antes de marcharse,

con una pequeña capa muy raída,

hecho un asco de sucio, velludo,

y con roña de seis años.

 

La antigua estatua, en madera, de Atenea, defensora de la ciudad.
En griego «la mujer de Licón» comienza igual que «Lisístrata» (ten Ly…), que es lo que el público espera. La mujer de Licón sufrió años después las burlas del cómico Eupolis. Licón fue más tarde uno de los tres acusadores de Sócrates.
Cleómenes I, rey de Esparta, ayudó al partido aristocrático ateniense, dirigido por Iságoras. En el 508-507 fue sitiado en la Acrópolis, y expulsado por el partido de los alcmeónidas y sus seguidores, demócratas. El coro menciona sucesos antiguos haciéndose portavoz de Atenas.

 

CORIFEO. ¡Tan duramente asedié yo al hombre aquel, pasando la noche junto a las puertas72 en formación de diecisiete en fondo73 con los escudos! Y para éstas precisamente, enemigas de Eurípides74 y de los dioses todos, ¿no he de servir yo con mi presencia de obstáculo de atrevimiento tan descomunal? ¡Que no siguiera estando entonces mi trofeo en la Tetrápolis!75.

 

SEMICORO 1.°

Pues del camino

este trecho me falta,

la pendiente hacia la Acrópolis, adonde me apresuro.

Hala, arrastremos esto

sin ayuda de un mulo;

lo que es a mí, los dos maderos me tienen estruido el hombro.

Pero, sin embargo, hay que caminar, y hay que soplar el fuego

para que no se me apague sin darme cuenta al final del camino. (Soplan las brasas.)

¡Fu, ¡Fu!

¡Uy, uy, qué humareda!

Los Propileos. «Pasar la noche» era una de las maneras de indicar «montar la guardia».
El destacamento de soldados formaba diecisiete filas. La expresión griega incluye la palabra escudos.
El poeta trágico Eurípides tenía fama de misógino por representar en escena las pasiones femeninas.
La Tetrápolis es la parte septentrional del Ática, en la que se encontraban cuatro ciudades, entre ellas Maratón, donde los atenienses derrotaron a los persas en el 490. Al trofeo erigido entonces se refiere el corifeo.

 

SEMICORO 2.°

Es terrible, ¡soberano Heracles!76,

cómo el fuego se echa sobre mí desde el cuenco

y me muerde los ojos como una perra rabiosa.

Seguro que es de Lemnos el fuego

ese, de todas todas;

pues, si no, nunca me mordería así, a dentelladas, las legañas77.

Date prisa, adelante, hacia la Acrópolis,

ayuda a la diosa.

¿Cuándo si no, Laques, la socorreremos mejor que ahora?

¡Fu, fu!

¡Uy, uy, qué humareda!

 

CORIFEO. El fuego este se ha espabilado gracias a los dioses, y está muy vivo. ¿Qué tal si ponemos primero aquí los dos troncos, y entonces metemos la antorcha de sarmientos en el cuenco, la encendemos, y después nos abalanzamos contra la puerta como carneros? Y si al llamar nosotros las mujeres no aflojan las trancas hay que prender fuego a las puertas y acosarlas a ellas con el humo. Pues dejemos la carga. ¡Uy, qué humareda, puf, puf? ¿Cuál de los generales que están en Samos nos ayu-daría a descargar el tronco?78. (Dejan los troncos en el suelo.) Éstos de aquí ya han dejado de hacerme polvo el espinazo. Cuenco, es tarea tuya espabilar las brasas para que colaboren conmigo y procuren que la antorcha quede encendida. (Encienden las antorchas en las brasas del cuenco.) Soberana Victoria79, ayúdanos a levantar un trofeo80 a expensas de la osadía que ahora mismo han puesto de manifiesto las mujeres de la Acrópolis. (Mientras tanto, con las antorchas prenden fuego a los troncos.)

 

Heracles o Hércules es uno de los personajes mitológicos a los que se atribuyen mayor número de hazañas, de esposas y de hijos. Su mención es frecuente en la comedia.
«Lemnos» y «legaña» empiezan en griego por lem- como si en castellano dijéramos «Leganés» y «legaña».
En aquellos años en que una plaza tras otra abandonaba el círculo ateniense, después del desastre de Siracusa, se mantenía la flota vigilante en Samos para intervenir en posibles conflictos.
Nice es la diosa de la Victoria (la Victoria latina), que se identifica en época clásica con Atenea. Al estar ante los Propíleos, el coro divisa el templo de Nice.
El trofeo es un monumento a la derrota del enemigo, realizado en madera, bronce o piedra.

