22/11/2024 20:40
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Nuestras dos prácticas republicanas, funestas y criminosas, cuando no abierta y decididamente criminales. Nuestro vagabundear monárquico, un espanto. Con el borboneo coronado, todo peor, ya era difícil la cosa. Los españoles, trágico sino, solo podemos escoger entre lo pésimo y lo pésimo. Pueblo desgraciado. Ahora en nuestras pantallas, Rey a la fuga.

¿Conocía Felipe VI los negocios de su padre?

Pretender desvincular los comportamientos de El Cazaelefantes de los del sexto Felipe deviene inaudito y absurdo sinsentido. Operacion Cortafuegos – implicando hace varios años a todos los gallifantes del putrefacto sistema-, fructífero empeño para que la «distraída» Cristina saliese de rositas. Tal vez no salga tan bien en esta ocasión. Honestamente, la monarquía española me recuerda en estos momentos a los personajes de la excelente película de Amenábar, Los otros. Aunque hace tiempo cristalizaron en exquisitos cadáveres, creen estar vivos. Siguen, cual obstinados y latosos ectoplasmas, en mitad del escenario. Pero su destino se encuentra escrito. Cadáveres son, aunque crean no serlo.

Toda la familia real conocía y se beneficiaba de los negocios del campechano Bonachón. Afirmar lo contrario es tratarnos de retrasados mentales profundos. Lo suelen hacer, en parte lo somos, pero no tanto. Lo mismo que cuando algunos, hace algunos lustros, advertíamos de que el » salvador de la democracia» era un personaje cuanto menos dudoso, te decían que no, alguna canita al aire, pequeñeces sin importancia, Luys. Y siempre con el clásico chantaje emocional de por medio. «¿De verdad prefieres una república de rojos y separatistas?” El repugnante paradigma del mal menor. Lastimoso razonar. El mal, nunca. Sin más.

Grandes «hitos» de su reinado

El homicidio “accidental” de su hermano Alfonso, la doble traición a su padre y a los franquistas, su verdadero y genuino papel en el golpe de estado del 23-F ( por supuesto, papel opuesto al ofrecido por la irrisoria versión oficial), su “esforzada tarea” en los casos de la banda terrorista Gal y KIO, varias batallas campales – implicando a los servicios secretos- para impedir que sus putiferios sexuales y paternidades diversas vieran la luz, otras tantas maniobras para evitar que los «problemas» de sus «íntimos «se trataran con (cierta) independencia en los tribunales. 

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El ciudadano Juan Carlos, desde el principio felicísimo con la podridos sociatas, se rodeó de los mayores delincuentes financieros del país- cacerías y barquichuelos mediante- explotando su cargo de privilegiado «funcionario público» para amasar una billonaria fortuna. Maciza y minuciosa edificación de una colosal fortuna personal. Petróleo, tráfico de armas, especulación financiera de altísimos vuelos, turbios negocios financieros. Toda – toda, repito- la pasta, no lo duden, evadida allende nuestras fronteras. Todo por España, di que sí. Todo por la patria. La patria de los paraísos fiscales, claro. Y la patria de los elefantes cazados, el suculento y apetitoso negocio del marfil.

Nuestra ruinosa situación económica actual, agravada tras la falsa pandemia del coronavirus, es el resultado de décadas de generalizada hipercorrupción y expolio de la nación por parte de la monarquía y pluralísimos cabecillas políticos y empresariales. Y otras elites diversas. «¿Y qué, de los Pujol no hablas?». Del gang Pujol, del Pnv y de toda la basura partitocrática, judicial, militar, médica, policial. De lo que te pete, sin problema. Apretada síntesis, España desde el 78, cleptocrático y narcorrégimen pedófilo.  Por supuesto, clave: el sistémico y sistemático encubrimiento por parte de (casi) todos los mass mierda, así como el «despiste» de la narcotizada sociedad española – en su mayor parte mentalmente echada a perder- favorecieron durante decenios a los reales bribones. Con tiburones. O no. Coronados. O no.

A moro muerto, gran lanzada

Pérez Reverte. Lanzada a moro muerto, XLSemanal, 13 de enero, 2014. Lean, por favor. «Calculen ustedes la de lanzadas a moro muerto que pueden haberse dado en España en los últimos veinte o treinta siglos, por fijar un período fácil. La de veces que nuestros abuelos, o nosotros mismos, escurrimos el bulto como podíamos, por las causas que fueran -falta de ocasión, prudencia, cobardía, necesidad-, y en un momento determinado, dándose circunstancias oportunas, restregamos la lanza en el moro destripado por otro, o fallecido de muerte natural, para pasearnos luego presumiendo de la sangre obtenida con tan poco riesgo y mínimo costo. Para congraciarnos con quien hiciera falta. Y, por lo general, con quien suele hacer falta congraciarse es con el bando vencedor. Una vez, naturalmente, tenemos claro cuál es ese bando». Totalmente de acuerdo, en esta ocasión, Arturo.

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Ahora la peña se cisca en Franco cuarenta años después de muerto. Valiente, di que sí. Valiente hijo de puta. En sus cuarenta años de dictadura, callado como una puta. Los cojones en las ocasiones, ya sea denunciando los despóticos abusos del franquismo o los desafueros del anterior monarca. Pero en su momento, mejor. Mucho mejor. Y asume los riesgos, macho.

Pero no, ahora, de manera oportunista, te empeñas en humillar un cadáver. Repito, valiente. Pues lo mismo con Campechano I. Cuando algunos intentábamos denunciar las tropelías del anterior monarca, rechifla o desinterés generalizado. Como hoy con la falsa pandemia del coronavirus, acusaciones de conspiranoico. Ahora estos mismos- pero los mismos mismos– cuando mutan los vientos triunfadores (¿Tercera República en ciernes?), se suben al carro que haga falta. Lo dicho, me jode muchísimo más un arrastrado y cobarde oportunista que un desorejado ladrón. En fin.

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.