20/09/2024 18:42
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Casi nadie es consciente de la capacidad de Pedro Sánchez para hacer el mal.  El país está cada vez peor, pero a los votantes «progresistas» eso no sólo no les preocupa, si no que les hace gracia. La estupidez también crece sin que suponga el menor problema. Esto tampoco molesta a la mayoría y ni lo percibe. El pueblo, al menos media España está bien representada por su gobierno; el peor que se ha conocido. Los políticos reposan en su casta, creada para tal fin, y sólo ven su ombligo mientras piensan en las vacaciones, en las que orquestarán, si cuadra, nuevas conspiraciones de ebrias sobremesas. Entre tanto, la Ley de Seguridad Nacional, que permitirá a Sánchez sus peores arbitrariedades, y la aplicación del comunismo, sigue adelante, como si fuera algo normal. Sólo VOX, grupo político al que quieren derribar como a todo lo que suponga un orden en el caos de esta anarquía, es el único que ha puesto pie en pared y no deja dormir el asunto, mientras Pablo Casado -segundo Rajoy- también reposa  y duerme, y le saca chistes inútiles a lo que llama la «mili de Sánchez» desatendiendo totalmente sus funciones. No está ni si les espera, y si llegara es como si no estuviera.

VOX registra en el Parlamento la solicitud de comparecencia del Director de Seguridad Nacional, Miguel Ángel Ballesteros y exige explicaciones en el Congreso sobre la reforma de la Ley de Seguridad Nacional. Lleva al Congreso la reforma de esta Ley que prepara el Gobierno de Pedro Sánchez mediante la cual se permitiría, entre otras cosas, movilizar a los mayores de edad o requisar sus bienes. O sea que, no te dejan ni morir tranquilo. Y aún después, es tan grande su sadismo, que te desentierran.  ¿Para qué lo hacen todo? Eso no lo dicen; eso no tiene ni explicación.

La solicitud está firmada por la diputada portavoz adjunta del Grupo Parlamentario Vox, Macarena Olona, y por el diputado del partido Víctor González Coello de Portugal, y fue registrada este lunes en el Congreso de los Diputados. Como motivo de la comparecencia, Vox exige a Ballesteros «informar de las ‘prestaciones personales’ que podrá imponer el gobierno a los ciudadanos, a tenor de la reforma de la ley de Seguridad Nacional».

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El pueblo o gran parte, parece pasar de todo, mientras poco a poco, el tirano se sale con la suya, en todo. La pandemia entra en su quinta ola, y Pedro Sánchez pasa de ello y sigue en lo suyo. Los problemas no se solucionan porque el gobierno, lejos de solucionarlos, crea más; unos para tapar a los otros.  Los socialistas, comunistas, separatistas o supremacistas y terroristas, todos enemigos de España y la civilización, están cada vez más contentos. Siguen robando, que es lo suyo, y de paso envenenando y hundiendo a la mayoría del país. Haciendo daño a los que no son de su cuerda que eso tras robarles, es lo que les gusta. A su vez las televisiones y medios de Sánchez que son la mayoría, igual de corrompidos, acusan a lo que llaman «extrema derecha», de crispar y provocar.

La sensatez al igual que la justicia siguen brillando por su ausencia, y tras liquidar la agonizante división de poderes, todos van a caer en el ejecutivo que es Sánchez. La sociedad se radicaliza y descompone por su corrupción que parte del poder. Y a ese poder, que se hace absoluto y totalitario, o sea, comunista, nadie le para los pies; y los que lo intentan reciben el desprecio hasta de sus más cercanos y vecinos, como hace Pablo Casado. Jamás se pudo imaginar que la maldad tuviera tan largos tentáculos.

¿Qué solución dar a esta situación de anormalidad que camina de mal en peor? Reina el egoísmo particular, el desorden, la insolidaridad, la infamia, la enfermedad y la muerte. Los cabecillas y seguidores siguen presos por la tentación del poder y la gloria de poseer todos los reinos del mundo. Siguen dominados por su gran pecado del orgullo, con sus variantes: la arrogancia, la vanidad y la soberbia… ¡Y esto es lo que presta…!

Recuerdo al tío X -lo conocían así, por el tío tal, pero le escuchaban lo poco que hablaba- que era como una autoridad en el pueblo y como que sentaba cátedra, decir: «cago en crista, esto sí que presta».  Era un pobre ignorante que se las arreglaba para tener un don en el país de los ciegos, y no pasar desapercibido. Era una cosa así como Adriana Lastra. Lo decía con motivo de las fiestas que hacían casi a diario los rojos en mi pueblo, tras invadirlo en agosto de 1936. Todo el pueblo estaba intervenido, bajo el yugo rojo, como quiere hacer Sánchez; la mitad  de los vecinos huidos al monte, porque sabían que si se quedan llevarían el mismo paradero que los sacerdotes asesinados si no habían huido a tiempo. Era el fin de cualquier persona decente o trabajador normal. (Recuérdese que los comunistas no trabajan ni son normales) Después hacían el baile rojo, como así le llamaban, en la iglesia. Y llevaban a la fuerza y a punta de pistola, a las mujeres o hermanas de los huidos, que se resistían a ir, para mayor escarnio. Entre ellas las de mi familia. También les gustaba mucho violar, como hoy, los lugares sagrados, tal que hicieron en el Valle de los Caídos. Un pueblo dividido y mutilado, regado de dolor y sangre, que era el pueblo de España.

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«…un odio que había ido subiendo como la niebla del invierno por el valle». Un pueblo que a la sazón era el mío, donde nací, fracturado por la guerra que trajeron los rojos como a los demás pueblos de la montaña leonesa, al invadirlos. Y en las celebraciones de sus victorias y festejos, sin pegar un solo tiro, salvo a las campanas de la torre, tras sacrificar las vacas y ganados fascistas, para humillación, y comer y beber opíparamente, se divertían y retozaban en las grandes comilonas a la sombra de los chopos del prado entre la hierba verde, y eso era lo que le gustaba al tío X, que se regocijaba mirando en jarras al pueblo feliz, y diciendo satisfecho:«cago en crista, esto sí que presta».

 

NOTA: en León se dice, le presta, por, le gusta.  Crista, tal vez sea el sustantivo femenino de Cristo.

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REDACCIÓN