 

(Entra el coro de mujeres con barreños de agua.)

 

LA CORIFEO. Me parece que veo una densa nube de humo, mujeres, como si ardiera un fuego. Hay que darse muchísima prisa.

 

PRIMER SEMICORO DE MUJERES.

Vuela, vuela, Nicodice,

antes de que se achicharren Calice

y Critila por el fuego que avivan

en derredor de ellas los malditos vientos

y los viejos funestos.

Pero una cosa temo: ¿no va a llegar mi ayuda demasiado tarde?

Pues ahora mismo, que todavía está oscuro, he llenado mi cántaro

en la fuente con dificultad por el gentío, por el barullo y por el ruido de los cuencos al chocarse,

y después, empujada por las criadas

y por las esclavas marcadas con hierro, a toda prisa

lo he levantado para prestar ayuda

llevando agua a mis vecinas,

que se están achicharrando.

 

SEGUNDO SEMICORO DE MUJERES.

Pues he oído que unos viejos de muchos humos

van lentamente hacia la Acrópolis,

llevando unos troncos de unos tres talentos de peso81,

como para calentar un baño,

y que dicen con terribles palabras amenazadoras

que hay que asar con fuego a las puñeteras mujeres.

¡A éstas, oh diosa, que no las vea yo nunca achicharrarse,

sino salvar de la guerra y de las locuras a Grecia y a mis conciudadanos!

Justamente para esto, diosa de áureo penacho,

defensora de la ciudad82, se han instalado en tu sede.

Y a ti te llamo como aliada,

Tritogenia, para que, si algún hombre

las asedia con fuego,

lleves agua a la par que nosotras.

 

LA CORIFEO. Deja… (Divisa al coro de ancianos.) ¡Uy!, ¿qué es eso? ¡Hijos de mala madre! Nunca unos hombres de bien y piadosos habrían hecho una cosa así.

EL CORIFEO. Esto que llega sí que no esperábamos verlo. ¡Menudo enjambre de mujeres está ahí fuera para echarles una mano!

LA CORIFEO. ¿Por qué os damos tanto miedo? ¿Es que os parecemos muchas? Pues aún no estáis viendo ni a la milésima83 parte de nosotras.

EL CORIFEO. Fedrias, ¿vamos a dejarles decir disparates semejantes? ¿No sería mejor que alguien rompiera su cachiporra a fuerza de molerlas a palos?

 

Unos 75 kilogramos.
«La de áureo penacho, defensora de la ciudad» se aplica a la diosa Atenea, protectora de Atenas. También el epíteto «Tritogenia», que aparece un poco más abajo, corresponde a la misma divinidad.
Literalmente, «diezmilésima».

 

LA CORIFEO. Vamos a poner también nosotras los cántaros en el suelo, para que, si alguien nos pone la mano encima, esto no nos estorbe.

EL CORIFEO. Por Zeus, si alguien les hubiera dado de palos en la mandíbula dos o tres veces, como a Búpalo84, ya no tendrían ni pizca de voz.

LA CORIFEO. Aquí me tienes; ¡que alguien se atreva a darme! Yo me dejaré hacer bien quietecita85. Eso sí: desde luego ninguna otra perra te podrá ya nunca agarrar los cojones.

EL CORIFEO. Si no te callas te voy a arrancarla piel y la vejez86 a golpes.

LA CORIFEO. Acércate y toca con un solo dedo a Estratílide.

EL CORIFEO. ¿Qué pasa si te hago cenizas con mis puños? ¿Qué cosa espantosa me vas a hacer?

LA CORIFEO. A mordiscos te voy a arrancarlos pulmones y los intestinos.

EL CORIFEO. No hay poeta más sabio que Eurípides, pues ninguna criatura es tan desvergonzada como las mujeres87.

LA CORIFEO. Vamos nosotras a coger el cántaro de agua, Rodipa.

EL CORIFEO. Tú, enemiga de los dioses, ¿por qué has venido aquí con agua?

