17/05/2024 02:50

La Leyenda Negra inventada contra España, solo es Leyenda. Fue impuesta por los que exterminaron a las tribus indias. Tercera Parte

La historia de los enfrentamientos entre el ejército de EEUU y los nativos americanos se saldó con una aplastante victoria final del primero, abrumadoramente superior en técnica y número, que terminó por imponer y apropiarse de las tierras de los segundos por parte de gobierno y colonos. Sin embargo, hubo un nativo que logró pasar a la historia por ser el único que consiguió derrotar a los Estados Unidos en una guerra que incluso lleva su nombre: el jefe oglala de los siux Nube Roja.

El jefe OGLALA Nube Roja

Aquella contienda se conoce también como Guerra de Bozeman porque tal era el apellido del pionero que en 1860 abrió una ruta a través del territorio de Wyoming para llegar al de Montana, en el contexto de la Fiebre del Oro de Pike’s Peak. Tras la de California, en 1858 se habían encontrado nuevas vetas del precioso metal al oeste y suroeste de los territorios de Kansas y Nebraska respectivamente (hablamos de territorios porque aún no eran estados), lo que impulsó a miles de aventureros a ponerse en marcha hacia allí y John Bozeman guió a muchos de ellos.

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Como se ha visto en tantas películas, lo que se bautizó como Bozeman Trail, que empezaba en Fort Laramie y seguía hasta Yellowstone a través del río Powder y las montañas Bighorn, atravesaba las tierras de caza que los tratados habían asignado a los indios; a los sioux concretamente, que desenterraron el hacha de guerra para cerrar el paso a los intrusos. Aunque el explorador Jim Bridger halló una ruta alternativa, la Bridger Trail (un ramificación del Oregon Trail, que los españoles habían abierto desde diversos puntos del Missouri hasta el territorio de Oregón), ésta era más larga y por tanto menos utilizada.

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El ejército tuvo que proteger a los mineros, construyendo una serie de fuertes. Pero en 1863 se volvió a descubrir oro en Bannack (Montana) y la oleada de gente creció, abocando a todos a la vía bélica. Los arapajos fueron los primeros en presentar resistencia armada en 1865, siendo derrotados por el general Patrick Edward Connor en la batalla del río Tongue. Sin embargo, la tensión seguía latente porque lakotas y cheyennes tampoco estaban dispuestos a permitir la violación de sus tierras y el 21 de diciembre de 1866 se produjo la famosa Masacre de Fetterman.

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Quince años antes, delegados del Gobierno de EEUU habían firmado el Primer Tratado de Laramie con representantes de las tribus sioux, arapajo, cheyenne, crow, mandan, hidatsa y arikara. El acuerdo les reconocía la propiedad sobre sus respectivas tierras (aunque no faltaría controversia por delimitar las fronteras entre ellos), que se extendían desde el noroeste de Nebraska hasta el sureste de Montana, incluyendo la mitad occidental de Dakota del Sur, la oriental de Wyoming y el suroeste de Dakota del Norte, además del pago de cincuenta mil dólares anuales durante cincuenta años (luego rebajados a una década).

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A su vez, las tribus garantizaban el libre paso de colonos por el Oregon Trail y permitían la construcción de caminos y fuertes, lo que demuestra que había voluntad de paz. Sin embargo, todo se incumplió casi desde el primer momento, empezando por que sólo se haría un pago y siguiendo por la afluencia de mineros y colonos, que hasta fundaron una ciudad, Denver City, en el recién creado territorio de Colorado… que estaba dentro de las fronteras indias. En 1854 tuvo lugar el Caso Grattan, una escaramuza desatada cuando un destacamento de soldados trató de arrestar a unos sioux acusados de robar una vaca y durante la acción falleció el jefe Oso Conquistador.

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Pero todo eclosionó, sobre todo, por la pasividad del Gobierno ante las matanzas de bisontes que llevaban a cabo cazadores blancos en territorio indio; cien mil al año se mataban, muchos de ellos gratuitamente, sin verdadero carácter cinegético, provocando un importante descenso de la cantidad de animales. Eso ponía en peligro la supervivencia de las tribus, cuyo modo de vida se basaba en el aprovechamiento de la carne, piel y grasa del bisonte, y que acabaron envueltas en guerras entre ellas al intentar buscar desesperadamente piezas en los dominios de las demás.

