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El último cine porno de Madrid chapó en su día. Un extraordinario documental,  Paradiso, de Omar A. Razzak, nos narra historia y disparatadas peripecias de esta mítica sala ubicada en la calle Duque de Alba, a tiro de piedra de la Plaza Tirso de Molina. Hoy, nuevo sentido cinéfilo. La Salaequis se llama. Otro tipo de cine. Y allí mismo, el 30 de enero, cuando el mundo era digno todavía de ser vivido, disfrutamos de una doble sesión inolvidable. Nueva sede de la Cutrecon, en su novena edición ya,  asistimos a las proyecciones de Killer Barbys y del documental The Disaster Artist, My Life Inside The Room.

El coronapollas de la Condesa

Las paranoias del coronapollas, un mes y medio antes del secuestro domiciliario, objeto de burla y chanza. Qué menos. Ambas proyecciones contaron con la presencia de sus protagonistas, Silvia Superstar y Greg Sestero. Y después, tomando un café con Laruko, departiendo con ambos. Y alimentando difusas mitomanías, fotos. Charlando y descojonándonos mientras veíamos Killer Barbys, peli realizada al servicio de la abracadabrante banda Killer Barbies. Uno de los títulos esenciales del cine nacional de serie B. Una cinta que volvió a ubicar al más grande de todos, Jess Franco, en la «cuspide» cinematográfica española. Papel estelar de Santiago Segura, en una de sus primeras y más macarriles composiciones. Y  la Condesa, imagino, «contagiada» de coronavirus, momentazo, exigiendo para su «curación» compulsivas y continuas cópulas con amanerados efebos.

Y por supuesto, poco después, el gran documental The Disaster Artist, My Life Inside The Room, rodado a raíz de la publicación del célebre libro escrito por Greg Sestero. Este mediometraje incluye entrevistas exclusivas con varios de los intérpretes de The Room -el considerado Ciudadano Kane de las películas cochambrosas, incluso superando el Plan nine from outer space del inigualable Ed Wood-, así como escenas nunca antes vistas del rodaje del memorable film de Tommy Wiseau.

Cenicienta en tanga, King Kong en bancarrota

Ahora, los que nos han desvalijado los derechos fundamentales, y encarcelado desde hace cinco meses, además de arrasar deliberadamente a las generaciones futuras, todo ello bajo falsísimos pretextos sanitarios, se largan de vacaciones, con un par, así, sin mirar atrás ni adelante. Lo suyo primero. Pero, al menos, vuelve Cutrecon. O un avatar. Allí, como bien advierte, Carlos «Oso» Palencia, durante las sesiones “golfas e interactivas”, se permite la libérrima participación y los descacharrantes comentarios del público, al más puro estilo CutreCon.

Salaequis de nuevo. Días 7 y 21 de agosto. El Festival Internacional de Cine Cutre de Madrid, continúa programando películas “tan malas que son buenas”. Los nuevos filmes que se proyectarán en agosto son la magnífica Cinderella 2000 (1977) el día 7, una tronchante reinvención en clave erótica y futurista del cuento clásico de La Cenicienta, discurrida por uno de los peores directores de todos los tiempos, Al Adamson.

Y, por supuesto, una joyita del cine ruinoso de nombre Yeti, El Abominable Hombre De Las Nieves (2019), el día 21. Burda copia italiana de King Kong de 1976, donde el simio gigante es suplantado por un “un histriónico señor melenudo muy metido en el papel, cuyos caretos y aspavientos provocan la risa constante”, subrayan los organizadores. Una comedia involuntaria con momentos “grotescos y chabacanos”, que “a buen seguro fulminarán las neuronas del espectador”. Bien está.

Despollarnos, necesidad

Necesitamos despollarnos ante tanta mentira coronavírica y horror circundante.  Con estas pelis “insólitas, demenciales, catastróficas e involuntariamente desternillantes”. O con lo que haga falta. Desde la organización agregan que “ver ‘cine malo’ en compañía es muy divertido”. Doy fe de ello. El asunto adquiere, por momentos, rasgos catárticos. Merece mucho la pena. En fin.

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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