LA CORIFEO. Y tú, ¡sepulcro!, ¿por qué con fuego? ¿Para quemarte?

 

El poeta Hiponacte dirigía frecuentemente sus invectivas contra este personaje. Un verso en el que lo amenazaba circulaba por la Atenas de entonces.
Doble sentido, significado sexual pasivo.
La palabra geras significa «vejez» y «piel» o «cáscara».
Véase nota 73.

 

EL CORIFEO. Yo, para amontonar una pira y asediar con fuego a tus amigas.

LA CORIFEO. Yo, para apagar tu pira con esta agua.

EL CORIFEO. ¿Que tú vas a apagarme el fuego?

LA CORIFEO. Los hechos lo pondrán en seguida bien a las claras.

EL CORIFEO. No sé si asarte con la antorcha aquí mismo, según estoy.

LA CORIFEO. Si tienes por casualidad algo de jabón, te voy a suministrar un baño.

EL CORIFEO. ¿Un baño tú a mí, so guarra?

LA CORIFEO. Y nupcial, para colmo.

EL CORIFEO. ¿Has oído su descaro?

LA CORIFEO. Es que soy libre.

EL CORIFEO. Te voy a callar esas voces que estás dando.

LA CORIFEO. Ahora no estás en el tribunal88.

EL CORIFEO. (A su antorcha.) Quémale el pelo a ésta.

LA CORIFEO. (A su cántaro de agua). A lo tuyo, Aqueloo89.

 

(El coro de mujeres vacía sus cántaros en los ancianos.)

 

EL CORIFEO. ¡Ay, pobre de mí!

LA CORIFEO. ¿No estaba caliente, verdad?

EL CORIFEO. ¿Qué es eso de caliente? ¿No te estarás quieta? ¿Qué haces?

LA CORIFEO. Te estoy regando para que reverdezcas.

EL CORIFEO. Pero si estoy temblando como una hoja seca.

 

Literalmente, «no eres heliasta». Los heliastas eran los jueces que formaban un tribunal popular, y se elegían entre los ciudadanos por sorteo.
Nombra un río muy conocido (el más largo de Grecia) para referirse al agua de los cántaros. La personificación de este río Aqueloo recibía culto en Grecia.

 

LA CORIFEO. Muy bien: como tienes fuego podrás calentarte.

 

(Llega un COMISARIO90, acompañado de arqueros escitas91)

 

COMISARIO. ¿Es que se ha hecho patente la desvergüenza de las mujeres, su darle al tambor, sus frecuentes «sabacios»92 y ese duelo por Adonis sobre los tejados que yo escuché una vez cuando estaba en la Asamblea93? Pro-ponía el condenado Demóstrato hacer una expedición naval contra Sicilia, y al tiempo su mujer, bailando, dice: «¡Ay, ay, Adonis!». Demóstrato proponía reclutar hoplitas entre los zacintios94, y ella, la mujer, algo bebi-da, dice encima del tejado: «Golpeaos el pecho por Adonis», y él insistía una y otra vez, este maldito Colericiges95, odiado por los dioses. Indecencias como éstas son típicas de ellas.

EL CORIFEO. Pues, ¿qué dirías si te enteraras además del descaro de éstas? Aparte de su caradura en otras cosas, para colmo nos han dado un baño con sus cántaros, hasta el punto de que podemos sacudirnos la ropa como si nos hubiéramos orinado en ella.

 

Uno de los componentes del comité de los Diez que fue elegido en Atenas en el 413, después de la derrota de Sicilia.
Véase nota 51.
92. Sabacio era una divinidad frigia que en Grecia fue identificada con Dioniso. Se asociaba a ritos orgiásticos. Se refiere aquí al grito de las mujeres invocándolo.
Fiesta de mujeres era la que dedicaban a conmemorar la muerte de Adonis, símbolo de la vegetación anual. Parece que en el año 415, al tiempo que la Asamblea deliberaba sobre la expedición a Sicilia, se celebraba la fiesta en honor de Adonis.
Demóstrato existió en realidad. Los zacintios eran los habitantes de Zacinto, hoy Zante. Los hoplitas constituían la infantería pesada.
El poeta acuña la palabra Kholozyges a partir de khólos, «bilis», «cólera», y Bouzíges, epíteto de un héroe y de una noble familia ateniense, a la que pertenecía Demóstrato.

