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   Ya tuvimos, allá por el siglo catorce, un Pedro Primero de Castilla, alias el Cruel para unos, el Justiciero para otros, asesinado por su hermanastro, Enrique de Trastámara, hijo bastardo de Alfonso Onceno, el padre legítimo del rey legítimo.

   José Zorrilla tomó asunto de esta historia para escribir el drama “El zapatero y el rey” allá en el siglo diecinueve, en pleno romanticismo, cuando los temas medievales estaban tan en boga.

   Este don Enrique fue a continuación proclamado nuevo rey, llamado para la posteridad Enrique Segundo el de las Mercedes.

   Por las muchas que tuvo necesariamente que conceder a todos aquéllos que le ayudaron a conseguir el trono y que le defendieron en todas las guerras civiles que tuvo que sostener para mantenerse en el trono. No vivió mucho, pocos en aquella época llegaban a viejos, y hoy yace sepultado en la catedral de Toledo.

   En nuestros días tenemos a otro Pedro, un cruce entre aquellos dos hermanastros enemigos mortales entre sí, un don Pedro con características propias del don Enrique.

   Pedro Segundo el de las Mercedes, por las muchas que ha tenido la desvergüenza de conceder a los comunistas, lo cual tampoco le habrá costado mucho, ítem más, a los separatistas de izquierda y de derecha, y hasta a los terrorista asesinos incluso de socialistas.

   Allá cuando el franquismo, la progresía andante en general les reía las gracias, por decirlo así, a los asesinos de la Eta cuando ponían bombas aleatorias, caiga quien caiga, y cuando ametrallaban a policías, lo mismo grises que verdes, y a militares y civiles. Pero cuando empezaron a matar socialistas, ya en plena democracia, ah, eso ya era otra cosa, eso ya no se podía permitir, pues hasta ahí podríamos llegar, matar policías y políticos franquistas, pase, pero matar políticos socialistas, del pueblo y para el pueblo, eso sí que no. Y entonces el gobierno González dio en la ocurrencia de fundar los Gal, un grupo podríamos decir antiterrorista que mataba terroristas a su misma manera, o les pagaba en su misma moneda, se podría decir, pero, como era de esperar viniendo de socialistas, lo que hicieron fue una chapuza monumental y acabó de la peor de las maneras, más o menos como todo lo que hacen estos socialistas libertadores de los opresores de izquierdas para que bien puedan oprimir a los que no estén de acuerdo con ellos. 

   Este Pedro Segundo el de las Mercedes, para mantenerse en la presidencia del gobierno, ha tenido que indultar a los golpistas catalanes, y ha cambiado las leyes en lo que se refiere a delitos de sedición y rebelión. Ha concedido a los separatistas vascos el control de las prisiones, ha acercado a sus domicilios, porque no los puede indultar, a los terroristas vascos con delitos de sangre, con lo cual ahora dependen del gobierno vasco pro terrorista, es decir, de ahí a la calle sólo queda un último paso. Tiene que permitir homenajes públicos a terroristas que van saliendo al cumplir sus condenas, a pesar de la ley en contra.

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   Concede toda clase de subvenciones públicas a partidos, sindicatos, oenegés y diversas asociaciones de vividores cuentistas, para tenerlos a su favor.

   No deja de conceder privilegios y ventajas a los gobiernos regionales cuyos partidos gobernantes le dan su apoyo a cambio, les da todo lo que le exigen, se puede decir, millones de euros, los que quieran, no faltaría más, para eso estamos, con grave perjuicio consiguiente para las regiones leales a España.

   En definitivas cuentas, este Pedro Segundo gobierna gracias a las mercedes que para conseguir los necesarios apoyos concede pero que todos tenemos que pagar, sobre todo los que más aborrecen su reinado, que son en definitiva los mayores pagadores en todo este circo virtual en que vivimos en este país, cada vez más adeudado, que ya veremos cómo vamos a salir de ésta con tantas mercedes concedidas precisamente a los españoles enemigos de España.

 

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REDACCIÓN