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La cosa se volvió tan grave que en el verano de 1862 los arikara y yanktonai tuvieron que emigrar presionados por otros, igual que en 1859 los lakota habían expulsado del oeste del Powder a los crow (de ahí el odio que les profesaban éstos, que les llevaría a aliarse con los blancos junto con los pawneee, arikara, hidatsa y mandan). De este modo, el gran territorio indio común quedó dividido en zonas particulares de cada tribu que, a la larga, originarían sus respectivas reservas. En ese contexto se incrementó el flujo de mineros, agravando la situación y por eso se construyeron tres fuertes en la región.

Levantarlos no fue fácil, ya que desde enero de 1865 sufrían ataques de la alianza de las tres tribus (sioux, cheyennes y arapajos), constantes y tan rápidos que no daba tiempo a perseguirlos. A menudo, los nativos aparecían por sorpresa en plena labor maderera, mataban a un puñado de hombres y desparecían velozmente. El coronel Henry B. Harrington recibía constantes presiones para pasar a la ofensiva pero lo consideraba absurdo por falta de efectivos y un armamento obsoleto, con mosquetes de avancarga. En 1866, la iniciativa personal del capitán William J. Fetterman, un oficial soberbio y ansioso de encabezar una operación punitiva dio un giro a todo.

Carecía de caballería y sólo llevaba ochenta hombres, pese a lo cual Fetterman se confió en exceso, no siguió la orden de limitarse a escoltar a los leñadores y cayó en una emboscada al perseguir a un grupo que hacía de señuelo, liderado por un joven oglala veinteañero llamado Caballo Loco. Todos los soldados perecieron (los indios la llamaron Batalla de los Cien Muertos) a manos de dos mil guerreros de una alianza sioux-cheyenne-arapajó, en un auténtico antecedente de lo que años después pasaría en Little Bighorn. Aquella celada demostró a los militares que no se enfrentaban a un simple grupo de salvajes sino a guerreros que actuaban coordinadamente siguiendo una táctica y el ejército aún no estaba preparado para hacerles frente.

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La consiguiente comisión de investigación determinó que la causa del problema era el incumplimiento del tratado, de ahí que recomendase intentar una solución negociada. En la primavera de 1868, las tribus se avinieron a un nuevo encuentro con los blancos en Fort Laramie. Como en el caso anterior, la idea era solicitarles una autorización de paso a cambio de proporcionar provisiones, ya que los indios seguían sufriendo la falta de bisontes y había hambruna entre ellos. Pero no se les informó de que el permiso debía llevar incluido el establecimiento de guarniciones militares para garantizar la protección de los viajeros.

De hecho, aún se estaba en plenas conversaciones cuando llegaron dos batallones con materiales de construcción y eso dio al traste con las negociaciones. El jefe cheyenne Estrella de la Mañana se avino a firmar, pero hubo otro que consideró un insulto la presencia de tropas cuando todavía se estaba discutiendo, algo que consideró mala fe. Se trataba del jefe lakota oglala Nube Roja, el hombre que diseñó la táctica victoriosa contra Fetterman y dirigía las operaciones bélicas, quien se negó a firmar y abandonó Fort Laramie con los suyos, advirtiendo de que consideraría un intruso a todo aquel blanco que hubiera en el entorno del Powder.

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Miguel Sánchez

Empresario. Licenciado en Marketing y en Dirección de Ventas. Escritor de varios libros, sin publicar, aún.  Aficionado a la escritura y a la historia de España.


Caballero Legionario que fue del  IV Tercio Sahariano Alejandro Farnesio, en dónde estuvo en Mando Bandera. Escogido para portar al Santo Cristo de la Buena Muerte, representando a la Xª Bandera.


Congregante del Santísimo Cristo de la Fe, Cristo de los Alabarderos y María Inmaculada Reina de los Ángeles, en la Catedral de las Fuerzas Armadas


Luchador nato por el  Valle de los Caídos y sus monjes Benedictinos, por nuestro Cristo Redentor, la Familia, contra el Aborto y la Patria Grande, Unida y Gloriosa, desde la muerte del General Invicto.


Amigo, seguidor y admirador de la figura más transcendental y entrañable del siglo XX español, D. Blas Piñar, mi Caudillo, siempre junto a él, tuve el honor de aplaudirle, ovacionarle, dialogar y abrazarle, porque era mi ídolo y lo seguirá siendo por toda la eternidad. Y tengo el orgullo, que de  sus magníficos libros escritos, poseo unos diez, dedicados, con cariño y con su pluma de oro, como escritor en la excelencia.


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