 

COMISARIO. Sí, por Posidón Salino, es verdad. Pues cuando nosotros hacemos granujadas en unión de las mujeres y las iniciamos en el vicio, en ellas surgen ideas de este tipo. Nosotros, en casa de los artesanos, decimos cosas como éstas: «Joyero, el collar aquel que reparaste, al estar bailando mi mujer por la noche, el pirindolo se le salió del agujero. Yo tengo que ir en barco a Salamina; tú, si tienes tiempo, haz lo posible por venir de noche y meterle en su sitio el pirindolo». Otro, a un zapatero joven que tiene un cipote nada infantil, le dice así: «Zapatero, el dedito del pie de mi mujer se lo aprieta la correa, porque es muy delicado, así que ven tú al mediodía y hazla ceder, para que esté más a sus anchas». Este tipo de cosas han dado lugar a esto de ahora, pues es el caso que yo, un comisario, después de que he conseguido que haya remeros, ahora mismo que tengo necesidad del dinero para ellos, me encuentro de puertas afuera por culpa de las mujeres96. Pero no vale de nada quedarse aquí de brazos cruzados. (A un arquero.) Trae las barras para que yo acabe con su descaro. ¿Por qué te quedas con la boca abierta, imbécil? (A otro arquero.) Y tú, ¿a dónde miras, que no haces más que vigilar la taberna? ¿No vais a colocar las barras debajo de las puertas, por aquí, para apalancarlas y hacer que salten? Desde aquí yo también voy a echar una mano para apalancarlas.

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(LISÍSTRATA sale de la Acrópolis, abriendo las puertas.)

 

Es decir, no tiene acceso al tesoro de la Acrópolis.

 

LISÍSTRATA. No apalanquéis nada. Ya salgo yo sin que me obligue nadie. ¿Qué falta hacen las barras? No son barras lo que se necesita, sino sentido común y mollera.

COMISARIO. ¿Conque sí, eh, guarra? ¿Dónde está el arquero? (Al arquero.) Deténla y átale las manos a la espalda.

LISÍSTRATA. Por Ártemis, como me ponga encima la punta de un dedo, me las pagará aunque sea un agente público.

COMISARIO. (Al arquero.) ¿Qué, te da miedo, tú? ¿No vas a agarrarla por la cintura y tú (A otro arquero) con él- y acabaréis de atarla entre los dos?

 

(Sale CLEONICE de la Acrópolis.)

 

CLEONICE. (Al primer arquero.) Por Pándroso97, como la toques, aunque sólo sea con la mano, te vas a cagar encima, de los pisotones que te vamos a dar.

COMISARIO. Mira, «te vas a cagar encima». ¿Dónde hay otro arquero más? (A un tercer arquero.) Ata a ésta primero, porque encima es una bocazas. (Llega MÍRRINA.)

MÍRRINA. Por la Lucífera98, como le pongas encima la punta de un dedo, vas a pedir en seguida una ventosa99.

 

Pándroso era hija de Cécrope y, como castigo a su curiosidad, Atenea hizo que se precipitara desde la Acrópolis. Su leyenda estaba unida a la ciudadela.
«Portadora de luz, de antorchas», epíteto de Hécate, diosa extranjera que penetra en Grecia y es asociada con Ártemis, y con Selene, la diosa lunar.
Para extraer sangre de la hinchazón que le producirán los golpes.

 

COMISARIO. ¿Qué sucede? ¿Dónde hay un arquero? (A un cuarto arquero.) Échale el guante a ésa. (A las mujeres.) Yo haré que terminen vuestras salidas, una por una.

LISÍSTRATA. Por la Táurica100, como te acerques a ella, te voy a hacer gritar a fuerza de arrancarte el pelo.

 

(Se va el arquero.)

 

COMISARIO. ¡Desgraciado de mí! Ha abandonado el campo el arquero. Pero nunca cederemos ante las mujeres. Avancemos contra ellas, en línea de combate, escitas, hasta llegar a las manos.

LISÍSTRATA. Por las dos diosas, vais a saber que también entre nosotras hay cuatro batallones de mujeres preparadas para la lucha, completamente armadas, ahí dentro.

COMISARIO. Retorcedles los brazos a la espalda, escitas.

LISÍSTRATA. (Dirigiéndose a la ciudadela.) Mujeres aliadas, salid corriendo de dentro, vendedoras-del-mercado-del-grano-de-purés-y-hortalizas, hospederas -y-vendedoras-de-ajo-y-de-pan, ¿no vais a arrastrar, golpear, despedazar?, ¿no insultaréis y os descararéis? (Salen las mujeres al ataque desde la Acrópolis y los escitas huyen.) Parad ya, retiraos, no cojáis botín. (Las mujeres que acaban de aparecer vuelven a la ciudadela.)

COMISARIO. ¡Ay de mí!, qué mal ha ido la cosa para mis arqueros.

LISÍSTRATA. Pues anda, ¿qué te pensabas? ¿Es que tú creías que atacabas a unas esclavas, o es que piensas que las mujeres no tienen arrestos?

COMISARIO. Sí, por Apolo, y muchísimos, siempre que haya cerca un tabernero.

 

Literalmente, «Taurópolo», entendido como un sobrenombre referido a los toros y utilizado como epíteto de Ártemis.

 

EL CORIFEO. Muchas palabras gastadas en vano, comisario de esta tierra. ¿Por qué te enzarzas en discusiones con estas fieras? ¿No sabes con qué baño nos han obsequiado hace un momento, con la ropa encima, y para colmo sin jabón?

LA CORIFEO. Tío, es que no hay que poner la mano encima al prójimo como si tal cosa; si haces eso, forzosamente tendrás los ojos hinchados. Porque lo que yo quiero es estarme quietecita, toda prudente como una jovencita, sin fastidiar a nadie de aquí y sin mover ni una paja, a menos que alguno me chupe la miel y me enfurezca, como a un avispero.

 

CORO DE ANCIANOS.

Zeus, ¿cómo podemos tratar a estos monstruos?

Pues esto ya no se puede aguantar: tienes

que estudiar conmigo lo que pasa aquí,

con qué idea y para qué se han apoderado

éstas de la Escarpada101, la Acrópolis,

roca inmensa, infranqueable,

sagrado recinto.

 

EL CORIFEO. Haz preguntas, no te dejes engatusar, contradícelas todo lo que puedas: que sería una vergüenza dejar un asunto así sin dar que hablar, y pasarlo por alto.

COMISARIO. Por Zeus, de lo primero que quiero enterarme es de esto: ¿con qué idea habéis cerrado nuestra ciudadela con las trancas?

LISÍSTRATA. Para poner a buen recaudo el dinero y para que no luchéis por él.

COMISARIO. ¿Es que luchamos por el dinero?

 

Epíteto que designa la Acrópolis.

 

LISÍSTRATA. Sí, y también por él se originan todos los demás jaleos. Pues Pisandro102 y los que andan detrás de los puestos públicos, para poder robar, armaban siempre algún alboroto. Así que éstos, que hagan lo que quieran en este asunto, que el dinero este ya no hay forma de que lo cojan.

COMISARIO. ¿Qué es lo que vas a hacer?

LISÍSTRATA. ¿Eso me preguntas? Lo vamos a administrar nosotras.

COMISARIO. ¿Que vosotras lo vais a administrar?

LISÍSTRATA. Y, ¿por qué te parece chocante? ¿No somos nosotras las que os administramos todo lo de la casa?

COMISARIO. Pero no es lo mismo.

LISÍSTRATA. ¿Cómo que no es lo mismo?

COMISARIO. La guerra hay que hacerla contando con ese dinero.

LISÍSTRATA. Pero lo primero de todo es que no hay que hacer la guerra.

COMISARIO. Pues, ¿de qué otra manera estaremos a salvo?

LISÍSTRATA. Nosotras os salvaremos.

COMISARIO. ¿Vosotras?

LISÍSTRATA. Sí, nosotras.

COMISARIO. ¡Asombroso!

LISÍSTRATA. Cuenta con que te salvarán, aunque no quieras.

COMISARIO. Lo que dices es tremendo.

LISÍSTRATA. Te enfadas, pero eso se hará de todos modos.

COMISARIO. Por Deméter, es injusto.

LISÍSTRATA. Hay que ponerte a salvo, amigo.

COMISARIO. ¿Aunque yo no lo pida?

LlSÍSTRATA. Así, más todavía.

 

Pisandro era uno de los componentes del comité de los Diez. Véase nota 90.

 

COMISARIO. ¿Y de dónde os sale esa preocupación por la guerra y la paz?

LISÍSTRATA. Ahora lo explicaremos.

COMISARIO. Pues dilo pronto si no quieres lamentarte.

LISÍSTRATA. Escucha, e intenta tener quietas las manos.

COMISARIO. No puedo, que me es difícil aguantarlas por el enfado.

CLEONICE. Pues entonces te vas a lamentar mucho más.

COMISARIO. Que sea contra ti eso que graznas, vieja. (A LISÍSTRATA.) Tú, habla.

LISÍSTRATA. Eso voy a hacer. Nosotras, en las primeras fases de la guerra y durante un tiempo, aguantamos, por lo prudentes que somos, cualquier cosa que hicierais vosotros los hombres -la verdad es que no nos dejabais ni rechistar-, y eso que agradarnos, no nos agradabais. Pero nosotras estábamos bien informadas de lo vuestro, y, por ejemplo, muchas veces, estando en casa, nos enterábamos de una mala resolución vuestra sobre un asunto importante. Y después, sufriendo por dentro, os preguntábamos con una sonrisa: «¿Qué cláusula habéis decidido, hoy, en la Asamblea, añadir en la estela en relación con la tregua?» «¿Y eso a ti, qué? -decía el marido de turno- ¿No te callarás?», y yo me callaba.

CLEONICE. Pero yo no me callaba nunca.

COMISARIO. Habrías llorado, si no te callabas.

LISÍSTRATA. Yo, cierto que me callaba. Pero cada vez nos enterábamos de una decisión vuestra peor que la anterior. Y, luego, preguntábamos: «Marido, ¿cómo es que actuáis de una manera tan disparatada?». Y él, echándome una mirada atravesada, me decía en seguida que si yo no me ponía a hilar, mi cabeza iba a gemir a gritos. «De la guerra se ocuparán los hombres»103.

COMISARIO. Bien dicho lo de aquél, por Zeus.

 

Parte de un verso homérico, Ilíada, VI, 492.

 

LISÍSTRATA. ¿Cómo que bien, estúpido, si ni siquiera cuando vuestras decisiones eran malas nos estaba permitido sugeriros nada? Y cuando ya os oíamos a las claras por las calles: «¿Es que no queda ni un hombre en este país?». «Desde luego que no, por Zeus», decía otro; después de esto acordamos ya sin más salvar a Grecia todas juntas, reuniéndonos las mujeres. Pues, ¿de qué hubiera valido esperar? Así es que si queréis atendernos ahora a nosotras que os hablamos cuerdamente, y callaros como antes nosotras, podríamos enderezaros.

COMISARIO. ¿Vosotras a nosotros? Tremendo es lo que dices; no lo aguanto.

LISÍSTRATA. Cállate.

COMISARIO. ¿Callarme yo porque tú lo digas, hija de perra, y eso que tú llevas un velo en la cabeza104? Primero me muero.

LISÍSTRATA. Pues si eso te sirve de obstáculo, coge este velo mío, tenlo y póntelo en la cabeza, y después cállate. (Le da el velo.)

CLEONICE. También este canastillo. (Se lo entrega.) Luego ponte un ceñidor y dedícate a cardar, devorando habas, que «de la guerra se ocuparán las mujeres».

LA CORIFEO. Apartaos de los cántaros, mujeres, para que también nosotras por nuestra parte ayudemos a nuestras amigas.

 

CORO DE MUJERES.

Yo nunca me cansaría de bailar,

ni la agotadora fatiga podrá apoderarse de mis rodillas.

Dispuesta estoy a realizar cualquier cosa

junto a éstas, por su valor, en ellas

hay dotes naturales, gallardía, coraje,

sabiduría, y valor

patriótico y prudente.

 

El velo de las mujeres era indicio externo de su posición discreta en una sociedad de varones.

 

LA CORIFEO. Hala, tú, la más valiente de las abuelas y de las fructíferas ortigas hembras105, avanzad con bravura y no os ablandéis, que todavía ahora corréis con viento favorable.

LISÍSTRATA. Si Eros de dulce ánimo y Afrodita la Chipriota nos infunden a nosotras deseo en las entrañas y los muslos, y además hacen crecer en los varones una agradable turgencia y una persistente verga, creo yo que algún día nos van a llamar entre los griegos «Acabaguerras»106.

COMISARIO. ¿Por haber hecho qué?

LISÍSTRATA. En primerísimo lugar, si hacemos que dejen de estar con armas en el mercado y de hacer chifladuras.

CLEONICE. Sí, por Afrodita de Pafos107.

LISÍSTRATA. Pues ahora van y vienen, por el mercado de los cacharros y las verduras, con las armas, como Coribantes108.

COMISARIO. Sí, por Zeus; así tienen que hacer los hombres valerosos.

LISÍSTRATA. Pues sí que tiene gracia la cosa: un tío con un escudo que representa una Gorgona109, va y compra pescaditos.

 

Alusión al carácter agresivo de las mujeres del coro.
La palabra es Lysimáchas.
En Chipre. Véase el v 551.
Divinidades relacionadas con el culto orgiástico y confundidas frecuentemente con los Curetes, que agitando y golpeando sus armas evitaron, con el estruendo, que Crono oyera el llanto de Zeus niño y lo matara, como a los hijos anteriores.
La Gorgona era un ser alado monstruoso que aparece representado habitualmente en el escudo de Atenea.

 

CLEONICE. Sí, por Zeus, yo he visto a un capitán montado a caballo110, con larga melena, echar en el casco de bronce puré de lentejas que le vendía una vieja. Y otro, un tracio111 que agitaba su escudo ligero y su jabalina, como Tereo, asustaba a la vendedora de higos secos y se tragaba los maduros112.

COMISARIO. ¿Y cómo os las vais a arreglar vosotras para reconciliar y poner fin a tal cantidad de asuntos enmarañados en las ciudades griegas?

LISÍSTRATA. Muy simple.

COMISARIO. ¿Cómo? Explícamelo.

LISÍSTRATA. Igual que el hilo, cuando se nos ha enredado, lo cogemos así (Muestra con gestos lo que está diciendo), y con los husos por un lado y por otro, lo traemos a su sitio, así también desenmarañaremos esta guerra, si es que nos dejan hacer, poniendo las cosas en su sitio por medio de embajadas a un lado y a otro.

COMISARIO. ¿Así que con lanas, hilos y husos, os creéis que vais a poner fin a unos asuntos tan terribles? ¡Qué necias!

LISÍSTRATA. Sí, y también vosotros, si tuvieras una pizca de sentido común, según nuestras lanas gobernaríais todo.

COMISARIO. ¿Cómo? A ver.

LISÍSTRATA. Primero, a la ciudad como al vellón de lana, después de haberle quitado la mugre lavándola en un baño, habría que ponerla sobre un lecho, apalearla para que eche a los sinvergüenzas y sacarle los abrojos; y a esos que se reúnen y se aglomeran junto a los cargos públicos, separarlos con el cardado y arrancarles… las cabezas. Después habría que esponjar la buena voluntad común y echarla en un cestito, mezclando a todos, a los metecos, a los extranjeros que sean amigos nuestros, y a los que tengan deudas con el Estado: también a esos mezclarlos ahí113. ¡Por Zeus!, y las ciudades, todas las que son colonias de esta tierra, habría que tener una idea clara de que para nosotros son como los copos de lana que están cada uno por su lado; luego se cogen estos copos que forman cada una de ellas, se reúnen y se juntan en uno solo, y después se hace una gran bola y, con ella, se teje un vestido para la gente.

 

Jefe del escuadrón de caballería procedente de una tribu; las diez tribus eran las unidades administrativas en las que estaba distribuida el Ática.
El «tracio» es un mercenario. A continuación se menciona a Tereo, rey de Tracia, el personaje principal de una tragedia de Sófocles de la que tenemos datos indirectos.
Es igualmente posible que «maduros» se refiera a «aceitunas maduras».
Los metecos eran residentes en Atenas, pero no ciudadanos por ser extranjeros o hijos de extranjeros. Los que contraen deudas con el Estado y no las solventan se convierten en átimoi, «sin derechos». Los tres grupos señalados carecían por una razón u otra de la ciudadanía ateniense.

 

COMISARIO. ¿No es terrible que éstas arreglen el asunto dando palos y haciendo bolas, ellas que ni siquiera tomaron parte ninguna en la guerra?

LISÍSTRATA. Hijo de perra, nosotras la aguantamos más que por partida doble. Lo primero de todo, que damos a luz a nuestros hijos y los enviamos como hoplitas…114.

COMISARIO. Calla, deja los malos recuerdos.

LISÍSTRATA. Además, cuando teníamos que disfrutar y sacarle partido a la juventud, dormimos solas por culpa de las campañas militares. Y aún lo nuestro pase, pero me dan pena las chicas que envejecen en sus habitaciones.

COMISARIO. ¿Es que los hombres no envejecen?

LISÍSTRATA. Por Zeus, no se parece nada. Pues cuando el hombre regresa, aunque esté lleno de canas, en seguida lo tienes casado con una jovencita. Pero el momento de la mujer es muy breve, y si no lo aprovecha, nadie quiere casarse con ella, y ahí se queda alimentando ilusiones.

 

La infantería pesada.

 

COMISARIO. Pero el que todavía puede ponerla tiesa…

LISÍSTRATA. Tú, ¿qué haces que no te mueves? Sitio hay, cómprate el ataúd. Yo, la torta, ya la voy a amasar115. Toma esto y póntelo de corona. (Le da una cinta)116.

CLEONICE. Coge también éstas de mi parte. (Le da unas vendas.)

MÍRRINA. Toma también esta corona. (Le echa un puñado de tierra.)

LISÍSTRATA. ¿Qué te falta? ¿Qué echas de menos? Anda a la barca: Caronte te está llamando y tú no le dejas zarpar117

COMISARIO. ¿No es horrible que me pase esto a mí? Por Zeus, que voy a ir tal cual a que vean los comisarios la facha que tengo. (Se aleja.)

LISÍSTRATA. ¿Es que nos vas a echar en cara que no te hemos preparado bien de cuerpo presente?118. Pues pasado mañana muy tempranito te van a llegar de nuestra parte las ofrendas del tercer día bien aderezadas.

 

(Salen las tres mujeres.)

 

CORO DE ANCIANOS.

Ya no es cuestión de que se duerma todo aquel que es libre.

Hala, hombres, despojémonos de la capa, y manos a la obra. (Se quitan la capa.)

 

La torta con miel se dedica a los muertos y a los dioses infernales.
Lisístrata le da probablemente una cinta para el pelo, es también un rasgo propio del culto a los muertos.
Caronte es el barquero que transporta las almas de los muertos hasta el Hades, cruzando los ríos infernales.
Se refiere ala preparación que se hacía al cadáver. Más adelante, menciona los sacrificios que se ofrecían en honor del muerto, dos días después del fallecimiento.

 

Pues esto de aquí ya huele a

muy importantes asuntos, me parece a mí,

y sobre todo olfateo la tiranía de Hipias119.

Mucho temo que algunos laconios

reunidos aquí en casa de Clútenes120,

a las mujeres enemigas de los dioses inciten engañosamente

a que se apoderen de nuestro dinero, y del salario

del que yo vivía.

 

EL CORIFEO. Pues es terrible que éstas ahora se pongan a reprender a los ciudadanos; que parloteen, ellas, unas mujeres, de los escudos de bronce, y que se dispongan a reconciliarnos a nosotros con los laconios, en los que se puede confiar tanto como en un lobo con la boca abierta. Esto lo han tramado, compañeros, con vistas a una tiranía. Pero lo que es a mí, no van a tiranizarme, porque estaré alerta y «llevaré mi espada» en lo sucesivo «en una rama de mirto» 121, pasearé por la plaza con mis armas cerca de Aristogitón, y me pondré en pie junto a él así 122 (Adopta actitud de estatua, levantando el puño), que me está entrando gana de darle un puñetazo en la mandíbula a la odiada por los dioses, a la vieja esta.

 

(Amenaza a LA CORIFEO.)

 

Hipias ejerció una tiranía dura sobre Atenas a la muerte de su hermano. Hiparco fue el último de los tiranos.
Clístenes aparece en otras piezas tildado de homosexual. Se vincula aquí a los espartanos porque, entre éstos, era habitual la homosexualidad.
Fragmentos de una canción de banquete en honor de Harmodio y Aristogitón, que mataron al tirano Hiparco en 514 a. C. En recuerdo de los tiranicidas se erigió un grupo escultórico en el Ágora.
Se refiere a la estatua mencionada en la nota precedente.

 

Continuará mañana.

 

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.